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Lo que los políticos no te cuentan de la ganadería extensiva: "Nos dan por todas partes"
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LA CARA B DEL CAMPO

Lo que los políticos no te cuentan de la ganadería extensiva: "Nos dan por todas partes"

Mientras los líderes de todos los partidos se fotografían rodeados de vacas en plena campaña, Alejandro ve cómo su plan de quedarse en el pueblo con su rebaño se va a pique tras un choque con la Administración

Foto: Alejandro García, con sus vacas de la raza serrana negra, en peligro de extinción. (Cedida)
Alejandro García, con sus vacas de la raza serrana negra, en peligro de extinción. (Cedida)
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Esta es una historia de la cara B del campo. Esa que los políticos no te cuentan cuando, en época electoral, regalan los oídos de los trabajadores del sector primario o se fotografían a la mínima oportunidad que tienen con terneritos recién nacidos. Alberto Garzón hizo estallar la polémica que ha capitalizado la precampaña en Castilla y León con sus críticas a las macrogranjas y su apoyo a las explotaciones extensivas. Sin embargo, en estas últimas no todo es tan bonito: leyes inflexibles, enfermedades animales, una burocracia asfixiante y la falta de apoyo de la Administración llevan al límite a muchos ganaderos, especialmente cuando están empezando. Esta es la historia en cuatro actos de Alejandro García, un joven soriano cuyo sueño, que era quedarse en su pueblo con sus vacas, lleva meses en el alambre.

I. Unas vacas especiales

Este joven, natural de Soria, tiene 29 años y unas 270 vacas repartidas en dos pastos de extensivo en los alrededores de San Pedro Manrique, un pueblo de 650 habitantes enclavado en la zona más despoblada de Soria. Además, no son unos ejemplares cualquiera, sino que pertenecen a la raza serrana negra, que está en peligro de extinción. En todo el mundo hay 564 cabezas de ganado y Alejandro tiene prácticamente la mitad.

Foto: Comparecencia del ministro garzón en el senado

Su andadura como ganadero comenzó en 2016, con 23 años, cuando compró 80 cabezas de ganado a José Luis Palomar, un torero de otra época que llegó a catar las mieles de la puerta grande de Las Ventas. Los animales iban a ir de cabeza al matadero, pero las ganas de Alejandro por seguir el camino de su familia, mezcladas con su idea de quedarse, o al menos intentarlo, en su pueblo, le hicieron dar el paso. Era la historia perfecta de un joven comprometido con repoblar la España vaciada.

"A los políticos ya no les hago caso. Dicen que somos muy buenos, pero a la hora de la verdad te ponen problemas por todos los lados"

Poco a poco el rebaño fue creciendo, pero todo se complicó cuando aparecieron algunos casos de tuberculosis en su explotación. Ahí comenzó un viacrucis que no acaba, que ha llevado a Alejandro a un enfrentamiento abierto con la Administración y que tiñe de negro el futuro de su explotación y su proyecto personal. "Me quedan pocas ganas o ninguna de seguir. No sé ni por qué lo hago", asegura el ganadero.

II. Una Administración inflexible

Su día a día, como describe enfadado, se parece más al de un auxiliar administrativo que al de un hombre del campo. "Estoy todo el tiempo de papeles, casi invierto más tiempo en eso que en hacer de ganadero", se resigna García, que no comprende cómo la Administración no facilita las cosas a los trabajadores del sector primario en el momento en que tienen dificultades cuando todos los políticos les dedican alabanzas día sí y día también, al menos en época electoral.

"A los políticos ya no les hago caso. Dicen que somos muy buenos, pero a la hora de la verdad te ponen problemas por todos los lados", censura el ganadero, que hace unos meses denunció ante los medios de comunicación que había recibido una orden de la Junta de Castilla y León para sacrificar a todo su rebaño.

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, durante la visita que ha realizado hoy a una explotación ganadera de extensivo en Las Navas del Marqúes (Ávila). (EFE/Raúl Sanchidrián)

El problema fue que habían surgido unos pocos casos de tuberculosis en su rebaño, que, al pastar en régimen extensivo, cuenta con el hándicap de que está en contacto con la fauna salvaje. Si algún jabalí o corzo infectado entra en contacto con las vacas, puede contagiarlas. El ganadero sospecha que de esta manera empezaron sus quebraderos de cabeza. "La orden de la Junta de matar a todas las vacas, tanto a las infectadas como a las sanas, es lo mismo que si tú coges el coronavirus y, por si acaso, ordenan matar a toda tu familia y a todos tus amigos", clama Alejandro, que no concibe una medida tan severa, menos todavía al tratarse de una especie protegida. La ley, al menos en esta autonomía, es muy rígida y, siguiendo las directrices europeas, persigue erradicar cualquier vestigio de virus en los rebaños. A cambio del sacrificio, el ganadero es indemnizado, pero como indica García, ese dinero es insuficiente al compararlo con el valor del ganado y la inversión asumida.

Entre los expertos hay disparidad de criterios sobre lo que hacer en casos como el de Alejandro. Adolfo Rodríguez Montesinos, asesor de la Organización Veterinaria Colegial y profesor de Producción Animal y Etnología en la Universidad Alfonso X El Sabio, expone que la orden era legal, pero no coherente: "Se trata de una raza pura autóctona española y en casos así, creo que debe primar salvar a esos animales y a la raza". Por su parte, Javier Bezos, profesor del Departamento de Sanidad Animal de la Universidad Complutense, subraya que si los veterinarios de la Junta dictaminaron en su momento que había que hacer un vacío sanitario —sacrificar a todas las vacas— en la explotación, era porque había suficientes pruebas de que la tuberculosis estaba en el rebaño: "No se le ocurre a uno acabar con todas las vacas sin motivos". Este diario se ha dirigido al Gobierno regional para encontrar más explicaciones sobre el caso, sin respuesta.

Foto: El secretario regional del PSOE en Castilla y León, Luis Tudanca, durante un acto electoral. (EFE/J. Casares)

Las vacas, tras meses de batalla, no fueron sacrificadas y la Administración accedió a hacerles pruebas más exhaustivas. Estos días, de hecho, se están desarrollando estos exámenes. Como explica Silvia Casado, la pareja de Alejandro, que es ingeniera agraria y energética, una vez terminados los test, tampoco tienen la certeza de que la Administración vaya a permitir que no sean sacrificadas todas las vacas, estén infectadas o no. Alejandro, por su parte, saca un rato en su atareada jornada para resaltar que con estas pruebas están saliendo algunos casos nuevos, pero que los positivos no superaban en el momento de la orden el 2 o el 3% de todos los ejemplares.

III. ¿Ayudas? ¿Qué ayudas?

Por mucho que los políticos den apoyo a los ganaderos, estos dos jóvenes sorianos, ejemplo de una pareja que intenta por todos los medios mantenerse en la España despoblada, no ven ese compromiso por ninguna parte. "Dicen que están con nosotros, pero la verdad es que no hay apoyo, no hay ayudas ni tampoco te dan facilidades", enumera Silvia, que continúa con la crítica hacia los políticos: "No hay apoyo para que estos proyectos salgan adelante. Estás indefenso ante las leyes, ante los precios que hay en el sector y también ante los depredadores del campo". Alejandro prefiere expresarse en ‘román paladino’: "Nos dan y putean por todas partes".

placeholder Alejandro y Silvia, con uno de los pastos de las vacas a sus espaldas. (Cedida)
Alejandro y Silvia, con uno de los pastos de las vacas a sus espaldas. (Cedida)

En su caso, el apoyo económico de la Administración ha sido el mismo cuando comenzó con apenas unas decenas de vacas que ahora, cuando casi tiene 300. "Cuando Alejandro compró la ganadería, con 80 cabezas de ganado, tenía un contrato para una ayuda por 60 cabezas. Ahora que tiene 270, la ayuda sigue siendo solo para 60 vacas y no dejan modificar los términos de ese contrato", asegura Silvia.

IV. El futuro

Sobre el papel, la historia de dos jóvenes que querían quedarse en el campo era muy bonita. Sin embargo, la realidad les ha llevado a plantearse cambiar de vida, agobiados por los papeles, la falta de ayudas, las enfermedades de los animales y el marcaje de la Administración. "Yo estoy buscando trabajo ya en Soria, no te digo más", avanza Silvia. Alejandro no esconde su tristeza. "Ilusión ya no tengo", reconoce el ganadero, que echa la vista atrás para repasar meses y meses de problemas.

"Dudo que en 10 años esté con las vacas, salvo que esto cambie mucho. Para qué te vas a meter en esto si te van a dar hostias por todas partes"

"Hubo gente que, cuando empezó todo el lío, me dijo que me olvidara de las vacas. Pero en ese momento piensas que es una raza muy especial y que has hecho mucho por ellas. ¡Es que son casi la mitad de todas las que hay en el mundo! Y, joder, hay que salvarlas como sea. Pero después dices: vale, estás salvando la raza, sí, pero no duermes, te preocupas y parece que eres malo. No hay facilidades y todo son problemas". La reflexión de Alejandro es demoledora y no queda ahí: "Dudo que dentro de 10 años esté con las vacas, salvo que cambien mucho las cosas. Para qué te vas a meter en esto si te van a dar hostias por todas partes".

Esta es una historia de la cara B del campo. Esa que los políticos no te cuentan cuando, en época electoral, regalan los oídos de los trabajadores del sector primario o se fotografían a la mínima oportunidad que tienen con terneritos recién nacidos. Alberto Garzón hizo estallar la polémica que ha capitalizado la precampaña en Castilla y León con sus críticas a las macrogranjas y su apoyo a las explotaciones extensivas. Sin embargo, en estas últimas no todo es tan bonito: leyes inflexibles, enfermedades animales, una burocracia asfixiante y la falta de apoyo de la Administración llevan al límite a muchos ganaderos, especialmente cuando están empezando. Esta es la historia en cuatro actos de Alejandro García, un joven soriano cuyo sueño, que era quedarse en su pueblo con sus vacas, lleva meses en el alambre.

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