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Rajoy 'salvó' España, pero deja a su heredero un PP en bancarrota electoral
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solo gobierna con mayoría absoluta en galicia

Rajoy 'salvó' España, pero deja a su heredero un PP en bancarrota electoral

Deja el PP tras 14 años. En 2011, logró el mayor triunfo electoral de su historia. Ahora, tras los escándalos de corrupción y la irrupción de Cs, la formación está en sus horas más bajas

Foto: El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy sale del Congreso tras participar en el debate de la moción de censura. (Dani Gago)
El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy sale del Congreso tras participar en el debate de la moción de censura. (Dani Gago)

Era el superviviente nato. El hombre que controlaba los tiempos. El que hacía caer a todos sus adversarios rendidos ante su propia inacción. Parecía no conocer la derrota, porque acababa por superarlo todo. El declive en las elecciones tras una época gloriosa, las imputaciones constantes de sus compañeros de filas y las detenciones de algunos de ellos. Incluso superó haber sido interrogado en el juicio de la Gürtel siendo presidente del Gobierno. O eso parecía, hasta ayer. O mejor, hasta el pasado viernes, cuando Pedro Sánchez salió victorioso en la moción de censura. Entonces Rajoy pronunció sus palabras finales: “Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré”. Muy similares a las que salían de su boca este martes cuando anunció que dejará la presidencia del PP: “He tenido el privilegio de ser vuestro presidente 14 años. Los mejores de mi vida política”.

El todavía líder popular entiende que ha llegado el momento de iniciar una nueva etapa y que él no estará al mando. Por eso, anunció un congreso exprés en julio, que deberá nombrar su sucesor, y este afrontar uno de los momentos más complicados para la formación. El legado económico del Gobierno de Rajoy parece positivo. Él mismo enumeró los principales logros de su mandato en Génova este martes —creación de casi tres millones de empleos, reducción del déficit...— y, como publicó este diario, el crecimiento económico continuará los dos próximos con Sánchez en La Moncloa. El socialista tendrá difícil quejarse de la 'herencia recibida' en ese sentido. Pero el estado en que Rajoy deja al Partido Popular es otra historia.

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En 2004, se puso al frente de los conservadores sustituyendo a José María Aznar. Antes lo había sido casi todo. Ese año, el PP perdió las elecciones generales, pero los populares gobernaban desde el año anterior en la Comunidad de Madrid, Galicia, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Baleares, La Rioja y Murcia, así como en muchas de las grandes ciudades de estas regiones. Poco a poco, el PP fue avanzando en las urnas durante los siguientes años en los que José Luis Rodríguez Zapatero estuvo al frente del Gobierno nacional. Casi dos legislaturas completas. Entonces llegó 2011, el año en que el PP amasó más poder del que jamás había tenido. Rajoy arrasó en lo que fue el mayor triunfo electoral en la historia de los populares: una mayoría absoluta de 186 escaños en el Congreso frente al PSOE más débil que hubo hasta entonces (110 diputados), que pagó el castigo de los electores al mandato de Zapatero y la crisis económica.

Pero no solo eso. Los populares extendieron su victoria aquel año a bastiones socialistas como Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón. El mapa de España se tiñó de azul por completo. Incluso en las elecciones andaluzas, que se celebraron un año después, en 2012, el PP de Javier Arenas se coronó como primera fuerza. Pudo gobernar el PSOE liderado por José Antonio Griñán apoyado en Izquierda Unida pero, sin duda, aquello constituyó un nuevo triunfo para un PP que parecía imparable. En aquel momento, solo Andalucía y Asturias quedaron en manos de los socialistas.

Sin embargo, en 2015 se produjo un nuevo vuelco tras la aparición de los nuevos partidos. Unidos Podemos y Ciudadanos comenzaron a tomar posiciones, diciendo a 'los viejos partidos' que habían venido para quedarse. A eso se fueron sumando los escándalos de corrupción en distintos círculos del PP que abrían los telediarios cada semana. El PP entraba en barrena y las urnas lo confirmaron. Las autonómicas de ese año dieron la victoria a los populares en distintas comunidades y capitales de provincia, pero con una mayoría insuficiente. Tan insuficiente que ni apoyándose en Ciudadanos les alcanzaba.

Consiguieron solo cuatro presidencias (Madrid, Castilla y León, La Rioja y Murcia), eso sí, pactando con el partido de Rivera. Las elecciones gallegas de 2016 les procuraron la única mayoría absoluta a día de hoy en una autonomía: Alberto Núñez Feijóo volvía a conseguirlo. Y respecto a ciudades grandes, Málaga se quedó como la única superviviente para el gobierno del PP. Madrid, Valencia, Valladolid y el resto de plazas tradicionalmente en manos de los populares cayeron en manos de las confluencias municipales de Podemos y el PSOE. Las cifras hablan por sí solas. De las 84 alcaldías de ciudades de más de 50.000 habitantes que el PP gobernaba en 2011, tan solo mantiene 40 en 2018.

Y las derrotas fueron acompañadas de la caída de los principales dirigentes e iconos de las filas conservadoras. Ocurrió en la Comunidad Valenciana, hoy gobernada en coalición por los socialistas y Compromís. Francisco Camps llegó a la presidencia del PP valenciano el mismo año en que Rajoy lo hizo al PP nacional. En 2011, meses después de haber acumulado la tercera mayoría absoluta consecutiva, dimitía acorralado por el llamado caso de los trajes, una derivada de la Gürtel. El juez y el fiscal entendieron que había suficientes indicios de un delito de cohecho, al entender que Camps aceptó 12 trajes, cuatro americanas, cinco pares de zapatos y otras tantas corbatas como regalos de la trama que dirigía el empresario Francisco Correa.

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Al escándalo de Camps le siguió el de Rita Barberá, la eterna alcaldesa de Valencia (24 años en total) y amiga íntima de Rajoy. Era el fin de una era. En su caso, fue la operación Taula la que terminó por atraparla. En 2016 fue imputada cuando el Tribunal Supremo decidió abrirle una causa para investigar el presunto blanqueo de capitales del PP en el consistorio valenciano durante la etapa en que ella fue regidora. En septiembre de ese año pidió la baja del PP, aunque se aferró al escaño en el Senado. Dos meses después falleció en Madrid a causa de una cirrosis hepática.

En Madrid, la otra plaza más importante para el PP, también se encuentra en sus horas más bajas desde hace algo más de un año. Rajoy decidió poner a Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre al frente de las candidaturas de la capital (comunidad y ayuntamiento respectivamente) en 2015, con el objetivo de retener ambos gobiernos. Solo lo consiguió la primera gracias a los votos de Ciudadanos. En Madrid alcanzó el poder Manuela Carmena junto al PSOE, pese a la victoria de los populares. Cifuentes sustituyó a Ignacio González, que empezaba a estar demasiado señalado por los casos de corrupción del PP madrileño. Pero fue en abril de 2017 cuando el delfín de Aguirre y expresidente de la comunidad era detenido por la guardia civil por el desvío de fondos del Canal de Isabel II.

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Días después, y en lo que se consideró como un efecto dominó, Aguirre dimitía como portavoz del PP en el Ayuntamiento de la capital, apartándose de la política por completo. “No vigilé lo suficiente”, aseguró, tras asumir que González se sumaba a la lista de dirigentes detenidos que pertenecieron a su Ejecutivo autonómico. Entretanto, Cifuentes continuaba su ascenso como una de las esperanzas de la regeneración del PP y colándose en todo tipo de quinielas, incluida la de la sucesión. Justo un año después, en abril de 2018, se firmaba el inicio de su muerte política. Primero, con el caso del máster de la Universidad Rey Juan Carlos, y, después, con la publicación de un vídeo que terminó provocando su dimisión como presidenta madrileña.

Tan solo un mes después Rajoy anuncia que abandonará la presidencia del PP tras el congreso que elija a su sucesor, y que tendrá en sus manos el futuro de los populares. Unos lo llaman refundación, otros regeneración. Pero algo tendrá que ser si aspiran a que el mapa electoral recupere la tonalidad azul que hoy ya forma parte del pasado.

Era el superviviente nato. El hombre que controlaba los tiempos. El que hacía caer a todos sus adversarios rendidos ante su propia inacción. Parecía no conocer la derrota, porque acababa por superarlo todo. El declive en las elecciones tras una época gloriosa, las imputaciones constantes de sus compañeros de filas y las detenciones de algunos de ellos. Incluso superó haber sido interrogado en el juicio de la Gürtel siendo presidente del Gobierno. O eso parecía, hasta ayer. O mejor, hasta el pasado viernes, cuando Pedro Sánchez salió victorioso en la moción de censura. Entonces Rajoy pronunció sus palabras finales: “Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré”. Muy similares a las que salían de su boca este martes cuando anunció que dejará la presidencia del PP: “He tenido el privilegio de ser vuestro presidente 14 años. Los mejores de mi vida política”.

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