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Sánchez intenta doblegar a Podemos al señalar a Iglesias como único obstáculo
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Ya acepta a todo dirigente morado de ministro

Sánchez intenta doblegar a Podemos al señalar a Iglesias como único obstáculo

El presidente focaliza el tiro en el líder de los morados. Resucita y corrige al alza su oferta de coalición (incluso con responsables de peso, ya no solo técnicos), pero solo hasta la próxima semana

Foto: Pedro Sánchez, durante su entrevista con Antonio García Ferreras en 'Al rojo vivo', este 18 de julio. (Borja Puig de la Bellacasa | Moncloa)
Pedro Sánchez, durante su entrevista con Antonio García Ferreras en 'Al rojo vivo', este 18 de julio. (Borja Puig de la Bellacasa | Moncloa)

Un solo nombre. Pablo Iglesias. Solo él. Él es el "principal escollo" para el acuerdo, el único "obstáculo", "sin ninguna duda". Pablo Iglesias. Es él el que carga con la equis. El que cuenta con el veto ya explícito de Pedro Sánchez. El secretario general de Podemos decía que no había sentido que el presidente en funciones le tachara de la ecuación, y que si era así, que se lo aclarara. El jefe del Ejecutivo lo hizo, sí. Buscando noquearle, acorralarle. Señalarle como el coágulo que obstruye la circulación, que impide su investidura. Sánchez desplazaba todo el foco a su principal aliado, persiguiendo su "paso atrás" y recriminándole, de paso, su ambición personal por entrar en el Consejo de Ministros. El problema no se llama Unidas Podemos, se llama Pablo Iglesias. Él es el elefante, y si él se aparta, su oferta de coalición, incluso con dirigentes de su partido dentro, seguirá viva, pero si no lo hace y tumba su reelección como presidente la próxima semana, la propuesta morirá y no alcanzará la orilla de septiembre.

Sobre esos cimientos el presidente siguió avanzando la acción, construyendo su relato y su argumentación, bien de cara a una investidura que cada día se presume más imposible —tanto ahora, en julio, como dentro de dos meses—, bien mirando a nuevas elecciones. Sánchez enlazó este jueves su segunda entrevista en apenas cuatro días, la primera fue el lunes en la SER, y en ella ya disparó con claridad a Iglesias. Se desembarazó de subterfugios y medias palabras para hacer descargar en él, y no en su formación, la responsabilidad de que no haya Gobierno. El jefe del Ejecutivo fue desplegando así una cuidada estrategia —trazada por su gurú, Iván Redondo—, no exenta de rectificaciones sobre lo dicho anteriormente, para envolver a su socio-enemigo.

[Consulte aquí en PDF la transcripción íntegra de la entrevista a Pedro Sánchez en 'Al rojo vivo']

Sánchez recibió a La Sexta en la Moncloa después de reunir a su ejecutiva en Ferraz y, como había hecho en la radio el lunes, escupió su titular nada más tomar la palabra. Iglesias "es el principal escollo para poder formar un Gobierno de coalición entre el Partido Socialista y Unidas Podemos. Y es que no se dan las condiciones para que sea miembro de ese Gobierno". Se podía decir tal vez más alto, pero no más claro. Todo lo que él no había reconocido días atrás, ni tampoco sus escuderos, lo desembuchó él de corrido.

El presidente quería definir sus mensajes desde el arranque: el "escollo" es Iglesias y la oferta de coalición morirá si UP tumba la investidura


El presidente veta por completo a Iglesias por razones políticas, funcionales y de desconfianza. En el primer paquete es donde dejó los argumentos que a ojos de Podemos resultaron más hirientes y por los que pidieron una "rectificación". El líder socialista alegó que necesita un Gobierno "cohesionado" y no se puede "permitir el lujo" de que ante una de las "mayores crisis de Estado" que España va a vivir en los próximos meses —por la Diada, la sentencia del 'procés' y la convulsión segura que provocará en Cataluña—, tenga un vicepresidente que "por lealtad lo único que haga sea mirar para otro lado o silenciar". O que hable de "presos políticos". "Yo necesito un Gobierno con un vicepresidente que defienda la democracia española, que diga que este país tiene un Estado social y democrático de derecho, que el Poder Judicial es independiente del Poder Ejecutivo y que aquí no se persigue a nadie por sus ideas y que no están encarcelados por sus ideas". Entre ambos, pues, persisten discrepancias "de fondo" sobre cuestiones de Estado que no se pueden soslayar por mucho que el jefe de Podemos prometa "lealtad" y respeto al "liderazgo" de los socialistas en el futuro Gobierno.

Foto: Pedro Sánchez, durante su entrevista con Antonio García Ferreras en 'Al rojo vivo', este 18 de julio en la Moncloa. (Borja Puig de la Bellacasa | Moncloa)

Diferencia de tono

No quiere tampoco a Iglesias por motivos "funcionales", argumentó, porque no controla a los suyos ni le puede garantizar la "responsabilidad" en el comportamiento y las decisiones de miembros de su partido o de las confluencias, como se vio este mismo jueves en La Rioja —la única diputada morada frustró que la candidata socialista, Concha Andreu, resultara investida presidenta autonómica, momento que él vivió en directo—, o como demuestra Ada Colau en su gestión al frente de Barcelona. Y finalmente Sánchez lo rechaza a su lado porque no puede tener a un dos que "no se fíe" de su jefe. El presidente no cree que quepan dos líderes políticos de dos partidos que en materias sensibles son tan diferentes en un mismo Gobierno porque al final el Gabinete se quedaría "paralizado" por sus propias "contradicciones internas".

La cúpula morada pide a Sánchez "rectificar" por sus reproches a Iglesias y advierte de que no aceptará un veto que es a toda la organización

Sánchez, que había asegurado en la SER que "nunca" Iglesias le había "explicitado de esa manera" su petición de ser vicepresidente, pasó a reconocer abiertamente en 'Al rojo vivo', ante el periodista Antonio García Ferreras, que sí se lo había planteado —no lo había admitido para no "airear" conversaciones privadas y por ser "respetuoso" con su aliado— y que ahí estaba el "escollo". Es "el único obstáculo" para el acuerdo. "Lo tengo clarísimo", confesó.

Pedro Sánchez: "Pablo Iglesias es el principal escollo. No puede estar en el Gobierno"

La segunda idea fuerza que manejó el presidente durante su entrevista era una suerte de ultimátum, un 'o lo tomas o lo dejas'. Su oferta de Gobierno de coalición, con ministros morados "cualificados", se mantendrá hasta la votación de investidura de la semana próxima. El propio Sánchez había resucitado su última propuesta, porque el lunes, cuando dejó aflorar toda la indignación acumulada por la convocatoria de la "consulta trucada" a las bases de Podemos, aseguró que todos sus planteamientos a Iglesias habían decaído. El diseño de un Ejecutivo bicolor volvía a estar sobre la mesa. Pero en el momento en que UP vote no o abstención la próxima semana y con ello haga fracasar la reelección de Sánchez, "cualquier formulación de entendimiento" entre las dos fuerzas "no pasará ya más por una coalición".

Con esa afirmación, el presidente pretendía desarbolar el mensaje de Iglesias de que el PSOE cederá no ahora, sino en septiembre. Son ya muchos los avisos lanzados por la cúpula del partido y del Gobierno en el mismo sentido: que no habrá segundas oportunidades si la candidatura de Sánchez naufraga ahora. Porque "sin duda alguna" el escenario se complicará para entonces, por la efervescencia que prenda en Cataluña. La propia ERC ya adelantó que su abstención podía ser posible en julio, pero quizá no más tarde, con una previsible sentencia dura contra los líderes independentistas juzgados. Además, como había asegurado el número tres, José Luis Ábalos, apenas unos minutos antes en rueda de prensa, si UP estrella la investidura, los "puentes destruidos tardan tiempo en volver a levantarse".

Foto: Iglesias y Sánchez. (Reuters)

Dispuesto a "consensuar" nombres

Sánchez sí incidió más en esta ocasión en que su posición había evolucionado hasta aceptar un Ejecutivo "de coalición", con ministros de Unidas Podemos que estén "cualificados", y que no tienen por qué ser ni "burócratas" ni "tecnócratas". Ya no hablaba de integrantes del Gobierno "con perfil sectorial", como sí había advertido el lunes. Era un pequeño paso más hacia el acercamiento a los morados. Porque en ese momento lo que estaba haciendo Sánchez, como interpretaban en su núcleo duro, era no vetar a miembros de la cúpula dirigente de Podemos, como Irene Montero o Pablo Echenique, con mucho peso político. Ya por la noche, en 'Hora 25', en la Cadena SER, la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, aunque con muchos giros, no cerraba la puerta a la incorporación de esos perfiles al Consejo de Ministros. Pero antes habría que negociar contenidos y luego que se propusieran nombres. Para lo primero, la dirección aprobó este jueves un nuevo documento [aquí en PDF] que se aproximaba a las demandas del grupo confederal pues recogía, apuntó Ábalos, el acuerdo presupuestario.

El presidente ya no se cierra a incorporar como ministros a dirigentes de Podemos, siempre que tengan "cualificación" y se trate de sugerencias

"El escollo es Pablo Iglesias. Lo que pedimos es una propuesta de personas expertas, para poder consensuar quién entra", indicaba a este diario una responsable de la máxima confianza del secretario general. "Quienes quieran que entren tendrán que demostrar cualificación para las materias del ministerio. El presidente analizaría en ese caso las propuestas de nombres", sentenciaba otro alto cargo próximo al jefe del Ejecutivo. Es decir, que a cambio de que Iglesias dé un paso atrás, Sánchez estaría dispuesto a estudiar sugerencias de cuadros de Podemos no solo de perfil más técnico, sino de relieve político. Pero lo que quiere preservar es su prerrogativa constitucional a configurar su equipo. Como él mismo dijo en 'Al rojo vivo', se abre a "consensuar" nombres, no a que se los "impongan" los morados.

Sánchez: "La oferta de incorporar a técnicos de Podemos sigue en pie hasta la investidura"

Para cerrar el círculo argumentativo, Ferraz se cuidó de trasladar a los medios, antes de la comparecencia de Ábalos, que Sánchez había comentado ante su ejecutiva que Iglesias, en sus distintas conversaciones con él, le había exigido una vicepresidencia de contenido social y carteras muy significativas, Hacienda y Trabajo y Seguridad Social, más responsabilidades en Comunicación. El presidente confirmó ese extremo durante su entrevista, que le servía para apuntalar su reflexión de que en todos sus encuentros con el jefe de Podemos, este había consumido "el 99,9%" del tiempo en hablar de su presencia y de la de su formación en el futuro Gobierno, y no de contenidos programáticos. Un misil que sabía igualmente letal para un partido de izquierdas, que siempre ha hecho hincapié en las medidas.

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, el pasado 9 de julio en el Congreso. (EFE)

"Nos ahorra esa discusión"

En la dirección del PSOE advertían de que el candidato había llegado "lejos, lejísimos", todo lo lejos que podía llegar: un Gobierno de coalición con miembros (incluso relevantes y de peso político), y sin Iglesias. Él es la auténtica línea roja. El presidente, señalaban en Ferraz, no tiene más margen para moverse porque ya el último dique sería aceptar al jefe de Podemos, y no piensa hacerlo.

En Ferraz advierten de que Sánchez ha llegado todo lo lejos que podía llegar, y que UP ha cerrado la salida que le dejaba "por puro tacticismo"

Los morados tomaron el no de Sánchez a su líder, no obstante, como una auténtica afrenta. "Vetar a Iglesias es vetarnos a todos. Es vetar a UP, a todos sus dirigentes y a sus 3,7 millones de votantes. Igual que vetar a Sánchez sería exactamente lo mismo que vetar al PSOE. Sánchez veta a Unidas Podemos. Ese es el titular real", escribió Pablo Echenique en su cuenta de Twitter. Poco después, se conocía el resultado de la consulta a los inscritos, que por un 70% respaldaban la opción de Iglesias: un Ejecutivo de coalición "sin vetos".

"Ellos no han sabido aprovechar la ventana de oportunidad que les ofrecemos, que no entre Pablo pero sí su gente, por puro tacticismo", advertía un miembro del aparato socialista. Para el jefe del Ejecutivo habría sido también un problema asumir en el Consejo de Ministros a Montero o Echenique, pero al negarse en banda Iglesias a dar un paso atrás, "ahorra esa discusión al PSOE". En todo caso, como destaca otro miembro de la ejecutiva, "no es igual Pablo que Irene". "Dos gallos no pueden estar en el mismo corral. No es igual Pedro que Ábalos, y tampoco es igual Pablo que Irene", indicaba este mando, que recordaba el panorama "desolador" para Iglesias de este jueves por el fracaso de la investidura en La Rioja por decisión de los suyos en la región.

Si la investidura embarranca la próxima semana, habrá que ver si las negociaciones se reanudan de cara a septiembre, cuando el tiempo apriete. Pero el PSOE no quiere ceder ni un centímetro más. O eso dice. Antes irá a elecciones. De hecho, llamó la atención que el presidente remarcara que aunque no busca la repetición ni la cree deseable, sí está convencido de que los ciudadanos "participarán" si hay otras generales, porque sobre todo desean que haya Gobierno.

El presidente ya ha situado el debate público en el punto que quería y el que era la desembocadura lógica. Ha señalado al "culpable", como dicen en Ferraz, de que no haya acuerdo. La discusión ya se reduce a una fórmula binaria: Iglesias sí, Iglesias no. Si Sánchez logra formar gobierno, será, salvo giro de guion, sin él, porque Podemos recule. Si no, habrá urnas, y si la izquierda pierde la Moncloa, "la historia señalará a Pablo, a su vanidad y su ego". Los 'thrillers' necesitan un malvado, y los socialistas ya han apuntado a quien quieren que haga ese papel.

Un solo nombre. Pablo Iglesias. Solo él. Él es el "principal escollo" para el acuerdo, el único "obstáculo", "sin ninguna duda". Pablo Iglesias. Es él el que carga con la equis. El que cuenta con el veto ya explícito de Pedro Sánchez. El secretario general de Podemos decía que no había sentido que el presidente en funciones le tachara de la ecuación, y que si era así, que se lo aclarara. El jefe del Ejecutivo lo hizo, sí. Buscando noquearle, acorralarle. Señalarle como el coágulo que obstruye la circulación, que impide su investidura. Sánchez desplazaba todo el foco a su principal aliado, persiguiendo su "paso atrás" y recriminándole, de paso, su ambición personal por entrar en el Consejo de Ministros. El problema no se llama Unidas Podemos, se llama Pablo Iglesias. Él es el elefante, y si él se aparta, su oferta de coalición, incluso con dirigentes de su partido dentro, seguirá viva, pero si no lo hace y tumba su reelección como presidente la próxima semana, la propuesta morirá y no alcanzará la orilla de septiembre.

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