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Viaje a 'porcilandia': la bomba de relojería que esconde el asalto ganadero de Lorca
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Viaje a 'porcilandia': la bomba de relojería que esconde el asalto ganadero de Lorca

El municipio ha vivido un boom de explotaciones porcinas. Pequeños productores dependientes de grandes mataderos tratan de legalizar granjas al límite de la normativa

Foto: Granja en Lorca. (Víctor Romero/EC)
Granja en Lorca. (Víctor Romero/EC)

Pablo Pedrero baja de su todoterreno verde con matrícula de dos letras de Murcia tras salirse del camino asfaltado y tomar la pequeña pista de tierra que da acceso a su granja de cerdos, cabras y terneros, en la pedanía de la Torrecilla de Lorca. “Hay veces que se van las cosas de las manos y no son las formas; pero es que te meten las cosas por el artículo 33 y hubo gente que perdió los estribos. No hubo ningún herido, no se le quitó la pistola a nadie, un empujón para presionar un poco. No me consta que llegaran a la sala de arriba”, explica sobre el polémico asalto que un grupo de ganaderos protagonizó el lunes para intentar frenar la aprobación por el plenario del municipio de una moción de regulación de explotaciones de porcino en el término municipal. Uno de los granjeros ya se ha entregado a la Policía y se enfrenta a un delito de atentado contra la autoridad.

Pedrero no esconde que estuvo allí. Asegura que no pasó de la puerta del Centro de Desarrollo Local en el que se celebraba el pleno. Justifica el cabreo de los ganaderos, convocados por la patronal Adespolorca y jaleados por la oposición del PP y Vox, por el “incumplimiento” por parte del equipo de Gobierno del alcalde, el socialista Diego Mateos, de los acuerdos que un año antes habían llevado a la mesa negociadora a pactar una regulación municipal con el fin de equiparar la distancia mínima de las nuevas granjas ya aplicable en el casco urbano, 1.500 metros, a las más de casi cuarenta pedanías de Lorca y a centros sanitarios o colegios. El margen se reduce a 1.000 metros en el caso de las ampliaciones.

placeholder Pablo Pedrero, dueño de una granja de cerdos. (Víctor Romero/EC)
Pablo Pedrero, dueño de una granja de cerdos. (Víctor Romero/EC)

“Se trata de aplicar un criterio de igualdad. Queremos que en los núcleos rurales haya la misma distancia; que todos los vecinos de Lorca tengan la misma calidad de vida. Las explotaciones porcinas generan molestias, generan olores; las plataformas y el vecino particular se te acercan para decirte que esto ha cambiado mucho. Antes todo el mundo tenía sus cerdos, sus ocho o diez para poder tener una venta. Pero no es lo mismo tener ocho o diez que tener 800 o 1.000”, dice el alcalde, en conversación con El Confidencial. El primer edil censura con rotundidad el asalto de los ganaderos.

Lorca es ‘porcilandia’, la población con más explotaciones de cerdos, más de 680, según calcula el alcalde. No todas son grandes, la mayoría se ubica alejada de zonas urbanas. La ciudad tiene, tras Cáceres, el segundo término más extenso de España. De hecho, el casco urbano, en el que viven más de 60.000 personas, parece ajeno al conflicto. Pero ello no evita que existan problemas, especialmente en las explotaciones más antiguas y cercanas a las áreas pobladas del extrarradio, con 35.000 habitantes.

placeholder Granja en Lorca. (Víctor Romero/EC)
Granja en Lorca. (Víctor Romero/EC)

Un ejemplo. El olor de los purines de los cebaderos alcanza claramente unos centenares de metros más arriba hasta la carretera nacional de acceso a Lorca sobre la que se sitúa el colegio de primaria de La Torrecilla o el Hospital Rafael Méndez. A Lorca le está pasando con las granjas de cerdos como al campo de Cartagena con las explotaciones agrícolas del Mar Menor: una situación sobrevenida de conflicto entre una actividad económica no bien regulada, el confort vecinal y la sostenibilidad medioambiental y unas administraciones incapaces de encontrar una salida al choque.

La protesta ganadera del lunes estalló porque al elevar el equipo de Gobierno local la moción al pleno, previa a la modificación definitiva del PGOU, incluyó en ella toda la normativa autonómica y nacional relativa a impacto ambiental, carreteras, toma de aguas, zonas inundables, etc. Lo que según Diego Mateos no es más que una recopilación de normas, tras requerir los preceptivos informes al resto de Administraciones, ha sido interpretado por muchos ganaderos como un endurecimiento de la regulación municipal. Y, lo que es más importante, ha evidenciado las dificultades de legalización que van a tener decenas de explotaciones y proyectos de ampliación que ahora funcionan de forma provisional, cuando no irregular, o están a la espera de autorizaciones y licencias.

placeholder El alcalde de Lorca, Diego José Mateos . (EC)
El alcalde de Lorca, Diego José Mateos . (EC)

“Ha sido una torpeza del equipo de Gobierno porque el Ayuntamiento solamente es competente en las distancias”, afirma Gloria Martín, concejal en Lorca de Izquierda Unida, la formación a la que los ganaderos identifican como la verdadera promotora de los movimientos para poner coto a las granjas. “No es obligatorio reflejar informes en esa moción y PP y Vox han aprovechado para intoxicar y volver locos a ganaderos cuando son ellos los que tienen el Gobierno de La Región de Murcia. Les han dicho: fijaos, es por culpa del Ayuntamiento”, detalla Martín.

Al calor del incremento de la demanda, especialmente por las exportaciones a China, pequeñas explotaciones familiares de treinta o cuarenta animales, que antaño daban para comer a una familia, han desaparecido y derivado en cebaderos más grandes, no macrogranjas, pero sí lo suficiente como para entrar en colisión con grupos vecinales conforme ha ido ensanchándose el casco urbano.

Foto: Abascal, en un acto electoral en Soria. (EFE/Wifredo García)

Tras esa evolución se esconde un fenómeno más complejo, el de la concentración de los mataderos mayoristas y distribuidores, que aprietan en los costes a los pequeños ganaderos, obligándoles a ampliar su cabaña para mantener márgenes. No son negocios intensivos en empleo. Con la mecanización, una granja de dos mil ‘chinos’, como se les conoce en Murcia, puede ser operada perfectamente por uno o dos trabajadores.

El cenit del giro en el modelo es lo que se conoce como la integración: ganaderos que no son dueños de los cerdos; solo los alimentan y engordan en sus cebaderos hasta que los devuelven a los grandes productores. El rey en Lorca es Juan Jiménez con su empresa Jisap y el supermatadero La Comarca. Un poder fáctico local. Un representante de La Comarca estaba sentado el lunes en la reunión del alcalde y sus concejales con los portavoces de las patronales ganaderas en el momento en el que se produjo el asalto de los manifestantes. Los pequeños ganaderos ‘integrados’ cobran por la mano de obra, aunque son autónomos. Cuando la demanda caiga, serán los primeros en quedarse sin trabajo. Detrás hay pólizas de crédito, hipotecas, deudas.

Foto:  Captura de pantalla del vídeo difundido por Javier Sánchez Serna, coordinador de Podemos Murcia

Plataformas vecinales y de protección del medio ambiente como ‘Stop a los cebaderos junto a casas’ o ‘Salvemos el Consejero’ han surgido en paralelo a la proliferación de nuevos proyectos o ampliación de explotaciones más pequeñas que han tirado de licencias provisionales. El cambio en el PGOU no afecta, en principio, a las granjas ya existentes y legalizadas. Pero el alcalde Diego Mateos admite ocho o nueve proyectos que se han quedado en el limbo a la espera de licencias definitivas con los cambios regulatorios. La alternativa era hacer la vista gorda o indemnizarles por haber abierto la puerta a licencias de obras o de actividad no firmes. La segunda vía se perfila como la solución elegida.

Pero Gloria Martín afirma que la cifra de cebaderos irregulares puede superar ampliamente los doscientos, con muchas dificultades para encajar en las normas. De ahí los nervios de muchos titulares de explotaciones.

Foto: Un cerdo en una granja de Alemania. (EFE)

Pablo Pedrero cifra en unos cuarenta los casos de ganaderos con problemas para regularizar sus granjas. Él es uno de ellos. Incluso ha recibido denuncias de vecinos por los olores. “Los ganaderos pequeños estamos muy perjudicados. Esta granja es la más antigua que tengo donde estuvo mi padre y mi abuelo y está con una licencia provisional de quince años. Es mi medio de vida y creo que no nos van a renovar la licencia”, dice a los pies de su todoterreno rodeado de piaras al aire libre y cercados de ganado a los que no da permiso a fotografiar. Explica que compró otra granja más alejada del núcleo urbano para la que ha solicitado una ampliación a 2.000 cabezas y cree que tampoco se la concederán, aunque no sabe explicar a quién compete la decisión. Ha invertido un millón de euros.

“Antes, mi padre vivía aquí con treinta cerdos. Hoy, con 2.000 madres (se refiera a cerdas) no vive una familia”, dice el ganadero tras explicar los fuertes incrementos de costes que vienen sufriendo desde hace meses en energía o piensos. “Tengo 58 años y va a ser difícil seguir viviendo de esto”.

La burbuja porcina está a punto de estallar. Lorca ha sido el epicentro de un primer aviso.

Pablo Pedrero baja de su todoterreno verde con matrícula de dos letras de Murcia tras salirse del camino asfaltado y tomar la pequeña pista de tierra que da acceso a su granja de cerdos, cabras y terneros, en la pedanía de la Torrecilla de Lorca. “Hay veces que se van las cosas de las manos y no son las formas; pero es que te meten las cosas por el artículo 33 y hubo gente que perdió los estribos. No hubo ningún herido, no se le quitó la pistola a nadie, un empujón para presionar un poco. No me consta que llegaran a la sala de arriba”, explica sobre el polémico asalto que un grupo de ganaderos protagonizó el lunes para intentar frenar la aprobación por el plenario del municipio de una moción de regulación de explotaciones de porcino en el término municipal. Uno de los granjeros ya se ha entregado a la Policía y se enfrenta a un delito de atentado contra la autoridad.

Partido Popular (PP) Ganadería
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