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Cómo las grandes cerveceras te contaron que eran pequeñas para vender más que nunca
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"Le han cogido el discurso a las artesanas"

Cómo las grandes cerveceras te contaron que eran pequeñas para vender más que nunca

El último informe de la patronal española muestra que nuestro país se ha convertido en el segundo productor de esta bebida en Europa, pero el número de empresas sigue cayendo y el mercado cada vez es más voraz

Foto: Fábrica de cerveza en Leganés. (Reuters/Paul Hanna)
Fábrica de cerveza en Leganés. (Reuters/Paul Hanna)
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David Ortega aún recuerda cómo hace solo ocho años eran muy pocos los que sabían qué era una cerveza estilo IPA en España. Incluso era difícil ver a gente que preguntara por la marca de la bebida que les servían cuando iban a un bar. Lo sabe bien porque él es uno de los emprendedores que se lanzaron a hacer sus propios brebajes para cambiar eso. "Ahora la cultura de la cerveza es totalmente distinta. Hasta las tascas más básicas te ofrecen distintas variedades y el consumidor se informa". Ortega es uno de aquellos fans cerveceros que apostaron a principios de la última década por elaborar la versión artesana de esta bebida y la pusieron de moda. Y de los pocos que aguantan aún con buena salud económica.

El último informe de la patronal cervecera española, reunida bajo la asociación Cerveceros de España, muestra que nuestro país cada vez tiene más peso en esta industria. Según sus datos, en 2022 nos convertimos en el segundo productor de toda Europa, solo por detrás de Alemania, y el noveno del mundo. El país ha superado incluso a territorios de gran tradición como Reino Unido, y crecen en dobles cifras hasta las exportaciones. Pero el mismo estudio sobre la situación socioeconómica del sector de la cerveza en España muestra otra realidad que no es tan bonita: las cerveceras pequeñas no aguantan. En 2022 la producción de fábricas de menos de 50.000 hl bajó un 3%, y el número de centros operativos de este tipo bajó otro 3%. Así, con respecto al periodo prepandemia, se han registrado un 35% menos de cerveceras y una producción un 20% menor.

Foto: Un comprador recorre el pasillo de las bebidas alcohólicas en un supermercado de Huddersfield, UK. (EFE/Adam Vaughan)

"En nuestro caso podemos decir que vamos bien e incluso hemos mejorado registros prepandemia en algunas patas de nuestro negocio, pero no es lo normal. Yo estoy en muchos grupos del sector y es raro la semana en la que no se vende alguna fábrica", explica Ortega. Él es el maestro cervecero y cofundador de Patanel, una marca artesanal que se ha hecho un hueco desde su sede de Carabanchel, Madrid. "La cerveza es un mercado voraz, en el que es dificilísimo resistir y más si no tienes un buen músculo financiero detrás. Hay mucha gente que se lanza a probar porque atrae mucho, se cree que basta con poner una fábrica para empezar a vender. Pero no es así y menos ahora", añade.

Con la crisis de principios de la década pasada, mucha gente se lanzó a probar negocios y la cerveza artesana se convirtió en uno de esos modelos fetiche. En un país tradicionalmente vinícola, la cerveza era un producto de masas con nombres contados y sin mucho cuidado por el detalle. Triunfó la idea de pequeñas fábricas de cerveza con productos de calidad e ingredientes de la tierra que se atrevían a competir con unos gigantes que innovaban poco. Pero pronto las grandes fábricas vieron el tirón de estas nuevas corrientes y se abrieron a pelear también en este nuevo terreno y adoptar sus narrativas. Ahora, las grandes cerveceras han multiplicado sus portafolios con todo tipo de elaboraciones e incluso han invertido en marcas que habían crecido en ese nuevo entorno para aprovechar el tirón. En la industria española ya todos hablan de artesanía, calidad, ingredientes, cercanía con el territorio e identidad.

placeholder El Primer Festival Internacional de la Cerveza Artesana se celebró en 2016. (EFE)
El Primer Festival Internacional de la Cerveza Artesana se celebró en 2016. (EFE)

Sin ir más lejos, Mahou San Miguel, la empresa que más cerveza vende de nuestro país, ha sacado multitud de cervezas diferentes y se hizo con fabricantes independientes como Founders para poner en el mercado productos con aire craft. Heineken también ha probado a invertir en firmas como Cibeles y se ha lanzado a probar todo tipo de brebajes de pequeña tirada desde sellos como Cruzcampo. "Le han cogido el discurso a las cervezas artesanas y se han acoplado a él aprovechando parte de su fuerza y cerrando más huecos a las pequeñas cerveceras. Está el caso de Ámbar, que ahora siempre habla de que es una pequeña cervecera cuando es un gigante", resume Israel G. Montejo, periodista especializado en este sector y miembro del medio Factoría de Cerveza.

A este experto no le sorprenden los datos del informe. Lejos de los resultados ofrecidos por las grandes marcas, el mercado cervecero español vive, según él, una situación bastante complicada. Las pequeñas marcas no paran de desaparecer y la pandemia supuso un golpe tan importante que muchos aún son incapaces de superarlo. "Al final, estas empresas dependen mucho de la hostelería, porque no pueden competir en el canal de distribución de supermercados y grandes superficies por sus precios, ni tienen fuerza para cubrir otras opciones en las que mandan las grandes empresas". Si encima las grandes marcas se lanzan a su nicho, la situación llega al límite.

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En 2019 había alrededor de 500 fábricas de cerveza en nuestro país. (EFE)

Por su parte, el director general de Cerveceros de España, Jacobo Olalla, defiende el papel de las grandes en esta competición con las artesanas. "Es cierto que en los últimos años todas las cerveceras han ampliado su portafolio por el gran interés en probar nuevas especialidades fruto de la mayor cultura cervecera, algo en lo que sin duda ha contribuido el mundo craft. Pero también es justo reconocer que ya las productoras más consolidadas tenían una gran variedad de especialidades en el mercado, aunque eran menos conocidas. Precisamente el dinamismo y la innovación han marcado siempre a este sector".

¿Hacia un mercado más sano?

Con las grandes cerveceras abrazando el discurso de las artesanales y con los problemas de las marcas pequeñas para competir en los canales tradicionales, queda saber qué futuro le queda a la industria. Aunque los implicados no lo ven del todo mal. Sobre todo, si este cambio ayuda a madurar al mercado y sanearlo. "Al final buena parte del mundo artesanal son empresas que se lanzan sin mucha idea del negocio que quieren hacer y esto puede ayudar a que la idea cambie. Si el mercado se asienta y el consumidor sigue con esa idea de ver la cerveza como un producto de calidad y muchas variedades puede dar pie a que la industria crezca", detalla Montejo.

Algo parecido piensa Ortega, que es un ejemplo de cómo asentarse en un mercado voraz y con un entorno que se desmorona. "Aguantamos principalmente por el bar y por la seña de identidad que hemos creado. En un barrio como Carabanchel, que es casi como una ciudad aparte, hemos dado con un nicho muy fiel y que cada vez nos identifica más como parte del lugar. Eso nos está ayudando y la verdad que el bar casi siempre está lleno", comenta. Eso sí, han tenido que dar muchas vueltas a la cabeza hasta llegar a esto. "Dos años antes de abrir la fábrica ya estábamos pensando en el proyecto, probando y recabando clientes. Hasta que no vimos que podríamos abrir sin perder dinero, no nos lanzamos a la piscina".

Los datos de momento muestran claramente un cambio de tendencia, acelerado por la pandemia y que habrá que ver cómo termina. Además de los movimientos de las grandes compañías por copar un mercado que habían dejado de lado y los buenos resultados que les está dando, los números dicen que en 2019 había alrededor de 500 fábricas de cerveza en nuestro país, y que ahora esa cifra puede haber caído por debajo de las 300. Las independientes, además, siguen sin llegar al objetivo de ventas que se habían marcado hace años. Sus marcas solo ocupan el 1% de toda la cerveza vendida en España, mientras las seis grandes, Damm, Mahou San Miguel, Hijos de Rivera, Heineken, Compañía Cervecera de Canarias y La Zaragozana fabrican el 99% del total. El mundo craft sigue peleando por pasar de ese 1 a un 2%. "Sería doblar las cifras, un cambio muy importante", señala Montejo.

Otro dato curioso del informe de Cerveceros de España es que entre el 20% y el 25% de toda la cerveza que se consumió en 2022 en España la ingirieron los turistas. Por eso, Olalla cree que el futuro que viene es esperanzador. "Creemos que 2023 será un año positivo en el que se espera registrar un récord de turistas en nuestro país. Además, en línea con los esfuerzos realizados hasta ahora, el objetivo es alcanzar la recuperación total del consumo de cerveza en hostelería". Quizá ahí los artesanos encuentren un nuevo público al que atraer.

David Ortega aún recuerda cómo hace solo ocho años eran muy pocos los que sabían qué era una cerveza estilo IPA en España. Incluso era difícil ver a gente que preguntara por la marca de la bebida que les servían cuando iban a un bar. Lo sabe bien porque él es uno de los emprendedores que se lanzaron a hacer sus propios brebajes para cambiar eso. "Ahora la cultura de la cerveza es totalmente distinta. Hasta las tascas más básicas te ofrecen distintas variedades y el consumidor se informa". Ortega es uno de aquellos fans cerveceros que apostaron a principios de la última década por elaborar la versión artesana de esta bebida y la pusieron de moda. Y de los pocos que aguantan aún con buena salud económica.

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