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Moncloa asume que un adelanto electoral beneficia al PP y se conjura para resistir
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Moncloa asume que un adelanto electoral beneficia al PP y se conjura para resistir

La estrategia de estirar la legislatura tiene que ver también con la esperanza de Moncloa de que los gobiernos autonómicos del PP con Vox acaben pasando factura a Feijóo

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/'Pool' Senado/David Corral)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/'Pool' Senado/David Corral)
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El Gobierno no tiene ninguna intención de adelantar las elecciones, previstas para dentro de año y medio. Si ya había pocas dudas en Moncloa, estas han acabado de disiparse por el resurgir del PP tras la llegada a Génova de Alberto Núñez Feijóo y la posibilidad de que el 19-J aliente un cambio de ciclo. Fuentes del Ejecutivo asumen que anticiparlas beneficiaría los intereses electorales de Feijóo al asegurar que el gallego fía su plan a que las generales se convoquen poco después de las andaluzas. La misma estrategia, dicen, con la que fantaseaba su antecesor, Pablo Casado: arrancar el año con Castilla y León, seguir con Andalucía y aprovechar esta ola para rematar con los comicios nacionales. Esto no va a pasar porque no se van a precipitar, afirman las mismas fuentes.

Tampoco habrá 'superdomingo' electoral, haciendo coincidir las municipales y autonómicas del próximo mes de mayo con las generales, un escenario que comenzó a moverse hace semanas en las filas del Partido Popular, donde atisban que el desgaste de Pedro Sánchez podría llevarle a pulsar el botón rojo antes de tiempo para salvarse de la quema. Sin embargo, tanto en Ferraz como en Moncloa insisten en que se agotará el mandato. Las malas perspectivas de la izquierda en su histórico feudo andaluz no hacen otra cosa que reforzar la estrategia de resistir año y medio para que el tiempo disipe un posible efecto contagio en las urnas. También para pinchar el efecto Feijóo, al entender que irá diluyéndose al no poder mantenerse de forma indefinida.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Fernando Alvarado)

La estrategia de estirar la legislatura tiene que ver también con los cálculos de Moncloa de que los gobiernos autonómicos del PP con Vox les acaben pasando factura. Tras la coalición en Castilla y León, fuentes del Ejecutivo señalan que la acción de Feijóo se verá dificultada si en Andalucía se replica un Gobierno de la derecha con la ultraderecha, sustituyendo a Ciudadanos por Vox como socios de coalición. Santiago Abascal aprovechaba su intervención este miércoles en el Congreso para dirigirse al PP y tender su mano: "No hay otra alternativa que ponernos de acuerdo todos aquellos que queremos echar a Pedro Sánchez del poder".

El mensaje que reiteró el líder de Vox en sede parlamentaria implica, en el fondo, una advertencia directa a Alberto Núñez Feijóo: la única alternativa para cambiar las siglas de Moncloa pasa por una alianza entre PP y Vox pese a las reticencias de Génova de mirar a su derecha. Entienden los de Abascal que revalidar una coalición como la de Castilla y León en Andalucía y el resto de España agotaría las posibilidades de un Sánchez aparentemente malherido para repetir. "Aunque voten sus leyes climáticas, aunque mantengan sus leyes de memoria histórica o de género, da igual. Nada es suficiente para el PSOE. Nunca les van a respetar", avisó el líder de Vox.

Abascal criticó a Feijóo por mantener abierta una vía de negociación con Sánchez cuando este se dirige al PP como un "estorbo", una actitud que, defienden, solo alarga la permanencia del presidente en la Moncloa. Los populares, por su parte, continúan firmes en la estrategia de ignorar a Vox para evitar que crezca a su derecha en Andalucía y termine condicionando el futuro Ejecutivo de Juanma Moreno.

En paralelo, el PP está centrando una buena parte de sus ataques al Gobierno en señalar su división interna, por las tensiones entre PSOE y Unidas Podemos. La portavoz de los populares en el Congreso, Cuca Gamarra, centró en esta cuestión su pregunta a Sánchez durante la sesión de control, cuestionando la falta de cohesión entre los socios de coalición. Unas diferencias que asoció a la inestabilidad, justificando así la necesidad de acudir a las urnas cuanto antes. El diputado del PP Carlos Rojas, que se encargó de interrogar a la vicepresidenta Nadia Calviño afeando su gestión de la crisis económica, echó mano incluso del "váyanse", tratando de azuzar la sensación de un fin de ciclo. "Me voy a quedar y voy a aspirar a ganar las elecciones en 2023", aseguró por su parte Pedro Sánchez, negando tanto la posibilidad de un adelanto como los rumores de que no vaya a repetir como candidato.

Las diferencias en el seno de la coalición se volvieron a visibilizar en el pleno de esta semana. Los socialistas votaron en contra de la toma en consideración de una propuesta de ley de Unidas Podemos para subir los impuestos a las grandes fortunas de más de 10 millones de euros. Los morados, por su parte, se dividieron respecto a la propuesta de ley del PSOE para abolir la prostitución. Los siete diputados de la confluencia catalana de En Comú Podem votaron en contra, mientras que los de Podemos e IU lo hicieron a favor. Se trata de unos posicionamientos que dejan en papel mojado el protocolo de funcionamiento parlamentario del que se dotaron las dos fuerzas del Gobierno al inicio de la legislatura para coordinar su acción en el Congreso. Los conflictos también se han intensificado en pleno arranque del ciclo electoral en asuntos que van de la política exterior a las medidas sociales para mitigar las consecuencias económicas de la crisis.

Foto:  Grupo de feministas que apoyan la proposición de ley orgánica. (EFE/Zipi)

Los incumplimientos de este acuerdo se multiplican, mientras que los morados acrecientan su ánimo para diferenciarse del socio mayoritario del Ejecutivo. Una realidad que, según ha alertado Sánchez desde la tribuna, alentaría la desmovilización del electorado de izquierdas. La abstención es uno de los principales enemigos de los socialistas de cara al 19-J, según coinciden en señalar las encuestas. "Si me pregunta qué es lo que desmoviliza a la izquierda, creo que es que nos afanemos en ocasiones más de lo debido en subrayar las diferencias y no las alianzas en favor de las conquistas" del Gobierno, espetaba el jefe del Ejecutivo en su réplica en el pleno del Congreso al portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique.

En Unidas Podemos manifiestan la misma voluntad de agotar la legislatura, pese a visibilizar sus distancias con los socialistas y señalar las limitaciones de cogobernar con ellos. La negociación de los presupuestos del próximo año será un punto de inflexión que determinará el oxígeno de la coalición para llegar al final del mandato. Unas negociaciones que se antojan más complejas que las anteriores. El PSOE se resiste a sacar de la nevera la reforma fiscal, la principal reivindicación que ya están poniendo sobre la mesa sus socios de gobierno para apoyar las cuentas. Por otra parte, Unidas Podemos se opone a aumentar el gasto militar. Un compromiso que volvía a reiterar Sánchez en su comparecencia en el Congreso y que previsiblemente se solemnizará a final de mes en la cumbre de la OTAN que acogerá Madrid.

El Gobierno tiene margen para prorrogar las actuales cuentas, pero el rechazo de Unidas Podemos sería incompatible con su continuidad en la coalición. La máxima de Moncloa, con todo, pasa por no variar el calendario trazado y entienden que a quienes menos les interesa romper es a los morados. Los socialistas buscan ganar tiempo para templar el efecto Feijóo y tener un mayor margen de maniobra para corregir la situación económica antes de acudir a las urnas.

El Gobierno no tiene ninguna intención de adelantar las elecciones, previstas para dentro de año y medio. Si ya había pocas dudas en Moncloa, estas han acabado de disiparse por el resurgir del PP tras la llegada a Génova de Alberto Núñez Feijóo y la posibilidad de que el 19-J aliente un cambio de ciclo. Fuentes del Ejecutivo asumen que anticiparlas beneficiaría los intereses electorales de Feijóo al asegurar que el gallego fía su plan a que las generales se convoquen poco después de las andaluzas. La misma estrategia, dicen, con la que fantaseaba su antecesor, Pablo Casado: arrancar el año con Castilla y León, seguir con Andalucía y aprovechar esta ola para rematar con los comicios nacionales. Esto no va a pasar porque no se van a precipitar, afirman las mismas fuentes.

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