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El Gobierno que viene: quiénes ganan con el pacto PSOE-Junts y con los disturbios
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El Gobierno que viene: quiénes ganan con el pacto PSOE-Junts y con los disturbios

Las continuas tensiones alrededor de la amnistía le han pasado una pequeña factura al PSOE. Sin embargo, todo puede cambiar a partir de ahora

Foto: Manifestación en Ferraz contra la amnistía. (EFE/Matías Chiofalo)
Manifestación en Ferraz contra la amnistía. (EFE/Matías Chiofalo)
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Las continuas tensiones alrededor de la concesión de la amnistía, de todo orden, le están pasando factura al partido socialista, pero menos de la que una discusión tan enconada sugiere. Las encuestas más recientes conceden un ascenso al PP en intención de voto, pero no el suficiente como para alcanzar el Gobierno. La aritmética de bloques está muy consolidada, de modo que todas ellas ofrecen resultados parecidos, aunque con un distinto peso de Vox (40dB más alto, Sigma Dos más bajo).

Al peso que pueda tener la amnistía respecto del apoyo con el que cuente cada partido se suma un nuevo elemento, de carácter ambivalente: la presión en la calle sobre el partido socialista y sus sedes. Por una parte, hace más evidente el rechazo popular con el que la amnistía puede contar, pero al mismo tiempo puede volverse en contra de quienes instigan las manifestaciones, máxime cuando algunas de ellas han cobrado un carácter violento.

La tensión callejera, al menos si se sigue la lógica de confrontación, debería ir en aumento dada la cercanía de la investidura, en especial si el redactado de la ley de amnistía genera más escozor entre quienes se oponen a ella. El mismo anuncio del pacto entre PSOE y Junts ya ha comenzado a generar hostilidad.

En este contexto, los números que puedan ofrecer las prospecciones electorales tienen una importancia escasa. En primera instancia, como señala Andrés Medina, de Metroscopia, porque no hay urnas encima de la mesa. Si, por algún azar, se convocaran elecciones, entrarían en juego factores que ahora son difícilmente previsibles: la foto de hoy no serviría para el futuro.

Foto: Carles Puigdemont en Bruselas con Toni Comín. (EFE/Olivier Matthys)

Sin embargo, eso no significa que no se esté moviendo nada en la política española. El respaldo social con el que cuente el futuro Gobierno en su inicio será relevante, porque otorgará mayor o menor solidez al mismo. Un arranque dudoso generaría la impresión de una legislatura corta, lo que aumentaría los incentivos para generar presión política, y más cuando la amnistía es una línea roja para parte de la sociedad española. Esa tensión generaría también ganadores y perdedores políticos. Comenzando por Vox.

El papel de Vox

El partido de Abascal, asegura José Pablo Ferrándiz, de Ipsos, estaba perdiendo peso específico político y electoral. “Su crecimiento se había visto frenado y tenía dificultades para instalar su marco en el debate mediático. Sin embargo, al regresar el asunto central de la política española a Cataluña, que es uno de sus temas de referencia y al que debió su auge electoral, Vox se ve doblemente beneficiado. Por una parte, se olvidan sus problemas internos, y por otro se frena la huida de votantes hacia el PP que estaba teniendo lugar”.

"Lo probable es que el PSOE intente deslegitimar las protestas. Habrá de constatarse cómo de hábil es el PP en esta situación"

Ese momento de relieve de Vox se tuerce, apunta María Martín, de GAD3, con las concentraciones no autorizadas y violentas, “ya que se está identificando al partido de Abascal con ese movimiento. Aunque es pronto para sacar conclusiones y habrá que ver cómo evoluciona todo, lo probable es que el PSOE intente deslegitimar las protestas. Habrá de constatarse también cómo de hábil es el PP en esta situación”. Los dos partidos con mayor representación parlamentaria que se oponen a la amnistía están en competición, lo que conduce hacia la suma cero: lo que ganen unos lo perderán otros.

Los intentos del PP de distanciarse son notables y sus dirigentes han emitido diversas declaraciones alejándose de los altercados y señalando su semejanza con los de los CDR, al mismo tiempo que utilizan en ocasiones una retórica que alienta a los manifestantes más encendidos. En todo caso, la opción de Génova es la manifestación del próximo domingo 12, con la que esperan seguir utilizando el rechazo a la amnistía como palanca contra Sánchez. Su deseo es que acabe arraigando en una mayoría del cuerpo social. Desde GAD3 insisten en que “los acuerdos con Puigdemont están desgastando notablemente al Gobierno, e irá a más”.

¿Sufre el PSOE?

El desgaste es apreciable en las filas socialistas, señalan desde Metrosocopia. Según la encuesta que han realizado las últimas siete semanas acerca de la aceptación de la amnistía, habría un 40% de simpatizantes del PSOE que se encuentran incómodos con su firma y un 20% que son contrarios. Los porcentajes varían a la baja o al alza cada semana, pero su acumulado es sostenido. Los factores que llevan a este alejamiento, asegura Andrés Medina, son “la arrogancia de Junts, la falta de reciprocidad en el acuerdo y que no existe una contraprestación según la cual Puigdemont y los suyos se comprometan a no volver a intentarlo”. Este elemento no implica, avisa, una traducción electoral directa: “Si las elecciones se produjeran conforme a las cifras que tenemos hoy, el PP estaría disparado y el PSOE a la baja”. Sin embargo, a la hora de votar influyen otros elementos, como se vio en el 23-J: “El PP diagnosticó más el contexto que el texto, quiso hacer unas elecciones al estilo 2011, con un plebiscito sobre Sánchez, y este lo convirtió en un plebiscito sobre un Vox sin domesticar”.

"Todo lo que opino sobre la amnistía es que quiero que haya Gobierno de coalición, visto lo que tenemos enfrente"

Ese aspecto sigue jugando hoy de una manera bastante evidente, y más con las manifestaciones no autorizadas. Como explica Ferrándiz, “el 23-J se votó en clave plebiscitaria, con un PSOE apoyado en ERC y Bildu frente a un Gobierno de PP y Vox. Los votantes eligieron la primera opción. Y, aunque al PSOE no le venga bien alargar el tema de la amnistía, la conflictividad en las calles le sirve, desde luego, para reforzar el apoyo de su electorado. Frente a la amnistía no se ha puesto encima de la mesa otra alternativa que no sea la de una repetición electoral en la que los competidores volverían a ser PP y Vox”.

De alguna manera, los disturbios sirven para afirmar ese marco entre dos Españas, y, en ese aspecto, el tema de la amnistía se vuelve secundario, porque prima el posicionamiento de bloques. Una simpatizante socialista definía ese sentimiento: “Todo lo que opino sobre la amnistía es que quiero que haya Gobierno de coalición, visto lo que tenemos enfrente”. Eso es lo que podría explicar que, según Belén Barreiro, de 40db, “haya un desgaste del PSOE y un PP que mejora”, pero que “no sean cambios drásticos, sino movimientos”.

La doble dirección del PP

En el PP, las cosas son diferentes, porque puede ser el partido que más se beneficie, pero también el que más pierda. Al canalizar la mayor parte del descontento respecto de la amnistía, puede crear la percepción de que el nuevo Gobierno nace tocado y de que su llegada al poder es cuestión de tiempo. Para conseguir ese objetivo tiene que afrontar dos elementos, que están de fondo, y que no ha sabido encauzar hasta ahora. El primero de ellos se hace más presente aún en estos días de manifestaciones callejeras: su relación con Vox. Como señala Medina, “mientras que el PP no sepa contar a su base social cuál su relación con Vox, en qué puede estar de acuerdo y qué no, saldrá perjudicado. Si Feijóo consigue aclararlo y establecer una relación sana, habrá un corrimiento del voto hacia el PP”.

"El electorado del PP no ha evaluado positivamente la gestión que ha hecho su partido del asunto catalán"

El otro asunto es Cataluña, y no solo porque sea un marco favorable para los de Abascal, sino porque la estrategia para las generales se planteó como si esa comunidad fuera prescindible: en la medida en que el giro se produjera en Andalucía y Valencia, el PP podría gobernar incluso con resultados desfavorables en ese territorio. El 23-J demostró que no. Según Ferrándiz, “el electorado del PP no ha evaluado positivamente la gestión que ha hecho Génova del asunto catalán”. Hoy ese dilema sigue presente, “y el PP se encuentra atrapado entre tener que competir con Vox e intentar imponer la línea más dura, donde tiene las de perder, o distanciarse de ella. Un partido como el PP, que obviamente es un partido de Estado y que aspira a gobernar, no se puede ausentar de Cataluña y lo está haciendo de nuevo si la única solución que propone es la de la justicia. La relación con las comunidades, el encaje plurinacional, es el problema histórico español que queda por resolver. Al PP no le beneficia ausentarse de él, a pesar de que parezca que puede minar a Sánchez y al Gobierno”.

La partida de ajedrez

Aunque los problemas de fondo estarán ahora en un segundo plano, este es el momento en que la partida comienza a definirse. No solo porque haya dirigentes populares, como Díaz Ayuso, que estén apostando por marcar línea propia cercana a Vox, como es señalar que el acuerdo entre PSOE y Junts nos conduce a una dictadura, lo que será el anticipo de tensiones internas dentro del PP, sino porque la forma en que este Gobierno se inicie dirá mucho de su futuro.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Matthys) Opinión
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España está dividida en dos bloques, cuyo apoyo electoral es semejante, y la amnistía es un asunto que vuelve más amplia esa brecha. Lo que se discutirá estos días, con las manifestaciones y las declaraciones, con la posición de unos y otros partidos, es algo políticamente más relevante que los términos de la ley pactada, como son las condiciones de partida del nuevo Gobierno. Existe una pelea por la legitimidad política, en la que se están produciendo movimientos simétricos que reproducen la división entre bloques que se vivió el 23-J: los excesos que puedan percibirse no solo en el hecho de la amnistía, sino de su articulado, pueden modificar el equilibrio de bloques e inclinarlo hacia el lado derecho, pero las manifestaciones, las declaraciones excesivas y la tensión callejera pueden estabilizarlo en el izquierdo. Máxime cuando los disturbios animarán esta percepción: la percepción en el resto de España de lo que pasa en Madrid no será uniforme y tenderá a reafirmar las posiciones preexistentes.

Las continuas tensiones alrededor de la concesión de la amnistía, de todo orden, le están pasando factura al partido socialista, pero menos de la que una discusión tan enconada sugiere. Las encuestas más recientes conceden un ascenso al PP en intención de voto, pero no el suficiente como para alcanzar el Gobierno. La aritmética de bloques está muy consolidada, de modo que todas ellas ofrecen resultados parecidos, aunque con un distinto peso de Vox (40dB más alto, Sigma Dos más bajo).

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