La previsión de una legislatura larga obliga a los partidos a rehabilitar equipos e ideas
El ciclo legislativo y parlamentario se asoma por fin a un periodo de dos años y medio sin procesos electorales, salvo que en Andalucía se precipiten los acontecimientos
En la política española lo ordinario se ha vuelto extraordinario. El ciclo legislativo y parlamentario se asoma por fin a un periodo de dos años y medio sin procesos electorales, salvo que en Andalucía se precipiten los acontecimientos. Este océano en calma, no hace mucho tiempo, era "la normalidad". El Gobierno aprobaba proyectos de ley, los enviaba al Congreso, los grupos los debatían y las Cortes los aprobaban. Esto lleva sin suceder en España tres años, desde 2018.
Pero ahora se divisa un horizonte diferente, lo que revela la fortaleza parlamentaria del Gobierno de coalición a pesar de los mosqueos de sus aliados. La ausencia de una alternativa atractiva para el nacionalismo, el independentismo y el regionalismo es lo que garantiza estabilidad a Pedro Sánchez, a la vez que merma la ilusión de Pablo Casado. Aunque se encuentra en estado de gracia demoscópico, a rebufo aún del 4-M y de la crisis de credibilidad del presidente, el PP sabe que para gobernar tiene que abrir la llave del Congreso de los Diputados, en donde suelen reservarse unos 40 escaños a formaciones con un potente acervo territorial e identitario.
Los partidos políticos, por tanto, están en la sala de espera de un otoño llamado a consolidar el cambio de rumbo de la legislatura. La sensación de excepcionalidad que ha generado la pandemia del coronavirus se está diluyendo, si no se ha diluido del todo ya, y gana fuerza la previsión de que se acercan tiempos solo aptos para un manejo hábil de la política. La postpandemia será un tiempo de debate territorial, debate económico y debate social, y los tres con importantes cambios a dilucidar. Una recuperación sostenida que evite la desigualdad distributiva de la riqueza y el desarrollo de un procedimiento de negociación con Cataluña que mantenga el 'statu quo' autonómico se vislumbran como desafíos enormes.
PSOE, PP, Vox, Unidas Podemos, Ciudadanos y Más País, los seis partidos con vocación nacional y/o estatal, tienen que prepararse para terminar esta legislatura que saben que será larga, previsiblemente dure hasta enero de 2024. Si Casado ha instado a elecciones anticipadas, ha sido por el reflujo que han provocado los indultos en el centroderecha. El líder de los populares tiene asumido, sin embargo, que su oportunidad para el asalto a la Moncloa tardará en llegar.
Tanto Pedro Sánchez, que es el que maneja la batuta de los tiempos de unas elecciones generales, como Santiago Abascal, Inés Arrimadas, Yolanda Díaz-Ione Belarra, Íñigo Errejón y el propio Casado ultiman cambios importantes en sus equipos y en sus idearios, así como en sus estrategias. El objetivo es llegar a finales de 2022 y a 2023 en plena forma, esto es, con implantación territorial, mensajes potentes y portavoces que los sepan vender bien.
El PSOE: De Moncloa al último rincón de la geografía
Los socialistas de cada federación de España se reunirán en el congreso de mediados de octubre en Valencia para, básicamente, hacer dos cosas: consagrar el liderazgo incuestionable de Pedro Sánchez y adaptarse a un nuevo tiempo que exigirá replicar la gestión del Gobierno hasta en el municipio más recóndito de la España vaciada.
Sobre lo primero: el presidente y secretario general del PSOE lleva tiempo pensando qué perfil de Ejecutiva es el más idóneo para el nuevo tiempo que viene. A la espera de ultimar algunos flecos, y según han informado fuentes de la organización a El Confidencial, ha llegado a la conclusión de que necesita un cuerpo de dirección absolutamente leal y de plena confianza. Adriana Lastra, José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Félix Bolaños conformarán este núcleo limitado de responsabilidad y jerarquía. Asimismo, ha decidido reducir el número de áreas de representación y menoscabar el criterio territorial para imponer otro: el meritaje profesional. Hana Jalloul y Lina Gálvez, coordinadoras de la ponencia marco, de la que en breve se irá desgranando el contenido, están llamadas a ocupar puestos importantes. La andaluza se afilió hace poco al PSOE, señal de que el pedigrí orgánico ha pasado a mejor vida como reclamo para un ascenso.
Sobre lo segundo: Sánchez pretende que sus logros de gestión cuenten con altavoces en cada comunidad y provincia. Ha diseñado una estructura de tela de araña en la que los delegados y los subdelegados del Gobierno sean esas personas que hagan resonar la nueva ley o el último éxito económico. Para ello, serán parte esencial de la estructura del partido. El presidente y líder de los socialistas pretende así que la coordinación entre Gobierno y PSOE sea máxima.
El congreso federal de Valencia significará, además, una llamada del socialismo español al socialismo europeo. El presidente quiere convertirse en el referente socialdemócrata del continente ante la posibilidad de que en Francia, Alemania e Italia triunfen opciones políticas liberales o conservadores, o incluso populistas, en sus venideros procesos electorales. El otoño también será una época de metamorfosis en la Unión. El feminismo y una apuesta redoblada por la sostenibilidad medioambiental serán los grandes ejes temáticos.
El PP: trampolín a Moncloa y gobierno en la sombra
Casi a la vez que el congreso federal del PSOE y en la misma ciudad, tendrá lugar la convención del PP. Pablo Casado comenzó a planificar este cónclave hace tres meses. Ha celebrado decenas de reuniones discretas con representantes de la sociedad civil para testar el estado de ánimo. Incluso se ha visto con organizaciones aparentemente no muy afines con la idea de intercambiar impresiones. El líder de los populares considera que Sánchez se ha estrellado contra sus propios aires de grandeza. Su apego por la propaganda y la querencia por transmitir una imagen sobredimensionada de su gestión son los "pecados" que ahora mismo lastran al presidente. Quiere aprovechar la ocasión.
La crisis de credibilidad, que por cierto pudo notarse en el último pleno del Congreso, ha horadado la base electoral progresista. Casado aspira a captar a un sector socialista desencantado, el situado en posiciones de centro. Para ello ha conseguido un objetivo fundamental: deglutir a su gran rival en esta competición: Ciudadanos.
La convención nacional del PP recorrerá España antes de desembarcar en Valencia para la puesta en escena estelar del líder. Allí se mostrará como la alternativa a Sánchez y al "sanchismo". Se rodeará de caras reconocibles de un viejo socialismo desencantado, como Joaquín Leguina y algún otro exministro, y sobre todo, de antiguos cargos de Ciudadanos, si bien la incógnita de qué hará Albert Rivera parece que tardará en despejarse. Igualmente, en las mesas sectoriales que ha formado para redactar el cuerpo ideológico, colocará a intelectuales y figuras de prestigio en la empresa privada y en el tejido asociativo para dibujar un boceto de cuál sería su Gobierno si desembarca en la Moncloa, han señalado a El Confidencial fuentes conocedoras de los planes del presidente.
Vox: penetración en capas populares
En el último acto de la plaza de Colón, en Madrid, dedicado a reprobar los indultos a los presos del 'procés', el partido de Santiago Abascal demostró cuál es el sitio en el que sabe moverse mejor. A diferencia del PP y de Casado, a quien la agitación en las calles, ahora, no le termina de sentar bien, Vox hizo exhibición de músculo y energía. Hace tiempo decidió este partido que en el Congreso la oposición al Gobierno no le sale rentable.
Aunque haya presentado una fracasada moción de censura y coquetee con otras, que como la anterior terminarán en un fiasco, esta organización política no busca tanto debilitar al presidente como socavar la institucionalidad del PP. Le salió mal en octubre del año pasado porque Casado hizo una intervención unánimemente considerada la mejor de todas las que ha hecho.
El partido de Santiago Abascal no busca tanto debilitar al presidente como socavar la institucionalidad del PP
Lo que quiere Vox es transitar por las calles para atraer a los segmentos sociales desencantados. Personas no ideologizadas que con frecuencia echan la culpa a "los políticos", sin distinciones. Aquí cree la formación de Abascal que está su caladero. Como antes del 4-M, cuando recorrió barrios de renta baja y municipios desindustrializados, dirigentes y cargos de este partido visitarán la España vaciada, la España del campo y de la caza y los municipios de tamaño medio a los que el sector servicios y el vigor industrial ha dado la espalda.
UP o la cohabitación entre dos visiones para la integración
La formación que lideró Pablo Iglesias ha hecho los deberes en cuanto a renovación orgánica. Ione Belarra ha cogido las riendas junto a Irene Montero, y en aparente sintonía con la candidata que ha ungido y promovido el antiguo jefe. Yolanda Díaz tiene por delante una misión alambicada, pues al mismo tiempo que vaya reforzando su perfil y predicamento en el Gobierno, debe mostrarse ante el electorado de izquierdas como alguien que no asusta ni por hablar con el presidente de la CEOE ni por hacerse fotos con Ada Colau.
Díaz necesitará margen para que su visión cale en una estructura, la de Unidas Podemos, en una crisis territorial enorme. Es una formación prácticamente desaparecida a escala autonómica y provincial. Aguantó en la Asamblea de Madrid a duras penas, gracias al tirón de Iglesias, pero no ha podido agarrar aún las banderas de la izquierda que enarbolan, de momento, Más Madrid y Mónica García. La visión de la vicepresidenta tercera es la de la integración, la adición de fuerzas, la suma de siglas. La de Belarra y Montero va en dirección contraria. En la conciliación entre dos formas de armar un bloque ideológico y político estará la clave. Díaz seguirá apostando por los guiños y los gestos: a Colau, a Oltra, quien sabe si a Errejón. En Unidas Podemos la idea pasa por compatibilizar su bagaje legislativo (ley trans, IMV) con un discurso antisistema.
Cs: STOP a la OPA del PP y en las antípodas del PSOE
Ciudadanos celebrará congreso en julio. La idea es salir de la reunión con la apuesta por el centro renovada. Sabe que la ofensiva del PP no ha parado ni parará. Hace poco, Teodoro García Egea y Fran Hervías provocaron que saliera de su gran alcaldía andaluza, la de Granada.
La merma de poder territorial de la formación "naranja" empieza a ser alarmante. Solo quedan Begoña Villacís, Francisco Igea y Juan Marín como grandes referentes. No extraña que aplaudieron a rabiar la llegada hace poco, por un pacto de rotación, al Ayuntamiento de Badajoz. Con todo, la decisión tomada es la de aguantar, y a partir de ahí, empezar a crecer de forma paulatina, sin aspavientos, sin esperar éxitos repentinos.
Arrimadas ha jugado un papel activo al respecto. Este medio adelantó una comida entre Pablo Casado y ella en un contexto de reconciliación. Ciudadanos habría, además, trasladado a altos cargos del Partido Popular, como al presidente de la Junta de Andalucía o al alcalde de Madrid, que sus pactos institucionales no peligran.
Porque aquí está la otra decisión tomada: el tiempo de aproximación al PSOE ha concluido. No habrá más, apuntan fuentes de la dirección a El Confidencial.
Más País: confederación y sello "verde"
Él mismo lo anunció en Twitter: Íñigo Errejón publicará libro en septiembre. Dará que hablar, aseguran fuentes de su entorno.
Será la rampa de salida del otoño que el líder de Más País ha programado para consolidar la tendencia alcista de las encuestas sobre intención de voto. Errejón ha encontrado un espacio propio en esta coyuntura de polarización extrema. Mensajes sobre realidades sociales que no ocupan foco en los medios, o muy poco foco, y llamamientos sobre la importancia de vivir en paz con el medio ambiente formarán los cimientos de un edificio que tendrá sucedáneos territoriales.
Cuentan fuentes conocedoras de las maniobras que en Más País y en la refundación de Adelante Andalucía han iniciado cara a posibles confraternizaciones, aún no garantizadas, que una de las claves para situar a la izquierda en el Gobierno andaluz consiste en soldar espacios de unidad. Descartan al PSOE aquí, y también a Unidas Podemos, lo que anticipa un escenario incierto y complejo. Asimismo, ante las próximas generales, la idea es colocar en el Congreso diputados de diversas formaciones de esta casa común. La posibilidad de crear un grupo parlamentario similar a la Izquierda Confederal del Senado es más que plausible, llegado el caso.
Errejón, además, buscará estrechar lazos con formaciones "verdes" de países europeos, en pos de la solidificación de la tendencia creciente por un voto medioambientalista. El líder de Más País es consciente de que Pedro Sánchez intentará expulsarle de este lugar demoscópico. La pugna se prevé intensa.
En la política española lo ordinario se ha vuelto extraordinario. El ciclo legislativo y parlamentario se asoma por fin a un periodo de dos años y medio sin procesos electorales, salvo que en Andalucía se precipiten los acontecimientos. Este océano en calma, no hace mucho tiempo, era "la normalidad". El Gobierno aprobaba proyectos de ley, los enviaba al Congreso, los grupos los debatían y las Cortes los aprobaban. Esto lleva sin suceder en España tres años, desde 2018.
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