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Pablo Iglesias gana el pulso a Yolanda Díaz en la operación "arrinconar a Podemos"
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La guerra a tres bandas

Pablo Iglesias gana el pulso a Yolanda Díaz en la operación "arrinconar a Podemos"

El partido de Montero y Belarra, con esa mezcla de acción institucional y de activismo mediático, está imponiendo sus tesis en la batalla de la izquierda. La vicepresidenta segunda ha iniciado las negociaciones con los morados

Foto: Diana Morant, Yolanda Díaz, Irene Montero e Ione Belarra. (EFE/Fernando Alvarado)
Diana Morant, Yolanda Díaz, Irene Montero e Ione Belarra. (EFE/Fernando Alvarado)
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Pablo Iglesias está imponiendo sus tesis en la batalla de la izquierda. Es una confrontación peculiar, porque se desarrolla a tres bandas y porque está contenida por la posibilidad de un daño mayor si las hostilidades aumentan. PSOE, Sumar y Podemos deben enfrentarse para contar con un electorado propio, pero sin hacerse mucho daño, ya que romper del todo abocaría a consecuencias electorales muy negativas.

En esa partida, la parte más pequeña, la más desgastada, es la que está logrando imponer su voz. Distintas fuentes de las diversas partes de la coalición, aseguran que Yolanda Díaz y Podemos ya han empezado a negociar cómo será la candidatura para las generales bajo el paraguas Sumar y que la vicepresidenta segunda va a aceptar a Irene Montero y a Ione Belarra en un lugar destacado de sus listas.

Foto: Pablo Iglesias. (EFE/Mariscal)

Se apuntan varias razones para ese cambio. La primera es obvia: la presentación de tres candidaturas en la izquierda resultaría muy dañina por el sistema electoral y ofrecería una muy negativa sensación de desunión y de imposibilidad de acuerdos en un instante en que las encuestas dan como ganadoras a las derechas. Iglesias, además, puede aportar un extra. Las tres izquierdas que han dado lugar a la mayoría de investidura, PSOE, Sumar (es decir, Más Madrid-País, Comunes y Compromís) y la entente Podemos-ERC-Bildu serán necesarias para conseguir mayoría parlamentaria. Díaz no puede ejercer de puente con las formaciones catalana y vasca porque desconfían profundamente de ella, en especial ERC. Lo que aporta Iglesias, en este terreno, va más allá de los votos.

Por último, el repliegue combativo de Podemos para asentar su electorado, lo que les garantiza un porcentaje de votantes propio, es también relevante: lo poco que aporten numéricamente puede resultar necesario. Estos factores están llevando a Díaz a aceptar una participación de Podemos en Sumar más elevada de lo que le aconsejaban buena parte de los suyos y de lo que ella misma deseaba.

Arrinconar a Podemos

El plan era otro. Las autonómicas y municipales debían ser la constatación del fracaso de Podemos. Los comicios de mayo estaban diseñados como una pugna entre IU y Podemos, que lideran las confluencias en gran parte de los territorios, y los socios de Díaz, que concurrían por su cuenta. La vicepresidenta se mantendría al margen, salvo apoyos puntuales a territorios en los que esperaba obtener buenos resultados. Las previsibles malas cifras del partido de Iglesias, junto con el buen recorrido de las formaciones afines a Yolanda, como la de Mónica García o Ada Colau, retratarían la falta de apoyo social de Podemos. La vicepresidenta encontraría así el camino despejado para tejer unas listas propias para las generales. Los de Iglesias tendrían que ceder ante la fuerza de los hechos.

Podemos ha subrayado insistentemente la posibilidad de que Sánchez adelantase las generales para presionar a Yolanda Díaz

Sabedores de esa debilidad de partida, en Podemos han tratado de forzar las negociaciones y los acuerdos para las generales antes de que las municipales y las autonómicas se celebrasen. Lo intentaron insistiendo en la posibilidad de que Sánchez, al constatar su caída en las encuestas, adelantara las generales a los comicios de mayo y provocase un superdomingo electoral. De ser así, la formación de Díaz quedaría a la intemperie porque no habría tenido tiempo de conformarse. En Moncloa han negado repetida y rotundamente esa posibilidad, con un never, never, never, y han señalado que las generales se celebrarán al final de la presidencia europea. No ha sido óbice para que Podemos repita con insistencia que el adelanto electoral está en las previsiones de Sánchez: era una forma de presionar a Díaz.

Al mismo tiempo, trataron de forzar las negociaciones mediante un ultimátum. Podemos avisó de que los acuerdos tendrían que estar cerrados antes de marzo, tanto para evitar la jugada de Díaz, como para que la vicepresidenta se implicase en la campaña municipal, algo que no tenía pensado hacer salvo en ciudades muy concretas.

En esa pugna, en la que está en juego no tanto la existencia de la coalición bajo el paraguas Sumar, que se da por descontada, sino el peso de Podemos en ella y la libertad de Díaz para confeccionar las listas, hay factores añadidos. Entre ellos, el interés del PSOE, que señala que su izquierda debería acudir unida a las generales, pero también a los comicios de mayo. Para transformar hay que gobernar, y no se podrá hacer, aseguran, si PP y Vox suman más que la izquierda. Esa necesidad, apuntan fuentes de la coalición, es entendida por Sánchez, que estaría presionando para que la fragmentación no se produzca.

La distensión

En las últimas fechas, varias señales subrayan el acercamiento entre Díaz e Iglesias. La aceptación de una mesa de partidos, a propuesta del ministro de Consumo, Alberto Garzón, es una de ellas. Además, Díaz ya ha recibido los programas de sus grupos de trabajo, aquellos que había constituido mediante grupos de expertos para tejer un programa de país. No se han hecho públicos. Quizá porque no es el momento, ya que tendrían que darse a conocer cuando se presentara Sumar y no antes, quizá porque, aseguran desde el otro lado de la izquierda, hay que dar en ellos un papel a las posturas de Podemos. No tendría sentido anunciar ahora un programa que después sería modificado.

Confrontar el 8-M con el Gobierno y con la derecha conseguirá que Podemos afiance su posición y gane voto: ese es su propósito

La ley del sí es sí era otra ocasión idónea para que Díaz se diferenciara claramente de los morados, si esa fuera su intención. No lo hizo, más al contrario. Repitió su mensaje habitual de acuerdo y discreción, pero pactó mantener con Podemos la unidad de voto en la reforma de la ley impulsada por el PSOE.

Este hecho es relevante en la medida en que forma parte de una estrategia de Podemos para asentar un espacio propio. El retraso en la tramitación de la reforma permite a los de Montero hacer bandera de su ley en el 8-M. Una de sus creencias firmes, desde antes de llegar al Gobierno, era que las mujeres, y en especial las jóvenes, son un grupo de población en el que tienen ventaja electoral. Confrontar ese día con el Gobierno y con la derecha conseguirá que Podemos afiance su posición y gane voto. El 8-M es mucho más oxígeno para Podemos que para Díaz.

Al mismo tiempo, Podemos insiste en establecer una diferencia sustancial con el Gobierno, lo que este no ve mal, porque les conviene a ambos de cara a las elecciones. En este aspecto, la apuesta de Podemos por poner en el foco la guerra de Ucrania y de proponer una solución negociada lo antes posible, será una baza que jugarán habitualmente durante los próximos meses. Del mismo modo, propuestas económicas más atrevidas, como bonificar el 14% la cesta básica de alimentos, contribuyen a subrayar su perfil a la izquierda del PSOE. Como lo ha hecho Díaz con la revisión de los días de indemnización del despido improcedente.

Madrid, el cuello de botella

El problema, más que el hecho de la unión, será el reparto de las listas. La idea de IU de que Sumar convoque primarias para las generales no tiene mucho sentido si los acuerdos no han llegado antes. Si las elecciones de mayo salen mal, y es probable, conforme señalan las encuestas, un proceso de primarias al que concurran candidaturas enfrentadas, no hará más que profundizar la sensación de división.

Según fuentes de la coalición, el cuello de botella más significativo para las listas está en Madrid, donde Díaz ocuparía el número 1 e Irene Montero el 2. A partir de ahí, las disputas serán notables. Habría que añadir representantes de Más Madrid e IU, además de Ione Belarra y las personas de confianza de Díaz. ¿Irá Errejón por delante de Belarra? ¿Belarra se presentará por Madrid o encabezará la lista de una provincia del mismo modo que Garzón va por Málaga? ¿Preferirá Mónica García, la líder de Más Madrid, a uno de los suyos antes que a Errejón? ¿Cuál será la posición de Enrique Santiago? Las negociaciones van a ser complicadas, pero todos ellos saben que están condenados a ir juntos si quieren tener alguna opción. Dados los antecedentes, es probable que el culebrón de las listas se dilate. Sin embargo, y más allá de las pugnas típicas en la izquierda, sí parece que el juego de arrinconar a Podemos y dejarlo con un lugar menor en el nuevo espacio político no está saliendo bien.

Pablo Iglesias está imponiendo sus tesis en la batalla de la izquierda. Es una confrontación peculiar, porque se desarrolla a tres bandas y porque está contenida por la posibilidad de un daño mayor si las hostilidades aumentan. PSOE, Sumar y Podemos deben enfrentarse para contar con un electorado propio, pero sin hacerse mucho daño, ya que romper del todo abocaría a consecuencias electorales muy negativas.

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