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Grifols: la boca, la caja y la muerte del pez
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Grifols: la boca, la caja y la muerte del pez

La familia Grifols ha demostrado otra vez esta semana que siempre son capaces de hacer lo más difícil para luego fracasar en lo más fácil, lo que explica los altibajos sufridos en bolsa

Foto: Sede de Grifols en Barcelona. (Europa Press/David Zorrakino)
Sede de Grifols en Barcelona. (Europa Press/David Zorrakino)
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El recientemente fallecido economista Joaquín Trigo fue el cerebro de los servicios de estudio de Fomento del Trabajo y de la CEOE durante muchos años. Él decía en sus clases la frase: "Por la boca muere el pez y las empresas mueren por la caja". El dicho encaja como un guante en la revivida crisis de Grifols esta semana. Solo que, en este caso, la compañía no corre riesgo de morir, y se la juega tanto por la caja como por la boca. Si cada vez que haces una conference call con analistas sube el pan y bajan tus acciones, es que tienes un problema.

Los inversores pusieron en cuestión la capacidad de Grifols de generar caja suficiente durante el 2024. Tras la matización de la empresa para corregir a su vicepresidente financiero, Alfredo Arroyo, queda claro que la empresa prevé generar caja para afrontar sus inversiones y sus costes de reestructuración —480 millones en conjunto—, pero para poco más. Lo que quedará son cinco millones. La situación mejora porque en 2022 el flujo de caja libre era negativo.

"En 2024, se espera que el Flujo de Caja Libre de Grifols se vea temporalmente afectado principalmente debido al CAPEX de crecimiento extraordinario relacionado con el acuerdo preexistente con ImmunoTek GH", aseguraron en su nota. Se apuesta por invertir, lo que en esencia no es malo.

Hasta aquí, las luces. Pero las sombras siguen. Fuentes de la compañía hablan de fuertes tensiones en el consejo de administración entre los consejeros independientes y los representantes de la familia. La presentación de resultados no estuvo a la altura de las expectativas que se habían generado. Las cuentas del 2023 no eran malas, pero tampoco daban para lanzar cohetes.

La deuda, el talón de Aquiles de Grifols, sigue igual. En 2023, sumaba 10.552 millones contra los 10.320 millones del ejercicio anterior

Grifols destacó en su nota la evolución de los ingresos, de 6.591 millones de euros, un 8,7%. Se habían cumplido los objetivos. A partir de ahí, ya la situación no es tan buena. Los costes operacionales crecen un 13%, hasta los 1.761 millones. Y el resultado de explotación baja un 0,7%, hasta que los resultados de explotación se sitúan en 799,3 millones de euros.

La deuda, el talón de Aquiles de Grifols, sigue igual. En 2023, sumaba 10.552 millones contra los 10.320 millones del ejercicio anterior. Pero los tipos no. De manera que los costes financieros se disparan: hasta 596,8 millones, un 24% superiores a los del ejercicio 2022.

Ciertamente, la deuda se recortará con la venta de la filial china, cerrada con éxito. El 20% de Shanghai RAAS a Haier Group por 1.630 millones se dedicará a reducir la deuda financiera neta. Y eso debería empezarse a notar en las cuentas de 2024. También es lo que ha dado oxígeno a la acción, que se recuperó el viernes un 17,5% y rozó los 8,9 euros. Lejos de los 7,5 euros en los que cotizó en sus mínimos del jueves, pero muy por debajo de los 14,24 euros en los que estaba antes de que el inversor bajista Gotham City Research entrara en escena cuestionando la veracidad de las cuentas de la compañía.

Problemas de fondo

Pero los problemas de fondo permanecen, tanto la caja como la boca del pez. Grifols, por ejemplo, no ha explicado en qué condiciones le ha prestado los 5,6 millones a su expresidente Víctor Grifols Roura, cuando todavía estaba en el consejo de administración. Tampoco aclaran si el préstamo se devolvió por la presión mediática que provocó el informe de Gotham City Research. La devolución se produjo en enero, el mismo mes en que se publicó el informe.

Grifols tiene un derecho preferente sobre sus proveedoras de plasma en Scranton

Un ejemplo de los fuertes vínculos está en las cuentas cuando explican la situación de Haema AG y BPC Plasma, las dos sociedades que se vendieron a Scranton para aparcar en el holding holandés la deuda de su adquisición: "Las acciones de Haema AG como las acciones de BPC Plasma Inc. se encuentran actualmente pignoradas en garantía del préstamo de Scranton Plasma BV con Bank of America. Si tuviere lugar un incumplimiento (default) bajo el contrato de préstamo, en tanto en cuanto los bancos financiadores no hayan ejecutado la correspondiente prenda, Grifols podrá ejecutar la opción de compra. Grifols pagará en prelación al banco frente a Scranton Plasma BV hasta liquidar el importe de la deuda que hubiera en el momento de adquisición. No hay en el contrato de préstamo limitación temporal alguna a Grifols para la ejecución de la opción de recompra", se señala en las cuentas de cierre del 2023.

Hacer difícil lo fácil

La familia y los vínculos entre Grifols y su patrimonial en Holanda Scranton Enterprises BV siguen siendo excesivos para una compañía cotizada en el Nasdaq. Y de nuevo la familia Grifols es capaz de lograr lo más difícil, como crear una empresa como la multinacional de hemoderivados, y luego fracasan en cuestiones básicas.

Tras el ataque de Gotham, lo más complicado era conseguir el apoyo de los bancos acreedores, tanto para Grifols como, sobre todo, para Scranton. Y lo consiguieron. Refinanciados en Holanda, las perspectivas eran mejores. Hasta esta semana. Luego presentar los resultados sin auditar, con un socio que no los ha firmado y haciendo públicas unas cuentas por debajo de las expectativas que ellos mismos habían generado. Logrado lo difícil, fracasaron en lo fácil. La historia de los Grifols, olvidarse de que el pez muere por la boca.

El recientemente fallecido economista Joaquín Trigo fue el cerebro de los servicios de estudio de Fomento del Trabajo y de la CEOE durante muchos años. Él decía en sus clases la frase: "Por la boca muere el pez y las empresas mueren por la caja". El dicho encaja como un guante en la revivida crisis de Grifols esta semana. Solo que, en este caso, la compañía no corre riesgo de morir, y se la juega tanto por la caja como por la boca. Si cada vez que haces una conference call con analistas sube el pan y bajan tus acciones, es que tienes un problema.

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