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Las aerolíneas españolas abroncan a Francia por su incoherencia con la contaminación
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Piden blindar los sobrevuelos

Las aerolíneas españolas abroncan a Francia por su incoherencia con la contaminación

Según los cálculos de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), por cada día de huelga de controladores franceses se emiten 1.200 toneladas de CO₂ adicionales

Foto: El presidente de Francia, Emmanuel Macron. (Reuters/Florian Goga)
El presidente de Francia, Emmanuel Macron. (Reuters/Florian Goga)

Las aerolíneas acusan al Gobierno de Francia de aplicar un doble rasero a la hora de atajar la contaminación en el sector de la aviación. Su queja es que, mientras el Ejecutivo de Emmanuel Macron impulsa normativas para reducir las emisiones que producen las compañías aéreas, no garantiza por ley que durante las huelgas de controladores aéreos existan unos servicios mínimos que permitan los sobrevuelos (aquellos que surcan cielo francés, pero no tienen como origen o destino algún aeropuerto de ese país). Esta situación hace que muchos aviones se tengan que desviar y terminen contaminando más.

Según los cálculos de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), por cada día de paro secundado por los controladores aéreos franceses se emiten 1.200 toneladas de CO₂ adicionales. El problema es que estas huelgas se han convertido en un acontecimiento recurrente durante el último año, con casi 60 días intermitentes de inactividad en algunas torres de control. En total, la organización estima que en el conjunto de esas jornadas se arrojaron a la atmósfera más de 72.000 toneladas de CO₂ suplementarias.

Foto: El presidente y CEO de SAS, Anko van der Werff, junto al presidente del Consejo de Administración de la aerolínea, Carsten Dilling. (EFE/Christine Olsson)

"El Gobierno francés, que se dedica a prohibir vuelos, si realmente está preocupado por reducir las emisiones, haría bastante mejor haciendo que los sobrevuelos en una situación de huelga estuviesen protegidos al 100%, como ya pasa en España e Italia", exigía en una rueda de prensa celebrada este jueves el presidente de ALA, Javier Gándara.

Cuando apunta que "se dedica a prohibir vuelos", Gándara hace referencia a la reciente normativa aprobada en Francia para prohibir las rutas aéreas de corta distancia cuando exista una alternativa en tren con una duración inferior a las dos horas y media. Desde el sector de la aviación se ha criticado que se trata de una medida de maquillaje, porque únicamente ha afectado a tres trayectos y dos de ellos ya estaban cancelados previamente.

Pero los rifirrafes entre el Gobierno de Francia y las aerolíneas no se quedan aquí. Otro de los choques recientes se produjo a finales de agosto, cuando el ministro galo de Transportes, Clément Beaune, instó a la Comisión Europea a imponer una tarifa mínima para el precio de los billetes de avión, una medida que reduciría el tráfico aéreo de pasajeros. Además, ya ha anunciado que incluirá en los presupuestos de 2024 un impuesto a todos los vuelos que despeguen desde algún aeropuerto francés.

Foto: Avión Airbus A330-200 de Iberia. (EFE/Lenin Nolly)

Desde el Ejecutivo de Macron, defienden que todas estas medidas van encaminadas a reducir el impacto medioambiental del sector de la aviación, uno de los más contaminantes. En definitiva, sostienen que su intención es cumplir cuanto antes con los objetivos de reducción de emisiones marcados por la Comisión Europea, que obliga a incrementar progresivamente los vuelos cero emisiones, hasta que representen al menos el 70% del total en 2050.

Para las aerolíneas, las intenciones que muestra Francia con este tipo de medidas son incoherentes con su posición actual respecto a los sobrevuelos. Por eso, algunas compañías ya han tomado cartas en el asunto y presionan para que el país vecino blinde estos trayectos con servicios mínimos cuando haya huelga de controladores. El ejemplo más claro es el de Ryanair, que presentó ante la Comisión Europea más de un millón de firmas para exigir que se legisle en este sentido.

La compañía low cost es, de hecho, una de las más perjudicadas por esta situación. Mismamente en junio, cuando la mayoría de controladores apoyó un paro de 36 horas, tuvo que cancelar alrededor de 400 vuelos en toda Europa. Aunque, si se habla de países, Gándara denunciaba que "España es el país más afectado por esas huelgas, porque casi todos los vuelos intraeuropeos que vienen o salen de España pasan por Francia".

Foto: Aviones de Iberia en el aeropuerto de Madrid-Barajas. (EFE/Emilio Naranjo)

Para corroborarlo con cifras, ALA pone como ejemplo el cese del control aéreo que registro Francia desde el 1 de marzo hasta el 9 de abril. Según un informe de Eurocontrol, las cancelaciones en España aumentaron en un 61% durante esos 34 días, a la vez que el 15% de los vuelos que se operaron en nuestro país sufrieron retrasos. Aunque el dato que más resaltan es que el 88% de los vuelos que se vieron afectados no tenía Francia como origen ni destino.

No obstante, los últimos paros, celebrados la semana pasada, no contaron con el apoyo del sindicato mayoritario y solo fueron secundados en tres aeropuertos, con lo que el impacto fue menor.

En contraposición con las medidas que fomenta Francia, las aerolíneas piden incentivar la producción de SAF para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones que aprobó Bruselas. Este biocombustible reduce la contaminación de un avión hasta en un 80% y puede mezclarse con queroseno sin necesidad de cambiar los motores ni los sistemas de suministro de los aeropuertos. El inconveniente es que todavía existe muy poca oferta, por lo que el sector de la aviación demanda que los gobiernos utilicen los fondos europeos para acrecentarla.

Las aerolíneas acusan al Gobierno de Francia de aplicar un doble rasero a la hora de atajar la contaminación en el sector de la aviación. Su queja es que, mientras el Ejecutivo de Emmanuel Macron impulsa normativas para reducir las emisiones que producen las compañías aéreas, no garantiza por ley que durante las huelgas de controladores aéreos existan unos servicios mínimos que permitan los sobrevuelos (aquellos que surcan cielo francés, pero no tienen como origen o destino algún aeropuerto de ese país). Esta situación hace que muchos aviones se tengan que desviar y terminen contaminando más.

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