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Ni periodistas ni pilotos: estas son las profesiones que más se divorcian en España
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EL GRAN BUSCADOR DE SEPARADOS

Ni periodistas ni pilotos: estas son las profesiones que más se divorcian en España

Averigüe la posibilidad que tiene de divorciarse según su empleo, gracias a los datos del censo del INE

Foto: Foto: EFE/Juan Herrero.
Foto: EFE/Juan Herrero.
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El tópico rancio suele presentar una imagen canónica del divorciado: un varón de una profesión de prestigio, que le obliga a viajar con frecuencia y a pasar mucho tiempo fuera del hogar, una buena posición económica y cierta despreocupación familiar. Por ejemplo, un piloto de avión. O un perfil igual, pero en una profesión sin prestigio, como la de periodista. Son estereotipos del pasado que, en algunos aspectos, como la inestabilidad, se acercan a la realidad; pero no en otros, como el prestigio. Sobre todo teniendo en cuenta que son (y siempre fueron) las mujeres las que suelen pedir el divorcio.

Según los datos del censo del INE, entre las profesiones donde más abundan los separados se encuentran los trabajadores (y trabajadoras) de cuidados personales a domicilio, el sector de la limpieza, los conductores de autobuses y tranvías, auxiliares de enfermería y la cocina. Por su parte, los solteros abundan en actividades deportivas; cine, radio y televisión; y programación y consultoría, pero hay que tener en cuenta que en dicha categoría se incluyen las parejas que no han llegado a regularizar su situación.

En el siguiente buscador, puede consultar su profesión y averiguar la probabilidad que tiene de terminar divorciado (o soltero) según la misma:

En España, no hay muchas investigaciones dedicadas a este tema, por las dificultades metodológicas que presenta. Como explica José Jiménez-Cabello, sociólogo de la Universidad de Málaga, que ha tratado el tema en algunas investigaciones, esto se debe a que la estadística que recoge las nulidades, separaciones y divorcios no refleja el nivel de estudios o renta. De ahí que no podamos realizar predicciones, entre otras razones, porque el empleo no es determinista a la hora de saber si una pareja se separará o no. Correlación, pero no mucha causalidad.

Lo que sí podemos saber es qué aspectos ligados con cada profesión las hace más vulnerables a una separación. Como explica Jiménez-Cabello, entre ellos se encuentran "los horarios, la duración de la jornada, el estrés que produce el empleo, separaciones prolongadas o presión laboral".

Las guardias de sanitarios o policías pueden ser dañinas para la relación

Factores relacionados con algunas de las primeras posiciones del listado: los malos horarios de los limpiadores. Las largas jornadas de los sanitarios, una de las profesiones con mayor burnout de España. El estrés de los cocineros. O la presión laboral de directores generales y ejecutivos, que también figuran en el top 10 del listado.

"No tener horarios regulares o la indisponibilidad de fines de semana libres (incluso festivos) puede acabar socavando el funcionamiento de una relación y de la dinámica familiar en sí", explica Jiménez-Cabello. "Esto sucede de la misma forma con jornadas laborales extensas, teniendo en cuenta la falta de políticas para la conciliación existentes en España, que pueden dificultar conjugar la vida de pareja o familiar y la esfera laboral".

Entre esos otros factores que horadan un matrimonio se encuentran los horarios demandantes, "como es el caso de las guardias (por ejemplo, profesionales de la salud, fuerzas de seguridad del Estado)", que "pueden contribuir a altos niveles de estrés derivados de la imposibilidad de planificar algo". Quizás el estereotipo del trabajador viajero no estuviese tan desencaminado, porque "las separaciones prolongadas no deseadas (movilidad laboral) pueden contribuir a que una relación se vaya fracturando poco a poco". Aún más en el caso de tener hijos.

Lo que sí desmiente el sociólogo es la figura del divorciado prestigioso: "Lo que tenemos que desmitificar es, por ejemplo, que determinadas personas por tener profesiones más orientadas a estar de cara al público tengan más probabilidades de divorciarse", añade. "Igual sucede con aquellas que ocupan profesiones cuyo prestigio social es alto".

placeholder Horarios inestables, tensión y carga emocional. (EFE/Marta Pérez)
Horarios inestables, tensión y carga emocional. (EFE/Marta Pérez)

Esta importancia de la administración del tiempo también se recoge en algunas de las investigaciones que se han realizado en el ámbito internacional. Una encuesta del Instituto de Estudios Familiares estadounidense identificó que profesionales como camareros, azafatas o teleoperadores tenían alguno de los niveles más altos de divorcios. El análisis de los datos realizado por la compañía señalaba que un factor que se relacionaba de manera estrecha con la posibilidad de conservar el matrimonio era la estabilidad en el empleo, incluso más que los ingresos.

Como explica Rafael González-Val, economista de la Universidad de Zaragoza, es difícil establecer relaciones de causa efecto. "¿Se divorcian más las limpiadoras y seguratas, o es que esas profesiones atraen a las personas que ya están divorciadas porque les ofrecen algún tipo de ventaja?", se pregunta. "Yo creo que es esto segundo: muchas mujeres con niveles bajos de educación y renta (y, por tanto, con más probabilidad de divorcio) se ven obligadas a incorporarse al mercado laboral después del divorcio, y por sus características tienen que aceptar trabajos que requieran poca cualificación". Es el caso de las limpiadoras y tal vez de "camareras y trabajadoras de la hostelería", que también aparecen en una posición alta en los rankings.

"Los divorciados pueden preferir profesiones con horarios que faciliten conciliar"

"Si aplicamos el mismo razonamiento a los hombres, el trabajo poco cualificado en ese caso sería seguridad u hostelería", concluye. "Estas profesiones, además, tienen unos horarios muy particulares, y me pregunto si eso es un factor que les permite mejorar la conciliación (especialmente para las mujeres, que suelen ser las que se quedan con los hijos después del divorcio)".

Los separados, por nivel de estudios

Aunque no conozcamos su nivel económico, es interesante centrarse en el nivel educativo de los divorciados, porque, como recuerda González-Val, "está muy correlacionado con la renta". No sorprende que las personas que han terminado un máster sean solteros en su mayoría (57,9%), ya que se trata de un título de creación más reciente: no han tenido tiempo de pasar por el altar o han decidido no hacerlo aún.

Por lo general, una formación más elevada tiende a relacionarse con una mayor probabilidad de estar casado. Entre licenciados y doctorados, son mayoría los casados, mientras que entre aquellos con primera o segunda etapa de educación secundaria, aumenta el número de divorcios (uno de cada 10). Sin embargo, también entre las personas de menor nivel formativo, es decir, solo con educación primaria o la primera etapa de secundaria, los casados son mayoría.

Así que ¿hay algo que se pueda inferir de todo esto? Es complejo, señala Jiménez-Cabello. "Tradicionalmente, se creía que las personas con menos ingresos eran las que menos se divorciaban, por el mero hecho de tener bajos ingresos", recuerda. "Obviamente, este es un factor que empuja a que una relación de pareja o matrimonio tenga problemas, discusiones y acabe rompiendo".

Como explicaba González-Val en un artículo publicado hace unos años en Nada es Gratis, hay diversas teorías que intentan explicar esta relación entre renta y probabilidad de divorcio: que el matrimonio es un refugio ante los shocks económicos, lo que reduciría la probabilidad de separarse en caso de que vengan mal dadas; o la teoría del estrés psicosocial, que sugiere que la inestabilidad económica acelera los divorcios, por lo que estos serían procíclicos. El economista explicaba en su análisis una particularidad geográfica de España: el efecto del desempleo es procíclico en las costas (las crisis producen más divorcios) y al revés en el interior.

"Cuando dos personas hacen frente a problemas económicos, se producen tensiones"

Jiménez-Cabello apunta, sobre todo, a la teoría del estrés psicosocial: "Podemos afirmar, siguiendo unas entrevistas realizadas para un estudio, que, efectivamente, cuando dos personas (una pareja) hacen frente a problemas económicos derivados de rentas bajas, se pueden producir ciertas tensiones, problemáticas y en definitiva cierto desgaste que haga concluir la relación", explica. "No es lo mismo estar en una situación de tensión más o menos constante durante el desarrollo de una relación amorosa que no estarlo".

Algo que no ocurre de la misma manera entre las clases más altas: "No digo que las personas con rentas altas no tengan estas problemáticas, pero obviamente no tienen esa tensión sobre qué pasará si decido divorciarme", añade. "Pero fíjate si la importancia del aspecto económico fluctúa: tradicionalmente, la mujer se encontraba en una situación económica desigual con respecto al hombre (ellos trabajaban en mayor medida que ellas). Esto, sin embargo, no impedía que ellas fueran las que solicitaban el divorcio en mayor medida", matiza.

placeholder Cuando llega el calor, los chicos se divorcian. (EFE/Alejandro García)
Cuando llega el calor, los chicos se divorcian. (EFE/Alejandro García)

Uno de los grandes cambios respecto al matrimonio es el creciente papel de las expectativas, como recuerda el sociólogo, tanto a la hora de arrancar como a la de acabar una relación: "Lo que hay que analizar es si las generaciones que se vienen casando desde hace 10 o 12 años se divorcian igual que las de hace un tiempo: si algo se ha podido comprobar es que los procesos para emparejarse son cada vez más exigentes, se producen en edades más avanzadas cuando se han (normalmente) alcanzado determinados niveles educativos y la economía personal va más o menos bien".

"Si las expectativas no son cumplidas, rápidamente se acaba una relación (algo que no ocurría antes)", concluye. Y no hay mejor manera de truncar nuestras expectativas que cambios repentinos o inestabilidad perenne, que rompen el difícil equilibrio entre lo laboral y lo personal.

El tópico rancio suele presentar una imagen canónica del divorciado: un varón de una profesión de prestigio, que le obliga a viajar con frecuencia y a pasar mucho tiempo fuera del hogar, una buena posición económica y cierta despreocupación familiar. Por ejemplo, un piloto de avión. O un perfil igual, pero en una profesión sin prestigio, como la de periodista. Son estereotipos del pasado que, en algunos aspectos, como la inestabilidad, se acercan a la realidad; pero no en otros, como el prestigio. Sobre todo teniendo en cuenta que son (y siempre fueron) las mujeres las que suelen pedir el divorcio.

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