Los Veintisiete se enfrentan a la gran pregunta: ¿cómo mantener a la UE competitiva?

Europa se enfrenta a un problema de competitividad grave. Se desangra y se arriesga a perder un tejido industrial que será difícil recuperar. El desastre viene cociéndose desde hace tiempo pero la reacción solamente ha llegado cuando el tiempo ha empezado a ser un bien escaso. Los jefes de Estado y de Gobierno se han reunido este jueves y han vuelto a discutir de un asunto que se ha convertido en un fijo de sus agendas.

Hasta ahora los líderes europeos habían abordado la cuestión en varias ocasiones, siempre con un ojo puesto sobre la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, en la amenaza que representan para el tejido industrial europeo los cerca de 400.000 millones de dólares en subsidios. En un primer momento la reacción europea fue la de amagar con una carrera de subsidios patrocinada por Francia y su visión particular de la política industrial europea, pero poco a poco el polvo inicial se ha ido asentando y las posiciones de socios más liberales, como los nórdicos, se han ido imponiendo en algunos aspectos.

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En la última cumbre, una cita extraordinaria convocada para el pasado mes de febrero para abordar la cuestión del IRA, un encuentro que se vio en parte arrastrado a la cuestión de Ucrania por la visita de Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, los jefes de Estado y de Gobierno encargaron a la Comisión Europea que presentara una serie de propuestas equilibradas que permitieran dar una respuesta a las preocupaciones de algunos Estados miembros.

El pánico inicial ha dado paso a posiciones menos reactivas, más centradas en una respuesta más general y sistemática. Este jueves los líderes ya han hablado con un enfoque más amplio, menos centrado únicamente en responder al IRA y más concentrado en una pregunta que cada vez preocupa más en Bruselas: cómo hacer frente a la pérdida de competitividad que tiene muchas fuentes y ninguna de ellas es la falta de subvenciones en Europa. Los datos que ofrecen los barómetros de la industria europea son alarmantes y apuntan a una caída de las inversiones extranjeras en Europa que cae en picado en 2022 mientras sube proporcionalmente en Estados Unidos.

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Es un problema de velocidad, de simplificar los papeleos, de acelerar procedimientos, de hacer que la llegada de esas numerosas subvenciones, en algunos casos muy superiores a las del IRA que tanto polvo ha levantado, lleguen de forma más directa a las empresas que lo necesitan. Y es un problema, muy grave, de precios de la electricidad, que muerde directa y profundamente sobre la capacidad de la industria europea de ser competitiva.

Ideas sobre la mesa

La Comisión Europea ha dado los primeros pasos para intentar afrontar el debate. Ha facilitado que los Estados miembros puedan hacer contraofertas a empresas que estén considerando irse a Estados Unidos o China donde tengan previsto recibir subvenciones, ha flexibilizado las normas para redirigir algunos fondos europeos y dar exenciones fiscales, el tipo de ayuda más atractiva para las industrias. Con la llamada “Acta Industria Neto Cero” ha propuesto que las capitales puedan acelerar procedimientos e incluso pasar por encima de algunas consideraciones medioambientales para proyectos claves, y con la Acta de Materias Primas Críticas quiere facilitar el acceso a los minerales fundamentales para tecnologías fundamentales para lograr la transición ecológica.

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Luego está la reforma del mercado eléctrico. Para España y algunos otros países esa es la principal política industrial: las empresas europeas han estado pagando más del doble por su energía de lo que han estado haciendo en Estados Unidos y eso no se soluciona con ayudas de estado ni con la simplificación de los requisitos administrativos. La Comisión Europea ha hecho una propuesta que el Gobierno español dice que tiene pasos en la buena dirección pero que sigue quedándose corta en algunos aspectos clave. Queda todavía por ver el llamado Fondo Soberano Europeo, una propuesta que la Comisión Europea guarda para verano y que abordarán los jefes de Estado y de Gobierno durante la siguiente cumbre, que se celebrará a finales de junio.

“La Unión Europea garantizará su competitividad reforzando su resiliencia y productividad, facilitando la financiación, apuntando a una energía asequible, reduciendo sus dependencias estratégicas, invirtiendo en las capacidades del futuro y adecuando su base económica, industrial y tecnológica a las transiciones ecológica y digital sin dejar a nadie atrás”, señalan las conclusiones aprobadas por los líderes europeos durante la cumbre. Los jefes de Estado y de Gobierno también piden “simplificar el entorno normativo general y reducir la carga administrativa, incluso acelerando los procesos de autorización”.