Nuevo CEO en Iberdrola: una mejora de la gobernanza que se queda a medias

Ignacio Sánchez Galán compartirá el volante de Iberdrola. Tras más de 20 años rigiendo los destinos del grupo eléctrico español con un poder casi omnímodo, el directivo salmantino ha permitido el nombramiento de una especie de contrapoder en la figura de Armando Martínez Martínez, designado este martes consejero delegado.

Aunque inesperado, el anuncio de la compañía no es más que la respuesta a un reclamo en que venía insistiendo el mercado desde hace mucho tiempo. Al fin y al cabo, en una época en que los criterios ESG impregnan (al menos en apariencia) casi cualquier movimiento de los flujos del dinero, los modelos de gobernanza basados en el liderazgo incontestable de una única figura hace tiempo que son mirados con cierta desaprobación.

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Así, se entiende que la mayor parte de las firmas de análisis que cubren la compañía hayan acogido la noticia con un tono positivo. “La separación de los roles de presidente y consejero delegado es algo que se exige en todos los códigos de buenas prácticas de gobernanza”, observa Sonia Ruiz de Garibay, analista de Mirabaud Securities.

Como indica la propia Ruiz de Garibay, la permanencia de Galán en la presidencia de la compañía ofrece una sensación de continuidad que, a priori, debe ser del agrado de los inversores.

El nombramiento de un directivo de la casa refuerza la sensación de continuidad

Y a esto también debería contribuir el propio perfil del nuevo consejero delegado, cuyo nombramiento no puede sino entenderse en clave sucesoria (Galán suma ya 72 años). “Me parece un avance en la buena gobernanza, que deja un aspecto ya solucionado de cara a la futura jubilación de Galán. El nuevo CEO tiene experiencia probada como profesional y en la propia empresa al haber pasado por varias filiales”, corrobora Víctor Peiro, director de Análisis de GVC Gaesco.

La subida del 1,86% que experimentaron este martes las acciones de Iberdrola (y que se cimentó en el tramo final de la jornada, casi acto seguido del anuncio) podría también interpretarse como un signo de aprobación por parte de los inversores. No obstante, este movimiento al alza no supuso más que una réplica del experimentado por la casi totalidad de las bolsas europeas. De hecho, con su repunte, la compañía española no se situó ni entre las 15 mejores compañías del sector en Europa en el día.

Iberdrola ha desarrollado a lo largo de los últimos años una intensa labor de marketing para presumir de su primacía en cuestiones ESG. Pero si bien su liderazgo en el campo de las renovables le ha permitido erigirse en uno de los adalides de la nueva economía sostenible, las cuestiones de gobernanza siempre han figurado como una mácula obvia en esas pretensiones.

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Ahora, el nombramiento de Martínez representa un paso en la dirección demandada por los fondos de inversión más sensibles a estas cuestiones. Pero queda lejos de suponer una respuesta totalmente complaciente con las demandas de estos, dado que Galán mantendrá poderes ejecutivos en su cargo de presidente, que es de presumir que seguirá utilizando de manera decisiva. “Iberdrola aún no ha revelado cómo se repartirán los poderes ejecutivos entre los dos cargos. Aunque es un paso en la dirección correcta, creemos que este cambio no resuelve los problemas de gobierno de Iberdrola”, advierten los analistas de Bestinver Securities en una nota emitida este martes tras el anuncio.

Sí puede esperar Iberdrola, en cualquier caso, que su movimiento, aunque incompleto, represente una coartada suficiente para esos muchos fondos que tienden a barnizar con un relato ESG lo que en muchos casos no son más que decisiones puramente financieras.

No es baladí que este paso llegue en un momento en que Iberdrola y el propio Sánchez Galán pueden dar por amortizadas sus implicaciones en el caso Villarejo, una vez que su imputación ha quedado archivada por entenderse prescritos los cargos de los que se le acusaba.

El CMD previsto para el próximo 9 de noviembre será más determinante para la acción que el nombramiento de Armando Martínez Martínez

Se trata de un asunto con el que Iberdrola ha estado lidiando durante años y que incluso le ha supuesto, al menos en parte, la cancelación de una importante operación en Estados Unidos, como significó el veto a la compra de PNM Resources hace un año. Una sombra que durante tiempo ha propiciado señales de inquietud más o menos notorias por parte de distintas firmas de inversión, pero que a la postre ha tenido una incidencia casi nula en la evolución bursátil de Iberdrola.

El nombramiento del nuevo CEO se produce en un momento de cierta debilidad de la acción, que acumula un retroceso superior al 5% en 2022 y se sitúa más de un 11% por debajo de su máximo anual, registrado el pasado mayo, penalizada por las incertidumbres regulatorias y el impacto de los tipos más altos en un negocio muy intensivo en capital.

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Los resultados del tercer trimestre, a conocer este mismo miércoles, y sobre todo el CMD previsto para el próximo 9 de noviembre (en el que se esperan noticias sobre la financiación de los objetivos de crecimiento) se presentan como las ocasiones inmediatas de dar respuesta a estas inquietudes y volver a enderezar la marcha de un grupo que acumula en el último lustro unos retornos totales en bolsa superiores al 86% (más del doble que el índice sectorial del Stoxx 600 y casi 95 puntos porcentuales mejor que el Ibex).

Para bien o para mal, será eso el determinante principal de la cotización de Iberdrola. Mientras tanto, algunos podrán seguir vistiendo relatos con la llegada del nuevo consejero delegado.