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Feijóo urge a Sánchez a un pacto de Estado para atajar la crisis social ante el auge de Vox
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Feijóo urge a Sánchez a un pacto de Estado para atajar la crisis social ante el auge de Vox

"Acudiremos donde nos llamen, pero no haremos selfis", aseguran desde el PP, donde reconocen que hay desconfianza con Moncloa tras ocultarles el cambio de posición en el Sáhara

Foto: Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Nacho Gallego)
Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Nacho Gallego)
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El fin de semana de manifestaciones por parte de transportistas y agricultores, que han protestado por la subida de los precios de los carburantes y la energía, obliga a Gobierno y oposición a reorientarse ante el temor a un estallido social en la calle. En Moncloa, la previsión es que la guerra por la invasión de Ucrania será larga y, por lo tanto, sus consecuencias económicas también se prolongarán en el tiempo.

Por el momento, el único que está rentabilizando este malestar es Vox, que se ha posicionado enfrente de Pedro Sánchez, alentando las protestas. A Alberto Núñez Feijóo le ha estallado la crisis a las puertas del congreso que en dos semanas le encumbrará como presidente del PP, aunque ya actúa como tal. El gallego tuvo una primera toma de contacto con Sánchez en la pasada Conferencia de Presidentes, celebrada en La Palma. Desde entonces, el presidente no ha establecido comunicación alguna con Feijóo, pese a que firmó un cambio de posición histórico sobre el Sáhara al reconocer las exigencias de Marruecos y necesita del PP para llevar al próximo Consejo Europeo una posición de país ante la emergencia energética.

Foto: El candidato a la presidencia del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Nacho Gallego)

"Apoyaremos cualquier decisión que sea buena para nuestro país con la misma intensidad con que cuestionaremos aquellas que no lo son", aseguran desde el equipo del todavía presidente de la Xunta de Galicia. Pese a que reconocen que no se fían de Sánchez por sus continuos volantazos, estarían dispuestos a abrir una vía directa de comunicación entre Feijóo y Sánchez ante lo “dramático” de la situación para sectores clave. “Acudiremos donde se nos llame, pero para debatir medidas, no para hacernos selfis”, advierten. La voluntad del PP es llegar a pactos de Estado, aunque no esconden su malestar por la postura del Gobierno. No se les ha trasladado ninguna medida concreta: “Pactos sí, pero con contenido”. En la nueva Génova, la sensación es que Sánchez es el que debe hacer un gesto porque es él quien ha roto las reglas. El hecho de no informar sobre el giro en política exterior al principal partido de la oposición es una prueba evidente para los populares.

En pocos días, Feijóo ha confirmado que su relación con el presidente no será un camino de rosas y que tener una posición más abierta que la de Pablo Casado no es garantía de nada. La oferta que se trasladó a las ministras del ramo en la reunión con el Grupo Popular en el Congreso sigue en pie: el PP apoyará la postura de desligar el precio del gas de la factura eléctrica, pero se deben tomar otras medidas antes del 29.

Feijóo quiere mantener su perfil institucional y, como gobernante que es, apuesta por escuchar las demandas de la gente y buscar las soluciones en los despachos y no en la calle, argumenta su equipo en relación con Vox. En el PP hay quien alerta de que la postura de tender puentes con el PSOE puede penalizarles, ya que el partido de Santiago Abascal está al alza y ha encontrado un caladero en el frentismo con Sánchez. Vox se siente fuerte y en sus sondeos el sorpaso al PP es posible y real en estos momentos. La principal baza con la que juegan es que creen que muchos de los que están 'cabreados' lo están también con el PP. Por el contrario, en el entorno de Feijóo insisten en que deben ser un partido de Estado y jugar la partida a medio plazo y no a corto. Las encuestas internas apuntalan un repunte tras la salida de Casado y lo computan a que el votante percibe en Feijóo un candidato solvente y preparado para gobernar al día siguiente de ganar unas elecciones.

Foto: Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros, durante una sesión en el Congreso. (EFE/Zipi)
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El runrún electoral está instalado en el PP. Cada vez son más los que se suman a la apuesta de que Sánchez adelantará las elecciones generales para hacerlas coincidir con las de Andalucía a finales de este año. “Nunca un Gobierno tuvo tantos problemas y en tantos frentes a la vez”, analizan los que suscriben esta teoría, y ponen el acento en las continuas peleas con Podemos y la desconfianza que ya hay entre la mayoría de los grupos de la Cámara con el presidente, socios incluidos. Es cierto que entre los barones del PSOE hay preocupación por la “parálisis” de la Moncloa y las acusaciones vertidas por los ministros contra los manifestantes, a los que se ha calificado de “ultras” y amigos de Putin. “Estamos en una situación tan excepcional como en la pandemia”, justifican para dar un voto de confianza al presidente. Los presidentes socialistas no ven bien que se adelanten las generales y menos si se hicieran coincidir en un 'superdomingo' con municipales y autonómicas. Por el contrario, entre los barones del PP existe la convicción de que este escenario es factible porque el presidente busca pillar a Feijóo descolocado, que la guerra le dé una coartada para la mala situación de la economía y que Yolanda Díaz no llegue a tiempo de conformar su plataforma.

Por ahora, la estrategia de Sánchez es la misma que la aplicada en otras crisis. El inquilino de la Moncloa agita el miedo a la ultraderecha para movilizar la parte más visceral de la izquierda mientras cuela una decisión de calado, como ha ocurrido con el Sáhara, sin comparecer ante los medios para dar explicaciones. El presidente lleva su propia agenda y mantiene una posición de poder, ya que se muestra seguro de que la frágil situación de Podemos le llevará a tragarse los sapos para mantenerse en el poder. Con respecto al PP, tenderá la mano para centrar su imagen, pero sabe que un pacto que contente a los extremos es imposible. Los populares le facilitarán acuerdos puntuales, pero no estabilidad en el Congreso para agotar la legislatura, como prometió. Ya se sabe que las promesas de Sánchez se las lleva el tiempo.

El fin de semana de manifestaciones por parte de transportistas y agricultores, que han protestado por la subida de los precios de los carburantes y la energía, obliga a Gobierno y oposición a reorientarse ante el temor a un estallido social en la calle. En Moncloa, la previsión es que la guerra por la invasión de Ucrania será larga y, por lo tanto, sus consecuencias económicas también se prolongarán en el tiempo.

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