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"Sería útil que el PP celebre un congreso donde pongamos al día nuestra alternativa"
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Cayetana Álvarez de Toledo

"Sería útil que el PP celebre un congreso donde pongamos al día nuestra alternativa"

No duda en describir a Sánchez como un hombre sin escrúpulos y cree que, incluso contra su propio pronóstico, Feijóo es el "líder de los libres iguales" frente a lo que buscan liquidar la democracia

Foto: Cayetana Álvarez de Toledo posa para El Confidencial. (O. C.)
Cayetana Álvarez de Toledo posa para El Confidencial. (O. C.)
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Nos recibe en su despacho rodeada de fichas. Cayetana Álvarez de Toledo tiene una cabeza tan brillante como inquieta. Su discurso es elaborado, su análisis sencillo: España vive un momento crítico. La diputada popular alerta de que la amnistía que Pedro Sánchez negocia con Carles Puigdemont liquidará la democracia que surgió de los consensos del 78, pero pronostica que "Sánchez pasará y Leonor quedará". En clave interna insiste en que el PP debe celebrar un congreso para abordar cuestiones ideológicas cuando se despeje la gobernabilidad. Cierra filas con Feijóo porque "hoy es el líder de los libres e iguales" y le emplaza a hacer una "oposición dura". Como ya hizo en la manifestación de 2017, pide a los ciudadanos que "asuman su responsabilidad" y salgan a la calle de forma "enérgica y masiva".

PREGUNTA. ¿Ve margen para una repetición electoral?

RESPUESTA. Ojalá, es lo mejor que podría pasarle a España. Pero no, yo creo que estamos ante aquello que cantaba la Lupe: "Puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro". El proceso de liquidación del orden constitucional avanza.

P. ¿La amnistía cabe dentro de la Constitución como plantean desde el Gobierno?

R. El debate sobre la legalidad de la medida es una maniobra de distracción promovido por rábulas y propagandistas del Gobierno. Ahí anda Xavier Vidal-Folch buscando desesperadamente precedentes y anclajes para justificarla desde las páginas de El País. Lo que hace la amnistía es sencillo y letal: liquida el orden constitucional. Convierte a los golpistas en demócratas y a los demócratas en golpistas. Y además es una estafa moral. Nos la venden como una magna operación de reconciliación, comparable a la amnistía de 1977, y la diferencia es abismal. El propósito de la amnistía del 77 fue la construcción de la democracia y la repulsa del franquismo. La de ahora es investir presidente a un hombre sin escrúpulos que perdió las elecciones.

P. ¿No cabe por tanto la generosidad a la que apela el presidente?

R. Ah, la "generosidad", el nuevo mantra del perdedor… Pues no. La generosidad no opera aquí. Si acaso pudo operar con los indultos porque los indultos perdonan el delito. La amnistía, no. La amnistía lo que hace es borrar el delito porque entiende que el sistema que los impuso no era legítimo. La amnistía es por tanto una condena encubierta a la democracia española. Con la amnistía, el Estado es el que pide perdón. En este caso, a los responsables de una sórdida operación, movida por la xenofobia, para convertir a vecinos en extranjeros y liquidar la España más justa y fértil de la Historia. De hecho, lo veo venir: falta poco para que el Gobierno exija a los jueces Llarena y Marchena que pidan perdón a Junqueras y Puigdemont por haberles aplicado la ley como a cualquier otro delincuente. Una aberración y una incitación a la reincidencia.

P. ¿Y el caso de los policías a los que Yolanda Díaz propone aplicar la amnistía?

R. El Gobierno utiliza a los policías como coartada y prueba de la presunta ilegitimidad del orden constitucional en cuyo nombre y defensa actuaron. Es impúdico, injusto e inmoral.

P. ¿No tiene el Estado mecanismos para evitar la "liquidación" de la que alerta?

R. Por supuesto que los tiene. Frente a la resignación que exhiben algunos sectores, hay que lanzar un mensaje de fortaleza y de esperanza. El futuro de España depende del conjunto de los españoles y no de la alianza oportunista entre un golpista prófugo y un hombre sin escrúpulos. El Estado democrático español tiene diques de contención y nuestro deber es reforzarlos.

"El Gobierno es contingente, pero el Estado no. Sánchez pasará y Leonor quedará"

P. Se ha abierto un debate sobre el papel del Rey, si debe hacer más para evitar los planes del Gobierno.

R. No podemos exigirle al Rey que haga lo que no hacemos los españoles. Es la hora de la Justicia, que debe rechazar las presiones del Gobierno y defender la aplicación de la Ley y de las sentencias sin excepciones. Es la hora de la Oposición, que debe mantenerse firme y unida, entendiendo la gravedad del momento y que el proyecto de ruptura liderado por Sánchez es el mal mayor ante el que palidecen otras consideraciones. Es la hora de una ciudadanía despierta y movilizada. Es decir, dispuesta a salir a la calle a defender su dignidad y sus derechos. Y es la hora también de un rearme intelectual. De que la inteligencia española se ocupe por fin de la deslegitimación del nacionalismo, verdadero origen de los males españoles.

P. Los ataques al Rey no han cesado.

R. Sí, y continuarán. El proyecto de Podemos, por llamarlo de algún modo, avanza sin Podemos. Sánchez lo ha hecho suyo y juega con fuego. Hay sectores de la izquierda y del nacionalismo que arden en deseos de convertir las próximas elecciones en un plebiscito sobre la Monarquía. Es decir, que los españoles no elijamos entre un Gobierno y otro, sino entre un régimen y otro. Quieren ganar contra la Corona lo que en 2017 perdieron contra la Constitución. Ante estas maniobras hay que insistir: Corona y Constitución son lo mismo. Desde 1978, Monarquía es sinónimo de democracia. Y algo más, que molesta mucho a todos esos fake republicanos, de Rufián a Bildu. Nadie ha defendido mejor los clásicos valores republicanos que Felipe VI en su famoso discurso del 3 de octubre: la moderna libertad individual frente a los presuntos derechos de una tribu imaginaria. La igualdad de los ciudadanos frente a su división en clases: nobleza catalana, vulgo manchego; casta vasca, plebe extremeña. La fraternidad entre españoles frente al egoísmo y la insolidaridad. Y algo más, que en esta hora me parece crucial. Hay que recordar que el Gobierno es contingente, pero el Estado no. Sánchez pasará y Leonor quedará.

P. ¿La medida de gracia deslegitimaría aquel discurso de Felipe VI?

R. Por supuesto. Deslegitimaría todo el orden constitucional español, sus palabras y sus hechos. El impresionante discurso del Rey, con aquel emocionante e histórico compromiso con los catalanes constitucionalistas: "No estáis solos". La impecable intervención de la policía y de la Guardia Civil. Yo los vi con mis propios ojos, aquella mañana en Sant Julià de Ramis, impedir el referéndum y a la vez proteger a niños de tres años, cuyos padres los utilizaban como escudos humanos. Deslegitimaría la actuación de los fiscales, el inmenso trabajo de los jueces: horas y horas, legajos y legajos, en defensa de la ley y de la convivencia democrática, todo a la basura. Incluso deslegitimaría al propio Sánchez, que pidió rebelión para los golpistas y apoyó la aplicación del 155. Claro que las palabras de Sánchez no valen para nada. La mentira es el aire que respira.

placeholder La diputada del Partido Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, en su despacho. (O. C.)
La diputada del Partido Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, en su despacho. (O. C.)

P. Pero en las elecciones del 23 de julio Sánchez mejoró su resultado.

R. Sí. Y esto exige, por parte de cada español, un grave ejercicio de introspección. La responsabilidad de los políticos, que es crucial —yo creo firmemente en los liderazgos—, no exime a los ciudadanos de la suya. Ellos son los titulares de la soberanía, los propietarios de la democracia y por tanto los primeros y últimos responsables del devenir de su nación. Dicho esto, es cierto que Sánchez mintió a los españoles. No llevaba la amnistía en su programa electoral. Los españoles no votaron el blanqueamiento de Puigdemont ni la humillación de la Justicia. Y si Sánchez tuviera un mínimo de coraje lo que haría es convocar elecciones con la verdad por delante. Ahí sí veríamos qué opinan los españoles: si están a la altura del formidable legado de la Transición y dispuestos a defender la libertad, la igualdad y un futuro democrático en común.

P. ¿Después de la amnistía habrá un referéndum?

R. Habrá todo lo que Sánchez necesite que haya para seguir en el poder. Es un hombre sin ética y sin límites. Por eso la pregunta no es qué está dispuesto a hacer él, sino que estamos dispuestos a hacer nosotros.

P. ¿Y por qué no caló en campaña electoral ese mensaje? Sánchez ya había indultado a los independentistas, modificado el delito de sedición…

R. Probablemente porque debimos hacer más y mejor pedagogía. Y porque los socialistas fueron hábiles fabricando espantajos absurdos para distraer a los incautos.

P. ¿El PP hizo todo bien en esa campaña?

R. No, claro. No somos perfectos. Hemos cometido errores, no solo en la campaña, sino a lo largo de nuestra historia. Pero no hay que perder tiempo en la autoflagelación. Lo importante es acertar ahora y ofrecer a los españoles una alternativa constitucionalista y clara. Es decir, una esperanza. En eso, exactamente, estamos. Quedó claro en el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo.

"Con Vox no deberíamos tener una relación bipolar: unos días encumbrarlo como socio de Gobierno, otros sumarnos a su demonización"

P. Feijóo ha reconocido que le penalizaron los pactos con Vox en las autonomías; ¿comparte ese análisis?

R. Yo creo que lo que nos penaliza son las vacilaciones. Con Vox no deberíamos tener una relación bipolar: unos días encumbrarlo como socio de Gobierno, otros sumarnos a su demonización. Si nos avergonzamos de Vox, entonces rompamos con Vox en todos sitios. En cambio, si consideramos que Vox es un socio legítimo —y desde luego infinitamente más legítimo que un partido que justifica el tiro en la nuca y otro que ha dado un golpe de Estado—, entonces defendemos nuestros pactos. Entre otras cosas, porque los pactos son por definición entre distintos. Tener acuerdos con Vox no significa comulgar con el programa de Vox. Significa que coincidimos en puntos sustanciales, que en estos momentos además son críticos: nada más y nada menos que la defensa del orden democrático frente a un proceso de ruptura. A PP y Vox les une el mal mayor, que es Sánchez. Y todo lo que contribuya a debilitar nuestra inevitable alianza es tirar piedras sobre nuestro propio tejado.

P. ¿Vox es un aliado inevitable para el PP?

R. En estos momentos sí, porque Vox existe y porque el PSOE está en una deriva reaccionaria desquiciada. Hemos necesitado a Vox en la Comunidad Valencia, en Extremadura, en Castilla y León… Antes también en Andalucía y en Madrid. Incluso hace unos días en el Congreso. ¿Cómo habríamos sacado 172 votos a favor de la investidura de Feijóo sin los votos de Vox? Eso no significa que lo que hoy es inevitable lo sea siempre.

P. ¿Vox puede acabar como Ciudadanos?

R. Claro. Depende de cómo lo hagamos unos y otros. Ningún partido está condenado a la desaparición. Ni tampoco a la supervivencia.

placeholder Foto: O. C.
Foto: O. C.

P. Ha hablado de emergencia democrática. ¿Tendría, como han dicho desde su partido algunas voces, que abstenerse o dar Feijóo sus votos a Sánchez para que no dependa de Junts?

R. Estaríamos frescos. El ganador no puede regalar sus votos al perdedor para que el perdedor destruya con ellos los cimientos del sistema que, entre otras cosas, permite la alternancia política. En noviembre de 2019, yo defendí la opción de un Gobierno de concentración constitucionalista a partir de la victoria de Sánchez. Sánchez había ganado las elecciones. Y yo creía que el PP y Ciudadanos debíamos entrar en el Gobierno —con vicepresidentes y ministros, por supuesto— para evitar que Podemos y el separatismo consiguieran el poder. La situación actual es radicalmente diferente. Sánchez es un perdedor con un proyecto disolvente. El PSOE es hoy un páramo. No hay vida moral y apenas vida inteligente. Y nuestro deber es derrotarlo en las urnas.

P. ¿Y qué piensa de los disidentes como Emiliano García-Page?

R. El disidente socialista es el gamusino de la política española: todo el mundo asegura que lo ha visto, pero en realidad no existe. Los disidentes de verdad ya no militan en el PSOE, ya sea voluntariamente o porque han sido expulsados. Es el caso de Nicolás Redondo, un hombre admirable. Y por cierto, coincido con Savater respecto a todos esos veteranos socialistas, empezando por Felipe González, que alzan la voz contra la amnistía pero luego admiten que han votado a Sánchez. Suya es también la responsabilidad.

P. José María Aznar apeló a la sociedad para volver a decir ¡Basta ya! Ante la amnistía. ¿La situación actual es comparable al terrorismo de ETA?

R. El terrorismo es terrorismo. El golpismo es golpismo. Y por supuesto que entonces y ahora es imprescindible decir ¡Basta ya! Por lo demás, Sánchez es quien ha unido ambos procesos. Ha blanqueado al partido heredero de ETA y ha blanqueado a los golpistas porque necesita a unos y otros para seguir en el poder. Y unos y otros están encantados con él.

"Con un partido liderado por un prófugo de la Justicia no hay nada que hablar: Puigdemont está fuera de la ley"

P. En el PP vasco hay convocado un Congreso para renovar el partido y en Cataluña se esperan también cambios. ¿Cómo tiene que ser el PP en estos territorios?

R. El Congreso del PP vasco es un hecho. El Congreso del PP catalán es, de momento, un rumor. En todo caso, yo creo que en ambas Comunidades Autónomas el papel del PP es el mismo: tenemos que rearmar y liderar el espacio constitucionalista. Es decir, tenemos que ofrecer una alternativa clara al nacionalismo. Hay que entender dónde se sitúa hoy el eje de la política española. Ese eje no es ideológico, sino prepolítico. Si el eje fuera izquierda/derecha, nuestros aliados serían Vox, el PNV y Junts. El eje sigue siendo España sí o España no; democracia sí o no. Y eso nos convierte en adversarios del PNV e incompatibles con Junts. Con un partido liderado por un prófugo de la Justicia no hay nada que hablar: Puigdemont está fuera de la ley y trabaja para destruir la ley.

P. ¿Debería seguir Alejandro Fernández al frente del PP en Cataluña?

R. Yo creo que sí. Es el dirigente del PP de Cataluña que mejor encarna y defiende la alternativa de libertad e igualdad que hoy encabeza Alberto Núñez-Feijóo. Y además se ha convertido en un referente moral para el constitucionalismo catalán en su conjunto.

P. ¿Cuál debe ser el proyecto de su partido?

R. Después de cuarenta años de una política de apaciguamiento del nacionalismo —en la que han participado todos los partidos, las élites, los intelectuales, los medios de comunicación, eso que llamamos en abstracto "Madrid"—, deberíamos ensayar una política de afirmación constitucionalista. Con mayúsculas. Y en tres ejes. Despliegue del Estado, allí donde se ha replegado. Deslegitimación del nacionalismo como ideología: España no puede seguir siendo ese insólito país en el que una ideología reaccionaria reparte carnés de moderación y centralidad. E inversión en constitucionalismo: dar a la otra mitad de Cataluña —la democrática, la tolerante, la que lleva cuatro décadas abandonada— presencia, prestigio, poder y presupuesto. El Estado debería convertirse en una fábrica de constitucionalistas.

placeholder Cayetana Álvarez de Toledo frente al Congreso de los Diputados. (O. C.)
Cayetana Álvarez de Toledo frente al Congreso de los Diputados. (O. C.)

P. ¿Mejorar la financiación?

R. No me refiero al sistema de financiación. Me refiero a algo mucho más profundo. El Estado y el sector privado deberían contribuir a la defensa de la democracia. La dejación ahora es apabullante. Hoy ser separatista es un chollo y ser constitucionalista una auténtica ruina. La democracia no se defiende por sí sola. Necesita militantes y necesita, sí, dinero. Inversión.

P. Feijóo dejó en su día una puerta abierta al PNV e incluso a Junts.

R. En muchos sectores hay cierta nostalgia del pujolismo. De un mundo más ordenado en el que el eje de la política oscilaba entre las dos opciones que antes he comentado. Pero ese mundo ya no existe. Y otra cosa más importante: el golpe de 2017 es en realidad hijo del pujolismo. De aquel catalanismo, este separatismo. El nacionalismo moderado no existe. Basta ver el espectáculo del PNV, atado a Sánchez y Bildu, aunque le cueste el poder. Yo creo que nosotros tenemos que liderar una política alternativa. Para promover los valores de la modernidad política: la libertad y la igualdad. Para fortalecer lo que nos une como españoles. Porque nada hay más fácil que ver lo que nos distingue a unos seres humanos de otros, pero nada más decente ni más valioso que ver lo que tenemos en común. Ese es el camino de la civilización. El que España abrazó en 1978, el que Feijóo planteó en su debate de investidura y por el que España debe seguir transitando. Es el camino de la razón. Y, estoy segura, también el camino hacia una nueva mayoría política del PP.

P. El líder del PP ha defendido en cierto modo el "nacionalismo" gallego.

R. Es cierto, como líder de Galicia hacía la política que consideraba que convenía a Galicia. Pero así es la vida. La historia le ha colocado en un lugar imprevisto en un momento crítico. Contra muchos pronósticos, ¡probablemente incluido el suyo propio!, Feijóo es hoy el líder de los libres e iguales. La esperanza de todos los españoles que, asumiendo nuestras diferencias, queremos seguir conviviendo en paz.

"Jamás participaré en un reparto de jueces. Y menos cuando ese reparto sirve a un proyecto disolvente"

P. Siempre se ha dicho que Feijóo representaba la parte más "federalista" del PP.

R. Federalistas somos todos los que defendemos el Estado Autonómico, que, como me dijo un día Stephan Dion, es federal salvo en el nombre. Pocos Estados en el mundo hay más descentralizados que España. Con la palabra federal hay que tener el mismo cuidado que con las palabras "convivencia" o "generosidad". Son eufemismos. Cuando los Iceta de turno hablan de federal en realidad quieren decir confederal. Es decir, desigual. Un Estado que asume la discriminación, con ciudadanos de primera y otros de segunda. Y a eso nos oponemos radicalmente.

P. ¿Qué espera de la manifestación de hoy en Barcelona?

R. Espero que los españoles asuman su responsabilidad y salgan a la calle de forma enérgica y masiva. La manifestación del 8 de octubre de 2017 fue clave para frenar el golpe de Estado. Y esta es todavía más importante. Porque, a diferencia de entonces, ahora en el asalto al orden constitucional participa el PSOE, el partido del Gobierno y hasta ahora uno de los dos pilares del sistema.

P. ¿Da por hecho que el Constitucional no va a frenar la amnistía?

R. No, claro. No doy nada por hecho. Sé cómo está constituido el Tribunal Constitucional. De hecho, rompí la disciplina de voto de mi partido para no votar el acuerdo con el PSOE sobre el TC. Jamás participaré en un reparto de jueces. Y menos cuando ese reparto sirve a un proyecto disolvente. El objetivo de Sánchez era controlar el TC, precisamente para facilitar lo que ahora vamos a ver. Pero en fin. Nada está escrito. Conde Pumpido y sus compañeros tendrán que elegir entre Sánchez o la Constitución. A ver qué hacen.

"Conde Pumpido y sus compañeros tendrán que elegir entre Sánchez o la Constitución"

P. Y si finalmente se aprueba, ¿hay que salir a la calle?

R. Hay que usar todos los recursos a nuestra disposición. Y la calle es uno y perfectamente legítimo. Aunque los que pactan con golpistas nos llamen golpistas.

P. ¿Qué oposición tienen que hacer el PP?

R. Inteligente, adulta e implacable.

P. Feijóo ha anunciado "ajustes" en los grupos parlamentarios y en Génova. ¿Son necesarios?

R. No seré yo quien desmienta en esto a Feijóo.

P. ¿Una oposición dura?

R. Una oposición perfectamente proporcional a la gravedad del momento. Por tanto, sí.

"Sería útil que el PP celebre un congreso donde pongamos al día nuestra alternativa"

P. Cuando llegó Feijóo usted pidió abrir un debate ideológico. ¿Hay que convocar un Congreso donde se dé ese debate?

R. Siempre he sido partidaria de los debates ideológicos, ya sea en un Congreso o en una Convención, que es la opción que defendí en la Junta Directiva en la que Pablo Casado anunció su dimisión. Así que sí, una vez despejada la incógnita de la investidura de Sánchez, si hay Gobierno y en un tiempo razonable, creo que sería útil y positivo que pongamos al día nuestra alternativa. Hay muchos temas ideológicos sobre los que debatir, sin miedo a la discrepancia y por el interés de España.

P. ¿El liderazgo de Feijóo quedó tocado después del 23-J?

R. Las victorias amargas, como las derrotas imprevistas, son siempre difíciles de digerir. Supongo que, en lo personal, él estaría tocado. Todos los estábamos. Hubo una sensación de shock general. En los cuadros del partido, en la militancia y en los votantes. Pero el liderazgo exige levantarse rápidamente, sacudirse el polvo y seguir en la arena, batallando. La causa es demasiado importante como para perderse regodeándonos en lo que pudo ser. Y Feijóo esto lo sabe. La prueba fue su debate de investidura: un ejercicio de liderazgo brillante, combativo y esperanzador.

P. ¿Al final cuál es la causa, qué nos jugamos?

R. Es simple y a la vez emocionante: lo que está en juego no es la victoria de una España sobre la otra, sino la vigencia de la Tercera España. La que una generación extraordinaria pactó en 1978. La que unió a monárquicos y republicanos, ateos y creyentes, castellanos y catalanes. La que ha hecho posible la etapa más justa y fértil de la Historia de España. La que permite a los distintos vivir juntos en igualdad y libertad. La que desmiente la querencia de España por el fracaso y alumbra un horizonte de esperanzas.

Nos recibe en su despacho rodeada de fichas. Cayetana Álvarez de Toledo tiene una cabeza tan brillante como inquieta. Su discurso es elaborado, su análisis sencillo: España vive un momento crítico. La diputada popular alerta de que la amnistía que Pedro Sánchez negocia con Carles Puigdemont liquidará la democracia que surgió de los consensos del 78, pero pronostica que "Sánchez pasará y Leonor quedará". En clave interna insiste en que el PP debe celebrar un congreso para abordar cuestiones ideológicas cuando se despeje la gobernabilidad. Cierra filas con Feijóo porque "hoy es el líder de los libres e iguales" y le emplaza a hacer una "oposición dura". Como ya hizo en la manifestación de 2017, pide a los ciudadanos que "asuman su responsabilidad" y salgan a la calle de forma "enérgica y masiva".

Manifestación Partido Popular (PP) Cayetana Álvarez de Toledo
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