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España contra los solteros: nuestra sociedad sigue estando pensada para la vida en pareja
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PERO SIN ELLOS NO FUNCIONARÍA

España contra los solteros: nuestra sociedad sigue estando pensada para la vida en pareja

Cada vez hay más solteros (y solteras) y más personas que viven solas, pero todo (desde la economía hasta las relaciones familiares) nos empuja a compartir nuestra vida

Foto: Una pareja se besa en la playa de La Barceloneta, en Barcelona, en mayo de 2020. (Getty/David Ramos)
Una pareja se besa en la playa de La Barceloneta, en Barcelona, en mayo de 2020. (Getty/David Ramos)

La dieta de los solteros (y solteras) es mucho menos variada que la de los casados, o al menos eso se concluye tras escuchar sus procesos de elaboración del menú semanal. Cuando se les pide ejemplos que refrenden la tesis de que la sociedad no está pensada para solteros, hay uno que aparece una y otra vez: las raciones de alimentos y otros productos de los supermercados, que están pensadas para parejas. Generalmente con hijos.

“Si te compras un kilo de contramuslos o lo tiras o te tiras toda la semana comiendo pollo”. “Te administras repitiendo lo mismo: salmorejo tres o cuatro veces por semana”. “Pero ¿qué hago yo con una lechuga entera? La leche te dura una semana abierta”. Atención, metáfora: quizá podríamos denominar a ese desfase entre las necesidades de un sector creciente de la población y lo que la sociedad les ofrece como la España del gazpacho caducado. Seguimos teniendo en mente la familia como unidad social por defecto, y eso repercute en nuestros hábitos y en los estereotipos que mantenemos sobre la soltería.

Ser soltero es caro, por lo que muchas parejas se lo piensan bien antes de romper

Según el INE, hay en España 14.115.300 solteros, un máximo histórico. Cada mes hay más solteros que el anterior. Más de la mitad (7.578.800) son hombres. Las mujeres son 6.536.500. El número de hogares unifamiliares ha ido en aumento en los últimos años: 4,79 millones de personas viven solas; alrededor de una cuarta parte de los hogares españoles son unipersonales. Aunque muchos son ancianos, también aumentan los hogares unipersonales jóvenes. El tipo de hogar que cae, sin embargo, es el de padres con hijos. El futuro es de los solteros, pero la sociedad todavía no se ha dado cuenta y sigue funcionando como si no fuese así.

Especialmente en lo que se refiere a la vivienda y gastos asociados. Ser soltero sale caro y, en ocasiones, casi un privilegio que obliga a algunas parejas a pensárselo bien antes de romper. “750 euros de piso, 30 de gas, 20 de luz, 50 de teléfono y 20 de gimnasio que podría compartir con mi pareja: todo eso, dividido por la mitad, son unas buenas vacaciones”. O la diferencia entre poder vivir solo o tener que volver a compartir piso con amigos o desconocidos, o peor, volver a casa de los padres.

Foto: Con lo que ahorras, te da para un perro y la suscripción de Netflix. (iStock) Opinión

Todo empuja a vivir en pareja. La pandemia lo puso de manifiesto: vivir solo y confinado era una faena. Cuando se retomó la actividad, algunas entradas para espectáculos tenían que comprarse obligatoriamente a pares. Otros ejemplos cotidianos son el precio de las habitaciones individuales, que apenas tienen diferencia con las dobles; los famosos +1 de las bodas, que dan por hecho que uno va a acudir con su pareja (“se crean situaciones violentas o preguntas desde el minuto uno”) o los premios de concursos (“siempre son dobles y a mí me frustra porque no tendría a quién llevar”, comenta una soltera).

“La sociedad ha cambiado mucho, pero no nos damos cuenta de que somos una sociedad familiarista”, explica Luis Ayuso Sánchez, profesor titular de Sociología de la Universidad de Málaga y antiguo coordinador del Departamento de Investigación del CIS. A diferencia de otros países como Japón, que se han convertido ya en un país pensado por y para solteros, España aún no está en ese punto. “En comparación con Europa, tenemos un alto número de personas por hogar y una sociedad estructurada alrededor de las relaciones. Lo que caracteriza la sociedad mediterránea y latina es la sociabilidad, que es lo que identifica nuestra calidad de vida”.

"El precio de la vivienda en España es inconcebible sin un segundo salario"

Uno de los problemas más importantes en la sociedad del futuro inmediato es la soledad. La paradoja es que, mientras que la tendencia global es hacia el individualismo, nuestra actitud sigue siendo la de favorecer la familia. “La sociedad es muy hipócrita, hay una alta tolerancia, pero las estructuras no están preparadas y siguen mirándolo mal”, reflexiona el sociólogo, que añade que “vamos a sociedades más individualizadas, pero no queremos renunciar a la libertad de las sociedades modernas ni perder ese comunitarismo”.

La paradoja de una sociedad individualista donde todo se tiene que hacer en pareja.

Pagar el doble por lo mismo

No solo el precio de la vivienda, tanto en alquiler como en compra, es tan elevado que es casi imposible afrontar el pago individual, sino que el parque inmobiliario español no está preparado para la vida en solitario. Así que es eso o compartir piso. “En los pisos de mi barrio, Hortaleza, puedes encontrar pisos para parejas prémium o parejas ‘low cost’, y yo vivo en uno de estos últimos: todo tienen una o dos habitaciones”, explica uno de esos solteros. “Los estudios son invivibles si tienes algo que almacenar”.

placeholder Una mujer espera sola al tren en la estación sevillana de Santa Justa. (Reuters/Marcelo del Pozo)
Una mujer espera sola al tren en la estación sevillana de Santa Justa. (Reuters/Marcelo del Pozo)

“Los solteros se enfrentan a una serie de gastos que no tendrían si los compartiesen”, constata Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor del área de Economía del Instituto de Empresa (IE). “El precio de la vivienda es inconcebible sin un segundo salario, si la mujer no se hubiese incorporado al mercado laboral hoy no se venderían pisos”. El grueso de las viviendas españolas urbanas fue construido durante los años 50 y 60, cuando las familias numerosas eran habituales y necesitaban dos o tres habitaciones para meter a los niños. Pero, incluso hoy, añade Martínez, en los nuevos barrios de la periferia y los PAU se impone el modelo familiar de varias habitaciones.

Un estudio realizado hace año y medio por Acierto.com señalaba que los solteros podían acabar el año con 7.500 euros menos que alguien en sus mismas circunstancias socioeconómicas pero con pareja. Un ejemplo significativo: pagan un 34% más de media por su póliza de seguros, básicamente, porque sus coches son más antiguos porque tienen menos poder adquisitivo.

"Las medidas fiscales favorecen y favorecerán a los matrimonios con hijos"

Gran parte del consumo está pensado para la estructura familiar. No solo los automóviles, sino también otra clase de comodidades tecnológicas: “La gente se compra una buena tele o un robot aspirador cuando lo pueden pagar a medias, de soltero yo no me lo puedo plantear”. En las mismas condiciones económicas, la vida es más fácil en pareja. Los matrimonios también se benefician de medidas fiscales como desgravaciones. Como recuerda el profesor, parece poco probable que eso vaya a cambiar, sino que, más bien, favorecerán aún más a las familias con hijos para fomentar la natalidad.

Hay, obviamente, un favor socioeconómico y de clase que empuja a la vida en pareja, como sugiere la antropóloga Sarai Martín López, investigadora del ICA (Institut Català de Antropología). “Compartir gastos es mucho más rentable, pero eso tiene que ver más con unas condiciones de precarización terribles, que nos llevan no solo a vivir en pareja, sino a compartir piso mucho más, y se promociona como una idea de volver a lo comunitario, cuando realmente hablamos de precariedad”, valora. La soltería en vivienda unipersonal es, al menos entre jóvenes y adultos, un privilegio.

¿Quién se pide primero las vacaciones?

“Los repartos son siempre igual. Primero la pareja con hijos, luego la pareja y por último los solteros. En el confinamiento, la sensación era ‘si estás soltero, ponte tú con esto porque yo estoy con los niños. Tú no tienes nada que hacer, ¿no?

Otro estereotipo que cuesta aún vencer en España es el prejuicio social que deja a los solteros siempre en último lugar, especialmente si se les compara con la institucional pareja con hijos. El ejemplo canónico: las vacaciones de verano. “Se sigue confundiendo la conciliación laboral-personal con la laboral-familiar: tener hijos es una decisión y yo he decidido no tenerlos”, lamenta uno de ellos.

placeholder Un valiente durante el confinamiento de 2020 en Ottawa. (Reuters/Blair Gable)
Un valiente durante el confinamiento de 2020 en Ottawa. (Reuters/Blair Gable)

El mundo laboral sigue condicionado por las visiones tradicionales del soltero como último mono que, debido a que carece de cargas personales, necesita menos: “Te hacen sentirte egoísta si pides algo”. Otro relata cómo, a la hora de negociar un aumento de sueldo, la soltería siempre está vista de forma sospechosa. Invertir en un trabajador con familia no deja de ser una manera de invertir en la educación y bienestar de sus hijos; en el futuro de la sociedad. “Pero, si yo pido un aumento, se piensan que me lo voy a gastar en vicios”. “Como la conciliación sigue vista como un privilegio, no damos el privilegio de la conciliación del soltero”, concluye otro.

Lo sintetiza Luis Ayuso, el sociólogo: “Se piensa que las personas solteras se van a gastar el dinero en su propio hedonismo, pero es que vamos hacia una sociedad más hedonista”.

"Nadie llama 'single' a un soltero de 70 años"

Otro ejemplo: las empresas que dan días libres por el cumpleaños de los hijos: “En la mía, a los padres de hijos menores de cierta edad (creo que el límite está en los 13 años), les dejan la tarde libre el día del cumpleaños del hijo. Siempre he pensado que sería más justo y equilibrado llevar esta práctica al cumpleaños del trabajador, pero quizá desde el punto de vista del empresario no salga tan rentable ya que prescindirías de (al menos) un trabajador con mayor frecuencia”.

Las diferencias son sustanciales en el caso de las entrevistas de trabajo con mujeres solteras: “Aunque no me lo preguntaban directamente, por alguna pregunta o gesto yo me daba cuenta de que se daba por hecho que yo o tenía familia o la iba a formar pronto. Es decir, a nadie de primeras se le ocurre pensar que igual no quiero tener familia o cualquier otra opción”.

Un ‘single’ no es un soltero

La soltería sigue asociada a estereotipos como el ‘playboy’ arrogante. Sin embargo, la visión que tienen los solteros de sí mismos es diferente: “Cuando hablamos entre nosotros, siempre coincidimos en que no nos sobra un euro”. Frente al viejo estereotipo de solterona de ‘Doña Rosita la soltera’ o ‘Calle Mayor’, la soltera mujer comienza a ser vista como aspiración: “Cuando vuelvo al pueblo y me encuentro con mis amigas, me miran con cierta envidia sana, porque es algo que no han experimentado, lo de poder hacer y deshacer sin rendir cuentas a nadie. Muchas llevan con sus parejas desde los 17”.

placeholder Plano final de 'Calle Mayor' de Juan Antonio Bardem, descripción de la solterona de provincias.
Plano final de 'Calle Mayor' de Juan Antonio Bardem, descripción de la solterona de provincias.

No todo es así, claro. “El precio de la libertad es la soledad: si quieres ser libre lo mejor es que estés solo, pero, en el momento en el que no quieras estar solo, tienes que perder esa parte de libertad”, añade Ayuso. “Nadie llama ‘single’ a un soltero de 70 años, nos imaginamos un chico que vive en un ‘loft’, con coche en la puerta y que está tremendamente feliz, pero no vemos qué hay detrás de eso”.

Como explica el sociólogo, la gran cuestión es si alguien es soltero voluntariamente o no. “Soltero’ sigue teniendo un matiz peyorativo, porque parece que, si es un hombre, es que oculta algo raro y, si es mujer, es que se va a quedar para vestir santos”.

Así que nos inventamos algo que suene mejor. Por ejemplo, ‘single’ en lugar de soltero.

A simple vista, el ‘boom’ del mercado ‘single’ invalida nuestra tesis. En los supermercados, por ejemplo, ya proliferan los productos para una única persona. Compañías como Wetaca ofrecen raciones individuales de comida a domicilio, que tradicionalmente ha sido un mercado donde el soltero salía penalizado. Hay todo un mundo ‘single’ destinado expresamente a los solteros y que mira a los ojos al de los planes románticos para parejitas.

Toda la industria del soltero está pensada para que dejen de ser solteros

¿O no? Sarai Martín ha publicado ‘Singles. Una aproximación a las fiestas para solteros’, en el que retrata a ese perfil de nuevos solteros de más de 40, tal vez divorciados, que viven en domicilios unipersonales y que se han convertido en todo un fenómeno comercial. Pero el ‘single’ vive una paradoja: que se define en función de su soltería. “La ironía es que, aunque esas fiestas están pensadas para personas solas que reivindican su autonomía, una vez acuden y conocen a alguien terminan desapareciendo de las fiestas”, explica la autora. “El paso del soltero al ‘single’ es parecido al paso del homosexual como figura estigmatizada al gay del que habló Oscar Guasch: el ‘single’ surge como perfil de consumo”.

Por eso, una de las constantes entre los solteros es percibir que el ocio destinado para ellos siempre tiene como trasfondo la idea de encontrar pareja, es decir, que dejen de ser solteros. Aplicaciones para ligar, clases de baile, catas de vinos, ‘speed dating’ y otras formas de ocio que favorecen el roce romántico: “No hay actividades para hacer solo que no sirvan para encontrar pareja. ¿Qué pasa si no estás buscando a alguien?”. La soltería como estado temporal y el ‘single’, un parado del amor, definido por lo que no tiene (pero debería tener).

El ocio es individual, pero no es para individuos

Una paradoja: la creciente privatización del ocio, gracias a las plataformas de contenidos audiovisuales (que sustituyen al cine), las compras ‘online’ (que sustituyen a las compras) o el ligoteo por aplicaciones (que reduce la necesidad de acudir a bares, discotecas o bibliotecas, para los más aventureros) encaja a la perfección en una sociedad donde cada vez hay más solteros, pero, al mismo tiempo, reduce sus posibilidades de socializar.

El canon de ocio "sofá, mantita y peli" no es para solteros. La dinámica resultante es que, por lógica, los solteros se juntan con los solteros

Un soltero recién aterrizado en España después de pasar un par de años trabajando en el extranjero lo resume. “Ya no puedo quedar con nadie, he dejado de entrar en los planes de la gente y todos mis amigos se han echado pareja, así que se quedan siempre en casa viendo una peli o algo así”, lamenta. Aunque ahora tiene muchas más posibilidades de socializar de manera virtual, las de realizar actividades de manera presencial se han reducido. El canon de ocio “sofá, mantita y peli” no es para solteros.

La dinámica resultante es que, por lógica, los solteros se juntan con los solteros: “No lo había pensado nunca, pero así es”, reconoce uno de ellos cuando se le pregunta si se siente excluido de los planes de pareja. “Al final, te juntas con quien tiene más disponibilidad, y esos son otros solteros”. Una particularidad: parece ser que resulta más fácil integrarte con los planes de las parejas si eres una mujer. ¿Solidaridad femenina o egoísmo masculino?

placeholder Una mujer consulta su teléfono móvil en Roma. (EFE/EPA/Ettore Ferrari)
Una mujer consulta su teléfono móvil en Roma. (EFE/EPA/Ettore Ferrari)

Lo que parece claro es que el soltero es un consumidor jugoso. A partir de cierta edad, y a medida que la juventud se alarga, su bolsillo de soltero es cada vez más suculento para ciertos negocios relacionados con el ocio, mientras las parejas se refugian en otra clase de gastos. Sin él, la sociedad de consumo se caería.

El soltero que hace lo que nadie quiere hacer

“Mi hermano está casado y tiene dos niños, así que yo me encargo de todo lo familiar. Si tuviese que hacer un cálculo, creo que veo a mis padres cuatro veces más que él. Se entiende que tengo más capacidad para hacerlo, pero estar soltero es mi elección igual que la suya es tener hijos”.

"El soltero o el hijo pequeño era el tío que cuidaba de los sobrinos, el que se quedaba con los padres cuando estos se hacían mayores"

Durante mucho tiempo, el soltero fue el pegamento que unía al resto de la familia, el tío que cuidaba de los sobrinos, el que se quedaba con los padres cuando estos se hacían mayores y el que se preocupaba de gestionar la vida familiar porque no tenía familia, paradójicamente. Aunque ya no es así, algunos de los solteros siguen señalando que la sombra de ser los que apechuguen con los cuidados es demasiado larga, especialmente cuando la alternativa es un hermano con hijos.

“Es un remanente histórico, especialmente en la sociedad española”, valora López. “El soltero o la soltera, o los hijos más pequeños, eran precisamente los que se encargaban de los cuidados de la familia, y esto sigue siendo así. Quien no tiene responsabilidades familiares es quien se encarga de los cuidados”.

Lo que muestra esta costumbre es que el soltero termina siendo, en muchos casos, el parche de una sociedad pensada para parejas, la muleta en la que la estructura familiar descansa. Como ocurre con las mujeres, la sociedad no está pensada para ellos, pero sin ellos no funcionaría de la misma forma, porque siempre necesitamos a alguien a quien externalizar nuestros marrones.

[Este artículo se ha realizado recabando la opinión de más de una decena de solteros (hombres y mujeres), en su mayoría, de entre 30 y 40 años que viven en una gran ciudad o capital de provincia. Ninguno de ellos ha resultado herido en el proceso]

El modelo sueco del soltero

Las referencias a la película ‘La teoría sueca del amor’ son continuas cuando se habla del futuro de las relaciones de pareja. Aún estamos muy lejos, pero Ayuso recuerda que nos dirigimos a un mundo más individualista. “Un sueco, cuando hace botellón, lo hace en su cuarto, que es algo que no tiene sentido en España”, explica. “En España no es normal ir solo a un bar. Pero sí a un Starbucks a tomarte un café con tu portátil. Es el modelo anglosajón traído a España, pero no es nuestra cultura”.

Aún. La creciente soledad no deseada tiene también su correlato económico. “Todos los indicadores nos dicen que vamos hacia la soledad”, concluye Ayuso. “Los que tengan dinero tendrán más posibilidades de relacionarse, y los que no, tendrán que desarrollar otras estrategias”. Ahí entran las nuevas tecnologías.

Quizá sea buena noticia que no estemos preparados para vivir como solteros, porque eso significa que aún mantenemos una fuerte cultura de la sociabilidad. “Si el problema del futuro es la soledad, esta es un buen antídoto”. Ayuso concluye recordando que la pareja es tan eficiente porque proporciona la solución a la tensión entre libertad y vínculo comunitario: “En pareja, cuando queremos estar solos, estamos solos y cuando queremos estar acompañados, estamos acompañados”.

La dieta de los solteros (y solteras) es mucho menos variada que la de los casados, o al menos eso se concluye tras escuchar sus procesos de elaboración del menú semanal. Cuando se les pide ejemplos que refrenden la tesis de que la sociedad no está pensada para solteros, hay uno que aparece una y otra vez: las raciones de alimentos y otros productos de los supermercados, que están pensadas para parejas. Generalmente con hijos.

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