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España-Israel: dos desencuentros por los palestinos y un hito en el camino de la paz
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CONFLICTO DIPLOMÁTICO

España-Israel: dos desencuentros por los palestinos y un hito en el camino de la paz

La visita del líder de la OLP a Madrid en 1979 y ahora la del presidente del Gobierno español a Israel provocaron roces entre ambos gobiernos. Hubo, en cambio, un momento esplendoroso con motivo de la Conferencia de Paz de 1991

Foto: El presidente israelí, Isaac Herzog, se reúne con el presidente español, Pedro Sánchez, y el primer ministro belga, Alexander de Croo, en la residencia del presidente de Israel en Jerusalén.
El presidente israelí, Isaac Herzog, se reúne con el presidente español, Pedro Sánchez, y el primer ministro belga, Alexander de Croo, en la residencia del presidente de Israel en Jerusalén.
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El presidente Adolfo Suárez se fundió en Madrid, el 13 de septiembre de 1979, en un abrazo con Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Fue el primer jefe de Gobierno occidental en recibir al líder palestino que 14 años después entraría en la Casa Blanca para sellar la paz con Israel.

La foto de aquel abrazo dio la vuelta al mundo. Suscitó muchos aplausos en el mundo islámico y cierta incomprensión en el occidental, pese a que, dos meses antes, el canciller austriaco, Bruno Kreisky, también se reunió con Arafat en Viena. Lo hizo como vicepresidente de la Internacional Socialista y no como jefe de Gobierno.

Ese recibimiento a Arafat en Madrid provocó el primer roce, por cuenta de los palestinos, entre Israel y España. Han tenido que transcurrir 44 años para que se produzca un nuevo choque por el mismo motivo. La crisis diplomática estalló al término de la minigira del presidente Pedro Sánchez por Oriente Próximo (del 20 al 22 de noviembre) y se ahondó tras su entrevista en TVE del 30 de noviembre.

En Jerusalén, en el paso de Rafah entre Egipto y Gaza y ante las cámaras de TVE, Sánchez reiteró sus dudas de que el Ejército israelí respetara el derecho internacional y el humanitario en su invasión de esa minúscula Franja. Esas declaraciones propiciaron titulares en buena parte de la prensa europea y, sobre todo, del mundo islámico, de Islamabad a Estambul.

Foto: Ataque en la Franja de Gaza en octubre de 2023. (EFE/Mohammed Saber)

Si Adolfo Suárez fue el primero en Occidente en abrir las puertas a Arafat, Sánchez no podrá ser el primero en reconocer el Estado de Palestina. En Rafah, el 22 de noviembre, anunció que lo haría pronto. Ya dieron ese paso una decena de países de la UE, aunque algunos estén arrepentidos. Sánchez podrá, en todo caso, ser el primero después de la guerra de Gaza.

Arafat no logró todos sus objetivos en Madrid. No consiguió que España reconociera a la OLP porque, le recordó Marcelino Oreja, entonces ministro de Asuntos Exteriores, el Gobierno español no reconoce a movimientos de liberación, sino a Estados, según narra José Antonio Lisbona en su libro España-Israel: historia de unas relaciones secretas (editorial Temas de Hoy, 2002). Ni siquiera fueron capaces ambas delegaciones, la española y la palestina, de firmar un comunicado conjunto.

Hace 44 años hubo declaraciones israelíes lamentando que la España democrática siguiese, como la franquista, sin reconocer a Israel

En aquellos tiempos, España no había establecido aún relaciones diplomáticas con Israel, solo lo hizo a principios de 1986, y el Gobierno de ese país no pudo, por tanto, convocar, para abroncarla, a la embajadora española en Tel Aviv ni retirar a la suya de Madrid. Esto es lo que hicieron en noviembre el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y su ministro de Asuntos Exteriores, Eli Cohen.

Hace 44 años hubo, eso sí, declaraciones de responsables israelíes ante la prensa, lamentando que la España democrática siguiese, como la franquista, sin reconocer a Israel. Franco rechazó hacerlo, pero salvó, sin embargo, del Holocausto a miles de judíos sefardíes afincados en los Balcanes y en Europa central.

Las represalias israelíes fueron en 1979 de otra índole, según Lisbona. El Mossad, el servicio secreto israelí, "dejó de enviar, durante unos meses, informaciones periódicas sobre actividades terroristas en el Mediterráneo y sobre el conflicto del Sáhara", que entonces consistía en una auténtica guerra entre Marruecos y el Frente Polisario. La Conferencia de Organizaciones Judías de EEUU barajó promover un boicot turístico a España, pero al final no lo llevó a cabo.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, y el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell. (EFE/J.J. Guillén)
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Para apaciguar los ánimos, el ministro Marcelino Oreja aceptó entrevistarse a escondidas, el 4 de noviembre de 1979, con Shimon Peres, el líder laborista israelí, que había viajado a Madrid invitado por la comunidad judía. Peres le pidió que tomara la iniciativa de establecer relaciones con Israel, a lo que su interlocutor respondió que "será así durante la adhesión" a la UE, según Lisbona. Faltaban aún siete años.

Tan solo cinco años después de que, en 1986, se abrieran sendas embajadas en Madrid y Tel Aviv, llegó el momento más dulce en la relación hispano-israelí, el único casi en que los palestinos no fueron motivo de fricción. Madrid fue la ciudad elegida para celebrar, en octubre de 1991, la gran conferencia de paz que inauguraron en el Palacio de Oriente el presidente de EEUU, George Bush, y el líder soviético, Mijaíl Gorbachov.

La propuesta partió de los palestinos, que tuvieron que ser incluidos en la delegación de Jordania; fue bienvenida por el régimen de Siria y respaldada por EEUU, cuyo presidente mantenía entonces una relación muy cordial con Felipe González. Isaac Shamir, el ultranacionalista primer ministro israelí, era menos entusiasta, pero al final también aceptó. "En ningún otro sitio, más que en Madrid, se hubiese podido encontrar un espíritu de mayor colaboración y tan buena voluntad para llevar a cabo tan amplia tarea", afirmó el secretario de Estado, James Baker, tras comunicar a González la elección.

Se sentaron frente a frente, por primera vez, dos enemigos irreconciliables, los árabes (Jordania, Siria y Líbano) frente a los israelíes

En el Palacio de Oriente se sentaron entonces frente a frente, por primera vez, dos enemigos irreconciliables, los árabes (Jordania, Siria y Líbano) frente a los israelíes. En esa conferencia se pusieron las bases para, dos años después, firmar los acuerdos de Oslo de 1993 entre Israel y la OLP. Establecieron el autogobierno de la Autoridad Palestina, paso previo a la creación de un auténtico Estado, y un tratado de paz entre Israel y Jordania. Esto es lo único que aún pervive.

Aunque el Mossad suspendió unos meses, en 1979, su cooperación con el Centro Superior de Información de la Defensa, el precursor del Centro Nacional de Inteligencia, la colaboración fue, en general, razonablemente buena entre los dos servicios secretos. Sus primeros tratos se remontan a 1961, según Lisbona, cuando aún no había relaciones diplomáticas. Hicieron incluso operaciones conjuntas, como relata Jaime Rocha, agente jubilado del CNI reconvertido en autor de novelas impregnadas de sus vivencias.

El mundillo de la inteligencia y el de los círculos militares españoles siempre ha sido más proclive a Israel que el de los diplomáticos. Aun así, una queja recurrente del CNI "es que encuentra poca cooperación por parte del Mossad en asuntos que no son directamente de su interés", según explica Lisbona al teléfono.

Foto: El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, durante su reunión con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Kobi Gideon)

El Mossad se tomó en España algunas confianzas. En los años noventa, organizó en Madrid unos cursillos de formación de agentes de servicios de países de América Latina. Diez años más tarde, instaló también en la capital a las familias de sus agentes que operaban en el Magreb y África subsahariana, según narra Lisbona.

Nunca perpetró ningún asesinato en España, sí golpeó en otros países europeos, pero, en cambio, tuvo tres bajas mortales. El primero en caer fue, el 25 de enero de 1973, su agente Baruch Cohen, acribillado en la Gran Vía madrileña por un palestino perteneciente a Septiembre Negro. Iba acompañado por otro espía armado que no osó responder al atacante en plena calle. Cohen fue enterrado en Haifa con honores militares.

Los otros dos asesinados fueron Joseph Abu Naacob y Joseph Abu Zion que, en octubre de 1985, cayeron probablemente en una trampa que les tendió en Barcelona Fuerza 17, la unidad clandestina de la Organización para la Liberación de Palestina. Teóricamente, eran dos marineros que viajaban a bordo del mercante California, de la naviera israelí ZIM. Quizá por eso no tuvieron derecho a ningún reconocimiento póstumo y público en su país.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

La mayor operación de espionaje padecida por un Gobierno español no ha propiciado, sin embargo, ningún incidente, ni siquiera una protesta ante Israel. El móvil de Sánchez estuvo a tiro de los servicios secretos de Marruecos durante 14 meses (de octubre de 2020 a diciembre de 2021), según el auto del juez José Luis Calama de la Audiencia Nacional de julio pasado. Los dispositivos de al menos otros dos ministros, la de Defensa y el de Interior, también resultaron infectados.

El Ejecutivo español denunció, en abril de 2021, el ataque padecido, cuya autoría es imposible de determinar, pero rehusó querellarse con NSO Group, la empresa israelí que fabrica el programa malicioso Pegasus que se utilizó para infiltrar los móviles. La exportación de Pegasus a Marruecos fue autorizada por el Ministerio de Defensa de Israel. NSO Group, una compañía con estrechos vínculos con la inteligencia israelí, rehusó además colaborar con la investigación de Calama. El magistrado se quejó en su auto de la falta de apoyo de la diplomacia española a sus pesquisas.

El presidente Adolfo Suárez se fundió en Madrid, el 13 de septiembre de 1979, en un abrazo con Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Fue el primer jefe de Gobierno occidental en recibir al líder palestino que 14 años después entraría en la Casa Blanca para sellar la paz con Israel.

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