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El PP desconfía del acuerdo de Sánchez con Rabat y teme por Ceuta y Melilla
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CONFLICTO DEL SÁHARA

El PP desconfía del acuerdo de Sánchez con Rabat y teme por Ceuta y Melilla

El primer partido de la oposición denuncia el "secretismo" del Ejecutivo y exige que publique el dosier pactado con Marruecos. Feijóo eleva el tono de sus críticas contra el Gobierno

Foto: El candidato a presidir el PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d). (EFE/Juanjo Martín)
El candidato a presidir el PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d). (EFE/Juanjo Martín)

Marruecos ha utilizado históricamente la inmigración como vía para presionar a Madrid y defender sus intereses económicos o territoriales, especialmente en la propuesta de ofrecer una autonomía al Sáhara Occidental bajo el control de Rabat. A pesar de la presión, España siempre se había parapetado tras las resoluciones de Naciones Unidas respecto al conflicto, y la posición histórica del PSOE pasaba por "la autodeterminación" del pueblo saharaui. Al menos, hasta ahora. Hace cinco días, el Gobierno escenificó un giro copernicano a su tradicional postura y dio un espaldarazo sin precedentes a Mohamed VI en su histórica pretensión territorial. La "opacidad" con la que se ha llevado a cabo la decisión ha ampliado viejas grietas en el seno de Moncloa y despertado fuertes recelos en el PP, primer partido de la oposición, sobre el contenido, alcance y consecuencias de un acuerdo del que, aseguran, no conocen "ni una línea".

El convenio entre Madrid y Rabat ha encendido todas las alarmas en el partido que comandará oficialmente Alberto Núñez Feijóo en unos días. El anuncio de una "nueva etapa" con Marruecos sobre la base del respeto a la "integridad territorial" de España no convence a los populares, que miran con "preocupación" las consecuencias que la última cesión del Gobierno a Mohamed VI pueda acarrear, especialmente sobre la soberanía de Ceuta y Melilla, aunque también de Canarias. Varias son las señales de alerta que han puesto al PP en guardia. Primero, el "secretismo" con el que Pedro Sánchez ha llevado a cabo la operación, sin informar siquiera al Consejo de Ministros de sus intenciones; segundo, el hecho "inédito" de que fuese Marruecos el que anunciase la redefinición de las relaciones con Madrid, y tercero, que Sánchez se resista a hacer público el "dosier más importante" de las relaciones diplomáticas españolas de los últimos años.

Foto: José Manuel Albares en una imagen de este lunes. (EFE/Hoslet)

Oficialmente, los populares evitan posicionarse sobre el conflicto del Sáhara. Su posición, reiteran distintas fuentes autorizadas, no es otra que la de alcanzar un acuerdo en el marco de Naciones Unidas, cuya última resolución apuesta por una salida política "realista, viable y duradera" entre las partes. Pero en el primer partido de la oposición deslizan que el "volantazo" de Sánchez con Rabat se sale de los cauces marcados por el derecho internacional, y recelan del hecho de que la soberanía española de Ceuta, Melilla y Canarias haya estado en la mesa de negociación y forme parte de una carta de la que no se conoce el contenido, "ni tan siquiera la fecha". "¿A qué se ha comprometido exactamente Marruecos? ¿Cuáles son las contrapartidas que se han negociado?", se preguntan las fuentes consultadas.

En el PP canario tampoco salen de su asombro. Allí, el espaldarazo de Sánchez a Mohamed VI no se ha recibido con el mismo entusiasmo con el que lo ha hecho el presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, quien sí ha aplaudido el acuerdo entre España y Marruecos. El presidente del PP de Canarias, Manuel Domínguez, desliza que los compromisos de Marruecos respecto a la integridad territorial de España podrían quedar en papel mojado por la posición de fuerza con que cuenta ahora Rabat respecto al Sáhara Occidental. "Hay demasiadas preguntas por resolver", circunscribe el dirigente. "Por ejemplo, conocíamos las pretensiones de Marruecos respecto a Ceuta y Melilla, pero no que Canarias estuviese también en el puzle. La pregunta es, ¿llevará Marruecos más lejos sus peticiones a España? ¿Y cuál será la reacción del Frente Polisario o de Argelia?", cuestiona.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Guglielmo Mangiapane) Opinión

La que abrió la veda públicamente en el PP sobre la cuestión de la soberanía de Ceuta, Melilla y Canarias fue Isabel Díaz Ayuso. Ya el pasado domingo, la presidenta madrileña reaccionó a un tuit en que el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, se hacía eco de una noticia en la que se afirmaba que, tras el paso adelante de Sánchez, Marruecos desistiría de sus reivindicaciones sobre las islas y las dos ciudades autónomas españolas. "El Gobierno reconoce tan contento que en una negociación, al margen de todos los españoles, ha tratado la soberanía de Canarias, Ceuta y Melilla", escribía en Twitter. "Marruecos no tiene ninguna razón histórica sobre Ceuta y Melilla, pero la pregunta es, ¿por qué Sánchez mete también a Canarias? ¿Qué están negociando?", exclamaban en el equipo de Ayuso.

La madrileña volvió a recuperar el mismo argumento en una entrevista televisiva en la mañana del lunes, donde volvió a censurar al Gobierno por presumir de haber puesto encima de la mesa de negociación la integridad territorial de España, a espaldas de la "opinión pública" y del Congreso. El que también ha elevado el tono públicamente es Alberto Núñez Feijóo, que el pasado fin de semana no dudó en tachar de "temeridad" la sorpresiva decisión de Moncloa. "Estaremos vigilantes con las reacciones de la ONU y de Argelia y no admitiremos ninguna ambigüedad sobre Ceuta y Melilla", avanzó el próximo presidente del PP el pasado sábado.

Con el paso de los días, el gallego intensificó el tono de sus críticas al Gobierno, no tanto por el fondo como por las formas en que el Ejecutivo ha dado un giro drástico a la postura internacional de España, del que, asegura, aún no ha informado de un modo pertinente al primer partido de la oposición. "Un cambio drástico en la política exterior no puede ser decidido por un Gobierno, y menos por un partido", insistió Feijóo, que no ha dudado en tildar a Sánchez de "déspota" y "autista" por romper de forma "unilateral" un "consenso internacional que habían construido la UCD, el PSOE de Felipe González y los gobiernos de Aznar y Rajoy". La decisión de Sánchez de actuar "a espaldas de todos" pone también en cuarentena el afán pactista con el que el presidente de la Xunta pretendía desembarcar en la política nacional y trunca, en parte, su intención de ofrecer "acuerdos de Estado" a los socialistas.

Por su parte, Vox ha decidido mantener un perfil bajo respecto a la polémica del Sáhara y, aunque ha evitado posicionarse sobre la reivindicación histórica de Marruecos, sí ha desplegado su feroz argumento en defensa de las fronteras españolas. De hecho, los de Santiago Abascal llevaron este lunes el asunto al Congreso y, en el marco de la Comisión Mixta para la Unión Europea, el diputado José María Sánchez interpeló al secretario de Estado comunitario, Pascual Navarro Ríos, si España había negociado con Marruecos "algún compromiso relativo a Ceuta y Melilla". La formación denuncia el silencio con que respondió el Gobierno a esta y otras cuestiones relacionadas, y critica la "ambigüedad" de Moncloa en el tratamiento del conflicto saharaui con la guerra de Ucrania.

Sánchez visitará Ceuta y Melilla

Mientras la presión interna y externa comienza a ser insostenible para Sánchez, el presidente del Ejecutivo obvia las peticiones de comparecencia registradas tanto por sus socios de investidura como por los partidos de la oposición. El jefe del Ejecutivo visitará este miércoles Ceuta y Melilla para reafirmar el cambio de postura respecto al Sáhara, y allí será acogido con los brazos abiertos tanto por el presidente de Melilla, Eduardo de Castro, como por el popular Juan Jesús Vivas, que vuelve a desmarcarse de las críticas de su partido y celebra el acuerdo entre España y Marruecos como una "oportunidad" para controlar los flujos migratorios que han sacudido la ciudad en los últimos meses, especialmente durante el asalto masivo del pasado mes de mayo que provocó la entrada de 10.000 jóvenes y una de las crisis migratorias más graves que se recuerdan.

Marruecos ha utilizado históricamente la inmigración como vía para presionar a Madrid y defender sus intereses económicos o territoriales, especialmente en la propuesta de ofrecer una autonomía al Sáhara Occidental bajo el control de Rabat. A pesar de la presión, España siempre se había parapetado tras las resoluciones de Naciones Unidas respecto al conflicto, y la posición histórica del PSOE pasaba por "la autodeterminación" del pueblo saharaui. Al menos, hasta ahora. Hace cinco días, el Gobierno escenificó un giro copernicano a su tradicional postura y dio un espaldarazo sin precedentes a Mohamed VI en su histórica pretensión territorial. La "opacidad" con la que se ha llevado a cabo la decisión ha ampliado viejas grietas en el seno de Moncloa y despertado fuertes recelos en el PP, primer partido de la oposición, sobre el contenido, alcance y consecuencias de un acuerdo del que, aseguran, no conocen "ni una línea".

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