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La inseguridad entra en campaña a pesar de que la delincuencia no aumenta en España
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UN EFECTO ARRASTRE

La inseguridad entra en campaña a pesar de que la delincuencia no aumenta en España

Las promesas de contratar nuevos policías o instalar más cámaras de seguridad son cada vez más habituales, incluso entre los partidos de izquierda

Foto: Presentación del proyecto Santa Coloma Merece Más. (EFE/Enric Fontcuberta)
Presentación del proyecto Santa Coloma Merece Más. (EFE/Enric Fontcuberta)
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El pasado domingo 26 de marzo, Gabriel Rufián realizó una de esas promesas electorales que, en principio, nadie esperaba oír de su boca. En un acto en Santa Coloma de Gramenet, la ciudad a cuya alcaldía se presenta como candidato de ERC, prometió asumir las funciones de seguridad de la ciudad si era nombrado alcalde, así como incorporar 40 policías más, iluminación y cámaras de vigilancia. Además, afirmó que "habrá siempre un transporte público o un taxi subvencionado por el ayuntamiento para que las mujeres tengan una vuelta segura por la noche en esta ciudad".

La alcaldesa de Santa Coloma es desde 2009 la socialista Núria Parlon, a la sazón, secretaria de políticas de seguridad del PSC. Como explica a El Confidencial, "es un error que la izquierda no defienda la seguridad ciudadana como un bien público, porque si no es cuando viene la derecha con un intento claro de convertirla en un negocio privado".

"No hay una coherencia entre los datos y las percepciones personales"

El caso de Santa Coloma y el de la pugna entre dos partidos de izquierdas, como son el PSC y ERC, por la seguridad, es un síntoma de una de las tendencias que influirán en las próximas elecciones locales y autonómicas, la importancia de la seguridad en un momento en el que España mantiene unos niveles de criminalidad relativamente bajos. Después de la desaparición de ETA, la inseguridad ha descendido entre las principales preocupaciones de los españoles, según el CIS. Sin embargo, es rara la campaña municipal en la que no ocupa un lugar más o menos privilegiado.

Como recuerda el politólogo de la Universidad Carlos III Pablo Simón, España es uno de los países más seguros de la OCDE, "y no ha habido un deterioro muy acusado". Aunque las estadísticas muestran que 2022 fue el año con más delitos de la última década, lo es por poco y, además, se trata de datos complicados de interpretar, "porque el número de denuncias o casos en los que interviene la policía no señala que España sea más insegura, sino tal vez que simplemente hay más denuncias, como ocurre con las agresiones sexuales, o que el Estado funciona mejor". Según los datos de Eurostat, España se encuentra a la cola de los países europeos en homicidios intencionales, en robos y atracos y en una posición intermedia en agresiones.

Como recuerdan los expertos, otra cuestión es que abunde una sensación de inseguridad mayor a la que correspondería por los datos, y en la que influyen los medios de comunicación, especialmente su insistencia en los sucesos (okupación, atracos, violencia sexual), dirigidos a un votante cada vez más envejecido. "A la hora de votar, los ciudadanos recurren a dos fuentes de información: la experiencia personal, lo que les ha pasado a ellos, y la impersonal, que suelen ser los medios de comunicación", explica Lluís Orriols, profesor de la Universidad Carlos III y autor del libro Democracia de trincheras (Ed Península).

"A veces hay una inconsistencia entre las experiencias personales y lo que ocurre en el exterior, como ocurre con la okupación: la gente no utiliza su experiencia personal, sino la percibida a través de los medios de comunicación, por eso no hay una coherencia entre los datos reales y las percepciones subjetivas", prosigue. El de la okupación es uno de los temas de debate más frecuentes, como recuerda Simón: "Es muy interesante cómo se construyen estos climas, como ocurre con la okupación: la mayoría de familias tiene un activo de ahorro que es la vivienda, y perder tu vivienda es perderlo todo, lo que genera una sensación de miedo e inseguridad".

"La izquierda y la derecha no discrepan en que quieren que sus entornos sean seguros"

La seguridad es, además, uno de los aspectos a los que más se puede actuar a nivel local y autonómico, lo que provoca que las promesas y la inversión aumenten a medida que se acerca la fecha de las elecciones. Una investigación realizada sobre los municipios españoles de más de 20.000 vecinos mostraba que el gasto en seguridad se disparaba un año antes de las elecciones, especialmente entre los partidos conservadores. Para Orriols, es lógico que ocurra, al igual que sucede con otras partidas como los festejos, pero la gran pregunta, para el politólogo, "por qué en algunos lugares sí y en otros no", sobre todo dado que el abanico de promesas que se pueden llevar a cabo en campaña son limitados.

¿De derechas o de izquierdas?

Aunque es una de las cuestiones posicionales en las que los partidos de derechas son más fuertes, ninguna formación puede dar la espalda a la seguridad. "Es un elemento básico de la gestión municipal que genera erosión o premio: la izquierda o la derecha nunca discrepan en que quieren que sus entornos sean seguros, y eso permite que en un entorno municipal, donde el planteamiento ideológico tiene menos cabida, ese tipo de crítica sea más eficaz", explica Simón. Por lo general, añade, estas críticas suelen aparecer en municipios gobernados por la izquierda "ya que se les percibe más débiles en este aspecto".

Los políticos locales suelen mantener posiciones más conservadoras que los nacionales

"Cuando este tema funciona muy bien es cuando hay un caldo de cultivo: okupaciones, violencia en las calles, etc.", explica Orriols. "El misterio está en cómo se engendra ese miedo". Eso puede depender, por ejemplo, del último impacto informativo que el votante recibe, seguramente a través de los medios de comunicación, que son los que contribuyen a crear esa sensación de inseguridad. "A lo mejor si ha llegado a sus oídos una agresión sexual o una okupación, porque este miedo suele entrar por las secciones de sociedad, no por las de política", explica por su parte Simón.

"Esto explica por qué se hacen cambios en el Código Penal a golpe de caso vistoso y de titular, ya que es un tema que cala de forma transversal", añade. Aquellos lugares con una prensa local fuerte pueden contribuir a acentuar esa sensación de inseguridad, ya que darán más importancia a los casos regionales, especialmente en un contexto de infotainment, donde "tiene que haber un apocalipsis diario para que la gente levante la cabeza del móvil".

Gasto en seguridad según el voto

Uno de los casos más evidentes es el gran peso de la ley antiokupas en Castilla-La Mancha, una de las principales bazas electorales del socialista Emiliano García-Page. Una ley "al estilo PP", como se ha definido alguna vez, que incomodaba a Ferraz por su dureza, y que se debe al peso de la okupación en municipios del norte de la provincia de Toledo o en el Corredor del Henares.

"Es un buen ejemplo de cómo en ocasiones los partidos, según el nivel de gobierno, pueden jugar a estrategias transversales que se salgan de sus estrategias posicionales", añade Simón, que recuerda que por lo general los políticos locales y autonómicos mantienen posiciones más conservadoras que los nacionales porque "lo que puede hacerte perder una elección es que la gente tenga la sensación de que tu ciudad es invivible".

"Ya hay un propietario de la ley y el orden, y es la derecha, donde los ciudadanos consideran que es más competente"

Sin embargo, es arriesgado que un partido de izquierdas base su campaña en la seguridad frente a otras cuestiones como la educación o la sanidad, ya que, como añade Orriols, "ya hay un propietario de la ley y el orden, y es la derecha, donde los ciudadanos consideran que es más competente, por lo que cuando un partido de izquierda entra en este terreno, entra en el de su rival". Uno de los ejemplos contrarios es Tony Blair, a quien sus políticas de ley y orden le salieron bien en un movimiento que terminaría condicionando políticas socialistas a principios de siglo, como la que llevó al PSOE a prometer en las elecciones 2004 la incorporación de 30.000 policías y 15.000 guardias civiles.

¿Ciudad sin ley?

Otra de las regiones calientes donde la seguridad se ha convertido en cuestión esencial es en Cataluña, tanto su capital como su cinturón rojo. Ha sido uno de los principales arietes contra el consistorio de Ada Colau, vinculado a una sensación de inseguridad que se repite en otras regiones con altos niveles de turismo como las ciudades del litoral mediterráneo.

Puede percibirse como una de las consecuencias indirectas de la campaña de Xavier García Albiol para el ayuntamiento de Badalona, basada en la mano dura y el control de la inmigración, que provocó que ICV lo denunciase por xenofobia. De ahí que sea tan importante en las elecciones de un ayuntamiento como Santa Coloma, al norte de Badalona, otro de esos municipios del cinturón rojo barcelonés.

La irrupción de Vox también puede haber desplazado el marco al obligar al resto de partidos incidir más en la seguridad que lo que habría ocurrido en otros momentos. "Es muy común que los partidos de extrema derecha contraprogramen las políticas clásicas y se las lleven a su terreno, como ha ocurrido con Vox", explica Orriols. Simón considera que aunque pueda haber movido la ventana de Overton de las ideas que son aceptables para el electorado, especialmente gracias a sus medios afines que han abierto debates como el de los menas, su influencia electoral será limitada.

"Los gobiernos tienen que generar la sensación de que hacen cosas"

La seguridad puede tener más que ver con ser un síntoma de que determinado partido es capaz de llevar a cabo una gestión adecuada, que con cuestiones más ideológicas, como concluye Simón: "Los gobiernos están en el ciclo de calentar la economía y tienen que generar la sensación de que hacen cosas, como sacar plazas de funcionario y policía, así que yo lo situaría ahí, en la creación de empleo público: gente contenta, gente que me vota".

El pasado domingo 26 de marzo, Gabriel Rufián realizó una de esas promesas electorales que, en principio, nadie esperaba oír de su boca. En un acto en Santa Coloma de Gramenet, la ciudad a cuya alcaldía se presenta como candidato de ERC, prometió asumir las funciones de seguridad de la ciudad si era nombrado alcalde, así como incorporar 40 policías más, iluminación y cámaras de vigilancia. Además, afirmó que "habrá siempre un transporte público o un taxi subvencionado por el ayuntamiento para que las mujeres tengan una vuelta segura por la noche en esta ciudad".

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