Génova congela el debate ideológico: no prevé celebrar un congreso hasta 2026

El líder del PP desoye, de momento, la sugerencia interna de convocar en el corto plazo una convención política para rearmar ideológicamente el partido frente a Sánchez durante su etapa al frente de la oposición. En el partido, apuntan a una legislatura "convulsa", pero nadie cree que el jefe del Ejecutivo aguante menos de dos años en la Moncloa. Un tiempo prudencial, opinan algunos sectores, como para actualizar algunos postulados y fijar una estrategia común que apuntale la "alternativa" de Feijóo al Gobierno. "Debemos estar preparados para ir a elecciones en cualquier momento", señalan fuentes proclives a activar el congreso.

Pero esta posibilidad no está en la lista de prioridades de Génova. Desde la dirección nacional se reafirman, de hecho, en que no se actualizará la ponencia política del partido hasta 2026, momento en que el PP tiene la obligación de convocar un congreso ordinario, tras cumplirse cuatro años del cónclave que elevó a Alberto Núñez Feijóo como líder del partido en Sevilla, en abril de 2022. Fuentes de la cúpula creen que el foco debe ponerse en dar la batalla a Sánchez en busca de desestabilizar un Gobierno inmerso en los equilibrios con el independentismo. Y reducir a la mínima expresión los debates orgánicos.

"Estamos en un momento en que tenemos que hablar poco de nosotros mismos y mucho de España", sintetizó el portavoz nacional de los populares, Borja Sémper, en una entrevista con El Confidencial. El dirigente defendió que el PP cuenta en estos momentos con una "posición clara" en materias sociales que no necesita de discusión interna. El problema que ven en algunos sectores del partido es que la falta de una hoja de ruta clara y plasmada en los estatutos, tanto en el ámbito social como en el económico, inhibe parcialmente la intención declarada de Feijóo de "arrebatar" a la izquierda algunas de sus grandes banderas y, además, desmarcarse de Vox en cuestiones como la violencia de género o la emergencia climática.

Algunos cargos, como es el caso de Cayetana Álvarez de Toledo, han hecho pública esa petición. La actual portavoz adjunta del PP en el Congreso —Feijóo la rescató como parte de su estrategia de ejercer una oposición de trincheras a Sánchez en la sede parlamentaria— dejó clara su postura a principios de octubre en El Confidencial. "Una vez despejada la incógnita de la investidura de Sánchez, si hay Gobierno y en un tiempo razonable, creo que sería útil y positivo que pongamos al día nuestra alternativa. Hay muchos temas ideológicos sobre los que debatir, sin miedo a la discrepancia", verbalizó.

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El PP va camino de cumplir siete años sin celebrar un congreso con debate programático. Mariano Rajoy aún seguía a las riendas. El cónclave que en 2018 dio la presidencia a Pablo Casado tuvo carácter extraordinario, igual que el que entronó a Feijóo hace casi dos años. Tampoco hubo debate ideológico entonces. El partido acababa de atravesar la peor crisis de su historia y se dio la directriz de que cualquier disputa orgánica, por mínima que fuese, debía permanecer enterrada. La base era unirse para arrebatar la Moncloa a Sánchez llegado el momento. Y el momento llegó, pero Feijóo se quedó a las puertas de pisar la moqueta presidencial.

Al partido le costó digerir el shock de no gobernar. Todas las decisiones orgánicas y políticas que tomó el líder del PP desde su aterrizaje en Génova hasta el 23-J estaban encaminadas a formar Gobierno. No se contemplaba otra idea. Pero la aritmética se impuso. Y Feijóo se vio obligado a reformular su hoja de ruta para preparar mentalmente al partido de que estaría en la oposición durante un tiempo aún indeterminado. La primera decisión de calado ha sido la reorganización interna y la apuesta decidida por la línea dura en el Congreso, con Miguel Tellado como primer alfil.

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Pero el líder del PP quiere combinar esa oposición cáustica en el Congreso con moderación fuera de él. Mantiene a Borja Sémper como contrapeso en Génova y, además, amplía la cúpula a 16 miembros, con mayoría de mujeres y con la creación de áreas ideológicas individualizadas como Igualdad o Desarrollo Sostenible. Una declaración de intenciones que responde al objetivo de separarse de Vox, ejercer una oposición "transversal" y arrebatar banderas a la izquierda.

En las filas de los populares, apuntan a que a Feijóo no le vendría mal un impulso interno vía convención política para afrontar esta etapa y, de paso, actualizar aspectos del programa que se han quedado desactualizados o requieren de una revisión. No es una exigencia, sino más bien una recomendación. El ejemplo más evidente es el cambio sobre la postura del aborto. El líder popular lo calificó de "derecho" hace unos meses, mientras que los estatutos vigentes niegan esa calificación y lo sitúan como "un fracaso de la sociedad".

En la gestación subrogada o en la eutanasia también hay división en las filas del partido, unas diferencias que retratan las dos almas del PP. Pero Génova no lo ve relevante y reitera que, pese a posibles opiniones encontradas porque "este partido no es una secta", hay unidad de acción y cierre de filas total con Alberto Núñez Feijóo. "No hay ninguna urgencia para abordar nuestra oposición ideológica". Ni tampoco tiempo para "batallas internas".