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La paz entre PP y Vox se resquebraja a las puertas de la investidura de Feijóo
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TENSIÓN EN LA DERECHA

La paz entre PP y Vox se resquebraja a las puertas de la investidura de Feijóo

La desconfianza entre los dos partidos se dispara por los "contactos" con Junts y el PNV y los equilibrios con las lenguas cooficiales. Los populares no apoyarán la propuesta de Abascal para limitar el uso de otros idiomas en el Senado

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto al presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Zipi Aragón)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto al presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Zipi Aragón)

"Ellos siempre tienen que montar su show". En las filas del PP no sentó precisamente bien que Santiago Abascal ordenase a los suyos abandonar por segunda vez el hemiciclo cuando Borja Sémper comenzó a intercalar el euskera y el castellano en su discurso durante el primer pleno de la legislatura, el que tenía como fin iniciar la tramitación de la reforma del reglamento que permitirá el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados. Es solo un ejemplo de que la "nueva etapa" de colaboración que selló Alberto Núñez Feijóo con Santiago Abascal puede tener más de impostura que de realidad.

El armisticio que las dos fuerzas firmaron a principios de septiembre ha comenzado a hacer agua. El 'sí' de Vox a la investidura de Alberto Núñez Feijóo no peligra, y en el partido de Abascal reiteran que cumplirán con la palabra dada en el debate que arranca este martes. Pero tan pronto como acabe la performance en la Cámara y se confirme la derrota del líder popular —se encuentra a cuatro escaños de la mayoría absoluta—, todo apunta a que las tensiones volverán a aflorar en el bloque de la derecha, que competirán por encabezar la oposición a Pedro Sánchez en un contexto político especialmente delicado, con la tramitación de la amnistía y las nuevas cesiones al independentismo como telón de fondo.

Foto: El vicesecretario de Cultura y Sociedad Abierta del PP, Borja Sémper (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

En un primer momento, tanto al líder del PP como al de Vox le interesaba una fotografía conjunta, la primera que se hizo pública desde que Feijóo puso un pie en Madrid tras descabalgar a Pablo Casado. El mandatario popular necesitaba sellar el apoyo de los ultraconservadores a su investidura para evitar un aislamiento total en la Cámara Baja frente a Sánchez. Y a Abascal, por su parte, le sirvió para poner el broche de oro a su poder territorial. La colaboración con los populares ha sido clave para multiplicar los Gobiernos autonómicos y enjuagar, en parte, la debilidad de la formación a nivel nacional.

Los dos líderes dieron carta de naturalidad a su unión tras meses de turbulencias, que habían sido especialmente intensas en las semanas previas a su cita por la decisión de Génova de no dejar a Vox hueco en la Mesa del Congreso. Pero el PP subsanó esa decisión brindando a su principal socio asientos en el Gobierno de la Región de Murcia pese a negar durante meses su entrada en el ejecutivo de Fernando López Miras. Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal depusieron las armas, pero solo un par de semanas después las grietas han vuelto a asomar.

De ese pacto de no agresión, especialmente a nivel territorial, siguen quedando reminiscencias. Las múltiples alianzas entre PP y Vox por toda la geografía nacional permitirán también a Feijóo controlar la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), un órgano en el que la alcaldesa popular de Jerez, María José García Pelayo, se hace ahora con el mando tras la era de Abel Caballero. Vox, por su parte, y en su condición de socio natural de los populares, dio orden a sus concejales de apoyar a los candidatos propuestos por el PP, tanto a la Presidencia como al resto de órganos de gobierno.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (c), junto a Borja Sémper y Cuca Gamarra en el Congreso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Génova volvió a tomar distancia cuando deslizó hace unos días que la formación ultraconservadora no estaba invitada a su "gran acto" de este domingo, que en un principio nació como una movilización contra la amnistía y que ha evolucionado a una especie de mitin, pero abierto a la sociedad civil. "Cada partido tiene sus actos", justificaban en la cúpula popular, con lo que se garantizaban que no habría 'foto de Colón'. Al menos de momento. No obstante, Feijóo sí había invitado previamente al líder de UPN, Javier Esparza, y más adelante se tendió la mano a "socialistas preocupados", votantes y cargos, con o sin carné. El movimiento del PP a Vox no gustó en la sede de Bambú, que censuró los vaivenes de sus potenciales socios y le instó a definir la naturaleza de su evento.

Y no ha sido el único encontronazo. En Vox han causado gran resquemor los contactos de Feijóo con Junts y PNV. Los populares tuvieron su propia revuelta interna por la intención de Génova de mantener un encuentro formal y público con los representantes de Carles Puigdemont en el Congreso en el marco de su ronda de reuniones para la investidura, aunque finalmente Feijóo dio marcha atrás tras las fuertes presiones internas. No obstante, y según ha reconocido públicamente el dirigente popular, el PP ha mantenido "contactos" con Junts para "escuchar sus planteamientos".

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Los bandazos del PP con los independentistas tensaron también su nueva relación con Vox, que intentó salirse de esa ecuación por el riesgo de perder el pulso a su electorado. Y algo parecido sucede con la obstinación de Feijóo con el PNV. Aunque Génova lo ocultó en un primer momento, lo cierto es que Feijóo y Ortuzar se reunieron en secreto la misma semana en que el líder popular estrechó la mano de Santiago Abascal, a principios de septiembre. Aunque el gallego no ha conseguido sacar a los jeltzales del 'no' a su investidura, lo cierto es que el contacto con el presidente del PNV ha sido constante en las últimas semanas, según informan fuentes conocedoras de esas conversaciones. Los de Abascal, mientras tanto, dan un paso al lado.

Lío en el Congreso y desafío en el Senado

Los primeros plenos de la incipiente legislatura han agitado también las aguas en el bloque de la derecha. La decisión de Borja Sémper de estrenarse en el Congreso hablando en euskera para rechazar precisamente el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso —el discurso también generó malestar en algunos sectores del PP—, lo que provocó la desbandada de los diputados de Vox del hemiciclo entre reproches al político vasco. "Se ha llamado canelo a sí mismo", cargó Abascal ante los micrófonos el pasado martes. Pero no fue el único momento de tensión.

La reforma del reglamento superó el último trámite el jueves, cuando se debatieron las enmiendas de PP, Vox y PNV a la propuesta original sobre las lenguas autonómicas. La nueva portavoz parlamentaria de los ultraconservadores, Pepa Millán, cargó las tintas desde la tribuna contra los "cambios de opinión" de Sémper, pero en el grupo parlamentario de Vox molestó especialmente que el PP se abstuviese en su enmienda a la totalidad, que proponía hacer obligatorio el castellano en la Cámara Baja. Los de Abascal, sin embargo, sí votaron a favor del texto alternativo de los populares, que pedía mantener la redacción original del reglamento y permitir el uso de las lenguas cooficiales en sede parlamentaria, pero de forma breve y traduciéndolo a continuación. Por si fuera poco, el PP se abstuvo también en la enmienda del PNV, que incluía la petición de incorporar versiones auténticas de las leyes en todos los idiomas territoriales.

Foto: Carlos Mazón, con el vicepresidente Vicente Barrera en las Cortes valencianas. (EFE/Ana Escobar)

El conflicto de intereses provocó una contundente reacción de Santiago Abascal en redes sociales, que apuntó de forma directa a Feijóo. "Sánchez y sus cómplices preparando el golpe, humillando al Congreso y a los tribunales (...) y el PP todavía sin darse cuenta del desafío", escribió. "Señor Feijóo. Hay que enfrentar la realidad. Su investidura no tiene otro sentido que el de visibilizar el ataque a la nación y a la convivencia. No hay equidistancia posible entre los golpistas y la unidad de España", añadió, un dardo velado a los contactos informales que los populares han mantenido con independentistas y nacionalistas en las últimas semanas.

El debate de las lenguas cooficiales ha evidenciado la brecha entre el "bilingüismo cordial" que defiende el PP y la postura más dura que abandera Vox. Los de Abascal han encontrado además un nicho para agitar al electorado de la derecha y ganar el terreno perdido frente a Feijóo en las últimas elecciones generales. Y no dejará de dar esa batalla. Vox buscará retratar también a su socio político en el Senado, donde ha presentado una propuesta para suprimir el plurilingüismo en una Cámara en la que, además, el PP cuenta con mayoría absoluta.

La iniciativa busca poner en un aprieto a los populares. Aunque aún no hay un posicionamiento oficial, fuentes de Génova apuestan por dejar caer la iniciativa y defienden que el Senado es la sede idónea para el uso de las lenguas cooficiales como cámara de representación territorial. No son contrarios a que existan debates en los que se pueda emplear libremente el euskera, el catalán o el gallego, tal y como se ha hecho durante años, ya que la norma se implantó en 2011. Esa negativa precipita al PP a una nueva confrontación con Vox, y ensanchará irremediablemente la discrepancia entre las dos formaciones.

"Ellos siempre tienen que montar su show". En las filas del PP no sentó precisamente bien que Santiago Abascal ordenase a los suyos abandonar por segunda vez el hemiciclo cuando Borja Sémper comenzó a intercalar el euskera y el castellano en su discurso durante el primer pleno de la legislatura, el que tenía como fin iniciar la tramitación de la reforma del reglamento que permitirá el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados. Es solo un ejemplo de que la "nueva etapa" de colaboración que selló Alberto Núñez Feijóo con Santiago Abascal puede tener más de impostura que de realidad.

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