Iglesias aguanta el pulso de Sánchez y sigue en el no para retratar a un candidato aislado
No hay margen para la abstención, mientras continúa la escalada verbal que está dejando pocos puentes en pie de cara a retomar la negociación para un segundo intento en septiembre
Pedro Sánchez hará un último intento antes de la investidura para lograr la abstención tanto de Unidas Podemos, como de PP y Ciudadanos. Lo hará, según anunciaba este jueves, a través de llamadas telefónicas a Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Ninguno de los tres está dispuesto a ceder. La abstención de Unidas Podemos tampoco sería suficiente, a no ser que nacionalistas e independentistas votasen que sí, pero no es una opción que entre dentro del cálculo de todos ellos. "Una entelequia", reconocen los socialistas.
Los diputados del grupo confederal de Unidas Podemos votarán por tanto en contra, según confirman fuentes de la dirección, de acuerdo con la opción ganadora en su consulta a las bases: para hacer presidente a Pedro Sánchez "es necesario llegar a un acuerdo integral de coalición, acuerdo programático y de equipos, sin vetos, donde las fuerzas de la coalición tengan una opción razonablemente proporcional a sus votos". IU tiene previsto ratificar también el voto en contra de sus diputados este sábado en una reunión de su dirección.
No hay margen para la abstención a día de hoy, aseguran estas mismas fuentes, a menos que Pedro Sánchez dé un giro de 180 grados y se avenga a un gobierno de coalición "sin vetos". Una posibilidad que no contempla Sánchez, como dejó claro este jueves al asegurar que el "principal escollo" para el pacto con Unidas Podemos es la "participación de Iglesias en el Gobierno". Iglesias aguantará así el pulso de Sánchez y se ratifica en el no para retratarlo como un candidato aislado. Sin embargo, y como le ha echado en cara el propio presidente en funciones, votará junto a PP, Ciudadanos y Vox, ya que formaciones como ERC, PNV o Bildu se mueven entre la abstención y el voto afirmativo, aún inclinándose por la primera opción.
En la segunda votación de la sesión de investidura, prevista para el próximo jueves 25 de julio, es suficiente que Sánchez obtenga más síes que noes, pero se quedaría lejos de conseguirlo con el voto en contra de los morados. PP, Ciudadanos, Vox, CC y NA+ suman junto a Unidas Podemos 193 votos en contra, de los 350 diputados de la Cámara. Los síes, de momento, se reducen a los 123 del PSOE más el del representante del PRC (Partido Regionalista de Cantabria), a la espera de confirmar la adhesión del diputado de Compromís y quizá los seis del PNV, con quienes mantiene negociaciones la vicepresidenta, Carmen Calvo.
El no de Unidas Podemos refuerza el pulso de los de Pablo Iglesias frente a Pedro Sánchez y visibiliza todavía más su distancia con el PSOE. Desde que el presidente en funciones dio por rotas las negociaciones el pasado lunes, se ha producido un cruce de acusaciones y una escalada verbal que está dejando pocos puentes en pie de cara a retomar las negociaciones para un segundo intento en septiembre. El distanciamiento es cada vez mayor y el voto en contra da buena cuenta de ello.
Ante esta posibilidad, el PSOE ya comenzó esta semana a fijar el mensaje de que Unidas Podemos votaba lo mismo que Vox. Pedro Sánchez advertía este lunes de que Iglesias debía ceder o, de lo contrario, acabaría "votando con Abascal no a la investidura de un candidato socialista a la presidencia del Gobierno". La vicepresidenta Carmen Calvo cargaba en la misma línea insistiendo en que "todo apunta a que Abascal e Iglesias van a estar en la misma posición la semana que viene". Finalmente era la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, quien rescataba el concepto de la pinza, denunciando que "no me gustaría hablar en los términos de reeditar la pinza de los años 90, pero se le empieza a parecer mucho. Y esa es la opción que parece haber elegido el señor Iglesias".
La evolución de los acontecimientos comienza a seguir el guion de 2016, con una escalada que no solo remarca el antagonismo político entre PSOE y Unidas Podemos, sino que también se lleva al terreno de lo personal. Una situación que incrementa las desconfianzas mutuas y que ha llegado incluso al terreno de lo personal.
Este mismo jueves, desde Unidas Podemos se pedía al presidente del Gobierno una rectificación después de que hubiese puesto en duda durante una entrevista en La Sexta que Pablo Iglesias defendiese la democracia española. "Yo no necesito un vicepresidente del Gobierno, necesitaría un vicepresidente del Gobierno que defienda la democracia española, que defienda que haya una separación...", afirmaba Sánchez para justificar su veto a la entrada de Iglesias en un ejecutivo de coalición. "No todo vale, y menos entre fuerzas políticas que aspiran a gobernar juntas y por tanto, a respetarse y entenderse", recriminaba la portavoz de Unidas Podemos, Irene Montero, para concluir que "Sánchez debe rectificar".
Desde Unidas Podemos acusan al PSOE de ser quien está rompiendo los puentes, y niegan que un voto en contra reduzca aún más las posibilidades para reconducir la situación de cara a septiembre. Los socialistas, sin embargo, los acusan de bloqueo y de llevar al país a una repetición de elecciones, al entender que si la investidura es fallida decae el mandato recibido por Felipe VI para formar Gobierno. No habrá una segunda oportunidad en septiembre, aseguran tras justificar que han cedido al pasar de un gobierno monocolor a uno que daría entrada a perfiles cualificados de Unidas Podemos. La presencia de Iglesias en el Ejecutivo es una línea roja para Sánchez, principalmente, según ha argumentado, por sus diferentes posiciones respecto a la solución del conflicto catalán. A pesar de las enseñanzas de George Lakoff, todos piensan en un elefante, en este caso morado y con coleta.
Pedro Sánchez hará un último intento antes de la investidura para lograr la abstención tanto de Unidas Podemos, como de PP y Ciudadanos. Lo hará, según anunciaba este jueves, a través de llamadas telefónicas a Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Ninguno de los tres está dispuesto a ceder. La abstención de Unidas Podemos tampoco sería suficiente, a no ser que nacionalistas e independentistas votasen que sí, pero no es una opción que entre dentro del cálculo de todos ellos. "Una entelequia", reconocen los socialistas.