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Puigdemont explora vías con el PSOE para desbloquear la amnistía: "Quiere acuerdo"
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UN EJERCICIO DE FE

Puigdemont explora vías con el PSOE para desbloquear la amnistía: "Quiere acuerdo"

Asume que la ley no le blindará totalmente y busca "soluciones imaginativas" con Moncloa. Un sector de Junts aprieta para romper con Sánchez mientras el expresidente catalán mide los riesgos de su decisión

Foto: Carles Puigdemont, junto a Pedro Sánchez en el Parlamento Europeo. (EFE/EPA Ronald Wittek)
Carles Puigdemont, junto a Pedro Sánchez en el Parlamento Europeo. (EFE/EPA Ronald Wittek)
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Lo que pasa en Waterloo se queda en Waterloo. El círculo de Carles Puigdemont es tan restringido que nadie se atreve a asegurar al cien por ciento cuál será el próximo paso del expresidente catalán. Su fama de imprevisible se agrandó tras el no a la ley de amnistía. Si en ese momento Pedro Sánchez salió del Congreso con la cara desencajada, hoy, el jefe del Ejecutivo "está tranquilo", según traslada Moncloa.

No ve en riesgo la legislatura. El mensaje que han hecho llegar desde Junts es que "Puigdemont quiere aprobar la amnistía". A ninguno de los dos protagonistas les interesa romper. Después de las gallegas empezarán a mover ficha, aseguran a El Confidencial muy cercanas al fugado.

Oficialmente los contactos Junts- PSOE están congelados. Fuera de cámara el canal entre el secretario de organización socialista, Santos Cerdán y el emisario del prófugo, Jordi Turull, siempre fluye. Ni en los momentos más tensos se ha cerrado.

Como ocurriera en la negociación de los decretos, en este caso también ha intervenido para acercar posturas José Luis Rodríguez Zapatero. "Ya esta pactado que la amnistía se aprobará, ahora hay que buscar la pista de aterrizaje", señala un hombre de Puigdemont en Barcelona.

Foto: Toni Comín con Carles Puigdemont en el Parlamento Europeo. (Reuters/Vincent Kessler)

En encontrar una fórmula buena para las dos partes trabajan los equipos. Moncloa ha lanzado globos sonda como una reforma del Código Penal para cambiar los delitos de terrorismo hasta modificar la Ley de Enjuiciamiento Criminal y acotar las instrucciones de los jueces. Salvo cambio de última hora ninguna de estas opciones será la elegida para dar a Puigdemont una coartada que le permita levantar el pulgar cuando se vuelva a votar la amnistía en el Congreso. La Comisión de Justicia tiene hasta el 21 para aprobar un nuevo dictamen. Si no hay fumata blanca la Mesa del Congreso dará quince días más.

En paralelo el expresident tendrá que reconstruir su relato. El mundo de Junts es un avispero. Los más cercanos, como Jordi Turull o Josep Rull, siempre han defendido que el único camino es aceptar la ley de amnistía. El compañero de fuga, Toni Comín, lo ha verbalizado públicamente el viernes rompiendo el pacto de silencio hasta el 18-F que había con el PSOE. Los que apuestan por esta vía argumentan que los cientos de afectados por el procés castigarán a Junts en las urnas. Advierten al expresidente de que el no se percibirá como un "acto de egoísmo".

Foto: Pedro Sánchez y Teresa Ribera este martes en el recinto ferial IFEMA en Madrid. (EFE/Mariscal)
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En el otro lado están los que exigen volver al enfrentamiento con el Estado. Decepcionados con la política pactista aprietan en las redes para que se dinamite la legislatura con un no a la amnistía. Es el caso del cantautor, Lluís Llach, que ha abandonado el Consejo de la República. "Cuando Puigdemont de alguna manera se convierte en líder de la negociación, yo no me siento cómodo", ha asegurado. Los desencantados podrían buscar acomodo en la candidatura que la Asamblea Nacional Catalana prepara para las próximas elecciones que se celebrarán a finales de este año o principios de 2025.

Cada movimiento del soberanismo se hace en clave electoral. Cada decisión se toma mirando a ERC. Los republicanos han jaleado la irresponsabilidad de Junts por tumbar el salvoconducto para los soldados de 1 de octubre. El enemigo externo no desaprovecha una oportunidad para capitalizar el discurso. El interno tampoco. Mientras, Puigdemont medita los riesgos que tendrá que asumir cada vez más consciente de que puede quedarse fuera del grupo de amnistiados.

Cada movimiento del soberanismo se hace en clave electoral. Cada decisión se toma mirando a Esquerra Republicana

Junts se plantó en la exigencia de ampliar el marco de la amnistía hasta noviembre de 2011 y abarcar todos los delitos sin excluir los de terrorismo. El Gobierno sigue firme en no modificar el redactado de la ley. "Se están buscando soluciones imaginativas", reconocen fuentes socialistas. Los soberanistas han asumido que no pueden forzar mucho más sin que choquen en un futuro con trabas en el Tribunal Constitucional o Bruselas.

Puigdemont tendrá que hacer un ejercicio de fe pese a su desconfianza hacia Sánchez. Ya cedió cuando los siete diputados de Junts votaron a favor de la investidura sin que la ley hubiese aterrizado en la Cámara baja. Los últimos movimientos de la judicatura no ayudan. El aval a la investigación por terrorismo de la Junta de fiscales del Tribunal Supremo ha sido un varapalo. El plan es hacer de la necesidad, virtud.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont durante un debate del Parlamento Europeo el pasado noviembre. (EFE/Ronald Wittek)

Se espera que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, cambie el criterio de sus compañeros. La portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, ya avanzó que es él quien tiene la última palabra. Los ministros llevan días haciendo pedagogía y atacando a jueces y fiscales en sus declaraciones para dar argumentos al catalán.

Puigdemont tendrá que pelear la amnistía en los tribunales. Sus abogados ya construyen la defensa ante una previsible imputación por terrorismo en el Tribunal Supremo. Como adelanto este diario sus asesores están convencidos de que la batalla legal se dará en Europa y trabajan para contrarrestar a las acusaciones en el caso Tsunami con resoluciones anteriores del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Saben que la ley de amnistía no le brindará la protección suficiente, pero sin mártir no hay causa.

Lo que pasa en Waterloo se queda en Waterloo. El círculo de Carles Puigdemont es tan restringido que nadie se atreve a asegurar al cien por ciento cuál será el próximo paso del expresidente catalán. Su fama de imprevisible se agrandó tras el no a la ley de amnistía. Si en ese momento Pedro Sánchez salió del Congreso con la cara desencajada, hoy, el jefe del Ejecutivo "está tranquilo", según traslada Moncloa.

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