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Adolescentes de la ESO insultando en Instagram: diseccionar el ciberacoso en un instituto de Málaga
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Adolescentes de la ESO insultando en Instagram: diseccionar el ciberacoso en un instituto de Málaga

Una criminóloga se aproxima a este delito en base a las experiencias personales de alumnos de tercero y cuatro de ESO y primero y segundo de Bachillerato y analiza la influencia de variables sociodemográficas y socioeconómicas

Foto: Imagen de un grupo creado para ciberacosar. (Cuatro)
Imagen de un grupo creado para ciberacosar. (Cuatro)

El título es tan descriptivo de su contenido, como extenso: El estudio de las variables sociodemográficas y socioeconómicas como factores de protección y riesgo en el cyberbullying. Un estudio empírico en Málaga. Y encabeza una investigación plasmada en 36 páginas en la que la criminóloga Elena Bazaga se aproxima a la problemática del acoso en Internet contra adolescentes tratando de conocer las circunstancias que rodean a los jóvenes que desarrollan estos comportamientos y a quienes los sufren. Un trabajo en el que han colaborado 387 alumnos —desde tercero de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) hasta segundo de Bachillerato— pertenecientes a un instituto malagueño cuyas experiencias han permitido comprender este fenómeno delictivo en constante crecimiento y facilitar claves para intentar prevenirlo.

De las respuestas aportadas por los estudiantes se desprende que “un 27,6% ha sido posible cibervíctima en el último año”. El insulto es la tipología más común: el 84,1%, de los que el 48,6% los sufrió dos o muchas veces. Le sigue la difusión de rumores —78,5%—, mientras que prácticamente siete de cada diez confesaron haber sido amenazados. El 28% y el 27,1% reconoció que en al menos una ocasión sufrieron la suplantación de su identidad o detectaron contenido suyo subido a Internet sin su consentimiento, respectivamente.

Foto: 'Ciberbullying'. Opinión

Los insultos y la propagación de rumores son las formas de ciberacoso que más se reiteran en el tiempo, pues el 5,2% y el 23,4% del alumnado, respectivamente, aseguró que lo padeció “muchas veces”.

La red social por la que se vehiculizó la mayor parte de estos comportamientos fue Instagram, en un 83,2% de los casos, por encima de WhatsApp, que se sitúa en segundo lugar, con un 57,9%. TikTok, muy alejado, completa el podio —14%—, seguida de Twitter —11,2%— y Facebook —8,4%—. No resulta extraño que Instagram sea el ecosistema más recurrente porque está muy extendida entre los jóvenes, a pesar de que la red del pájaro azul es considerada como la más crispante.

El estudio muestra la irrupción de otras vías digitales de acoso como los chats de videojuegos o el servicio de mensajería Discord

Este mismo orden se reproduce, en sus principales puestos, cuando los que contestan fueron los adolescentes que reconocieron haber acosado en algún momento durante el año previo al estudio. Pero llama la atención que en un 7,7 de las ocasiones se usó el correo electrónico como vía y que en un porcentaje exactamente igual se emplearon “otros medios virtuales” como chats de videojuegos o el servicio de mensajería Discord.

Ser víctima y acosador

Bazaga, durante la investigación de la figura del ciberacosador, concluye que un 10,1% de los encuestados se reconoce en este rol en algún momento dentro del periodo de análisis. El insulto vuelve a ser la tipología más recurrente —82,1%—, aunque la segunda, en este bloque, es promover el aislamiento de la víctima —48,7%—. El 30,8% confiesa haber amenazado, de los que 10,3% lo hizo dos o más veces.

“Resulta interesante que el 24,3% de las cibervíctimas han sido también ciberacosadoras en el último año”, resalta la criminóloga, que al cruzar estos resultados con las variables socioeconómicas y sociodemográficas perfila con más detalle a los actores principales de este delito. Los chicos son más acosadores y menos víctimas que las chicas”, resume, para detallar que el 26,0% de los varones de la muestra ha sido víctima de cyberbullying, frente al 29,5% de las chicas; mientras que el 12,3% y el 7,7%, respectivamente, declararon haber sido ciberacosadores.

placeholder Campaña policial contra el ciberacoso.
Campaña policial contra el ciberacoso.

Al indagar en la presencia de este fenómeno delictivo según el curso, la autora apunta que el porcentaje de víctimas es menor en Bachillerato con respecto al segundo ciclo de la ESO”, aunque “el de acosadores cibernéticos desciende a medida que avanza el curso escolar”.

Cuarto de la Educación Secundaria Obligatoria es el curso donde estudiaban más víctimas —30,4%—, pero lo cierto es que los porcentajes son muy similares en los otros tres objeto de investigación: 29,1% en tercero de la ESO y 24% y 25,3% en primero y segundo de Bachillerato, respectivamente. La mayor presencia de acosadores, 14,9%, se concentró en tercero de la Secundaria Obligatoria.

Foto: Una menor utilizando un 'smartphone'. (Pixabay).

El tipo de familia que tiene mayor porcentaje de víctimas de bullying a través de Internet es la monoparental —41,7%—, seguida de la extensa —33,3%—. “Esta última es la que tiene un mayor porcentaje de acosadores —19%—”, seguida de la que cuenta con un padre o madre —14,6%—, mientras que el grupo con menor porcentaje de cyberbullying es la familia completa —7,7%—.

“Se ha encontrado una relación estadísticamente significativa entre el número de hermanos y ser víctima de ciberacoso”, se recoge en el trabajo, donde se especifica que los adolescentes que tienen tres son más proclibes a verse involucrados en casos de esta naturaleza, como víctimas o acosadores, seguidos de los que tienen cuatro o más.

Educación y tipo de trabajo

El nivel educativo de los progenitores también es un factor que influye en la victimización y la criminóloga determina que los padres y madres que tienen el máximo grado de estudios son un factor de protección para evitar que sus hijos sufran ciberacoso. En el 14,6% de los casos, los progenitores tenían estudios universitarios; frente al 54,9% que disponían formación primaria o sólo el graduado escolar. Estos guarismos son muy similares cuando se pone el foco exclusivamente en la educación de la madre.

Del estudio criminológico se desprende que, “a mayor nivel educativo del padre, una mayor probabilidad de que el hijo sea ciberacosador”

La investigadora explica que de los resultados de su trabajo se desprende que, “a mayor nivel educativo del padre, existe una mayor probabilidad de que el hijo sea ciberacosador”, y le parece “interesante” que “no se ha encontrado” a ninguno cuyo progenitor cursase Formación Profesional (FP). Esta curiosidad no se repite en el caso de las madres.

Elena Bazaga, por último, incluye la variable del tipo de trabajo y señala que, a mejor empleo de ambos progenitores, menor porcentaje de sufrir ciberacoso; a lo que se une que la falta de trabajo y el funcionariado son elementos de protección ante el desarrollo de estos comportamientos. “Aquí se vuelve a encontrar una contradicción”, ya que el desempleo de los padres es un factor de riesgo para ser cibervíctima, pero un elemento que reduce las probabilidades de acosar a través de las nuevas tecnologías.

Foto:

La criminóloga concluye que “el primer núcleo de socialización de los individuos, el hogar, juega un papel importante, y su educación en el mismo puede tener repercusiones negativas en el futuro”. “Es, por tanto, fundamental dar herramientas y oportunidades a la sociedad para mejorar sus propios valores y habilidades, para que influyan positivamente en las nuevas generaciones”, recomienda.

El título es tan descriptivo de su contenido, como extenso: El estudio de las variables sociodemográficas y socioeconómicas como factores de protección y riesgo en el cyberbullying. Un estudio empírico en Málaga. Y encabeza una investigación plasmada en 36 páginas en la que la criminóloga Elena Bazaga se aproxima a la problemática del acoso en Internet contra adolescentes tratando de conocer las circunstancias que rodean a los jóvenes que desarrollan estos comportamientos y a quienes los sufren. Un trabajo en el que han colaborado 387 alumnos —desde tercero de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) hasta segundo de Bachillerato— pertenecientes a un instituto malagueño cuyas experiencias han permitido comprender este fenómeno delictivo en constante crecimiento y facilitar claves para intentar prevenirlo.

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