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Sánchez busca un chute de "moral" en la Cataluña amnistiada que mitigue el avance del PP en las europeas
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ELECCIONES EL 12 DE MAYO

Sánchez busca un chute de "moral" en la Cataluña amnistiada que mitigue el avance del PP en las europeas

El PSOE aspira a un Gobierno monocolor de Salvador Illa con el que "pasar página" del 'procés'. El adelanto electoral altera el plan de Feijóo para llegar con fuerza al 9-J, que concibe como una segunda vuelta de las generales

Foto: Pedro Sánchez y María Jesús Montero, este jueves, en el pleno que ha aprobado la ley de amnistía en el Congreso. (EFE/Zipi)
Pedro Sánchez y María Jesús Montero, este jueves, en el pleno que ha aprobado la ley de amnistía en el Congreso. (EFE/Zipi)
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En apenas 24 horas, la Moncloa y Ferraz han culminado el periodo de adaptación a la nueva fase política abierta por el adelanto de las elecciones catalanas al 12 de mayo, con una lectura amable de esta coyuntura, basada en dos premisas. Una, esperan salir reforzados de Cataluña y de los comicios del 21 de abril en Euskadi, y conseguir así un chute de "moral" de cara a las europeas del 9 de junio, concebidas por el PP como una segunda vuelta de las generales. Y dos, una vez que termine este trimestre electoral, "el tablero ya no se mueve", no hay más elecciones y eso, consideran, rebajará la tensión política.

El PP todavía está deglutiendo los efectos del anticipo catalán, que no había previsto, que le pilla sin un candidato claro y que trastoca la carrera de relevos prevista hasta las europeas. Feijóo había diseñado una hoja de ruta clara para enjuagar la victoria pírrica del 23-J: euforia en Galicia con mayoría absoluta; "crecer" en Euskadi, y, finalmente, "arrasar" el 9-J. Pero Cataluña altera de forma inequívoca esa meta, que ahora los socialistas no ven tan complicada.

En el PSOE están tranquilos ante la expectativa de repetir un Gobierno con el PNV, que contribuya a la "estabilidad" en España, y muestran mucha seguridad en que Salvador Illa podrá convertirse esta vez en candidato a la Generalitat. Todo pasa porque no exista una suma independentista. Si logran que no se produzca, en Ferraz confían en un Gobierno monocolor del PSC con apoyos parlamentarios. Pero, sin desvelar sus preferencias por uno u otro socio, a pesar de que las encuestas sí apuntan a una suma posible de socialistas y ERC.

Las elecciones catalanas serán el primer gran test de estrés de la amnistía que, tras su aprobación este jueves en el Congreso, su trámite posterior en el Senado y su regreso a la Cámara Baja, podría estar definitivamente en vigor a finales de mayo o principios de junio, en plena campaña de las europeas. Pero su efecto político se medirá ya el 12-M. Cataluña dictaminará el aval social al perdón general a los independentistas con el voto o el castigo a Illa.

Foto: La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras (Eduardo Parra / Europa Press)

Y aunque la comprensión con esta medida es mayor allí que en el resto de España, un apoyo amplio al PSC, con Illa por fin presidente, se leerá en el electorado de izquierda como un triunfo de la política de pacificación emprendida por Pedro Sánchez. Esto podría mitigar el supuesto correctivo que una parte del votante progresista o del PSOE, incómodo con una amnistía a cambio de nada (al margen de los votos para la investidura), pudiera infligir al presidente del Gobierno en las europeas.

A eso se agarran en Ferraz, con su habitual tendencia a ver el vaso medio lleno y no medio vacío. El PSOE piensa que en Cataluña existe una voluntad mayoritaria de "pasar página" al procés, que representa Illa, y que puede permitir a los socialistas cazar votos de todas partes. El PSC ya se nutrió en 2021 del antiguo voto de Ciudadanos, pero aspiran a atraer a electores de ERC, En Comú Podem e incluso de Junts. En la Moncloa también sostienen que estamos en el "momento Illa" porque es "el único que puede dar un nuevo proyecto de país a Cataluña".

En el Gobierno rechazan las acusaciones de Junts de que Sánchez y Pere Aragonès concertaron el anticipo electoral del 12-M, pero aseguran que las elecciones "nos vienen bien" y "nos pilla con muchas ganas". "Hay que jugar con las cartas que tenemos", remarcan. Fuentes socialistas apuntan a que Sánchez se implicará mucho en la campaña, más que en las gallegas. "Nuestro discurso (indultos, amnistía, reconciliación, abrir una nueva etapa) es muy potente en Cataluña".

Pero el PSOE no juega solo en estas elecciones. Y sus adversarios no van a tener piedad con Illa. En la Moncloa insisten en que no le salpica nada del caso Koldo, por el cobro de comisiones en los contratos de material sanitario en la pandemia, y que su imagen se vio reforzada en esa crisis. En ERC son menos comprensivos. A pesar de la obsesión de Junts con ERC, en esta formación defienden que a ellos les inquieta más el candidato socialista que Carles Puigdemont. Se esforzarán para que no rentabilice la amnistía y para que todos los catalanes conozcan la trama en torno al asesor de José Luis Ábalos.

El adelanto electoral descoloca a Feijóo

En Génova tratan de sobreponerse al shock de que Pere Aragonès decidiese apretar el botón nuclear. Nadie lo esperaba, y menos aún antes de la cita con las urnas europeas, que el PP veía como una oportunidad para dar una estocada definitiva a Sánchez a lomos del desgaste por la amnistía. Pero la posibilidad de que el PSC supere el examen de Cataluña pese a la despenalización del procés neutralizaría el gran argumento político con el que el PP pretende "arrasar" en Europa. Fuentes de la cúpula admiten que las elecciones catalanas son, además, un hándicap "inesperado" que obliga a Feijóo a pisar el acelerador y a resolver multitud de problemas en un territorio clave.

Foto: El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante un acto político en Francia. (Europa Press/Glòria Sánchez)

El partido está roto en Cataluña, no solo por la concatenación de pésimos resultados electorales en las últimas citas autonómicas, sino por el cisma interno provocado por el pulso de Alejandro Fernández y su resistencia a aceptar el relevo que Génova tenía previsto. El adelanto electoral deja al PP sin apenas tiempo para rearmar un proyecto en horas bajas. El margen de mejora es amplio, ya que parten de un suelo de tres diputados que les ubicó como última fuerza política en 2021, por detrás de Ciudadanos y Vox.

Pero Génova siempre ha aspirado a devolver al PP catalán a su época dorada y rozar el techo de los 19 escaños que Alicia Sánchez-Camacho logró en 2012. Era, de hecho, una de las grandes prioridades políticas de Alberto Núñez Feijóo cuando se hizo con las riendas del PP. Pero para ello necesitaba mucha pedagogía interna y un tiempo que ahora se le agota.

El presidente de los populares dio orden de aplazar el congreso del PP catalán, el único pendiente de la era Feijóo, hasta después de las elecciones europeas. Ahora, a contrarreloj, tendrá que elegir un candidato a dedo y decidir si confía el mando a Alejandro Fernández o apuesta por un nuevo liderazgo para encarnar la idea de partido amplio y transversal, una renovación que importantes dirigentes nacionales ven pertinente. Los desencuentros entre Génova y el actual presidente del PP catalán traspasaron la frontera de lo privado y llevó incluso a la dirección a enseñarle la puerta de salida. "Alejandro ya solo habla por sí mismo", afeaban en la cúpula.

Foto: El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo (d), acompañado del presidente del PP en Cataluña, Alejandro Fernández. (EFE/Quique García)

El PP ha activado ya una negociación con los restos de Ciudadanos para "integrar" definitivamente al partido naranja bajo sus siglas, una operación con la que anularía la fragmentación del centroderecha en Cataluña —los liberales cuentan con seis escaños en el Parlament— y asumiría un electorado que en su día Ciudadanos arrebató también al PSC. El PP irá a las elecciones con la bandera de ser "la única alternativa constitucionalista" tras la "rendición" de los socialistas al independentismo. Pero solo las urnas decidirán si están en lo cierto.

En apenas 24 horas, la Moncloa y Ferraz han culminado el periodo de adaptación a la nueva fase política abierta por el adelanto de las elecciones catalanas al 12 de mayo, con una lectura amable de esta coyuntura, basada en dos premisas. Una, esperan salir reforzados de Cataluña y de los comicios del 21 de abril en Euskadi, y conseguir así un chute de "moral" de cara a las europeas del 9 de junio, concebidas por el PP como una segunda vuelta de las generales. Y dos, una vez que termine este trimestre electoral, "el tablero ya no se mueve", no hay más elecciones y eso, consideran, rebajará la tensión política.

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