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La 'sinfonía' por WhatsApp de un trasplante cruzado entre Málaga y Roma: relato médico de 12 horas
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En plena pandemia

La 'sinfonía' por WhatsApp de un trasplante cruzado entre Málaga y Roma: relato médico de 12 horas

Dos enfermos, dos donantes y un centenar de sanitarios a 1.500 kilómetros protagonizaron dos intervenciones quirúrgicas simultáneas coordinadas por la aplicación de mensajería

Foto: Operación de trasplante cruzado de riñón. (Servicio Andaluz de Salud)
Operación de trasplante cruzado de riñón. (Servicio Andaluz de Salud)

Jorge Soler se ha levantado a las seis de la mañana. Le esperan en el trabajo más tarde, pero prefiere madrugar para desayunar y llevar a su niño al colegio. Es una bonita rutina a la que no piensa renunciar. Hay que atesorar los momentos en familia, porque él, mejor que nadie, sabe lo fugaz que puede ser la vida. Un poético eufemismo de lo injusta que puede llegar a ser.

"Pásalo bien", se despide en la puerta del centro escolar y conduce su coche hasta el hospital Civil de Málaga. Se niega a comprar una moto para sortear los atascos mañaneros. "He visto muchas cosas, demasiadas", piensa. La radio le acompaña en su viaje, como siempre. Está tranquilo, confía en el equipo y en su capacidad. Pero sabe que no es un día cualquiera.

Pilar Ruíz tiene la certeza de que todo está controlado. Ha repasado cada cosa muchas veces, aunque su certeza no ha impedido que ese maldito cosquilleo que tan bien conoce le haya robado algo de sueño. No aguanta más tumbada en la cama. Se levanta antes de que suene el despertador y comienza a prepararse. Está citada a las 7:15 horas, pero entra en el hospital un cuarto de hora antes. Acude al quirófano y revisa todo, una vez más. "Correcto", se dice a sí misma mientras por su cabeza ronda que son muchos años en primera línea y que ya va siendo hora de descansar. "Creo que me lo he ganado", se reafirma.

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Foto: Servicio Andaluz de Salud (SAS).

Mercedes Cabello, por su parte, no puede sacudirse el sentimiento de responsabilidad. Es consciente de que su labor está hecha y que ahora, nunca mejor dicho, está en manos de sus compañeros. Esas 'mágicas' manos que cada año obran cientos de pequeños milagros que, echando la vista atrás, le parecían impensables cuando comenzó su carrera en 1979. Cuatro décadas han pasado. Quién le diría a ella que vería cosas tan extraordinarias para el común de los mortales.

Domingo Daga no deja nada al azar. Como si fuese un director de orquesta, debe lograr que un equipo compuesto por medio centenar de profesionales ejecuten todo lo programado durante días, semanas, meses. Interpretar una partitura irrepetible. Ningún caso es igual que otro.

Si todo va bien, habrán escrito una gran historia de éxito. Porque estas cuatro personas están a punto de realizar un trasplante cruzado de riñón de donantes vivos entre España e Italia. Un logro médico cuyo trasfondo es "la generosidad de la gente". Son las 8:00 horas de un día del mes de enero. Los quirófanos están preparados en Málaga y Roma. Por delante, 12 horas de apasionante medicina. Así se vivieron.

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Foto: Servicio Andaluz de Salud (SAS).

La doctora Cabello, experta nefróloga, recuerda que se topó con este caso hace aproximadamente un año. "Era un paciente derivado por el hospital Clínico", un hombre de 44 años, vecino de un pueblo malagueño, al que le fallaban los riñones y que, "como ocurre en la mayoría de estos enfermos", había pasado por su médico de cabecera como primera parada de un futuro periplo por especialistas y análisis.

El diagnóstico era tan claro como contundente: necesitaba un trasplante. Una noticia dura, que genera incertidumbre y que la médica debe trasladar en un momento complejo. "En la mayoría de los casos, no es una información que se diga de sopetón, si no que se prepara poco a poco" y que va acompasada con el "proceso degenerativo" del riñón.

Se buscó un donante en el entorno familiar. La madre, de 66 años, se ofreció sin ninguna reserva, pero las pruebas acabaron concluyendo que eran incompatibles. Había que localizar un riñón fuera de su círculo más próximo y se incluyó a ambos en la base de demandantes de órganos. Un recurso ligado a un "complejo programa informático" que realiza búsquedas en las que se tienen en cuenta factores como "el grupo sanguíneo, los anticuerpos, la edad…".

Una compatibilidad a 1.500 kilómetros

No hubo suerte en el primer cribado. Ni en el segundo. Pero un guiño del destino quiso hacer bueno el refrán de "a la tercera va la vencida" y el siguiente intento mostraría una singular equivalencia en Italia. Una oportunidad que acabaría uniendo a dos familias para los restos.

Los estudios realizados por el servicio de Nefrología del hospital Regional Universitario de Málaga advertían una posibilidad de trasplante cruzado con un donante vivo y un enfermo que se encontraban en Roma. Sobre el papel, la operación parecía 'sencilla': el paciente malagueño recibiría un injerto de un familiar del enfermo italiano, al que a su vez se le implantaría un órgano donado por la madre del primero. Pero la distancia, y la pandemia mundial de coronavirus, dificultaban una logística de por sí complicada.

Foto: Saltos, giros y flexiones pueden dañar la rodilla. (Pixabay)

Daga, coordinador sectorial de trasplantes, explica que la variable internacional lo hace todo "mucho más complejo", porque hay que sincronizar dos operaciones que se desarrollan a más de 1.500 kilómetros de distancia y la planificación es fundamental para alcanzar el éxito. Una vez se extrae el riñón, "se almacena en frío a cuatro grados y tenemos como máximo entre 14 y 18 horas de margen para hacer todo el procedimiento”, por eso en los trasplantes renales "las distancias no pueden ser largas", ya que "están condicionados por el tiempo de isquemia que soporta el órgano". Esto imposibilita los acuerdos, por ejemplo, con países como Canadá.

Los preparativos se prolongaron durante 13 semanas, periodo en el que los facultativos fueron "preparando" a los protagonistas de esta compleja intervención, siguiendo su evolución y, muy importante, confirmando que tomasen "la medicación cuatro o cinco días antes del trasplante" y que se hiciesen una PCR durante las 48 horas previas.

La preocupación del riesgo y los primeros mensajes

Y llegó la fecha señalada. Todo está preparado. Cada "enfermera, urólogo, nefrólogo, anestesista, personal de laboratorio, transportista, piloto…" son piezas que deben encajar a la perfección en una maquinaria humana cuyo objetivo es insuflar vida. Como los músicos de una orquesta interpretando la partitura y que son conscientes de que los tiempos son la clave.

El reloj marca las 7:50 horas y Jorge, el urólogo que tendrá en sus manos el órgano y lo someterá a un delicado tratamiento para que no se deteriore durante el viaje, está ya en el quirófano. Reconoce que siente "preocupación" porque esa mujer de 66 años que está tumbada a su lado "es una persona sana".

"Lo habitual es que en una sala de operaciones entre alguien que está enfermo y que tiene la posibilidad de salir de allí mejor; pero en este caso, la que entra, se somete a un riesgo, que es bajo, muy bajo, pero latente", aclara el doctor, que asegura que, "si le pasara algo a un donante vivo, sería demencial para la persona que recibe el órgano". "Una situación que mucha gente no podría soportar. Una debacle para una familia".

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Foto: Servicio Andaluz de Salud (SAS).

Pilar, enfermera coordinadora intrahospitalaria, tras una visita tranquilizadora a los seres queridos, se comunica vía WhatsApp, y en inglés, con el equipo italiano que se encuentra en el la Fondazione Policlinico Universitario Agostino Gemelli IRCSS de Roma. Forma parte de su labor, como lo fue contactar previamente con Antonio de los Ríos, "uno más del equipo", un taxista malagueño que lleva 30 años colaborando con ellos y que se encargará de llevar el órgano hasta el aeropuerto.

- "Buenos días desde Málaga. El paciente está en la sala de operaciones. Podemos empezar cuando nos confirmen desde Roma. Un saludo", escribe Pilar Ríos.

- "Buenos días. Nosotros también estamos preparados para comenzar", le responden.

- "Muchas gracias. Empezamos", confirma la enfermera.

- "Os deseamos buena suerte", añaden desde Italia.

Las dos cirugías comienzan de forma simultánea a las 8:00 horas, aunque se desarrollan a un ritmo diferente porque hay que tener en cuenta las poco más de dos horas que puede durar el vuelo. Los encargados de extraer el órgano son dos urólogos compañeros de Jorge Soler, que se lo entregan para que realice un proceso clave: la perfusión. Consiste en drenar toda la sangre y administrarle. “a través de la arteria del riñón”, un "líquido de preservación" para "evitar la formación de coágulos" y "lograr la paralización de las células para que deje de funcionar y se pueda conservar".

Dos vuelos y diez minutos para repostar

La operación concluye con éxito, pero casi una hora antes de lo previsto, por lo que Pilar avisa al taxista para que esté en el hospital con antelación. Ella misma le entrega la nevera, que Antonio deposita con mimo en el coche y sujeta con el cinturón de seguridad.

Enfila el camino del aeropuerto de Málaga y llega hasta donde lo espera la tripulación del aerotaxi contratado por ambos países: dos pilotos que deben llevar en la cabina el recipiente. "Cuando el traslado se hace en un vuelo regular, lo custodia alguien del personal de cabina", aclara la enfermera coordinadora, que a través de mensajes va informando detalladamente de cada paso.

- "El avión ha despegado de Málaga a las 11:07" -una hora antes de lo previsto-, comunica.

- "La ambulancia estará en el aeropuerto de Ciampino sobre las 13:15", responden desde Roma.

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Foto: Servicio Andaluz de Salud (SAS).

La aeronave toma tierra finalmente a las 13:45 horas. La tripulación recoge el injerto del donante de Italia y, tras un rápido repostaje, vuelve a despegar con destino a la capital malagueña a las 13:54 horas.

Los profesionales reconocen que, a pesar de que están preparando al receptor para iniciar la intervención en cuanto llegue el órgano, son momentos de "intranquilidad" porque entre ambos países hay un trayecto en el que el avión puede sufrir un contratiempo o un accidente que mande todo al traste. Por eso, poco antes de las 17:00 horas, se recibe con alivio la noticia de que el aparato ha aterrizado sin complicaciones y que el riñón viaja ya camino del hospital Regional Universitario, donde se va a realizar el trasplante.

Un nuevo equipo está listo. El paciente, en el quirófano. Y la segunda intervención arranca en cuanto el órgano se encuentra en el centro sanitario. "La experiencia hace ver las cosas con tranquilidad", comenta Mercedes Cabello, quien no puede ocultar que la espera es propicia para que les invada el nerviosismo.

En mitad de la operación, llega un mensaje desde Roma: "¡El trasplante en el hospital Gemelli ha sido realizado! ¡Finalizaron a las 18:00! ¡Todo fue bien!". Dos horas después, reciben la esperada respuesta desde Málaga: "¡Los cirujanos españoles acaban de terminar! ¡Todo bien!". "Congratulazioni. ¡Graccie mille a tutti! Muchas gracias", festejan desde el país transalpino.

La donante malagueña recibió el alta "a los cuatro o cinco días"; su hijo, no mucho más tarde. Ahora le queda acudir a las citas de seguimiento fijadas por los especialistas y, "sobre todo", disfrutar de la vida.

"Es complicado no involucrarse", confiesa Jorge Soler, que asegura que cuesta mantenerse firme ante las muestras de cariño que reciben de los pacientes y sus familiares. Lazos afectivos que, en ocasiones, se prolongan en el tiempo. No obstante, este granadino afincado en Málaga desde hace 20 años, considera que el trasplantado y el donante tienen que adaptarse a su rutina, "dejar atrás la percepción de enfermedad y perder el contacto con el hospital, porque psicológicamente es bueno para ambos". "Cuanta menos relación tengan con médicos, mejor", sentencia.

Foto: Simulación de impresión de un corazón. (Marketwatch)

Pilar Ruiz reconoce que su profesión le sigue emocionando y que aún "se me pone la piel de gallina cada vez que tengo que acercarme a la familia de una persona que acaba de morir para preguntarles si quieren donar sus órganos". "Lo más bonito", prosigue, "es que, después de aceptar, te dan las gracias".

Domingo Daga, el máximo responsable de este impresionante equipo, resume que "todo esto se basa en la generosidad": “Es nuestro trabajo, nos gusta y nos pagan por ello, pero los seres queridos de un fallecido que aceptan la donación de sus órganos y tejidos, o los donantes vivos que deciden entrar en un quirófano para ayudar a un familiar, me han servido para ver que hay mucha gente buena y con muy buen corazón, que observa la vida con solidaridad”.

Este fue el cuarto cruce exitoso del Programa de Trasplante Renal Cruzado internacional realizado por España. Actualmente hay acuerdos con Portugal e Italia, pero se trabaja en convenios similares con Francia, Suiza y Grecia. En Málaga se realiza cada año una media de 150 trasplantes de riñón.

Despiece: El covid, "un palo en la rueda"

Esta compleja intervención se realizó en un momento en el que la pandemia, lo que provocó "dudas" en el equipo, que incluso se planteó "suspenderla". No obstante, esta medida suponía demasiadas cosas: "Se incrementaba el estrés de las dos familias implicadas; el vuelo estaba concertado, los equipos preparados". Así que optaron por "extremar las medidas de seguridad" y "seguir adelante".

Daga explica que el covid "nos ha enseñado que los sistemas sanitarios son buenos en tanto en cuanto son flexibles y se adaptan al medio". "Y, en mi opinión, creo que han salido airosos".

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Foto: Servicio Andaluz de Salud (SAS).

El coordinador sectorial de trasplantes recuerda que, en la primera fase de la pandemia, los sistemas de donación y trasplantes tuvieron que adaptarse a un contexto desconocido. "Para empezar, había que evaluar si los donantes y los receptores estaban contagiados, lo que implicó añadir una nueva analítica en el proceso de evaluación. Siguió con la implantación de los dobles circuitos, trasformando los hospitales en dos y separando a los pacientes con coronavirus de los que no lo tenían para evitar contagios intrahospitalarios".

Es necesario lograr un "ambiente hospitalario seguro" para poder realizar estas intervenciones, por lo que el coronavirus ha sido "un palo en la rueda".

Jorge Soler se ha levantado a las seis de la mañana. Le esperan en el trabajo más tarde, pero prefiere madrugar para desayunar y llevar a su niño al colegio. Es una bonita rutina a la que no piensa renunciar. Hay que atesorar los momentos en familia, porque él, mejor que nadie, sabe lo fugaz que puede ser la vida. Un poético eufemismo de lo injusta que puede llegar a ser.

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