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Jon Juaristi: "Es deseable un pacto contra el frentepopulismo"
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Jon Juaristi: "Es deseable un pacto contra el frentepopulismo"

Explica su conversión al judaísmo y cree que la izquierda está "envilecida", advierte sobre la monarquía, constata que en el País Vasco y en Cataluña no hay Estado y que es preciso un gesto de resistencia contra el "frentepopulismo"

Foto: Jon Juaristi posa en su domicilio para EC. (A. B.)
Jon Juaristi posa en su domicilio para EC. (A. B.)
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Hay que saltar de don Miguel de Unamuno a Jon Juaristi (Bilbao 1951) para enlazar a los dos más grandes intelectuales vascos de los siglos XX y XXI. El filólogo es un hombre pequeño, pero de presencia rotunda; habla casi en susurro, pero se le entiende todo; del catolicismo familiar —integrista y nacionalista, con injertos socialistas— ha pasado al judaísmo, de cuya entraña teológica habla con un dominio y una maestría sorprendentes. Vascoparlante como el mejor, aprendió el idioma a los 11 años porque —me dice y es cierto— "los nacionalistas de Bilbao no lo hablaban".

Juaristi tiene un recorrido vital que ha sido criticado por su aparente contradicción y volatilidad. Ocurre que es un observador que va descubriendo y experimentando en distintas estancias vitales hasta que ha llegado a su área de confort, o a mí me lo parece. Su entrega al análisis —no ya el periodístico—, sino también el ensayístico es encomiable. Su gran obra, la que le representa en el imaginario intelectual, ha sido sin duda El bucle melancólico, con el que ganó el premio Espasa de ensayo en 1997 y el Nacional de Literatura en 1998. A los vascos nos han marcado esas páginas que han ayudado a los que no lo son a entender la tragedia que entró en nuestra sociedad de la mano del nacionalismo antiespañol —no antifranquista, como habitualmente se dice— con su expresión más brutal, la del terrorismo de ETA.

placeholder Primera edición de 'Poema del Cante Jondo' escrito por Federico García Lorca y firmada por el autor. (A. B.)
Primera edición de 'Poema del Cante Jondo' escrito por Federico García Lorca y firmada por el autor. (A. B.)

El catedrático, ya emérito, se enroló en la banda luego terrorista con 16 años, abandonó el grupo inicial cuando, como buen sabueso, intuyó por dónde derraparía y se enganchó —como tantos antifranquistas— al PCE (de 1980 a 1986) y de ahí pasó al Partido Socialista de Euskadi (1987), de donde fue expulsado después de una trifulca con Juan María Bandrés en la que Juaristi defendió a Teo Uriarte, un hombre que es un demócrata completo después de haber militado en ETA y ser condenado a dos penas de muerte en el Consejo de Guerra celebrado en Burgos en 1970 y ambas conmutadas.

Ya en los últimos años de la década de los noventa del siglo pasado, Jon Juaristi —catedrático consagrado— incrementó su producción ensayística y literaria, se vino a Madrid y en la capital ha encontrado el mejor de los ámbitos para expandir su discurso inteligente y agudo. Cuando Aznar ganó las elecciones por mayoría absoluta en el año 2000, Juaristi ya se movía como referente en el ámbito liberal-conservador del PP. Fue director de la Biblioteca Nacional (2000-2001), del Instituto Cervantes (2001-2004) y luego director general de Universidades de la Comunidad de Madrid. Reconoce militar en el conservadurismo inteligente ante una izquierda de la que denuesta sin conmiseración dialéctica.

Mantenemos una larga conversación, que no es una entrevista sino un intercambio de reflexiones, de impresiones y de sensaciones. Lo hacemos en torno a una mesa y una comida que él cuida de que no altere la cultura alimenticia kosher. "Tengo —reconoce— comportamientos de evitación" de alimentos que prohíbe el judaísmo. Que un vasco, de Bilbao, de familia nacionalista católica, se haya convertido al judaísmo es un hecho notable y quizás haya en ese giro tan radical una decisión reactiva, porque Juaristi siempre ha tenido un sentido crítico agudísimo y, según sus contradictores, hiriente.

"Izquierda proterva, envilecida y perversa"

A Juaristi, el nacionalismo vasco le introdujo en un cierto caos emocional e intelectual y quiso racionalizarlo, adaptarlo. "Simpatizaba con el antifranquismo liberal de Julio Caro Baroja, de Menéndez Pidal… Lo que nunca me interesó es el marxismo. Es más, no he escrito ni una sola página sobre el marxismo y, aunque pasé por el PCE fugazmente, he llegado a la conclusión de que el mundo de la izquierda es "protervo, envilecido, perverso y embustero". Son adjetivos calificativos fuertes, pero Juaristi los expide con rapidez y con una naturalidad que me llama la atención. "Yo conocí en la cárcel en el año 1972 a Ramón Rubial, pero no vi socialistas peleando. Había gente de UGT, comunistas, pero no socialistas. Cuando apareció el PSOE a mitad de los setenta del siglo pasado, Felipe González y Alfonso Guerra me parecieron interesantes porque encarnaban lo que podía ser una socialdemocracia".

"Los socialistas, cuando no han tenido el poder, se han hecho antimonárquicos"

¿Hasta cuando le sugirió simpatía esa socialdemocracia? "Hasta 1987, cuando se celebró en Valencia el Congreso Internacional de Intelectuales y Artistas en conmemoración del Congreso de Escritores Antifascistas que se reunió también allí en 1937. Lo presidió Octavio Paz y reveló su conversación con Indalecio Prieto en 1946. El veterano dirigente del PSOE confesó que, en España, después de la república fallida, solo era posible una monarquía constitucional con un primer ministro socialista. Por eso, los socialistas, cuando no han tenido el poder, se han hecho antimonárquicos, se han ido a la radicalidad. Y siempre han sido accidentalistas, incluido Felipe González. Eso del accidentalismo viene de la Iglesia Católica, concretamente de Pío V".

"La izquierda quiere cargarse la monarquía"

Juaristi liga este accidentalismo como una forma provisional de estar en este sistema [Alfredo Pérez Rubalcaba se refirió al accidentalismo de la forma de Estado en el discurso de la ley de abdicación de Juan Carlos I en 2014] y estima que la memoria histórica, o democrática, es una forma de ir rompiendo con el sistema constitucional consensuado de 1978.

"La memoria histórica no empieza con Zapatero. Aparece por primera vez en 1997 en un artículo en El País de la que antes fuera comunista, Fanny Rubio. ¿Por qué lo saca entonces? Porque gobernaba la derecha. No sucedía lo que creía Indalecio Prieto que debía suceder: monarquía, sí, pero gobernando los socialistas. La memoria histórica es para arrojársela a la derecha democrática, no a la franquista, que ya en aquellos años no existía. Es llamativo porque durante la II República, el Partido Socialista fue insurreccional y leninista y hasta criminal con Largo Caballero. Yo eso de los 100 años de honradez no me lo creo, no es así".

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Foto: A. B.

Pero estamos en otra etapa, le sugiero. La de Pedro Sánchez. "Bueno, Sánchez es una segunda generación del PSOE republicano, más cínico, más bruto, menos informado. Ha comprado el modelo de memoria histórica de Podemos que, aunque no habla de comunismo, es un modelo comunista. Cierto que muchos izquierdistas se han apartado. Son mis amigos, aunque yo sea para ellos y para otros un maldito traidor y un submarino españolista. Pero, como en el caso de Tamames, serán siempre socialistas, progresistas, estarán en la trinchera y lo que les molesta es que no se les reconozcan sus méritos". Y continúa: "Lo que quiere la izquierda ahora es cargarse la monarquía cuando vuelvan a ganar las elecciones, porque la monarquía es el consenso de la Constitución de 1978. Si sacan una mayoría parlamentaria, la entenderán también como una mayoría constituyente. Para esa izquierda no es aceptable una Constitución de consenso sino de mayoría, socialista, por supuesto. Por eso he dicho que habría que hacer un Pacto de San Sebastián, como el de 1930, solo que para apoyar la monarquía; un pacto monárquico. Porque sí, la monarquía es un elemento existencial de la Constitución de 1978".

Pero el rey tiene fuerza. "No te equivoques. Conozco al rey, he viajado con él por toda Europa abriendo centros del Cervantes. Es un hombre responsable teniendo en cuenta la familia de la que viene. Está haciendo todo lo posible pero no sé si es demasiado tarde. La monarquía es fuerte si tiene el apoyo de los partidos y de la sociedad. Por eso es necesario un gesto de resistencia frente a esta izquierda republicana".

"Tamames, pesado y confuso"

Le pregunto por la moción de censura que protagonizaron Vox y Tamames el pasado martes y miércoles. Su respuesta consiste, más que en una valoración política, en un flashback histórico: "No me interesaba apenas la moción de censura. Creo que divide a la oposición y la separa, aún más de lo que está, de lo que podría ser un deseable pacto por la Constitución y las instituciones contra el frentepopulismo. Pero vi las intervenciones en diferido. Las de Tamames me parecieron pesadas y confusas. Así y todo, hubo dos momentos que me conmovieron: el inicial, cuando saludó a la Cámara con un "señoras y señores diputados", utilizando el masculino inclusivo como se debe, sin cursiladas borreguiles, y la alusión al PSOE de 1934 y a Largo Caballero como los responsables del comienzo de la Guerra Civil. Citó en su apoyo la tesis de Raymond Carr sobre este asunto, lo que no es, creo yo, tan claro como pretendía, pero la afirmación (de Tamames) valía por sí misma. A mi juicio, incluso se quedaba corto. Tan responsable de la insurrección izquierdista de octubre de 1934 contra la II República fue Largo Caballero como Prieto. Este último descargó toda la culpa en el "Lenin español". Incluso acusaría posteriormente a Largo Caballero del asesinato "legal" de José Antonio Primo de Rivera (según el testimonio de José Prat). En cualquier caso, y a pesar de lo chapucero de su gestión, no cabe olvidar que Prieto preparó la insurrección y organizó el transporte de armas a Asturias. En su día, propuse que retirasen las dos esculturas (horribles, por cierto) de ambos golpistas del emplazamiento donde siguen, junto a los Nuevos Ministerios".

¿Y el Gobierno? "Los del Gobierno, a su vez, no se lucieron. La réplica de Patxi López a Tamames fue un verdadero acoso, un ejemplo antológico de chulería y matonismo. Una vergüenza que será difícil de olvidar".

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Foto: A. B.

"Vox es la derecha tonta que alimenta a Sánchez"

Le llevo al terreno de la derecha: "Feijoó no es la alegría de la huerta, pero tampoco lo era Aznar, y mira. Yo no diría que es mediocre, sino que está falto de brillantez. Pero puede servir. En el PP hay familias, corrientes… no soy demasiado optimista. No entienden además que esos izquierdistas que dicen que ya no lo son, siempre lo serán. Algunos cambiarán, pero los menos. Con ellos en conjunto no se puede contar. Están donde estaban: eran radicales antes y lo son ahora, han realizado una trayectoria circular. Además, Vox está alimentado por la izquierda de Sánchez y es el partido tonto de la derecha".

"Feijoó no es la alegría de la huerta, pero tampoco lo era Aznar, y mira. Yo no diría que es mediocre, sino que está falto de brillantez"

Nos preguntamos desde cuándo se ha producido esta animadversión. Le digo que quizás desde el 11-M, cuando a raíz de aquellos acontecimientos, la izquierda y la derecha se retiraron la legitimidad recíprocamente. "No, viene de antes. Viene de la mayoría absoluta de Aznar entre 2000 y 2004. Esa fue la legislatura en la que se coció esa deslegitimación que estalló luego en el 11-M". Le añado otro punto de inflexión con el que está de acuerdo: "Sí, la abdicación del rey en 2014 fue otro punto de inflexión".

"ETA ha dejado despolitizada a la sociedad vasca"

Es casi imposible conversar con Juaristi sin alguna referencia a la situación en el País Vasco. Me dice que allí, en nuestra tierra, "ha triunfado el carlismo cabreado de Xavier Arzalluz y están consiguiendo todo lo que querían". "La disposición adicional primera de la Constitución es una caja china, una Constitución dentro de la Constitución. Una caja que nunca se cerrará, siempre permitirá ir a más. El proceso autonómico en el País Vasco nunca terminará. Los nacionalistas no quieren la independencia, incluso son menos independentistas que nunca, hacen ya lo que quieren, gestionan los impuestos, el dinero y pretenden y consiguen que el Estado no meta las narices allí. Y no las mete. Allí el Estado no existe".

Pero ¿qué pasa con el constitucionalismo? "No lo hay. Allí todo debe ser nacionalismo: el PP de Euskadi, el Partido Socialista de Euskadi —que pelea con Bildu por ocupar la izquierda nacionalista—, hay una hegemonía nacionalista absoluta. Se ha instalado la nación foral. Como quería Sabino Arana, que no hablaba de independencia, sino de recuperar el estatus anterior a las leyes de abolición de 1839. Funciona la omertá, el silencio, la gestión del olvido. ETA ha dejado a la sociedad vasca despolitizada. No quieren mirar atrás para contemplar lo que ha ocurrido. No desean vivir en la melancolía y entran en amnesia colectiva. ETA mató hasta 2011 para consolidar lo conseguido. Ya está. No necesitan más y están muy contentos y son más listos que el nacionalismo tonto de los catalanes".

"Lo que ocurrió en Cataluña, como en 1934"

¿Y Cataluña? "Está enredada. No tiene salida. Es un carajal. No hay consenso para la integración. Están en la fantasía. Ahora ya no se conformarían ni con un concierto económico a la vasca o la navarra. Están esperando un cambio constitucional para una República Federal, que es la que proclamó Companys el 6 de octubre de 1934: la república catalana en la federal de España que no era tal. Una federación les ahorraría una guerra civil. Pero Cataluña es un país fracasado y victimista. Y lo que ha ocurrido —los indultos y la reforma penal— es como lo que ocurrió en la revolución del 34 [efectivamente: Companys fue amnistiado]. Cierto que Europa puede suponer un freno a las tentaciones genocidas e, incluso la OTAN que, aunque no nos sirva cuando Marruecos invada Ceuta y Melilla, algo contiene al independentismo. La Constitución ha fomentado el segregacionismo porque está siempre abierta, es dispositiva. Además, los socialistas catalanes, que son rencorosos, han sido una cantera para el independentismo. El catalanismo, sin embargo, ha incorporado a los inmigrantes mejor que el nacionalismo vasco. Todo lo que entra en el espacio de Cataluña (acuérdate de los "otros catalanes" de Candel) lo catalaniza. O sea, produce a gente como Rufián, rufianes. La lengua catalana es accesible pero inútil. La vasca no es accesible y además el nacionalismo no absorbe, sino que desprecia. El secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco fue un escarmiento a los españoles que se instalaron allí. Los catalanes aceptarían un sistema federal, pero los nacionalistas vascos en absoluto. Pero, vamos, que en Cataluña tampoco hay presencia del Estado".

"En España hay antisemitismo y antisionismo"

Juaristi se ha convertido en un experto consumado en judaísmo, sionismo y antisemitismo. Es ineludible preguntarle si en España existe judeofobia. "España ha sido antijudía mucho tiempo, pero sin tener una referencia clara del judaísmo. A partir de 1492 hay conversos, no hay judíos. Desde el siglo XV, la Inquisición se ocupa especialmente de tener a raya a los conversos, no porque judaizaran, sino porque los conversos eran un elemento social inestable, similar a la burguesía y por lo tanto transformador. En España se crea el mito del criptojudaísmo. Siempre ha habido prevención contra lo judío, pero sin referente judío. Lo que subsiste en España es la concepción de que es el pueblo deicida. Desde esa perspectiva, siendo España una unidad católica, sobraban los judíos y los moros. Se hace una sociedad muy homogénea hasta el siglo XIX. El decreto de expulsión de los judíos del 30 de marzo de 1492 sigue vigente a lo largo de 1800 hasta el sexenio republicano. Las Cortes de Cádiz no se atreven a derogarlo. Los únicos judíos que hay en España son los de los pasos de Semana Santa".

"En la derecha, la hostilidad era religiosa y en la izquierda es contra Israel, al que la derecha tiene un cariño desaforado, pero no la izquierda"

La exposición es interesante, y Juaristi sigue. "En el siglo XIX empiezan a aparecer algunos agentes judíos de los Rothschild para la construcción de ferrocarriles e infraestructuras, pero tampoco alarman mucho. Sin embargo, se cruza en ese siglo la revolución liberal con el espantajo de la derecha católica que lanza la proclama del contubernio judeo-masónico. Esto es general en la Iglesia católica. Algo empieza a cambiar bajo la República, porque al ser laica, hay una serie de editoriales que, por reacción, llegan a publicar varias ediciones de Los protocolos de los sabios de Sion. Hay cinco ediciones entre 1932 y 1934, dos en Madrid, una en Burgos y dos en Bilbao. Aparece entonces un antisemitismo de síntesis, no solo católico, que sirve a los nazis, prepara a la derecha española para admitir un antisemitismo que es el moderno, el nazi en combinación con el viejo antijudaísmo católico. Ese mecanismo funciona, por ejemplo, en los muchachos que van a la División Azul. Luego está la intervención de diplomáticos como Sanz Briz, pero en España no se tiene noticias de su ayuda a los judíos en la época nazi". [La semana pasada la Comisión de Cultura y Deportes del Congreso rechazó una proposición no de ley presentada por Vox, votada favorablemente por el PP y Ciudadanos, para conmemorar al diplomático español que salvó a miles de judíos en Budapest en 1944 siendo encargado de negocios de España en la capital húngara. La izquierda y los independentistas se opusieron porque entendían que se blanqueaba el franquismo. Sanz Briz está considerado por los judíos Justo de la Naciones]

¿Hay una izquierda antisemita? "Sí, pero es antisionista. Por ejemplo, la reacción de Ada Colau que rompe la fraternidad de Barcelona con Tel Aviv. Pero también la reacción de todo Podemos. Tampoco en el socialismo la simpatía estaba muy extendida. En la derecha la hostilidad era religiosa y en la izquierda es contra Israel, al que la derecha tiene un cariño desaforado, pero no la izquierda. El PNV era muy proisraelí, pero muy antisemita".

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Foto: A. B.

¿Por qué judío? "Yo entré en el judaísmo alemán, es la corriente reformista. Es un tipo de judaísmo que tiene aportaciones del protestantismo. Es la única rama del judaísmo que dispone de un pensamiento teológico. El otro judaísmo es muy legalista, tiene un pensamiento jurídico obsesivo, pero no tiene nada parecido a una teología".

¿Pero eso no explica tu conversión al judaísmo? "En el País Vasco hubo una figura fundamental: Gabriel Moral Zabala, que era el jefe de las juventudes del PNV en los años cincuenta del siglo pasado. Estudió economía y filosofía. Patxo Unzueta le dedicó su libro Los nietos de la ira así: "A Gabriel Moral, que venía de vuelta cuando nosotros íbamos". Cuando Moral Zabala había dejado ya el nacionalismo vasco, se convirtió al judaísmo en 1968. Teníamos reuniones con él mientras ETA seguía matando y debatíamos sobre la ética ante lo que ocurría. Una vez le planteé que, sin un fundamento trascendente, la ética no puede existir. Él dijo: como no todo está permitido, es posible que Dios exista. Y esa reflexión, esa razón, es la que me convenció. Hay cosas, ciertamente, que si no existiese Dios estarían permitidas. La condena moral requiere un fundamento trascendente. El judaísmo no dispone propiamente de una fe, sino que asume una confianza que consiste en que, si no todo está permitido, es porque existe Dios. El judaísmo, por eso, tiene mucho más que ver con la ley que con Dios. Todo esto me convenció bastante junto con el rechazo a la idolatría, con el hecho de no buscar ningún sustituto de Dios. La idolatría es caer de rodillas ante algo, ante cualquier sustituto de Dios. El segundo mandamiento es "no tomarás el nombre de Dios en vano". La idolatría toma en vano el nombre de Dios. Cualquier cosa que se diga de Dios es calumniarle".

Hay que saltar de don Miguel de Unamuno a Jon Juaristi (Bilbao 1951) para enlazar a los dos más grandes intelectuales vascos de los siglos XX y XXI. El filólogo es un hombre pequeño, pero de presencia rotunda; habla casi en susurro, pero se le entiende todo; del catolicismo familiar —integrista y nacionalista, con injertos socialistas— ha pasado al judaísmo, de cuya entraña teológica habla con un dominio y una maestría sorprendentes. Vascoparlante como el mejor, aprendió el idioma a los 11 años porque —me dice y es cierto— "los nacionalistas de Bilbao no lo hablaban".

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