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El independentismo intenta blanquear su imagen de aliado incondicional del Kremlin
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El Govern trata de dar un giro de 180º

El independentismo intenta blanquear su imagen de aliado incondicional del Kremlin

La última teoría manejada es que el líder ruso manipula ahora el "derecho de autodeterminación", la principal reivindicación separatista

Foto: Carles Puigdemont y, de fondo, Pere Aragonès. (EFE/Horst Wagner)
Carles Puigdemont y, de fondo, Pere Aragonès. (EFE/Horst Wagner)
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El independentismo catalán tiene un problema: su coqueteo con Vladímir Putin. Las históricas alabanzas a la gestión del líder ruso y los intentos de conseguir abrir una puerta en el Kremlin, por discreta que fuese, para apoyar la secesión de Cataluña pueden pasarle factura. “Una Cataluña independiente mantendrá estrechas y amistosas relaciones con Rusia”, vaticinaba Carles Puigdemont en el diario ruso ‘Komsolskaya Pravda’, uno de los más importantes de Rusia, en enero de 2019. Eran los días de vino y rosas, de la luna de miel oculta entre el independentismo catalán y Moscú. Era el tiempo en que las complicidades de Puigdemont le llevaban a recordar que Rusia tiene un ‘héroe nacional’ catalán: Josep de Ribes. “¿Sabes que uno de los más grandes comandantes navales del siglo XVIII, Josep de Ribes, era catalán? Sirvió en el mar Negro bajo la emperatriz Catalina la Grande”, inquiría el fugado en la entrevista, para tender puentes cómplices con el país eslavo.

Rusia ha sido siempre la obsesión del independentismo catalán, que ha recibido el apoyo de aquel país durante la última década, al menos su apoyo logístico en forma de guerra de desinformación y propaganda. El responsable de relaciones internacionales de CDC, Víctor Terradellas, se entrevistó en tres ocasiones con el exdiputado Sergei Markov para conseguir abrir una puerta en el Kremlin y que Moscú reconociese a una Cataluña independiente. Fue Terradellas el que intentó convencer a Puigdemont, el 25 de octubre de 2017, de que el mismísimo Mihail Gorvachov apoyaba la independencia y de que Vladímir Putin iba a hablar con el presidente de la Generalitat de inmediato.

Tras la invasión de Ucrania por Putin, algunos líderes del independentismo realizaron las primeras maniobras de alejamiento de Moscú, alarmados por la imagen negativa de Rusia que les podía salpicar. Los que hasta hace poco alababan a Putin le detestan ahora en las redes sociales, en un intento desesperado por alejarse de su imagen.

Foto: El 'president' Pere Aragonès. (EFE/Alejandro García)

En esa reacción, Oriol Junqueras, presidente de ERC, comparó a Ucrania con Cataluña. “En ambos casos, hay una agresión exterior de un Estado que quiere imponerse”, dijo el republicano en una intervención. El diputado de JxCAT Quim Calatayud se expresó dentro del hemiciclo en términos similares: “Evidentemente, con violencia seguramente no arreglarán nada en Ucrania, como tampoco arreglaron nada con violencia el 1-O en nuestra tierra”. Eran los primeros intentos de lavado de una imagen que siempre había corrido pareja a la estrategia del Kremlin.

Lo cierto es que en el Govern de Cataluña hay pánico a que se vincule el independentismo con Moscú o con Putin. El 9 de marzo, el cónsul de Ucrania, Artem Vorobyov, fue invitado de honor en el Parlament de Cataluña, en una sesión en la que el Ejecutivo de Pere Aragonès apoyó la integración de Ucrania en la UE y en la que la consejera de Exteriores, Victòria Alsina, cargó contra Putin por la invasión.

La consejera fue más allá y, en el intento de blanquear la imagen del independentismo con Rusia, alegó que “Cataluña no mira a Rusia. Cataluña mira a Europa”. Admitió, eso sí, que “no sé si Rusia ha querido utilizar alguna vez a Cataluña para desestabilizar la UE, pero le puedo decir que el Govern no está interesado en este tipo de ayudas”, respondió al portavoz de Ciudadanos, Nacho Martín Blanco.

Foto: Ilustración: EC Diseño.
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El diputado naranja le había afeado el apoyo de Puigdemont a Ucrania “cuando hace unos años defendía las proclamaciones unilaterales de independencia de Donetsk, Lugansk y Crimea y parecía que la integridad territorial de Ucrania le importaba poco cuando intentaba recabar el apoyo de Putin”. Especialmente duro fue también el presidente del PP, Alejandro Fernández, que reprochó a Aragonès el alineamiento independentista: “Que el señor Junqueras pretenda comparar Cataluña con Ucrania sería cómico si no fuera por lo trágico de todo este asunto. (…). De nada sirve que escriba grandilocuentes artículos a favor de la democracia y la libertad en Ucrania, cuando aloja en su Govern a cómplices del régimen de Putin. Y podrá decir que esos elementos no son de su partido, que son de sus socios, pero si usted los mantiene en su Govern, también se convierte en cómplice”.

Aragonès se desmarcó de cualquier relación con Putin y apoyó a Ucrania en el conflicto, considerando “indecente que se intente vincular a este Govern con el de Putin. Tenemos muy claro cuáles son nuestros aliados y los países y gobiernos con los que tenemos relación”.

Alerta de Alemania y EEUU

Pero la historia es testigo de las veleidades soberanistas catalanas: el independentismo buscó siempre a Putin como el ‘hermano mayor’ del separatismo. Hans-Georg Maasen, director de la Oficina para la Protección de la Constitución de Alemania, ya alertaba en un simposio celebrado en Berlín en mayo de 2018 de una campaña de desinformación de Moscú en los días previos al referéndum catalán, acompañada de ciberataques y sabotajes. En Reino Unido, en cambio, se aprobó un informe parlamentario donde no se daba crédito a esas informaciones. Pero no hay que olvidar —y el último informe del Parlamento Europeo así lo especifica— que Rusia vició, contaminó y manipuló la campaña del Brexit, a favor de que el Reino Unido saliese de la UE. Funcionarios de Moscú tuvieron estrechos contactos con el principal avalador del Brexit, por lo que las informaciones británicas están bajo sospecha.

Tras la invasión de Ucrania, los líderes independentistas iniciaron una discreta y disimulada reculada, primero con declaraciones equidistantes y luego avanzando cada vez más decididos hacia una condena a Rusia y defensa del país invadido.

Ante la gravedad de los últimos acontecimientos, la carrera por desvincularse de Putin tiene toda la pinta de retirada en desbandada. El Parlamento Europeo aprobó la semana pasada el informe de la Comisión Especial INGE para realizar “una investigación en profundidad” de los contactos de Moscú con el independentismo catalán, ya que sus relaciones con el país del este “forman parte de la estrategia más amplia de Rusia para aprovechar todas y cada una de las oportunidades para manipular el discurso con el fin de promover la desestabilización”.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés (3i), y el expresidente Carles Puigdemont (d) pasean por las calles de la localidad italiana de L'Alguer el pasado septiembre. (EFE/Laura Serrano-Conde)

Señala el texto también que Rusia “pretende establecer contactos con partidos, personalidades y movimientos, con el fin de apoyarse en agentes dentro de las instituciones de la Unión para legitimar las posiciones rusas y los gobiernos interpuestos y presionar para que se atenúen las sanciones y se mitiguen las consecuencias del aislamiento internacional”.

No es el primer organismo exterior que se preocupa por el tema. “La Comisión de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos ya abordó, en noviembre de 2017, poco después del referéndum ilegal, la injerencia rusa en el proceso de independencia de Cataluña y denunció que Moscú había puesto en marcha una operación encubierta para desestabilizar Occidente”, relata a El Confidencial el eurodiputado de Ciudadanos Jordi Cañas, uno de los impulsores del informe europeo.

La última teoría para alejarse de Putin y su imagen de criminal es acusarle de “manipular el derecho a la autodeterminación para justificar las ambiciones territoriales de su nacionalismo autoritario. Este hecho no puede ser objeto de represión ni de manipulación para legitimar una agresión armada”. Es un giro de 180 grados a su posicionamiento hasta ahora: el independentismo catalán ha aplaudido y jaleado como ninguno el hecho de que Putin alimentara el secesionismo del Donbás y de Crimea, lo que significaba desmembrar Ucrania.

Foto: El líder de Vox, Ignacio Garriga, se dirige a la tribuna durante el pleno extraordinario del Parlament. (EFE/Toni Albir)

Las veleidades separatistas del independentismo —y especialmente de un sector mayoritario de JxCAT y de la CUP— llevaban a estos sectores soberanistas a aplaudir las acciones de Rusia en el este ucraniano, incluso la anexión por la fuerza de las armas de la península de Crimea. Putin era considerado entonces el adalid de la autodeterminación por los mismos que ahora tratan de poner distancia y de mirar hacia otro lado como si nunca lo hubieran apoyado.

Pero el golpe del Parlamento Europeo esta semana ha sido muy fuerte. “Lo que se ha aprobado en el Europarlamento es la confirmación de que hubo interferencias rusas en el tema de Cataluña. Y todo lo que se ha ido publicando sobre los contactos del independentismo con Moscú era verdad. Se confirma lo que todo el mundo sospechaba: las conexiones de los independentistas catalanes con Rusia para apoyar el ‘golpe de Estado’ de 2017”, explica Jordi Cañas.

El independentismo catalán tiene un problema: su coqueteo con Vladímir Putin. Las históricas alabanzas a la gestión del líder ruso y los intentos de conseguir abrir una puerta en el Kremlin, por discreta que fuese, para apoyar la secesión de Cataluña pueden pasarle factura. “Una Cataluña independiente mantendrá estrechas y amistosas relaciones con Rusia”, vaticinaba Carles Puigdemont en el diario ruso ‘Komsolskaya Pravda’, uno de los más importantes de Rusia, en enero de 2019. Eran los días de vino y rosas, de la luna de miel oculta entre el independentismo catalán y Moscú. Era el tiempo en que las complicidades de Puigdemont le llevaban a recordar que Rusia tiene un ‘héroe nacional’ catalán: Josep de Ribes. “¿Sabes que uno de los más grandes comandantes navales del siglo XVIII, Josep de Ribes, era catalán? Sirvió en el mar Negro bajo la emperatriz Catalina la Grande”, inquiría el fugado en la entrevista, para tender puentes cómplices con el país eslavo.

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