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Se están moviendo las piezas: el pulso de las derechas a Feijóo
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Se están moviendo las piezas: el pulso de las derechas a Feijóo

Esta ha sido una semana extraña en el lado derecho del tablero político. Los movimientos antes de la investidura señalan que el líder popular tendrá que tomar decisiones

Foto: Feijóo, en el Congreso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Feijóo, en el Congreso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Esta es una semana extraña para la derecha, porque se ha prestado mucha atención a las voces disidentes en el PSOE, como la de Emiliano García-Page y las de esa vieja guardia que regresa para hacerse oír frente a Pedro Sánchez, y se está más pendiente del impulso a la amnistía que del intento de investidura de Alberto Núñez Feijóo. El acto convocado el domingo por el PP ha quedado revestido ya de un carácter evidente de oposición y la misma investidura es descrita con frecuencia como una moción de censura a un Gobierno que todavía no existe.

Y es extraña también por las críticas que desde sectores mediáticos y políticos de la derecha se han emitido contra la estrategia de su líder, que tuvo su elemento más llamativo en la intervención en euskera de Borja Sémper. Forman parte de un rechazo demasiado temprano a un Feijóo que todavía no ha podido desplegar su estrategia, y del que se pasa por alto que, si finalmente Sánchez repite en Moncloa, lo tendrá fácil para ejercer una oposición firme. Cuenta con una fuerza parlamentaria importante y con un consolidado poder territorial, mientras que el nuevo gobierno se tendría que mover entre equilibrios permanentes y complicados.

El plan de Feijóo

Sabedor de esta situación, Feijóo planteó los encuentros con el PNV y con Junts con un propósito definido: faltan cuatro votos para investir a Feijóo, y había que buscarlos en Euskadi; al PSOE les es necesario el apoyo de los de Carles Puigdemont, y son quienes pueden hacer descarrilar la investidura de Sánchez. Además, establecer lazos con las fuerzas de derechas catalana y vasca puede servir para el futuro. El talante galleguista de Feijóo facilita una mejor relación con los nacionalismos que otras corrientes dentro de los populares y es un activo que en algún momento tendrá su valor. "Si alguien dentro del partido tiene otra fórmula para conseguir los cuatro votos que faltan, que lo diga", aseguran fuentes cercanas a Feijóo, en respuesta a las críticas sufridas.

Feijóo quiere llegar a la Moncloa, tarde o temprano. En Génova lo tienen claro: "Si alguien quiere liderar el partido, que venga y lo diga"

Al mismo tiempo, el equipo de Feijóo tiene claro que el PP ha crecido electoralmente gracias a que ha atraído a votantes de Ciudadanos y a decepcionados del socialismo y que la legislatura que viene, si gobierna Sánchez, provocará más trasvases en ese estrato. Eso implica una intención de anclarse como un partido de centroderecha ("y de ahí no nos va a mover nadie"), pero también una relación diferente con Vox. Mientras que otras partes del PP optan por combatir a los de Santiago Abascal adoptando partes de su discurso, en Génova creen que se trata de una táctica contraproducente en muchos sentidos.

El primero es aritmético: "Si le quitamos ocho o diez diputados a Vox creceríamos, pero nos seguirían faltando cuatro para gobernar. De lo que se trata es de ampliar nuestro espacio". Además, la convicción de fondo de Génova es que Vox sufrirá desgaste en esta legislatura fruto de su presencia en gobiernos regionales, ya que son el partido menor en las coaliciones, y eso suele tener un precio. "A Vox le pasará lo mismo que a Ciudadanos", afirman desde Génova. La idea es que el PP trate de buscar más votantes en los espacios centrales sin preocuparse demasiado por los de Abascal.

Pero esta estrategia tiene que poder llevarse a cabo y lo cierto es que cada vez que realizan movimientos en la dirección de consolidarla, reciben muchos golpes por parte de sectores teóricamente afines. Esta hostilidad tiene un sentido, ya que se está anticipando un Gobierno de Sánchez, y se están moviendo piezas de cara al futuro. Los rumores que se han hecho correr acerca de la intención de Feijóo de ser un líder de transición, una etapa que finalizaría con las elecciones gallegas y vascas, no responden a una hipotética voluntad del candidato, sino que anticipan batallas futuras. En Génova lo tienen claro: "Si alguien quiere liderar el partido, que venga y lo diga". Feijóo tiene en mente llegar a la presidencia, más temprano o más tarde, y para eso ha venido a Madrid.

El pulso a Feijóo

Esta partida tiene dimensiones internas, pero va más allá. El giro de la derecha internacional, en cuyo impulso Vox confía para crecer a medio plazo, parece un factor menor en este contexto, pero hay que prestarle atención, ya que está latente en la política española y aparecerá de manera expresa en el futuro.

El segundo elemento, muy relevante, es el grado de tensión institucional que perciben determinados sectores de la población española, y en especial aquellos que están dentro de las mismas instituciones. Hace falta mucha mayor firmeza para evitar la impugnación a la judicialización del procés y que la respuesta que se dio al 1-O quede desactivada por el nuevo Gobierno. En ese terreno se está jugando gran parte de la batalla dentro de las derechas.

Rajoy tuvo que solucionar su problema en el Congreso de Valencia y es probable que Feijóo tenga que hacer lo mismo

Lo que se le está pidiendo a Feijóo es que abandone su plan de sumar por el centro y de dejar un espacio propio a Vox (confiando en su desgaste), y que asuma una posición dura que aglutine a toda la derecha. El desafío a las instituciones lo justifica y actuar de otra manera sería muestra de debilidad. Pero si Feijóo se deja llevar a ese terreno, resulta evidente que, una vez que haya asumido ese discurso, no solo se habrá desactivado su plan, sino que aparecerán otras figuras dentro del PP que representarán mejor ese papel.

Si Sánchez gobierna, Feijóo tendrá que afrontar una etapa complicada. Tendrá que pagar el precio de no haber llegado a Moncloa en unas elecciones que parecían muy favorables, lo que ha generado descontento entre las derechas, y habrá de componer una opción de futuro que resulte creíble y sólida, más allá de la mera oposición a Sánchez. Pero también sabe, por los acontecimientos de estos días, que tendrá que mostrar su firmeza en el plano interno.

Le ocurrió a Mariano Rajoy en 2008, y la situación que se está dibujando es muy similar a la de entonces: hay un sector del partido que quiere ir más hacia la derecha, que considera que el líder gallego no es el adecuado para ese propósito y que configura una resistencia interna ligada a centros de poder territorial. Rajoy tuvo que solucionar eso en el Congreso de Valencia y es probable que Feijóo tenga que hacer lo mismo en un futuro cercano. En todo caso, es ahora cuando se está conformando el tipo de derecha que veremos en los próximos tiempos y la investidura ofrecerá algunas pistas bastante claras.

Esta es una semana extraña para la derecha, porque se ha prestado mucha atención a las voces disidentes en el PSOE, como la de Emiliano García-Page y las de esa vieja guardia que regresa para hacerse oír frente a Pedro Sánchez, y se está más pendiente del impulso a la amnistía que del intento de investidura de Alberto Núñez Feijóo. El acto convocado el domingo por el PP ha quedado revestido ya de un carácter evidente de oposición y la misma investidura es descrita con frecuencia como una moción de censura a un Gobierno que todavía no existe.

Alberto Núñez Feijóo Partido Popular (PP)
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