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Estar soltera está de moda: los casados ya no son mayoría por primera vez en España
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El casar se va a acabar

Estar soltera está de moda: los casados ya no son mayoría por primera vez en España

La población que ha pasado por el altar llegó a su valor más bajo de la historia en julio de este año. ¿Se extinguirá el matrimonio en los próximos años? Repasamos las cifras

Foto: Imagen de archivo de trajes de boda en unos grandes almacenes. (EFE/Juan Carlos Cárdenas)
Imagen de archivo de trajes de boda en unos grandes almacenes. (EFE/Juan Carlos Cárdenas)
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Hace un año, un think tank de Reino Unido pronosticó que el matrimonio prácticamente desaparecerá de ese país en unos 40 años, para 2062. Según las tendencias de los últimos 50 años, para entonces solo se casaría una pareja de cada 400 adultos, o lo que es lo mismo, un 0,52% de la población mayor de 16 años. Según sus cálculos, si en 2019 se casaron 213.000 parejas, en 2062 lo harían unas 67.000. Los datos del censo analizados por el Instituto de Estudios de Familia de Reino Unido (IFS por sus siglas en inglés) confirman esta tesis. En comparación con 1991, la probabilidad de no casarse ahora es un 44% mayor.

También en 2022 España vivió un hito. Por primera vez desde 1978, la población mayor de edad casada bajó del 50% en julio, según la serie del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En concreto, el barómetro de ese mes mostraba que el 48,3% de los encuestados estaba casado. Sin embargo, esta cifra volvió a rebasar la mayoría durante los meses siguientes. Finalmente, ha sido el año 2023 el que ha consolidado esta tendencia: todos los barómetros recientes confirman que la población casada ya no es la mayoritaria.

También la Encuesta de Población Activa, realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), confirma que 2022 fue el primer año en que los mayores de 16 años que habían dado el sí, quiero eran menos de la mitad. Y los datos del último trimestre van en la misma línea.

¿Se va a extinguir la figura del matrimonio? El declive en España no dista de la realidad que vaticinan en Reino Unido. Si hace algo más de 40 años se celebraban más de 270.000 bodas en nuestro país, en 2019, último año sin cifras afectadas por la pandemia, fueron cerca de 160.000: casi un 70% menos. De seguir con ese mismo declive, dentro de otros 40 años estaríamos celebrando menos de 50.000 enlaces de este tipo cada año. "El matrimonio como tal bajará, pero se mantendrá a un cierto nivel", matiza Diego Becerril, profesor de Sociología de la Universidad de Granada, que no cree que pueda hablarse de extinción en un sentido estricto.

Por tanto, si tienes la sensación de que todo el mundo se casa a tu alrededor, tu realidad no es representativa de lo que está pasando. O, al menos en términos relativos, ya que no es comparable con el nivel de bodas que había en décadas previas, mucho mayor. Lo que sí encaja más es que hayas notado un incremento de las separaciones. Si a finales de los setenta la población separada o divorciada era un escaso 0,5%, ahora este colectivo supone prácticamente uno de cada 10 mayores de edad.

En España, la edad media a la que se contrae matrimonio ya son los 38, según el INE, algo motivado en parte por la dificultad de emanciparse entre los jóvenes. Sin embargo, la edad para divorciarse depende menos de factores económicos. Las cifras del CIS reflejan que los separados y divorciados se concentran en la franja de personas entre 45 y 54 años. Y, por su parte, la mayor proporción de casados se da entre los que tienen de 55 a 64 años.

Pero esto no ha sido siempre así. Las cifras reflejan que el estado civil ha cambiado mucho en los últimos 20 años según el grupo de edad. Si en 2002 el 44% de la población de 25 a 34 estaba casado, ahora estos son el 17%. Y el mayor cambio es el de los separados de 55 a 64, con un incremento de 13,4 puntos.

Con el paso del tiempo, la caída de los matrimonios se traducirá en un descenso también de los divorcios: "No habrá divorciados porque no habrá casados", resume Becerril. El sociólogo argumenta que los estados civiles son vasos comunicantes y reconoce que cualquier movimiento en uno de ellos afecta al resto.

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En general, se observa un aumento del porcentaje de solteros en todas las franjas de edad, haciéndose más significativo en las personas entre los 25 y los 34 años. En estas edades, los casados pasan de ser un 44,4% a un 17,2% y, en consecuencia, los solteros de esa misma franja pasan de suponer un 52,9% en 2002 a un 81,7% en 2022.

Las motivaciones para dar el paso de casarse han cambiado y para buena parte de la población se ha convertido en un mero trámite burocrático: "Al imponerse las relaciones de hecho, las etiquetas legales-administrativas han quedado desplazadas y no reflejan acertadamente la realidad social", asegura Becerril. El sociólogo ejemplifica que pueden darse casos donde "una persona divorciada esté en una relación, incluso con convivencia, pero al no haber formalizado un matrimonio no figura como casada".

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El profesor plantea la posibilidad de que "en términos relativos" los separados o divorciados sean incluso más de los que las estadísticas oficiales reflejan, en base a los registros, debido a que "optan por relaciones que no se formalizan en matrimonios". Aun así, el estado civil ha cambiado sustancialmente desde los años setenta de la misma forma que ha cambiado la realidad social.

Según los últimos datos del INE, del total de uniones civiles en España, un 83,8% lo son por matrimonio mientras que el 16,2% restante son parejas de hecho. Para Becerril, la existencia de dos registros, el civil y el de parejas de hecho, genera duplicidad y confusión, que habría que equiparar en pro de que la ciudadanía se exponga a los mismos derechos independientemente del registro escogido para formalizar la unión.

Pero, a su vez, el sociólogo reconoce que este mayor abanico de opciones ha facilitado dejar atrás la hegemonía del enlace católico, acercando y relajando las expectativas sobre las uniones. Además, la aparición del concepto de pareja de hecho se ha percibido "más light" frente al tradicional matrimonio civil. Así, dentro del propio matrimonio, también se han producido ciertos cambios en la tendencia. En 2001, el 73,1% de las uniones celebradas eran católicas, mientras que en 2021 estas representaron un 16,6% de los enlaces, siguiendo al INE.

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El catedrático de la Universidad de Málaga y doctor en Sociología Luis Ayuso Sánchez identifica tres factores fundamentales que han afectado a esta evolución a nivel conceptual en su artículo "La familia española y la opinión pública en perspectiva internacional": los cambios demográficos, la transformación del mercado laboral y las nuevas tecnologías como motor de cambio social. Así, desde el envejecimiento de la población y pasando por la incorporación de la mujer al mercado laboral hasta cómo las redes sociales han cambiado los métodos de interacción han afectado a la hora de concebir las estructuras familiares.

"Estas tendencias estructurales serían unos condicionantes clave a la hora de interpretar los cambios en la construcción de la opinión pública hacia la familia", matiza Ayuso, mientras profundiza en conceptos como el matrimonio y el divorcio para explicar la relación directa entre estas transformaciones y los cambios de la opinión pública sobre estos. En este sentido, señala que ahora existe "una mayor tolerancia hacia la cohabitación y una actitud más favorable a tener hijos fuera del matrimonio" que ayuda a la pluralización del concepto de familia. De hecho, según el estudio mencionado, el país más tolerante ante la disolución del matrimonio del mundo es España.

La evolución responde al cambio de mentalidad en la concepción del matrimonio y el divorcio. "Es más importante la subjetividad del lazo afectivo de amor que la propia institución matrimonial", puntualiza Becerril. Se entiende que no existe una necesidad de formalizar burocráticamente la unión y, de igual forma, en muchas ocasiones, no se entiende como necesaria la formalización del divorcio.

La España divorciada

Este año, el INE ha dado a conocer información sobre el estado civil de los españoles en 2021, basándose en la información contenida en los registros. Estas cifras incluyen a población mayor de 15 años, le edad legal para contraer matrimonio en España, e incluye las parejas de hecho entre los casados. El organismo publicó estos datos incluso a nivel de sección censal, una división inferior al municipio e incluso al distrito o barrio, que en las grandes ciudades permite ver los datos casi a nivel de calle.

Cascante del Río, en Teruel, es el pueblo con mayor proporción de personas divorciadas o separadas: un 22%. En ese municipio, sin embargo, viven menos de 100 personas según los datos del censo. Si miramos localidades de al menos 2.000 personas en edad de casarse, el top 3 de divorcios lo conforman tres localidades barcelonesas: Sant Cebrià de Vallalta, Caldes d'Estrac y Cubelles, todas ellas con cerca de un 12% de separados.

Según el censo, la población separada o divorciada está en torno al 7%, por lo que las tasas en estas zonas prácticamente duplican la media nacional. Este dato no coincide exactamente con el del CIS, que cifra la proporción de divoricados cerca del 10%, ya que la fuente y la recogida de datos son distintas, pero ambos organismos reflejan tendencias similares en cuanto al estado civil.

En el lado opuesto, las localidades con más de 2.000 habitantes donde hay más casados son Montalbán de Córdoba y Montemayor, en la provincia de Córdoba, y Etxebarri en Vizcaya. Más allá de los casos puntuales en municipios, el nivel municipal permite contar con una panorámica que habla de cómo el estado civil también está relacionado con las dinámicas geográficas.

Los mapas reflejan cómo la proporción de solteros, en general, es más alta en las capitales y en las grandes ciudades que en el resto de pueblos. Y cuando se atiende a la distribución de los divorciados, las zonas metropolitanas ganan protagonismo en la intensidad de estas tasas. La foto de la España con más población viuda acentúa las zonas más envejecidas y coincide en buena medida con las zonas más despobladas.

Los datos según el tamaño de municipio confirman esta visión. En los pueblos de menos de 100 habitantes, la tasa de viudos es casi el doble que en las ciudades de más de 500.000 personas. Y la proporción de solteros es mayor según crece el tamaño de la localidad donde se reside. El porcentaje que menos se altera según esta variable, no obstante, es el de los divorciados, que se reparten de forma más igualitaria en todo el territorio mientras siguen ganando terreno a los casados.

Hace un año, un think tank de Reino Unido pronosticó que el matrimonio prácticamente desaparecerá de ese país en unos 40 años, para 2062. Según las tendencias de los últimos 50 años, para entonces solo se casaría una pareja de cada 400 adultos, o lo que es lo mismo, un 0,52% de la población mayor de 16 años. Según sus cálculos, si en 2019 se casaron 213.000 parejas, en 2062 lo harían unas 67.000. Los datos del censo analizados por el Instituto de Estudios de Familia de Reino Unido (IFS por sus siglas en inglés) confirman esta tesis. En comparación con 1991, la probabilidad de no casarse ahora es un 44% mayor.

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