Es noticia
De labrar el terruño del abuelo a convertir España en una potencia pistachera desde Cuenca
  1. Empresas
"Hacemos el Ferrari de la planta de pistacho"

De labrar el terruño del abuelo a convertir España en una potencia pistachera desde Cuenca

Minaya cultivaba las tierras familiares con 18 años. Con menos de 30, creó una sofisticada industria de pistacheros hiperproductivos. Este año, a sus 33, facturará 20 M vendiendo árboles de alta rentabilidad desde la España vaciada

Foto: Ángel Minaya, CEO de Agróptimum, del grupo Acemi Spain. (Raúl Más)
Ángel Minaya, CEO de Agróptimum, del grupo Acemi Spain. (Raúl Más)

Ángel Minaya cree que España tiene potencial para sentarse en la mesa de la geopolítica mundial del pistacho. Actualmente, la producción de este fruto seco se concentra, fundamentalmente, entre California (EEUU) e Irán. Y para ponerse al nivel pistachero de estas dos potencias nucleares y enfrentadas entre sí, este joven agricultor reconvertido a empresario ha creado una industria hipertecnificada de plantas de pistacho, única en toda Europa, en medio de la Manchuela conquense, uno de esos territorios cada vez más despoblados de la España vaciada.

"Nosotros hacemos el Ferrari de las plantas de pistacho", explica este emprendedor desde su planta de Villanueva de la Jara, su lugar de origen y donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Amante del campo, donde pasaba su tiempo libre desde los 6 años con sus abuelos, cuando cumplió la mayoría de edad ya se encargaba de cultivar las tierras de cereal, almendros o vid, típicos productos de ese rincón de Castilla. Lo que probablemente nadie podría esperar es que 15 años después, a sus 33, Minaya, que reconoce que proviene de una familia humilde, iba a facturar 20 millones de euros (4 millones de ebitda), emplear en su pueblo natal a 150 trabajadores, mover una flota de 40 camiones, o plantar un millón de árboles de pistachos para cubrir 4.500 hectáreas con este producto (unos 9.000 campos de fútbol juntos de superficie).

placeholder Instalaciones de Agroptimum, en Villanueva de la Jara (Cuenca). (Raúl Más)
Instalaciones de Agroptimum, en Villanueva de la Jara (Cuenca). (Raúl Más)

"Yo me dedicaba a comprar y vender las cosechas de la gente del pueblo (cebada, trigo, etc.) y hacer consultoría agrícola, lo que me permitía ganar un buen sueldo", señala Minaya mientras enseña las semillas, los injertos y las plantas de Agróptimum, del grupo Acemi Spain, el nombre de su compañía, donde aplica una mezcla de ingeniería de ultraoptimización de los procesos con un laborioso proceso de orfebrería artesanal para obtener estas plantas hiperproductivas.

La clave de su negocio, del que dice no tener competencia por ahora, es que sus pistacheros crecen en tres años y medio y ya dan frutos al cuarto año, reduciendo a la mitad los siete años que tarda habitualmente este árbol leñoso en ser completamente productivo. Cree que su producto puede doblar la rentabilidad de otras plantas como el olivo y disparar las ganancias en tierras de secano, donde hoy la sequía está matando el habitual cultivo de trigo y otros cereales.

"En 2015, me empezaron a hablar del pistacho, pero yo no tenía ni idea. Empecé a interesarme, ya que no me gustaba depender de los cultivos tradicionales tan expuestos a las inclemencias meteorológicas. Trataba de ver dónde estaba la agricultura más avanzada. A través de vídeos de YouTube, vi que el principal productor del mundo estaba en California. Tras mucho informarme, decidí que tenía que ir allí y traer ese producto", explica este emprendedor. "Si consigo replicarlo aquí, va a ser la hostia", pensaba entonces.

placeholder La germinación de semillas manual logra los árboles más productivos del mercado. (Raúl Más)
La germinación de semillas manual logra los árboles más productivos del mercado. (Raúl Más)

"Yo tenía una amiga en la Universidad de Albacete, que está hermanada con la Universidad de Davis en California, y a través de ese contacto llegué hasta Acemi, el primer productor del mundo". Pese a no saber inglés, idioma que aún hoy está tratando de mejorar, ese viaje catapultó el negocio de Minaya. Después de su estancia, estuvo más de un año tratando de convencer al dueño de esa explotación del Pacífico para que invirtiera en España y poderse lanzar aquí. Explica que para él "era muy importante poder replicar su marca con la bandera de EEUU", ya que "necesitaba un sello de calidad para que la gente confiara en el producto". Esa política se mantiene a día de hoy al llegar a la fábrica de Agróptimum, donde luce la bandera de barras y estrellas. Una base manchega plagada de árboles pistacheros, en exterior, viveros e invernaderos.

Logró que el productor de pistachos californiano invirtiera en España y desde entonces no ha parado de crecer. Todo ello, sin ayudas públicas, asegura. Minaya no se lamenta por no recibir subvenciones, pero sí de que la burocracia le ha podido frenar en determinados momentos. De hecho, se metió en este proyecto, en parte, por una traba burocrática. Su idea era importar pistacheros desde California y venderlos aquí, pero la Unión Europea no le permitía traer estas plantas, y por eso pensó en producirlas en el territorio nacional. A día de hoy, señala, las especies de árbol de pistacho que desarrolla no tienen competencia en toda Europa, de ahí su optimismo en el futuro. Pero advierte que además de tener buenos árboles, aunque costosos (a 17 euros la unidad), es importante elegir bien el terreno, por las condiciones, la ubicación de las plantas y su mantenimiento.

placeholder Siembra manual de pistacheros, uno a uno. (Raúl Más)
Siembra manual de pistacheros, uno a uno. (Raúl Más)

Pese al crecimiento, este emprendedor hace gala de su autodeclarada ambición y "cree que solo es el principio". Asegura que ha llegado hasta donde está en parte también por no hacer caso a sus padres, que con su juventud temieron que podría acabar mal. Paradójicamente, su padre, camionero —el sueldo con el que creció su familia—, ha acabado trabajando en la propia división de transporte de la empresa de pistachos de su hijo.

Su próximo objetivo es demostrar que sus pistacheros dan buenos frutos. Hasta ahora, ha logrado cumplir con el reto de que los árboles crezcan a la velocidad prometida, pero aún le falta que a partir del año que viene empiecen a dar pistachos, cuya demanda actual es para snacks al 95%. Ese momento puede ser clave a la hora de que gente aún reticente pueda dar el paso y apostar por este cultivo relativamente nuevo en España.

placeholder Injertado manual a los pistacheros. (Raúl Más)
Injertado manual a los pistacheros. (Raúl Más)

De hecho, en nuestro país apenas había 1.000 hectáreas dedicadas al pistacho antes de 2010, aunque desde entonces han crecido considerablemente hasta alcanzar las 66.466 hectáreas en 2022, según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos Cultivos (ESYRCE) realizada por el Ministerio de Agricultura. En concreto, han observado un incremento superior al 5.000% en doce años, colocándose entre las plantaciones más amplias del territorio nacional, al representar el 13% de toda la superficie cultivada.

Ahora bien, la oferta nacional es todavía residual, con solo el 10% de las hectáreas funcionando con rendimiento óptimo, ya que la mayoría de estos árboles no han alcanzado aún la madurez necesaria para producir el fruto a máxima capacidad. Aunque la previsión del Consejo Europeo del Pistacho (CEP) es que España se convierta en el cuarto productor mundial de pistacho dentro de diez años, cuando se estima que alcanzará una producción de entre 10.000 y 15.000 toneladas.

Estas cifras han llamado la atención de algunos inversores. Por ejemplo, el grupo inversor Atitlan ha comprado a la empresa de Minaya plantas pistacheras para un total de 2.000 hectáreas. Esta operación ha impulsado el negocio de la compañía de árboles, ya que uno de los holdings de inversión españoles inmersos en el mundo agro con más reputación en el mundo del private equity nacional está respaldando estos pistacheros hiperproductivos.

placeholder Ángel Minaya, en un campo de regadío sembrado de pistacheros. (Raúl Más)
Ángel Minaya, en un campo de regadío sembrado de pistacheros. (Raúl Más)

Estas hectáreas propiedad de Atitlan se encuentran entre Toledo y Talavera de la Reina, dos localidades de Castilla-La Mancha. Este emplazamiento no es casual, ya que esta Comunidad Autónoma recoge las condiciones climáticas necesarias para el efectivo cultivo del pistacho, con casi tantas horas de frío como de calor al año. Por eso, en esta región se ubica el 81% de la superficie dedicada a este cultivo, mientras que el resto se reparte entre Andalucía, Extremadura y Castilla y León. Y precisamente por eso, Minaya tiene ubicada su planta en Cuenca.

Ramón Rivera es CEO de Elaia, la división agro de Atitlan. La firma ha recibido el aplauso del sector inversor tras vender a la familia cordobesa De Prado su negocio de olivares en explotación intensiva, donde llevaba 12 años. Tras ese movimiento, ha decidido centrarse ahora en el pistacho y otros cítricos. Es una de las primeras grandes apuestas del mundo inversor por este cultivo y lo ha hecho en gran medida con los árboles de Agróptimum.

Atitlan pretende producir en 2.400 hectáreas en la ribera del Tajo, en los mencionados terrenos de regadío entre Toledo y Talavera de la Reina. Ya tiene 1.000 hectáreas plantadas. Rivera explica a El Confidencial que las condiciones climáticas de esa zona son óptimas para la producción de pistachos. Además, destaca que el consumo de este producto a día de hoy es muy superior a la producción, por lo que cree que hay un gran recorrido.

placeholder El consumo de pistachos excede su producción en España. (Cedida)
El consumo de pistachos excede su producción en España. (Cedida)

El CEO de Elaia destaca que la demanda también está creciendo. No solo aumenta el consumo de pistachos como snack, sino que empieza a tener recorrido como complemento en helados, yogures y otro tipo de productos. Advierte de que se trata de un producto cada vez más valorado por sus propiedades saludables.

Aun así, alerta que, como otras inversiones en agricultura, se trata de desarrollos a muy largo plazo de los que no se obtienen rendimiento al menos en cinco años, periodo en que los mercados pueden variar mucho respecto de las previsiones iniciales, por lo que ese es uno de los principales riesgos que deben gestionar. Aun así, se mantienen optimistas, aunque admiten que la competencia es creciente. "El pistacho está de moda", dice, pero confía en que a largo plazo se rebajará el calentamiento actual.

En este sentido, pone de relieve que es importante elegir bien las zonas, dados los impactos que está generando el cambio climático, y asegura que se debe ser extremadamente cuidadoso con el uso y la optimización del agua, un bien que cada vez será más escaso. Con este escenario, su objetivo es seguir creciendo con más fincas, aunque primero pretende consolidar su posición. Y respecto al plazo, cree que, a diferencia del olivo, donde estuvieron doce años, en el pistacho los plazos son más largos.

Ángel Minaya cree que España tiene potencial para sentarse en la mesa de la geopolítica mundial del pistacho. Actualmente, la producción de este fruto seco se concentra, fundamentalmente, entre California (EEUU) e Irán. Y para ponerse al nivel pistachero de estas dos potencias nucleares y enfrentadas entre sí, este joven agricultor reconvertido a empresario ha creado una industria hipertecnificada de plantas de pistacho, única en toda Europa, en medio de la Manchuela conquense, uno de esos territorios cada vez más despoblados de la España vaciada.

Agricultura Rentabilidad
El redactor recomienda