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"Toca recomenzar": cómo están asfixiando a Yolanda Díaz y a Sumar
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"Toca recomenzar": cómo están asfixiando a Yolanda Díaz y a Sumar

Las complicaciones para la vicepresidenta se multiplican. Desde el PSOE hasta su izquierda, las presiones que soporta son notables. La idea de que esta es una etapa provisional está arraigando

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (Europa Press/Gabriel Luengas)
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (Europa Press/Gabriel Luengas)
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Las malas lenguas políticas han atribuido la presencia de Pablo Iglesias como nuevo tertuliano en La 1 a la picaresca del PSOE. En parte, le viene bien porque le puede proporcionar esa agresividad contra el PP que la plana mayor de Sumar se niega a exhibir, ya que ha preferido distanciarse de la bronca y marcar un perfil diferente de los socialistas. Pero también porque supone una cuña contra Yolanda Díaz y los suyos en un momento en el que las relaciones no son las mejores con Moncloa y, en especial, porque serán rivales en las europeas.

El sentir en el PSOE, a este respecto, es ambivalente. La certeza de que siempre habrá un voto de izquierdas que no apostará por los socialistas y que ese espacio será necesario articularlo para elecciones futuras, convive con el riesgo de que se fragmente o sea demasiado débil; es decir, que el Gobierno actual caiga en unas elecciones no porque los socialistas no hagan su parte, sino porque el agujero a su izquierda impida que la suma sea suficiente, como ocurrió en el desastre de las municipales y autonómicas del pasado 28-M.

Pero, dada la debilidad de Sumar, la tentación socialista de ampliar votos por su izquierda está también presente. Dependiendo del momento y de la coyuntura, las prioridades en Moncloa irán cambiando.

Al margen de diferencias recientes, los socialistas parten de una convicción: Sumar nació para complementar el espacio de izquierdas, y se dio recorrido a Díaz para que hiciera ese trabajo y que lograra unificar un ámbito disperso y demasiado impredecible. La ministra de Trabajo no ha logrado asentar esas necesidades. Al margen de la ruptura con Podemos, que traslada el problema de negociar con ellos de Sumar al PSOE, la sensación de que no logra poner orden entre sus filas y articular una opción unitaria y sólida crece en Moncloa.

Los cuatro frentes

Ese sería un primer problema para Díaz. El segundo es el momento. Las encuestas no son favorables para Sumar en el País Vasco, después de un movimiento táctico muy dudoso que les separó de Podemos. Un mal resultado en Euskadi prolongaría el desastre de Galicia y los situaría en posición débil para dos citas electorales muy importantes. Cataluña y las europeas. En las primeras, además, cuentan con un problema añadido, similar al de Madrid: no se presenta Sumar, sino los comunes, y estos tienen una agenda propia. La influencia de Díaz sobre ellos es más corta que larga.

Un notable escollo para Yolanda Díaz es lo poco que están brillando sus medidas para diferenciarse políticamente del PSOE

Las europeas son otra cosa, porque en ellas desaparece la necesidad de colaboración entre las izquierdas. A los socialistas les interesará conseguir el máximo número de representantes, dado que luego no tienen que estar pendientes de ninguna suma para conformar gobierno. Y, sobre todo, como es probable que los comicios se planteen como un plebiscito sobre el actual Ejecutivo, su objetivo es ganar el máximo espacio posible, también a costa de Sumar.

Foto: Conversación entre Yolanda Díaz e Íñigo Errejón. (EFE/Fernando Villar)

El tercer problema para Díaz es lo poco que están brillando sus intentos de diferenciarse ideológicamente del PSOE. Sus proposiciones políticas, que han incluido una serie de apuestas de dudoso recorrido electoral, como la descolonización de los museos, la bajada del IVA a las obras de arte o la reducción de la jornada laboral, no han logrado levantar los ánimos. Además, el intento de establecer distancia con la bronca de estos días (al mismo tiempo que Más Madrid atacaba con todo lo que podía a Ayuso), les han hecho perder adhesiones en la misma izquierda. Anunciaban su propósito de aprobar este año la ley de democracia en la empresa, una señal de la actividad incesante en que están inmersos para mitigar el desgaste y recuperar fuelle.

Da la impresión de que han llegado a ese instante en el que, hagan lo que hagan, va a ser negativamente recogido por la sociedad

El anuncio de Urtasun de subvencionar el cine para los mayores de 65 años, de modo que puedan ir los martes a las salas por solo 2 euros, ha tenido una recepción que demuestra cuál es el momento en el que se hallan. Se trata de una propuesta ‘blanca’, de esas que puedan discutirse, pero que no generan demasiada polémica. La hostilidad con la que ha sido recibida, como si fuera una forma de ayudar a los que tienen olvidándose de los jóvenes, es un síntoma de que han llegado a ese instante, en que hagan lo que hagan, va a ser negativamente recogido por la sociedad.

El escollo más complicado

El cuarto problema es serio también, y es interno. Yolanda Díaz encabeza un partido que no le pertenece, ya que las tensiones que otros partidos sufren con los barones regionales se multiplican en su caso. Más Madrid o los comunes piensan que la ministra de Trabajo está en deuda con ellos, que son quienes la pusieron, y que ese hecho debe reflejarse en la estructura. Compromís siempre va por libre e IU está dividida entre el clan de Conil y el de Rivas. Més Mallorca ha avisado de que rompe con Sumar e irá con ERC, Bildu y BNG a las europeas. Y todo ello con la confección de las listas para las europeas a las puertas, que no será nada pacífica.

"Si las elecciones van mal, la sensación ya presente de que esto es un 'mientras se nos ocurre otra cosa' crecerá mucho"

Por si fuera poco, hay una tensión profunda entre las izquierdas que Monedero ha puesto de manifiesto. “Creo que las cartas están ya echadas. Sumar nació para recomponer los fragmentos de la izquierda y ha decidido apostar por imitar a los verdes alemanes. Eso es compatible con el PSOE, pero incompatible con Podemos y, cuidado, también con IU, aún más rota. Toca recomenzar”. Alude a la posición de los de Díaz con la guerra de Palestina y, sobre todo, con la de Gaza. La postura promilitarista que ha ratificado Urtasun es vista con mucha animadversión por la militancia de Izquierda Unida que, por tradición y por convicción, apuesta por una posición pacifista. Es otro frente abierto, y es mayor de lo que parece. La advertencia de Monedero no es gratuita.

De modo que Díaz encabeza un partido que no es suyo, carece de una militancia propia, el PSOE la está dejando sin ocasiones para que brille y tiene enormes dificultades para cohesionar su espacio. Todos los actores están presionando para que se le acabe el aire. La idea que cada vez cobra más cuerpo es que “Sumar es el mientras tanto de algunos. Si las elecciones van mal, la sensación de que esto es un 'mientras se nos ocurre otra cosa' crecerá mucho”, y eso llevará a un nuevo escenario.

A menudo, las complicaciones nacen de los inicios. Podemos logró reunir a actores dispersos no a partir de unas convicciones comunes, sino de una posición de éxito: juntaos con nosotros porque somos el futuro y vamos a mejorar mucho vuestros resultados. La cohesión provenía de la pertenencia a una marca que prometía réditos. Con Díaz ocurrió lo mismo, pero por otro camino: era la persona la que poseía un capital simbólico que otorgaba un recorrido mayor. Pero cuando esa idea desaparece, cuando el éxito no se adivina en el horizonte, cada uno de los participantes opta por alejarse de la casa común, pensar en sí mismos y valorar opciones B y C. Eso es lo que está ocurriendo en Sumar y tiene difícil arreglo, salvo que haya pronto unos resultados buenos y la marca cobre brillo de nuevo.

Las malas lenguas políticas han atribuido la presencia de Pablo Iglesias como nuevo tertuliano en La 1 a la picaresca del PSOE. En parte, le viene bien porque le puede proporcionar esa agresividad contra el PP que la plana mayor de Sumar se niega a exhibir, ya que ha preferido distanciarse de la bronca y marcar un perfil diferente de los socialistas. Pero también porque supone una cuña contra Yolanda Díaz y los suyos en un momento en el que las relaciones no son las mejores con Moncloa y, en especial, porque serán rivales en las europeas.

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