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Los deberes pendientes de Grifols: si el rey está desnudo, debe correr al vestidor
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SEMANA HORRIBILIS

Los deberes pendientes de Grifols: si el rey está desnudo, debe correr al vestidor

La crisis del gigante de hemoderivados no es solo de credibilidad. Se trata de una crisis cultural en la que la tradición de la empresa familiar catalana topa con la exigencia bursátil

Foto: Los CEO de Grifols, Víctor Grifols y Raimon Grifols. (EFE)
Los CEO de Grifols, Víctor Grifols y Raimon Grifols. (EFE)
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Los Grifols tienen razón: lo que explicó el informe de Gotham City Research para el ataque bajista sobre la compañía en esta semana horribilis lo sabía todo el mundo. Las relaciones entre Grifols y el holding holandés Scranton Enterprises BV eran tan públicas como opacas. Puede que el informe sea sesgado, exagerado o especulativo. Pero que la caída en bolsa haya sido del 39% al cierre de viernes le ha dado credibilidad. Nadie cree que la acción de Grifols valga cero euros. Pero la percepción del mercado ha cambiado. El niño ha gritado en medio de la plaza que el rey está desnudo. No aparece en el cuento, pero al final el cándido monarca tuvo que vestirse. De la misma manera, los yonquis de la deuda tendrán que hacer un pensamiento.

Grifols debe 6.540 millones de euros, según su deuda financiera neta declarada en el tercer trimestre del 2023. En 2025 vencen 2.000 millones. Scranton, que a la vez controla el 8,6% de Grifols, está participado por tres miembros de la familia que tienen menos del 20% del holding. Sin embargo, aunque en teoría no controlan la sociedad, lo cierto es que Grifols utiliza a Scranton para aparcar compras como las empresas de plasma BPC o Haema, cuya deuda colocó, así, fuera de su balance.

En 2021, Scranton debía 1.796 millones. Y en el 2025 también le vencen a ese holding holandés otros 1.000 millones, según ha publicado Expansión. No hay datos más recientes, pero tanto en Grifols como en la sociedad holandesa aparece la firma inconfundible de la familia Grifols: una pasión desaforada por el exceso de endeudamiento. Y una parte de esos préstamos a Scranton dependen para su devolución de los ingresos que aporte la multinacional de hemoderivados, como en el caso de las empresas de plasma o de las inmobiliarias con activos que usa Grifols. Lo que Gotham denomina "efecto túnel" pero que resulta imposible de cifrar con los datos disponibles.

La solidez de Grifols, con un volumen de negocio de 6.500 millones anuales, no es la cuestión. Su modelo industrial y de innovación está probado. En la conferencia telefónica con analistas celebrada esta semana para recuperar la confianza del mercado, que no fue especialmente bien, el presidente ejecutivo de Grifols, Thomas Glanzmann insistió en reforzar su modelo de "empresa de crecimiento". Es decir, poco dividendo y confiar en la revalorización de la acción.

Tras el informe de Gotham City, ahora no se puede ignorar la caja negra. Y se sabe que en la caja negra hay deuda, mucha deuda

Pero accionistas, analistas, inversores y ahorradores siempre han sabido que una acción de Grifols iba acompañada de una caja negra en Holanda donde bien, bien, no se sabía lo que había dentro. Tras el informe de Gotham City, ahora no se puede ignorar la caja negra. Y se sabe que en la caja negra hay deuda, mucha deuda. Como la foto final es del 2021, en realidad, tampoco se sabe cuánta.

Lo mejor de los dos mundos

El problema es cultural. Radica en la esencia de la dinastía Grifols. Son una empresa familiar catalana. Y se convirtieron en la única empresa familiar catalana que salió a bolsa, entraron en el Ibex, crecieron a través de adquisiciones, cotizaron en el Nasdaq. Fueron la única empresa española considera por el Departamento de Estado de los Estados Unidos como estratégica en los cables de Wikileaks. Una historia de éxito. Ahora que se habla tanto de empresas estratégicas, hay que recordar que tal vez Grifols sea una compañía más estratégica que Telefónica.

Pero esa historia tenía una cara B. Los Grifols nunca renunciaron a gestionar su empresa como si fuese Agrolimen, que ni cotiza ni quiere cotizar. Pedían crédito como si fuesen norteamericanos, pero querían dirigir la compañía como si siguiese siendo su cortijo. En 2018, algunos minoritarios protestaron cuando se vendió a Scranton BPC y Haemas, ahora puestas en el punto de mira por Gotham City. Los Grifols entendieron que si era el mismo precio y ellos no protestaban, nadie tenía derecho a hacerlo.

Los Grifols se resisten a pagar los peajes de transparencia a los que obliga la bolsa

De ese mismo modo se apuntan en el ebitda (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) de Grifols 30 millones generados por estas dos sociedades que consolidan a la vez en dos sociedades separadas: Scranton y la propia Grifols. La argucia sirve para aparcar la deuda en Scranton más que para inflar el ebitda de Grifols.

En la práctica, vistas las cuentas de Scranton, su principal función es seguir pidiendo más y más créditos, tanto en Holanda como en España. La caja negra está atiborrada de deudas, con garantías cruzadas por las propias acciones de Grifols. Por mucho que se haya marcado una sólida segregación accionarial, en economía dos y dos siguen siendo cuatro. En España y en Holanda.

Puntos fuertes y débiles

Analizando las cuentas de Scranton, una foto lejana de 2021, se ven los mismos puntos fuertes y débiles que en Grifols. La cuenta de resultados se muestra solvente. La facturación, 351 millones, crece respecto a 2020 un 11,4%. Es cierto que los beneficios operativos son negativos porque los gastos superan los ingresos. Y llevan dos años perdiendo dinero, aunque los 21 millones de números rojos en 2021 son sensiblemente inferiores a los 62 millones del ejercicio anterior. La empresa también genera caja por su operativa continuada, 470 millones y acumula activos por 995 millones, incluyendo acciones, inversiones y empresas.

El punto débil se encuentra en el balance de Scranton Enterprises. Los recursos propios apenas suman 30 millones para apalancar una deuda de casi 1.800 millones. Buena parte de esta deuda está garantizada con acciones de Grifols. Los principales créditos son de Banco Santander, Bank of America y BNP. Pero falta transparencia. En especial sobre el grado de control que la familia Grifols mantiene sobre el holding holandés y si es compatible con los negocios cruzados que mantienen ambas compañías. Por eso, la CNMV ha dado un ultimátum de 10 días para aclararlo, y por eso el valor ha perdido el 39% en una semana. Urge que la familia asuma que no pueden seguir comportándose como si los tipos interés estuviesen al cero cuando están por encima del tres. Hay que desapalancar. Y romper con los antiguos vicios. En España y en Holanda. El rey está desnudo y toca correr al vestidor.

Los Grifols tienen razón: lo que explicó el informe de Gotham City Research para el ataque bajista sobre la compañía en esta semana horribilis lo sabía todo el mundo. Las relaciones entre Grifols y el holding holandés Scranton Enterprises BV eran tan públicas como opacas. Puede que el informe sea sesgado, exagerado o especulativo. Pero que la caída en bolsa haya sido del 39% al cierre de viernes le ha dado credibilidad. Nadie cree que la acción de Grifols valga cero euros. Pero la percepción del mercado ha cambiado. El niño ha gritado en medio de la plaza que el rey está desnudo. No aparece en el cuento, pero al final el cándido monarca tuvo que vestirse. De la misma manera, los yonquis de la deuda tendrán que hacer un pensamiento.

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