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El PSOE saborea el triunfo de Casado: vira al PP a la derecha y lo lleva "a la era de Aznar"
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LA VISIÓN DESDE EL PARTIDO DEL GOBIERNO

El PSOE saborea el triunfo de Casado: vira al PP a la derecha y lo lleva "a la era de Aznar"

Los socialistas han mantenido distancia oficial, pero seguían de cerca el devenir del congreso popular. Y se sienten satisfechos: Casado ayudará a movilizar a la izquierda y tiene el lastre de su máster

Foto: Pablo Casado, proclamado ganador del XIX Congreso del PP, este 21 de julio en el hotel Marriott Auditórium de Madrid. (EFE)
Pablo Casado, proclamado ganador del XIX Congreso del PP, este 21 de julio en el hotel Marriott Auditórium de Madrid. (EFE)

José María Aznar. Él siempre fue un poderoso agente movilizador para la izquierda. Sobre todo el último Aznar, el de la guerra de Irak y el 'Prestige', el de la gestión del 11-M, el que se envolvía en las esencias de la derecha, el de la foto de las Azores, el que subía los pies encima de la mesa durante una conversación con George W. Bush, el de la fastuosa boda de su hija en San Lorenzo de El Escorial, el que dejó medrar a la trama Gürtel a su resguardo, el de la confrontación y no la distensión. Todo eso simboliza Aznar para el PSOE. Y esa derecha más 'neocon' es la que ve reencarnada en el nuevo presidente del Partido Popular. En Pablo Casado. Los socialistas disfrutan de su victoria en el congreso de su partido. Electoralmente, creen, les beneficia, aunque en lo institucional las relaciones puedan ser más difíciles que las que se presumían con la gran derrotada, la heredera fallida de Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría. Pero también aguardan a sus primeros pasos y a lo que ocurra en los meses venideros.

El Gobierno de Pedro Sánchez, así como la cúpula del PSOE, han intentado mantener distancia oficial con el proceso interno del PP. Todas las veces que se les preguntó a sus dirigentes por su opinión, todas las veces contestaban que no eran quiénes para hacerlo, que deseaban suerte a los militantes y cuadros conservadores. Poco más. Otra cosa es que en privado no siguieran con interés lo que ocurría en el otro gran partido de la política española. Hasta con delectación. Los socialistas habían sido objeto de chanza por sus primarias, por su lucha cainita entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, y ahora era la derecha la que vivía un duelo a garrotazos. Primero fue con Ciudadanos, un rival serio que llegó a coronar las encuestas —las urnas, nunca, salvo en Cataluña el 21-D— y, tras la moción de censura, dentro de sus propias filas. La imagen de fortaleza interna que proyectaba el PP, de maquinaria implacable, engrasada y unida, estallaba en pedazos.

Los populares, pues, eran víctimas de un proceso que estaba siendo "tremendamente duro" y hasta "desgarrado", valoraba el viernes la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá, en la única salida de guion que se ha permitido el Gabinete de Sánchez en estas semanas. La ministra "casi" expresaba su felicitación al PP porque hayan sido capaces de celebrar unas primarias. "Cuando las hacíamos otras fuerzas políticas las afeaban". Poco más allá de eso en público. No ha habido pronunciamientos a favor de ningún candidato. Justo porque al PSOE le sentaba terriblemente mal que otras formaciones, no solo el PP, sino también Podemos, buscaran inmiscuirse en su lucha interna.

En los últimos días se había aquilatado la impresión en el Ejecutivo y en el PSOE de que Casado acabaría ganando. Así fue: 57% frente al 42% de Santamaría


En los últimos días ya se había aquilatado la impresión, en el Gobierno y en el PSOE, de que Casado ganaría el congreso extraordinario de este viernes y sábado. Y así fue. El joven diputado por Ávila y hasta ahora vicesecretario de Comunicación del PP se hacía con las riendas de su partido, gracias al voto de 1.701 compromisarios (57,21% de las 2.973 papeletas emitidas), por los 1.250 apoyos cosechados por Santamaría (42,04%), los 18 blancos y 4 nulos. Eran 3.082 los delegados llamados al cónclave. 15,17 puntos y 451 papeletas de ventaja. Una diferencia superior a la prevista. El 'marianismo' quedaba enterrado.

Foto: Pablo Casado celebra su victoria en el congreso extraordinario del PP con su mujer, Isabel Torres, este 21 de julio en el hotel Marriott Auditórium de Madrid. (EFE)

Campaña 'gemela' a la de Sánchez

Pero a algunos dirigentes socialistas no les pilló nunca por sorpresa el triunfo de Casado (Palencia, 1981). Siempre vieron en su campaña un calco, aunque lógicamente antitético, de la que protagonizó Sánchez hace poco más de un año contra Díaz: el joven que primero luchaba contra el 'establishment' del PP, que concurría sin el respaldo de las supuestas fuerzas vivas de su aparato, que vendía "ilusión" y "renovación" y que, sobre todo tras el paso a la final apelaba a las entrañas de los militantes, agitando como 'claim' la vuelta a las esencias de la derecha. El hombre que protagonizaba el discurso ideológico sin complejos, inequívocamente de derechas, frente a una Santamaría que representaba un mayor pragmatismo. Era el líder que se declaraba tributario de Aznar, aunque también de Rajoy, y que fue pupilo de Esperanza Aguirre.

"Es nuestra especialidad: ultraconservador, esclavo de los peores tics de la derecha de siempre y prisionero de un futuro con plomo en las alas"

"Casado es nuestra especialidad: ultraconservador, esclavo de los peores tics de la derecha de siempre y prisionero de un futuro con plomo (el caso máster y la asombrosa velocidad con la que se sacó la carrera) en las alas", resumían fuentes próximas a Sánchez. "Nunca vi al PP muy de centro, la verdad, pero es cierto que Pablo ha radicalizado mucho el discurso. ¡Han vuelto a la época de Aznar! Jamás pensé que volvería a escuchar al PP criticar la Ley del Aborto", abundaba otra dirigente de primera línea muy cercana al presidente.

Pablo Casado se proclama nuevo presidente del Partido Popular

"Es un giro a la derecha rancia, es un Aznar 2. Es lo mejor que nos podía haber pasado", manifestaba por su parte un alto cargo del Ejecutivo de Díaz. Porque esa es otra clave. Los dos sectores mayoritarios del PSOE —si es que aún se puede hablar de su existencia como tal, ya que la reconquista de La Moncloa ha ejercido de pegamento interno: el poder siempre lo es— están de acuerdo en que al partido le viene bien competir contra Casado, sobre todo en coordenadas en las que creen que el debate social ya está resuelto, como el aborto, la eutanasia o la ampliación de derechos, muy aceptados socialmente.

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En la cúpula socialista cuentan que, antes de la moción de censura, la previsión era otra. Se calculaba que Sánchez tendría enfrente o a un Rajoy muy quemado o al delfín esperado, Alberto Núñez Feijóo, un rival muy a tener en cuenta. Al pegar la espantada el presidente de la Xunta, "cualquiera de los dos, Soraya o Pablo, era mucho mejor", al no ser candidatos tan "potentes" como él.

placeholder Pedro Sánchez y su mujer, Begoña Gómez, este 20 de julio en el Festival Internacional de Benicàssim, FIB. (EFE)
Pedro Sánchez y su mujer, Begoña Gómez, este 20 de julio en el Festival Internacional de Benicàssim, FIB. (EFE)

Ahora, con la victoria de Casado, el PP "pierde el espacio del centro", sostiene un miembro de la cúpula que también se sienta en el Ejecutivo. Y encima, añade, sale "muy destrozado de este congreso", tremendamente dividido, una situación insólita con la que desde las disputas previas a la refundación del partido con Aznar, la derecha heredera de Manuel Fraga no conocía. "Y encima sigue pesando sobre él el lastre de su máster", un asunto que sigue judicializado y que podría viajar al Supremo en caso de que Casado fuese imputado, porque es el tribunal que conoce las causas que pesan sobre los aforados, y el diputado nacional y desde este sábado líder del PP lo es.

Soraya y Casado dan su último mitin antes de la votación

Cautela todavía

Los socialistas anticipan que Casado, con su discurso de retorno a las esencias y principios más primarios de su partido, ayuda a movilizar a las bases progresistas contra él, y también permite a Sánchez ganar espacio por el disputado centro. El nuevo jefe conservador espolea a los votantes de izquierdas mucho más que lo hacía Rajoy, "un tipo que a ojos de muchos no parecía del PP" y que encima tenía el resorte de La Moncloa. "Ahora Pablo no tiene ningún tipo de cobertura presidencial que le permita moderar su discurso, y lo va a tener difícil, porque se acercan las elecciones municipales, autonómicas y europeas", y las campañas no permiten modulaciones, sino más bien lo contrario, marcar diferencias, analizan desde Ferraz. Otro elemento se suma: el PSOE venía de una larga travesía en el desierto desde que perdió la mayor parte de su poder institucional en 2011, mientras que el PP aún tiene que digerir el trauma de su abrupta salida de La Moncloa, con un rival como Ciudadanos muy fuerte aún y al acecho.

La sensación es que Sánchez "puede ganar espacio en el centro" y que Rivera y Casado se sumirán en una "encarnizada" pelea por ocupar la derecha

No obstante, en el PSOE se observa lo ocurrido en el PP con cautela. La política es muy líquida y todo —bien lo sabe el presidente— puede voltearse en apenas horas, días, semanas. De ahí que distintos dirigentes manifiesten que hay que esperar, ver qué pasos va dando Casado, cómo evoluciona la coyuntura, cómo transita estos primeros meses tras su victoria. "Nunca se sabe", dice un integrante del núcleo duro de la dirección. También influye que el escenario no es a dos, como antes, sino a cuatro, y en este caso importa mucho cómo se resitúe Ciudadanos, al que los socialistas ven "desnortado", "perdido", buscando su sitio, tras la moción de censura.

Foto: Pablo Casado tras ser elegido nuevo presidente del PP en sustitución de Mariano Rajoy. (EFE)

Sería un "acierto" para los naranjas, valoran, si Albert Rivera regresara al centro, pero creen "difícil" que lo haga. En buena medida, porque en su congreso del año pasado se desprendieron de su etiqueta de partido socialdemócrata. Y en segundo término porque el jefe de Cs lo ha fiado todo a sustituir al PP. Resultado: los socialistas anticipan que "las dos derechas" seguirán sumidas en una "guerra" por un mismo espacio. "Ciudadanos ya no puede regresar al centro. Ahora que ha ganado Casado, la película entre él y Rivera se va a titular 'Juego de patriotas”, señalaban desde la dirección socialista. "Será una pelea muy encarnizada entre dos gallos muy de derechas", añaden desde la federación andaluza, la primera que rivalizará en las urnas con el PP de Casado, dado que Díaz podría convocar sus autonómicas para el otoño. El propio presidente trató a PP y Cs el pasado martes en el Congreso, durante su comparecencia monográfica, como si fuesen el mismo 'pack'.

Casado proclama unidad y regeneración como líneas clave del nuevo PP

La sensación que le queda al PSOE, por tanto, es que Sánchez "puede ganar espacio de centro" que pierda el PP, que atraiga al votante moderado que no se sienta identificado con el discurso tan ideológico de Casado y su enfoque de asuntos tan sensibles como el aborto, la eutanasia, la memoria histórica, la educación, la familia o la política económica liberal. Ayuda al presidente, precisamente, la proyección que ofrece La Moncloa y el previsible menor desgaste que sufra en los próximos meses, aunque su legislatura es una ruleta rusa y su fragilidad parlamentaria, máxima. Ahora más si cabe tras la victoria del sector duro, el de Carles Puigdemont, en el PDeCAT.

Largas colas para elegir al nuevo presidente del Partido Popular

El 'tea party'

Por lo pronto, Sánchez felicitó a Casado a través de Twitter. "Ánimo en la tarea que tiene por delante. El Gobierno seguirá trabajando por el crecimiento económico, el empleo digno, la conquista de nuevos derechos y libertades y la reconstrucción del Estado del bienestar", escribió, incidiendo en que el Ejecutivo intentará rescatar aquello que el PP desmanteló en el poder. Después, ambos líderes mantuvieron "una cordial conversación telefónica poco después de la proclamación de los resultados del congreso popular", informaban fuentes oficiales de La Moncloa. Lo previsible es que en los próximos días el presidente reciba al nuevo jefe del PP en el palacio gubernamental.

Sánchez y Casado mantienen "una conversación telefónica cordial" después del congreso del PP. Antes el presidente le había felicitado por Twitter

Este sábado, la vicesecretaria general del PP, Adriana Lastra, que clausuraba el comité regional del PSOE manchego —en el que se ratificó al presidente Emiliano García-Page por aclamación como candidato a las autonómicas de 2019—, confiaba en que del cónclave extraordinario surgiera "una derecha moderna regenerada". Una derecha "con la que se puedan entender el resto de fuerzas políticas, empezando por el Gobierno y el PSOE".

Pero en el partido saben que la interlocución con Casado será más complicada que con Santamaría, con la que, por ejemplo, la hoy vicepresidenta, Carmen Calvo, negoció el despliegue del artículo 155 de la Constitución para frenar el desafío independentista en Cataluña. De hecho, esa previsión de un diálogo más fácil con la ex número dos de Rajoy fue invocado por figuras como Susana Díaz o José Luis Rodríguez Zapatero en los últimos días. "Soraya representaba una novedad. Mujer y más abierta. Habría zonas limítrofes por las que competir. Con Pablo no ocurre eso", aducía un dirigente próximo al máximo responsable socialista. Page lo decía gráficamente: tras el congreso popular "va a haber una derecha más y una derecha plus", es decir "una derecha dura [Cs] y un 'tea party".

Adriana Lastra espera que del congreso del PP surja "una derecha regenerada"

Con Casado se culmina el proceso de renovación de líderes en la política española. Cinco hombres —solo hombres— lideran PSOE, PP, Ciudadanos, Podemos e Izquierda Unida. Aunque para los socialistas y para el Ejecutivo la victoria del diputado por Ávila no sea más que una vuelta al pasado. Al Aznar que tanto enchufaba a los votantes progresistas. Y ahora el país se adentra, precisamente, en otra larga precampaña electoral. "A nosotros al final nos juzgarán solo por nosotros mismos. Si lo hacemos bien, la gente nos votará. A quien perjudica es a Cs", sentencia una ministra, conteniendo los ánimos. Predecir las urnas es un ejercicio de riesgo.

José María Aznar. Él siempre fue un poderoso agente movilizador para la izquierda. Sobre todo el último Aznar, el de la guerra de Irak y el 'Prestige', el de la gestión del 11-M, el que se envolvía en las esencias de la derecha, el de la foto de las Azores, el que subía los pies encima de la mesa durante una conversación con George W. Bush, el de la fastuosa boda de su hija en San Lorenzo de El Escorial, el que dejó medrar a la trama Gürtel a su resguardo, el de la confrontación y no la distensión. Todo eso simboliza Aznar para el PSOE. Y esa derecha más 'neocon' es la que ve reencarnada en el nuevo presidente del Partido Popular. En Pablo Casado. Los socialistas disfrutan de su victoria en el congreso de su partido. Electoralmente, creen, les beneficia, aunque en lo institucional las relaciones puedan ser más difíciles que las que se presumían con la gran derrotada, la heredera fallida de Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría. Pero también aguardan a sus primeros pasos y a lo que ocurra en los meses venideros.

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