De cómo el PP actual nació en una Renault Trafic de color blanco
En 1997, en la campaña que hizo Juanma Moreno para ser el presidente nacional de Nuevas Generaciones del PP, empieza una amistad que une al presidente andaluz con Casado y Ayuso
El liderazgo de Pablo Casado en el PP comenzó en una furgoneta en la que nunca estuvo. Una Renaul Trafic blanca de segunda mano, modelo de 1997, es el lugar en el que ruedan el salto generacional del Partido Popular y su nueva forma de hacer política. La batalla cultural de la derecha, la divulgación del lenguaje que la desacompleja y emancipa de la hegemonía progresista (esta es más o menos la expresión que emplean), se inicia en el interior de ese vehículo en el que el jefe se llamaba Juan Manuel Moreno.
El PP se diferencia hoy de las demás formaciones en un factor elemental, clave a la postre para resolver entuertos políticos y malentendidos: una amistad que se remonta al año 2000. Los protagonistas de esta historia se conocieron por la política, pero luego la trascendieron. Además de comités ejecutivos y de juntas directivas, han compartido bodas, bautizos, cumpleaños y escapadas de vacaciones. Fiestas que acabaron al día siguiente y alguna que otra ruptura sentimental.
Gracias a la amistad, Juanma y Pablo pudieron resolver el mal rollo que surgió por el control del PP de Sevilla, y debido a una amistad de hace años, la reciente polémica del Rey y los indultos apenas ha distanciado a Casado y a Isabel Díaz Ayuso. El vínculo afectivo permite, por ejemplo, que Moreno y la presidenta madrileña hablen con frecuencia, incluso tras defender posiciones contrarias. Es lo que llevan haciendo desde hace 20 años, porque como en cualquier grupo de amiguetes, no todos piensan igual aunque pertenezcan a la misma empresa.
La historia que leerán a continuación, si les interesa, bucea en un pasado común, apenas conocido. El que une a Juanma Moreno, Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso, Alfonso Serrano o Ana Camins. Hay muchos más personajes secundarios, aunque esenciales en la trama. Unos siguen en la política; otros se fueron. Teléfonos que siguen en la agenda, teléfonos que se perdieron; números que pulsan a menudo, números en desuso. El Confidencial ha hablado para esta historia con varios de los actores de esta trama que es más divertida que angustiosa, aunque también tremendamente melancólica. Al fin y al cabo, fueron años felices.
La Renault Trafic de segunda mano
Juan Manuel Moreno Bonilla era en 1995 concejal en el Ayuntamiento de Málaga que dirigía Celia Villalobos. Desde no mucho antes, presidía la organización juvenil del PP en la provincia. Su estilo dinámico y todos los charcos que pisaba llamaron la atención de los mayores. Sin separarse de las siglas, se sumergía en debates con sus pares de izquierdas en todos los debates habidos y por haber, sin titubeos ni complejos. Le situaron en la lista malagueña para el Parlamento andaluz, en el que entró en 1997. Aquí empieza la historia.
Nuevas Generaciones del PP a escala nacional convocó congreso ese año para la renovación de sus órganos. La dirección lanzó a Agustín Iglesias y junto a él se arremolinó toda la estructura del partido. Desde Málaga, un grupo formado por Elías Bendodo, Mariví Romero, Pablo Antón y el propio Juanma Moreno decidieron aspirar a la presidencia de la organización a sabiendas de que, en principio, no contaban con el cobijo de Génova. Alquilaron una Renault Trafic de segunda mano y se pusieron a girar por España, provincia a provincia. Tal fue la movilización que arrastraron, que el aparato del PP retiró el amparo a Iglesias y se lo dio a ese joven malagueño que no paraba de recabar adhesiones. Ganó el congreso de calle.
Tal fue la movilización que arrastraron, que el aparato del PP dio amparo a ese joven malagueño que no paraba de recabar adhesiones
A diferencia de sus predecesores (e incluso de sus sucesores), Moreno compuso un comité ejecutivo reducido y dinámico, apoyado sobre todo en su equipo de confianza de Málaga. Por la quinta planta de la aún sede del PP empezaron a corretear chavales y chavalas de 20 años con ganas de comerse el mundo e influir, sobre todo, en las decisiones de la plana mayor, entonces encabezada por José María Aznar. Allí, la desabridez de Ángel Acebes y de su equipo choca con el gamberrismo y la combatividad del malagueño. Juanma logra, pese a la distancia generacional, colarse en la estrategia y consigue algo que persiguió desde el principio: autonomía y voz propia.
El PP gobernaba por aquellos años y el país disfrutaba de un clima económico y social más o menos estable y optimista. Nuevas Generaciones despuntaba por sus posiciones sobre la mili, erradicada entonces, y no disimulaba ninguna posición, incluso las discrepantes, que Moreno pactaba previamente con la jerarquía. La organización no hacía más que dar pasos adelante en lo interno y en lo externo. Inauguró una revista titulada 'Juntos', que ocupa un lugar crucial en la historia.
Esta publicación es el embrión de una serie de campañas que casi provocan que Acebes escupiera el sorbo de café, antes de preguntar con cara de mala uva. Moreno y su equipo, entre ellos Andrés García Prado (hoy empresario), diseñan dos campañas que presagian la llegada de nuevos tiempos, y de paso, las resistencias del sector más añejo. Una defendió la normalización del catalán y del euskera, para lo que usaron este lema: "Con dos lenguas lo pasarás mejor". La otra fue un grito a favor de la socialización de la homosexualidad, en lo que emplearon fotografías de gais y lesbianas. Acebes, lo dicho, casi se atraganta; a Fraga casi le da un síncope.
Aparición de la protagonista mediada la película
Ana Camins es actualmente secretaria general del PP de Madrid y diputada en la Asamblea. En esta historia es como esos personajes demiurgo que une los destinos de los demás.
El mandato de Juanma Moreno en Nuevas Generaciones afrontaba el año 2000 con una mezcla de satisfacción y resignación. Se mezclaron noticias diversas, que entonces no se supieron interpretar. La organización juvenil del PP se posicionó con tanta fuerza en el mapa político que la dirección nacional le permitió orquestar una campaña propia para las generales de ese año. Esto fue recibido en el equipo de Moreno como un reconocimiento inesperado. El equipo alquiló una furgoneta, esta vez una Renault Space de color gris, para hacer otra gira por España y elogiar los avances del Gobierno de Aznar.
Pero, a su vez, al ahora presidente andaluz le enviaron de diputado "cunero" a Cantabria, es decir, a la circunscripción más lejana de su origen. Hubo quienes vieron en la patada un castigo por haber sido tan contestatario, impulsivo y cabezota. Se peleó mucho con Arenas, siempre en busca de una identidad propia. Aprovechó el revés para dar la vuelta a la situación y entró en el Congreso.
Por entonces, en Nuevas Generaciones trabajaban sin descanso Alfonso Serrano, hoy portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, y Camins. Junto a ella empezó a dejarse ver un tipo muy joven procedente de Palencia llamado Pablo Casado, al que no es que le gustara la política. Le apasionaba. "Podíamos estar en la piscina de la casa de un amigo hablando de todo un poco, menos Pablo, que quería hablar de no sé qué novedad de la política alemana; no paraba", cuenta uno de sus amigos.
El actual presidente del PP fue de los últimos en dejarse ver por la planta más gamberra de Génova, en donde casi vivían Serrano, Camins y otros dirigentes a los que la vida les ha conducido por caminos muy distintos: Rubén Urosa, Ainhoa Usoz, Daniel Bautista, Pablo Antón, Sandra Moneo (diputada actualmente), Valentina Martínez (actual diputada), Andrés García Prado, Fernando Ledesma, Nacho Díez, Pamela Hoyos o Diego Sanjuanbenito (jefe de gabinete de Casado). Verán que falta un nombre clave, el de Isabel Díaz Ayuso. Esperen.
Nuevas Generaciones... del distrito de Moncloa
La mayoría absoluta de Aznar se levantó sobre muchos pilares, uno de ellos el respaldo abrumador del votante de entre 20 y 30 años. En Nuevas Generaciones lo vieron como un colofón dorado a cuatro años intensos, en los que se forjaron vínculos personales que perduran.
Pero tocó hacer las maletas y pensar en otros objetivos. Moreno en el Congreso comenzaría pronto a hacer sus pinitos. Los demás se fueron recolocando a la espera de dar el salto a la administración. La organización juvenil del PP se renovó con Carmen Fúnez al frente. Fueron tiempos extraños porque pareció que la mayoría absoluta amansaba los ánimos, menos el de uno.
La mayoría absoluta de Aznar se levantó sobre muchos pilares, uno de ellos el respaldo abrumador del votante de entre 20 y 30 años
Ha estado aprendiendo junto a Camins nociones esenciales de funcionamiento, de estructura, de coordinación, de colocación de mensajes y de posicionamiento público. Al mismo tiempo, en el círculo de colegios mayores, ha estado organizando debates políticos de variada índole. Era uno de los dinamizadores de la esfera universitaria, y junto a Antonio González Terol, se convirtió en una de las figuras cruciales de los jóvenes del PP en el distrito de Moncloa. Hablamos de Pablo Casado.
Molesto por la atonía en la que se iba adentrando el partido, toma una decisión fundamental, uno de los giros de la historia: aspirar a la Presidencia de Nuevas Generaciones de Madrid. Para ello, pide a Camins que sea su número dos, lo que acepta, y se empapa del espíritu con el que Juanma Moreno alcanzó el objetivo ocho años antes. Aquella Renault Trafic blanca de segunda mano simboliza exactamente la forma de hacer política en la que cree Casado a pesar de las diferencias ideológicas, que nunca ocultaron. Moreno siempre representó una versión más moderada y centrada, con ecos en algunos flancos de la socialdemocracia; Casado es liberalismo por los cuatro costados.
Al igual que el presidente de la Junta de Andalucía, Casado se encaramó en 2005 en la dirección de la organización juvenil del partido dentro de la Comunidad de Madrid, lo que no es baladí, pues en el Partido Popular si hay una estructura territorial vigorosa, esa es la madrileña. Casado copió y reinventó muchas de las consignas de Juanma Moreno en tanto que líder y figura visible, y solo había que acudir a los actos de Esperanza Aguirre, e incluso de Mariano Rajoy en el territorio, para escuchar al telonero: un Pablo Casado aguerrido, a veces agresivo, y ante todo, muy locuaz. Era una época en la que sin rubor se lanzó a la batalla cultural de la derecha.
A una de esas fiestas fue Isabel Díaz Ayuso. "Nos cayó genial, así que se vino más veces"
Por entonces, en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, Isabel Díaz Ayuso busca por dónde transitar hacia el futuro. Le desencanta la carrera, lo que es habitual, y coquetea con los mensajes políticos. Entra en contacto con la dirección de Nuevas Generaciones de Moncloa en lugar de la de Chamberí, que es su barrio, ya que amigos del PP le dicen que es el sector de la capital más enérgico y mejor organizado. Como era de esperar, conoce a Casado. Es el año 2007.
Ya por entonces, con bastante frecuencia, el grupo que aúpa a Moreno a la presidencia de Nuevas Generaciones convoca encuentros privados y fiestas. Si no es una cena, es el fin de semana rural; si no es irse de vacaciones a Ibiza, es montar una despedida de soltero o soltera. Casado ya estaba ahí, y como estas cosas de la exaltación de la amistad funcionan en plan "tengo un amigo/a que le he dicho que se venga", el grupo se va nutriendo de más y más gente. A una de esas fiestas fue Isabel. "Nos cayó genial, así que se vino más veces con nosotros", cuenta una de las personas en el núcleo de este grupo. Algunas de las fuentes consultadas para este reportaje guardan un sinfín de fotografías de aquella época. Son las mismas fotos que tenemos en nuestra casa o ya en el móvil: juntos en la barra libre de la boda de alguien o haciendo el cabra en la orilla de la playa.
Cuarentones y cincuentones
Juanma Moreno es el más veterano, también el que inspiró un método nuevo. Pablo Casado lo estudió y lo aplicó a su manera. Díaz Ayuso, también. Son el presidente de Andalucía, el del PP y la de la Comunidad de Madrid. Las puntas de lanza de un Partido Popular que ha completado el salto generacional tras la marcha de Mariano Rajoy, quien se rodeó de cargos más jóvenes, sí, pero ajenos a la estructura del partido, o cuando menos más distanciados.
Que Moreno cuente como mano derecha con Elías Bendodo, que Casado tenga como jefe de gabinete a Diego Sanjuanbenito o que Ayuso se apoye en Camins (para el partido) y en Serrano (para el grupo parlamentario y para la pasada campaña electoral) no es casual. Es consecuencia de una historia común. La confianza es total.
"Ha prevalecido que nos consideramos una familia. Hemos pasado etapas en las que convivimos a tiempo completo, no había otra cosa en la vida, solo nos teníamos a nosotros", destaca una de las personas con las que El Confidencial ha hablado. "Y eso no se olvida".
—¿Seguiréis quedando cuando todo esto pase?
—Segurísimo.
Y así, casi como empezó, acaba la historia. Historia que nace en una Renault Trafic de color blanco y de segunda mano.
El liderazgo de Pablo Casado en el PP comenzó en una furgoneta en la que nunca estuvo. Una Renaul Trafic blanca de segunda mano, modelo de 1997, es el lugar en el que ruedan el salto generacional del Partido Popular y su nueva forma de hacer política. La batalla cultural de la derecha, la divulgación del lenguaje que la desacompleja y emancipa de la hegemonía progresista (esta es más o menos la expresión que emplean), se inicia en el interior de ese vehículo en el que el jefe se llamaba Juan Manuel Moreno.
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