Galán enfila 36 millones más como presidente de Iberdrola tras una sucesión a dedo

Ignacio Sánchez Galán anunció ayer de facto que seguirá, como estaba previsto, como presidente de Iberdrola hasta 2026, para culminar su plan de transformación, una vez archivadas por prescripción las acusaciones por la contratación de José Manuel Villarejo. El ingeniero salmantino adelanta de esta forma la decisión que debería adoptar la próxima junta general de accionistas, que el próximo año tendrá que votar formalmente su renovación como primer ejecutivo por los tres próximos años. Una continuidad hasta los 76 años que va acompañada del nombramiento como consejero delegado de Armando Martínez, un hombre de la casa.

Dado que Galán cobra una media próxima a los 12 millones de euros al año, salvo modificación de la política de retribuciones de Iberdrola, el presidente de la eléctrica se garantiza una remuneración de 36 millones de euros adicionales los próximos tres ejercicios, entre 2023 y 2026. Una cifra que le coloca como el presidente mejor pagado del Ibex 35 en la última década, en la que ha sido retribuido con cerca de 100 millones, incluido lo que percibirá en el año en curso.

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El anuncio incluye una presunta cesión de facultades, ya que Galán dejará de ser presidente y consejero delegado a la vez, poder absoluto que había sido criticado por algunos de los grandes fondos inversores de Iberdrola por excesiva concentración de funciones. Sin embargo, según fuentes próximas a la eléctrica, la maniobra tan solo es una operación estética, porque el directivo continuará como primer ejecutivo del grupo, al que ha convertido en el quinto del mundo por capitalización bursátil desde su desembarco en 2002 como número dos. El nuevo reparte de tareas es similar a la de ACS, presidida por Florentino Pérez, o a la de Telefónica.

De hecho, Galán, al mantenerse como presidente ejecutivo, se asegura un nuevo mandato por tres años a partir de la próxima junta general, cuando le vencía su cargo actual. Así lo hizo en su renovación anterior, en 2019, cuando pactó su continuidad con Qatar a finales de 2018, el principal accionista, con casi el 10% del capital. El salmantino, que ha conseguido que Iberdrola valga más en bolsa que todos sus competidores juntos —Naturgy, Endesa y Repsol—, ha esperado al archivo por prescripción de su causa por los pagos a Vilarejo (delitos de cohecho, intimidad y falsedad documental) para adelantar a los inversores que seguirá al frente de la multinacional durante el próximo trienio. El inversor de Oriente Medio le respalda totalmente.

Un periodo que afrontará con un nuevo plan estratégico, que detallará la próxima semana en Londres a los grandes fondos institucionales y que ya acometerá sin su abogado de capilla, Julián Martínez-Simancas, secretario del consejo de administración. Simancas, que hace un año anunció su salida de Iberdrola, pero que la hará efectiva ahora, ha sido el hombre clave para cerrar la vinculación de Galán con los pagos al comisario jubilado de Policía.

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En 2026, Galán cumplirá en septiembre los 76 años y, si no cambia de opinión, dejará la presidencia de Iberdrola a su sucesor. Sin embargo, pese a que había dicho públicamente que “estaría feliz si mi sucesor se llamara Smith o McCain”, lo cierto es que de momento se llamará Martínez. Porque la cesión del cargo de consejero delegado va a recaer en Armando Martínez, que el año pasado ya fue aupado a director general, según aprobó este martes el consejo de administración de Iberdrola. Un nombramiento a propuesta de la Comisión de Nombramientos, dirigida por Ángel Acebes, persona de total confianza del presidente de Iberdrola, en cuyo órgano de gobierno entró cuando dejó la política en representación del Partido Popular y el Ministerio del Interior.

Otras fuentes indican que la designación de Martínez en lugar de un inglés o un estadounidense, como defendía Galán, es el habitual movimiento en las presidencias del Ibex 35, que suelen recaer en personas afines al directivo saliente. De esta forma, se garantizan una transición pacífica, evitando el riesgo de que un sucesor externo tenga la tentación de levantar las alfombras de una compañía que acumula varios litigios judiciales. Así ocurrió en Telefónica, con César Alierta y José María Álvarez-Pallete, Repsol y BBVA, entre otras grandes compañías del Ibex.