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¿Qué le pasa a Pablo Iglesias?
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¿Qué le pasa a Pablo Iglesias?

El líder de Podemos ha encarado una semana complicada interna y externamente: la cena secreta con Junqueras, al descubierto, el cierto ninguneo de Rajoy y la guerra con la comisión de garantías

Foto: Pablo Iglesias se dirige a la tribuna de oradores del Congreso delante de Mariano Rajoy, el pasado 30 de agosto. (Reuters)
Pablo Iglesias se dirige a la tribuna de oradores del Congreso delante de Mariano Rajoy, el pasado 30 de agosto. (Reuters)

No ha sido una semana sencilla para Pablo Iglesias. Fue descubierta su cena secreta con el vicepresidente de la Generalitat y líder de ERC, Oriol Junqueras, de la que apenas ha dado explicaciones, siguió con el pleno extraordinario en el Congreso sobre Gürtel, en el que Mariano Rajoy no le dio pie a lucirse, y culminó con una revuelta de miembros de sus tribunales internos por la manipulación de los nuevos estatutos. A lo que se suma el dilatado pulso, y que no concluye, con su dirección en Cataluña, y su indefinición respecto al referéndum del 1 de octubre.

Ocurrió tras la manifestación de repulsa por los atentados de Barcelona y Cambrils, el pasado sábado. Iglesias y el líder de Catalunya en Comú y portavoz de la confluencia catalana de Podemos, Xavi Domènech, cenaban en casa del presidente de Mediapro, Jaume Roures, con Junqueras y su número dos, Marta Rovira, y Oriol Soler, uno de los hombres que ha representado a ERC en el sanedrín de estrategia que ha estudiado los pasos a dar en el 'procés' soberanista. Iglesias y Junqueras fueron sorprendidos a la entrada por El Confidencial, el medio que dio la noticia en exclusiva y que ha tenido más recorrido del que habrían querido sus protagonistas.

"Huele a tripartito", decía Marta Pascal, la coordinadora general del PDeCAT, el partido socio de los republicanos en la coalición de conveniencia Junts pel Sí que gobierna la Generalitat. En realidad, no se llegó a ningún pacto concreto entre las tres fuerzas, solo se exploraron escenarios de futuro. ERC pidió a Iglesias una mayor implicación con el 1-O, que intercediera ante la alcaldesa de Barcelona, para que facilite la apertura de colegios electorales en la jornada de votación. Pero ni el líder de Podemos ni Domènech quisieron comprometerse. La formación morada apoyará lo que decida la regidora. Y Catalunya en Comú respalda el 1-O en tanto que "movilización", aunque esta cuestión volverá a debatirse y las bases de Podemos habrán de pronunciarse en las próximas semanas.

El encuentro con el jefe de ERC tuvo bastante recorrido y mosqueó al PDeCAT, pero Iglesias y su equipo apenas han dado explicaciones

Iglesias y Domènech insistieron a Junqueras en la posibilidad de un cambio de escenario en España, en la idea de que puede prosperar una moción de censura contra Mariano Rajoy con el apoyo de los partidos independentistas (PDeCAT y ERC) y el necesario concurso del PNV. Siempre y cuando aceptara esos apoyos Pedro Sánchez, cosa que hasta el momento no ha hecho. Los morados estaban también interesados en la opción de una confluencia de las izquierdas en Cataluña, en un Govern encabezado por ERC —más que probable primera fuerza en unas nuevas autonómicas—, y respaldado por los comunes y tal vez por el PSC. Pero Junqueras dio en ese punto largas, centrado como está en la celebración del 1-O.

Foto: Pablo Iglesias e Irene Montero, de Podemos y Xavier Doménech, En Comú Podem, en una imagen de archivo. (Efe)

¿Falta de "transparencia"?

Pero de todo esto no ha dado cuentas oficialmente la dirección de Podemos, un silencio que le echó en cara el presidente del Gobierno en el pleno extraordinario del pasado miércoles, recordando a Iglesias cuánto han presumido su partido y él de su apuesta por la "transparencia". La formación morada alegaba que sí contaba negociaciones y acuerdos, pero no charlas informales que mantiene también, por ejemplo, con periodistas. "Se trata de una conversación más", decía la portavoz parlamentaria, Irene Montero, quien sí reconoció que en cualquier diálogo informal se pone sobre la mesa una moción de censura, "porque es urgente echar al PP", pero no dio más detalles. "No hay más que informar", añadiendo, pidiendo a los medios no dar "más trascendencia" a la cena.

En el pleno extraordinario sobre Gürtel, el presidente centró sus ataques en Robles y apenas buscó el enfrentamiento con el jefe de Podemos

No era tan fácil, porque el encuentro en casa de Roures mosqueó públicamente al PDeCAT e implicaba a otro partido, el PSOE, cuyo secretario general, Pedro Sánchez, no había sido prevenido de la cita, tras la cual no demandó explicaciones, según comentaban a este periódico desde el entorno del dirigente socialista.

Montero, sobre la reunión secreta de Iglesias y Junqueras: “Fue una conversación informal”

El curso no arrancaba tampoco de forma espectacular para la oposición pese al caramelo del pleno extraordinario sobre Gürtel. Rajoy consiguió hacerse con unas cartas razonables: una agenda política dominada por el desafío soberanista en Cataluña y la resaca de los atentados yihadistas, y además un formato muy propicio, servido en bandeja por la presidenta del Congreso, Ana Pastor. El jefe del Ejecutivo se escabulló y no dio una sola explicación más sobre los escándalos de corrupción que atenazan al PP. Y en sus réplicas a los portavoces, cargó su fusil contra la representante socialista, Margarita Robles, y casi obvió al que en los últimos tiempos era su antagonista favorito, Pablo Iglesias. Sí le sacó a relucir la cena con Junqueras, y también un clásico de los argumentarios populares, la vinculación de Podemos con Venezuela e Irán. Pero no se vio a ambos sumergidos en un toma y daca. El presidente no quiso entrar en el cuerpo a cuerpo con el líder de Podemos, y se negó a contestar las seis preguntas sobre Gürtel que este le planteó.

Pablo Iglesias a Rajoy: “Usted es el mayor responsable político de la corrupción”

Claro que tampoco pudo sacar demasiado brillo el PSOE por las evasivas de Rajoy y su empeño en que se colasen en el debate asuntos que en principio estaban al margen, como los ataques terroristas, el órdago secesionista y el caso Lasa y Zabala, que usó para atizar a Robles.

Foto: Margarita Robles, aplaudida por su grupo al término de su intervención en el pleno extraordinario sobre Gürtel, este 30 de agosto. (EFE)

Resolución contundente

Pero la brasa más candente la tiene Iglesias dentro de casa. El jueves la crisis interna se agudizó al suscribir representantes de 11 de las 16 comisiones de garantías autonómicas de Podemos una declaración conjunta [aquí en PDF] en la que consideran "nulos de pleno derecho" los nuevos estatutos de la formación morada [aquí en PDF] y en la que piden revocar la apertura de expediente disciplinario contra la presidenta del 'tribunal interno' estatal, Olga Jiménez, dictada por la ejecutiva de Iglesias.

Miembros de la mayoría de comisiones de garantías autonómicas respaldan a la jefa del 'tribunal interno' estatal, Olga Jiménez, y piden anular las normas

El conflicto se arrastra desde hace más de un mes, y es consecuencia de la modificación de los estatutos realizada por el consejo de coordinación de Podemos —su ejecutiva— y su secretario de Organización, Pablo Echenique. La dirección tenía la obligación de trasponer a los estatutos los acuerdos adoptados en Vistalegre II. Es decir, tenía el cometido de elaborar un texto articulado a partir de los documentos ganadores en el congreso celebrado en febrero. Pero la comisión de garantías democráticas estatal (CGDE), encargada de revisar esa adaptación, dictaminó el pasado 28 de julio, por cinco votos a favor, tres en contra y una abstención, que debía cambiarse la redacción de los artículos 67 a 70 —los que abordan la composición y atribuciones del 'tribunal interno'— y declaraba nulos los artículos 71 a 77 —por introducir un nuevo y completo régimen disciplinario de Podemos que no votaron los inscritos—.

Es decir, que la ejecutiva aprovechó para modificar la arquitectura organizativa de Podemos: propició desde la recentralización del partido —hurtando poder a las direcciones autonómicas y facilitando la imposición de gestoras—, a castigos duros para quienes incumplan las normas —se sancionan incluso las filtraciones a la prensa—, y abrió la puerta a que los estatutos puedan modificarse sin pasar por la asamblea ciudadana (el congreso). La dirección desoyó el dictamen de la CGDE [aquí en PDF] y procedió al registro de los nuevos estatutos en el Ministerio del Interior.

placeholder Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos, el pasado 3 de julio en Madrid. (EFE)
Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos, el pasado 3 de julio en Madrid. (EFE)


Tres miembros de la comisión de garantías estatal —los tres pablistas— denuncian a la presidenta del órgano, Olga Jiménez, ante el consejo de coordinación. Este le abre un expediente disciplinario. Se constituyó así, de forma "irregular", según el entorno de Jiménez, una comisión deliberadora para decidir la posible sanción. Una comisión que integran los mismos denunciantes, que por tanto ejercen de juez y parte. Además, recuerdan, la CGDE solo puede ser destituida por los inscritos: a diferencia de lo que ocurre en otros partidos, el 'poder judicial' de Podemos es elegido directamente por las bases y cuenta con independencia orgánica. De ahí la naturaleza de esta guerra civil: no se corresponde con una pugna entre familias —pablistas contra errejonistas—, sino que se trata de una pelea entre el aparato y el órgano encargado de actuar de contrapoder, la CGDE.

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, antes de comparecer en una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados. (EFE)

"Usurpación" de funciones

Este 31 de agosto Jiménez reunió a las comisiones de garantías autonómicas para analizar el conflicto. Acudieron miembros de 12 de los 16 'tribunales' existentes. La resolución final contó con el voto a favor de 11 representantes (Madrid, Cataluña, Andalucía, Valencia, Euskadi, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Asturias, Canarias, Navarra y La Rioja) y una abstención (Cantabria). Los integrantes de las otras cuatro federaciones (Aragón, Galicia, Extremadura y Murcia) no se pronunciaron porque no acudieron a la cita en Madrid.

La revuelta se arrastra desde hace un mes y no tiene precedentes: no es una pugna entre familias, sino entre el aparato de poder y el contrapoder

Las conclusiones aprobadas el jueves son un palo para Iglesias: los firmantes consideran "nulos de pleno derecho" los nuevos estatutos de Podemos, registrados ante Interior, al "haberse invadido" por la ejecutiva las funciones de la asamblea ciudadana; instan al consejo de coordinación a retirar esas normas y a revocar la decisión de apertura de expediente disciplinario contra Jiménez, que "seguirá ejerciendo sus funciones legitimada y avalada estatutariamente por la votación de la asamblea ciudadana estatal [Vistalegre II]", y denuncian la acción de los tres miembros pablistas de la CGDE por "usurpación de funciones estatutarias", pues solo puede convocar a ese órgano su presidenta.

placeholder Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y Pablo Iglesias, en junio de 2016 en Palma, en la campaña de las últimas generales. (Reuters)
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y Pablo Iglesias, en junio de 2016 en Palma, en la campaña de las últimas generales. (Reuters)


La guerra aún puede empeorar. En las próximas horas pueden producirse movimientos. El consejo de coordinación se podría reunir el próximo lunes. Entonces se verá si se añade más leña al fuego o el incendio comienza a remitir.

La tensión con Podem y la posición sobre el referéndum del 1-O

El referente de Pablo Iglesias en Cataluña es, teóricamente, su dirección autonómica, Podem. Pero los encontronazos entre Podemos y Podem no han cesado. El líder del partido morado tiene como aliados en la comunidad a Ada Colau y Xavi Domènech, los iconos de Catalunya en Comú, el partido montado por la alcaldesa de Barcelona y del que no participa Podem. La prueba más reciente de las desavenencias con la dirección autonómica la tenemos en la cena de hace una semana: Iglesias acudió a ella con Domènech, y no con Albano Dante Fachin, el jefe de Podem

Además de la tensión interna, el líder de la formación emergente tiene todavía por asentar su posición sobre el desafío soberanista. Ya ha advertido de que no comparte la hoja de ruta "unilateral" de los independentistas, y de que respalda el 1-O como "movilización". Esta semana Iglesias añadió que no apoyará al Gobierno de Mariano Rajoy si actúa para impedir una "movilización política legítima" el 1-O. 

Las bases de Podem se pronunciarán sobre el referéndum, sobre si se debe llamar o no a la participación el 1-O, en una consulta interna que finalmente tendrá lugar entre el 15 y el 18 de septiembre, un calendario que no gustaba a la federación catalana porque suponía un retraso respecto a la primera programación (entre el 7 y el 11, justo antes de la Diada) y porque llegaría ya con la campaña del eventual plebiscito arrancada. 

Iglesias, acompañado de Colau y Domènech, montará su propia Diada. Los tres dirigentes protagonizarán un acto en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), ese mismo 11 de septiembre, bajo el lema 'Una Cataluña soberana, diversa y valiente'. Podemos y Catalunya en Comú defienden la convocatoria de un referéndum pactado y con efectos jurídicos

No ha sido una semana sencilla para Pablo Iglesias. Fue descubierta su cena secreta con el vicepresidente de la Generalitat y líder de ERC, Oriol Junqueras, de la que apenas ha dado explicaciones, siguió con el pleno extraordinario en el Congreso sobre Gürtel, en el que Mariano Rajoy no le dio pie a lucirse, y culminó con una revuelta de miembros de sus tribunales internos por la manipulación de los nuevos estatutos. A lo que se suma el dilatado pulso, y que no concluye, con su dirección en Cataluña, y su indefinición respecto al referéndum del 1 de octubre.

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