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Sánchez enfila el debate de la nación con la amenaza de un "todos contra el presidente"
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Sánchez enfila el debate de la nación con la amenaza de un "todos contra el presidente"

Llega en horas bajas, aunque se aferrará a su gestión y anunciará nuevas medidas. Los socios serán duros y el PP se centrará en la economía para evidenciar el fin de ciclo

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Emilio Naranjo)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Emilio Naranjo)
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Sánchez llega al debate del estado de la nación en horas bajas. El calendario de Moncloa se ha vuelto a truncar. El plan era llegar a la cita en el Congreso llevado por la inercia del éxito de la cumbre de la OTAN, pero lo doméstico se ha complicado. La polémica por el incremento del gasto en Defensa ha vuelto a sacudir la coalición, que tendrá que afrontar su último año en el alambre para dar espacio electoral a los socios de cara a las citas electorales de 2023. El presidente y Yolanda Díaz comparten intereses, tanto en el presente como a futuro, pero ambos saben que, como ha ocurrido en esta semana, tendrán que marcar distancia para dar alas a la plataforma Sumar.

El cálculo de los socialistas es que la vicepresidenta tercera pueda alcanzar entre 20 y 30 diputados que permitan al PSOE repetir el Frankenstein sin llegar a ser nunca una amenaza. "Ocupará el espacio de la mejor etapa de Izquierda Unida", vaticina un ministro que, lejos de amedrentarse con las últimas encuestas, considera que todavía es posible la remontada. Con este espíritu afronta Sánchez su discurso del próximo día 12. El inquilino de la Moncloa está "disgustado", según reconoce una de las personas que más años ha estado a su lado. Es bautismo en este formato y, aunque se maneja bien como parlamentario, llega en una posición de debilidad.

Sánchez reivindicará la coalición como modelo para gobernar, pese a todas las discrepancias

El varapalo en Andalucía ha supuesto una convulsión en el PSOE y las heridas siguen abiertas. Sánchez achaca a la batalla de egos entre Adriana Lastra y Santos Cerdán los problemas de comunicación del partido y los pésimos resultados. Él defiende su gestión y lo volverá a hacer en el Congreso. Parte de su intervención la dedicará a poner en valor las medidas que ha ido aprobando a lo largo de la legislatura, pese a las dificultades sobrevenidas, como la pandemia o la invasión rusa de Ucrania. Quiere dar voz a su legado frente al déficit de comunicación que achaca a los portavoces oficiales. Héctor Gómez tiene una oportunidad para reivindicarse. Los cambios en Ferraz se han retrasado, pero siguen latentes, al igual que el pulso en Moncloa entre un Óscar López en horas bajas y un Antonio Hernando al alza. Aquí se fraguará el texto con el que el presidente se enfrentará al hemiciclo.

Si algún socialista crítico espera que Sánchez, tras los últimos episodios, marque distancias con Podemos, que abandone toda esperanza. La coalición es la baza electoral y se esforzará en remarcar su utilidad como la única opción social y de izquierdas frente al PP y Vox. El principal riesgo con el que puede toparse Moncloa es que el debate se acabe convirtiendo en un "todos contra Sánchez". Llegan con el bloque de la investidura fracturado y asumen que cada partido buscará el foco. Para contrarrestar, se esperan anuncios en materia social con el fin de insistir en que, pese a la inflación desorbitada, los datos de empleo desmienten el alarmismo de la oposición.

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El presidente apelará a la responsabilidad de la Cámara para pedir apoyo a los Presupuestos, incluido el gasto en Defensa comprometido con los socios atlantistas. Mirará a derecha e izquierda sin reparos desde el púlpito de presidente. En ambos lados va a encontrar los cuchillos afilados. Podemos apretará para capitalizar el discurso de apoyo a los "olvidados por el poder" y también retomará sus banderas ideológicas, exigiendo la derogación de la ley mordaza y la aún pendiente ley de vivienda.

Pablo Echenique ahondará en la llaga del incremento de las partidas del departamento de Margarita Robles. Los morados apretarán para que se dé más dinero a la sanidad, educación o al escudo social de los más necesitados. El objetivo es que se perciba que ellos encarnan el ala social de la coalición frente al PSOE. Elevarán el precio de su "sí" a las futuras cuentas, a las que les queda un duro trámite parlamentario. Como adelantó este periódico, también tensarán la cuerda con el impuesto a las eléctricas que la parte caoba del Ejecutivo ha anunciado, pero que aún no ha escrito en el BOE.

placeholder El PSOE no se fía de la relación a futuro con ERC. (EFE)
El PSOE no se fía de la relación a futuro con ERC. (EFE)

Con ERC "nunca se sabe", afirma un destacado miembro del PSC que espera un discurso duro por parte de Gabriel Rufián. Al catalán, en horas bajas en su formación, le gusta lucirse y, pese a que ya hay cerrado un encuentro entre Sánchez y Pere Aragonès para el próximo viernes, el tono no será conciliador. El espionaje con Pegasus sigue en los asuntos pendientes y en la bancada azul esperan un nuevo repaso a la lista de la compra. Con la Generalitat se cerrará reunir a la llamada "mesa de diálogo", aunque en privado, fuentes socialistas aseguran que no hay contenido. Si los republicanos siguen enrocados en la amnistía de los condenados por el 'procés' y la autodeterminación, no habrá avances, insisten las mismas fuentes.

Moncloa trabaja en recomponer el diálogo con ERC porque sabe el desgaste que supone para el Gobierno evidenciar la debilidad parlamentaria en cada votación. El tono será siempre complaciente, pero se sienten fuertes porque a los independentistas no les interesa que en España gobierne la derecha. Aquí está el pegamento de la mayoría de la investidura. Entre los vascos, la sorpresa puede darla el PNV. Los de Íñigo Urkullu empiezan a notar que el giro a la izquierda les penaliza. Bildu rentabiliza ser la muleta de Sánchez, pero a ellos los está desgastando. Vislumbran el liderazgo "moderado" de Feijóo como una posible alternativa, siempre que Vox no entre en la ecuación.

Feijóo no tiene nada que perder. Será espectador. Él en ningún caso se examina

El líder del PP está preparando la intervención en el debate del estado de la nación, pero no podrá defenderla. Lo seguirá en su condición de senador. Será la portavoz, Cuca Gamarra, la que confronte con Sánchez. Ella se ha crecido desde que la salida de Casado la puso en primera línea. Habrá mano tendida a Sánchez para llegar a acuerdos en asuntos de Estado, pero también se buscará poner en evidencia que el presidente ya no es capaz de gobernar. La sombra del "pato cojo" es una baza para un PP que llega empoderado por las encuestas y tras una mayoría absoluta histórica en Andalucía. Para Feijóo no hay riesgos. Él en ningún caso se examina.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

"Economía, economía y economía", apuntan en Génova, donde explican que se pondrá sobre la mesa parte del programa con el que los populares esperan gobernar España. Bajada de impuestos a las rentas más bajas, reducción del IVA del gas como se ha hecho con la electricidad, recortes en el gasto de la administración… El PP exigirá que se incorporen sus propuestas si el Ejecutivo espera sus votos para el decreto anticrisis, en Defensa o en la renovación del Consejo General del Poder Judicial. "Si no se sientan a negociar, que no den por hecho que pueden contar con nosotros".

La condición de mero observador de Feijóo da al líder de Vox la ocasión de erigirse en portavoz de la oposición. Necesita dar al partido de ultraderecha un impulso tras el fracaso de Macarena Olona en Andalucía. Les ha costado sujetarla en el parlamento andaluz. Ella quería volver a Madrid, pero la dirección del partido le ha avisado que sería "acabar con su carrera política". Hay expectación por el nivel de dureza del tono del discurso de Abascal porque, en el mensaje, fuentes de la formación apuntan a que "es el momento de evidenciar que Sánchez no tiene soluciones para la crisis que llega". El otro eje será exponer a un presidente "preso" de los pactos con Bildu y los independentistas que someten los intereses de España. Inés Arrimadas, por su parte, lleva toda la semana de reuniones para el que será su primer debate de la nación. Recriminará a PSOE y PP haber bloqueado su celebración en los últimos años. Busca propuestas con las que sorprender y mostrar el camino de lo que será su "refundación". Se suman al diagnóstico de que Sánchez es el problema, no la solución. Será difícil encontrar su hueco.

La previsión es que el presidente esté solo e incómodo. ¿Con qué mayoría quiere aprobar las leyes? Preguntarán unos y otros. Él se maneja bien en la contradicción y puede estar tranquilo, porque aquí no le pueden hacer un Boris Johnson, aunque en el PSOE son cada vez más los que ven el sanchismo acabado. "Habrá que esperar a que pierda las elecciones para volver a empezar", se escucha en los territorios. Ese es otro debate.

Sánchez llega al debate del estado de la nación en horas bajas. El calendario de Moncloa se ha vuelto a truncar. El plan era llegar a la cita en el Congreso llevado por la inercia del éxito de la cumbre de la OTAN, pero lo doméstico se ha complicado. La polémica por el incremento del gasto en Defensa ha vuelto a sacudir la coalición, que tendrá que afrontar su último año en el alambre para dar espacio electoral a los socios de cara a las citas electorales de 2023. El presidente y Yolanda Díaz comparten intereses, tanto en el presente como a futuro, pero ambos saben que, como ha ocurrido en esta semana, tendrán que marcar distancia para dar alas a la plataforma Sumar.

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