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El PSOE andaluz elige su futuro en unas primarias pendientes de la movilización
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CIERRE DE LA CAMPAÑA

El PSOE andaluz elige su futuro en unas primarias pendientes de la movilización

Espadas necesita ganar con una mayoría sólida para evitar la segunda vuelta y comenzar a coser un partido en el que Susana Díaz podría resucitar e infligir un golpe a Pedro Sánchez

Foto: Debate de las primarias del PSOE andaluz. (EFE)
Debate de las primarias del PSOE andaluz. (EFE)

Este domingo de junio, con temperaturas por encima de los 30 grados y temor a que no se llenen las urnas de papeletas, un total de 45.374 militantes del PSOE de Andalucía están llamados a decidir a quién quieren de candidato en las próximas elecciones autonómicas. Es un hito histórico en un partido que vive en la oposición y dividido en familias después de una plácida vida de poder en la Junta de Andalucía, 37 años encadenando gobiernos y muchas mayorías absolutas.

Las primarias andaluzas pueden abrir una nueva etapa en la federación socialista más numerosa si gana Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Es el rival más fuerte de Susana Díaz, que ha ignorado todas las peticiones que le han llegado de la dirección federal de Pedro Sánchez para que diera un paso al lado. Aunque el secretario general del PSOE no ha aparecido en ningún momento en estas primarias, una victoria de Díaz podría convertirse en un revés al liderazgo político del presidente. También orgánicamente en una china en el zapato, con un congreso en octubre y cuando en graneros tradicionales como el andaluz se calcula el coste electoral de decisiones de factura elevada como los indultos a los políticos catalanes que cumplen condena por el 1 de octubre.

Los afines a Sánchez creen que los militantes andaluces no infligirán ese daño al secretario general, aunque Díaz ha resucitado en una campaña en la que le han puesto en bandeja su relato de víctima de Ferraz. Las primarias socialistas se activaron en plena resaca de la derrota electoral en Madrid. Quienes dieron por muerta a Díaz y convencieron a Sánchez de que se retiraría, se equivocaron. Espadas llena actos más multitudinarios, pero Díaz es capaz de recorrerse ocho pueblos en una mañana y hablar con cada uno de los militantes socialistas de esos municipios. Él tendrá un voto más urbano y ella más rural, calculan los estrategas de las candidaturas. Además se sondea si existe de verdad una corriente de 'antisanchismo' en las filas socialistas de Andalucía, algo que algunas encuestas señalan cuando se pregunta al electorado sobre su valoración del presidente del Gobierno.

La equis de la militancia

Ha sido una campaña de 'fair play', con dardos en lugar de cañonazos, pero en la que se ha hecho palpable la tensión por lo mucho que hay en juego. Espadas cuenta con el apoyo de la mayoría de alcaldes y concejales, mientras que los secretarios generales de las ocho provincias andaluzas están divididos. El alcalde de Sevilla tiene el apoyo de Jaén, Cádiz, la gestora de Huelva o Granada, mientras que Díaz cuenta con el de Almería, Málaga, Sevilla o Córdoba. Muchas de esas agrupaciones provinciales están rotas en mitades. Tampoco se sabe bien qué significan los apoyos de los expresidentes de la Junta, a uno y otro lado, o de históricos como Alfonso Guerra. ¿Tiene todo esto calado en la militancia?

Las primarias de 2017 que enfrentaron a Pedro Sánchez y Susana Díaz dejaron claro que era imposible atornillar los apoyos cuando se trata del ejercicio de un militante y un voto. Entran lazos de poder, personales, filias, fobias, emociones, sensaciones... en un cóctel difícil de controlar. Siempre han dicho los veteranos, nostálgicos de la democracia representativa que imperaba en los partidos, que las primarias las carga el diablo. Con Díaz y Espadas aspira un tercer candidato, Luis Ángel Hierro, profesor de Universidad, que logró con dificultad los avales y que se presenta como el auténtico candidato de las bases socialistas, por lo que podría restar votos al alcalde de Sevilla.

Sensaciones sin certezas

A 24 horas del recuento final, la sensación en el equipo de Espadas es que si la movilización llega al 70%, que sería alta, se convertirá "con solvencia" y sin necesidad de segunda vuelta en el próximo candidato de la Junta. Para Espadas es importante ganar y ganar bien, no solo para evitar la segunda vuelta sino porque el día después Díaz seguirá siendo secretaria general del PSOE andaluz. Si ella conserva una mayoría crítica importante, recomponer el partido será difícil. La expresidenta no ha despejado públicamente si dimitirá en caso de que pierda este domingo y ha trasladado a los suyos que seguirá hasta el congreso regional de diciembre, cuando habrá otras primarias para elegir la secretaría general.

En el equipo de Díaz aseguran que hay partido y que todo está "en un pañuelo". "¿No decían que estaba muerta y que no la querían los militantes?", interpelan los 'susanistas'. Si ninguno de los candidatos alcanza el 50%, habrá segunda vuelta entre los más votados el 20 de junio.

Foto:  El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE) Opinión

Espadas ha hecho una campaña llamando al "cambio" para "volver a gobernar" en Andalucía, para que el PSOE vuelva a ser un partido de gobierno. Su principal baza ha sido pedir el relevo de una candidata que cree amortizada y a la que las encuestas dan muy mala valoración entre el electorado andaluz. Entienden los suyos que "la lógica" y "el sentido común" le llevan a ser el ganador. El alcalde de Sevilla se presenta como "un revulsivo" para superar las fracturas internas y pide un voto "reflexivo". Los socialistas creen que será difícil volver a la Junta en las próximas autonómicas, pero insisten en que con Espadas, al menos, se abre una posibilidad.

Susana Díaz por su parte ha hecho una campaña ajustada al mensaje de que Ferraz quiere teledirigir el PSOE andaluz, convertirlo en una sucursal de Madrid, llamando a los militantes a votar "en libertad" e insistiendo en que ha aprendido de sus errores, pegada a la calle, con camisetas impresas de lemas positivos y buena energía. Su campaña, como víctima del aparato federal, se ha asemejado en algunos momentos a la que hizo Sánchez en 2017, cuando ella era la candidata de los poderosos del partido. Ahora ella atribuye ese papel a Espadas mientras que su adversario insinúa que ella es la favorita de la derecha, porque es la que quiere el PP andaluz que gane, al considerarla una rival más débil, y también la victoria que permitiría en Madrid asestar un golpe a Sánchez e insistir en la idea de cambio de ciclo.

Una década ominosa

Con estas primarias se escribe un capítulo muy importante en un PSOE andaluz que ha afrontado situaciones que jamás pensó en los últimos diez años y especialmente duras en el lustro final. El caso ERE, que supuso la condena por prevaricación de los dos expresidentes de la Junta, pendientes del Supremo, y de buena parte del Gobierno andaluz escribió el epílogo de una etapa muy dura. Fue en noviembre de 2019. Un año antes, en diciembre de 2018, Susana Díaz ganó las elecciones autonómicas, pero sin mayoría suficiente para formar Gobierno. El PP, en coalición con Cs y de la mano de Vox, alcanzaba por primera vez en su historia, desde 1982, el poder en la comunidad andaluza.

Han sido años muy difíciles. El PSOE andaluz dejó de ser el fiel de la balanza en un partido que siempre reconoció a los socialistas andaluzas como el corazón que bombeaba sangre a la organización, su motor. La secretaria general del PSOE andaluz se batió en unas primarias fratricidas frente a Pedro Sánchez y perdió de forma sonada, tras uno de los episodios internos más negros en la historia socialista. Fue en mayo de 2017 y acabó con Díaz replegada en Andalucía y dispuesta a resistir en el feudo andaluz. Ni el golpe de perder la Junta la harían cambiar de planes. La dirigente andaluza rechazó salidas como la presidencia del Senado, ir en las listas europeas o alcanzar un ministerio. Su objetivo siempre ha sido quedarse al frente del partido y para eso no dudó en firmar la paz, tras año y medio de tirones, con el líder del PSOE. Un armisticio que se rompió con estas primarias.

Foto: Susana Díaz, ayer, en un acto con militantes en Córdoba. (EFE) Opinión

Fue justo después de las elecciones de Madrid, tras la debacle del PSOE frente a Isabel Díaz Ayuso, cuando las alarmas se dispararon. Ferraz decidió atender las peticiones que le llegaban de una parte importante del partido, con el secretario general del PSOE de Jaén, Francisco Reyes, o plataformas como 'Hacer Más PSOE' al frente. Se impulsó una cadena de votaciones y pronunciamientos pidiendo un adelanto de las primarias para elegir al próximo candidato en las elecciones andaluzas ante el temor de un adelanto. El PSOE andaluz evidenció que estaba dividido casi en dos mitades. Finalmente Díaz, pese a denunciar "empujones", asumió que el debate estaba abierto y que los militantes tenían que ser llamados a las urnas.

Están llamados 45.374 militantes. El reparto por provincias es: Almería 4.494, Cádiz 4.839, Córdoba 3.716, Granada 6.156, Huelva 4.080; Jaén 6.312, Málaga 6.235 y Sevilla 9.542. Un total de 643 mesas estarán repartidas por toda Andalucía.

Este domingo de junio, con temperaturas por encima de los 30 grados y temor a que no se llenen las urnas de papeletas, un total de 45.374 militantes del PSOE de Andalucía están llamados a decidir a quién quieren de candidato en las próximas elecciones autonómicas. Es un hito histórico en un partido que vive en la oposición y dividido en familias después de una plácida vida de poder en la Junta de Andalucía, 37 años encadenando gobiernos y muchas mayorías absolutas.

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