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Madrid-Barça, un 'Clásico' desigual en los negocios que genera 1 de cada 4 euros en LaLiga
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Lideran los ingresos en Europa

Madrid-Barça, un 'Clásico' desigual en los negocios que genera 1 de cada 4 euros en LaLiga

Los dos clubes, los únicos que junto a Juventus aún defienden la Superliga, han ido perdiendo relevancia en la facturación conjunta de la competición con modelos de negocio opuestos

Foto: Joan Laporta y Florentino Pérez, presidentes del Barça y Real Madrid. (Reuters)
Joan Laporta y Florentino Pérez, presidentes del Barça y Real Madrid. (Reuters)
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Durante la crisis económica, siempre se contrapuso la ortodoxia germana del control del déficit frente a los rebeldes del gasto en el sur de Europa. Con los halcones de Bruselas de por medio. Una historia que tiene su propia versión en el fútbol español, con el Real Madrid como el único gigante europeo que habrá salvado las cuentas en los dos años de pandemia, un FC Barcelona que se ha dejado unas pérdidas de casi 600 millones y LaLiga de Javier Tebas, que busca el equilibrio entre no gripar sus dos locomotoras y garantizar que carburen el resto de los vagones del tren (del Real Sociedad al Levante, pasando por el Atlético de Madrid).

De momento, lo que sí se ha conseguido en los últimos cinco años es acelerar el crecimiento del conjunto de los clubes y atajar la histórica brecha que provocaban los derechos audiovisuales. En una década, el peso de los dos protagonistas del Clásico ha pasado de casi el 60% de los ingresos ordinarios —no se incluyen las plusvalías por traspasos— a solo generar uno de cada cuatro euros, según datos extraídos por El Confidencial y 2Playbook. Para muchos, un logro que añade competitividad y valor a la competición; para otros, un trasvase de recursos injusto que limita a Barça y Madrid en su lucha por los títulos europeos.

Los dos clubes son aún, junto al Manchester United, las principales máquinas de generar ingresos del fútbol europeo, pero, a medio y largo plazo, afrontan importantes retos para mantener esa relevancia. La pandemia ha evidenciado que hoy el socio, blanco o 'blaugrana', no da las garantías de capitalización que da un inversor en caso de caída dramática de los ingresos como ha sucedido durante la pandemia, y en el caso del Barça ha reflejado los problemas de gobernanza que presenta un club social si al frente no hay una autoridad como la de Florentino Pérez.

El presidente de ACS podrá colgarse la medalla de haber pilotado el único club grande de Europa que, junto al Bayern de Múnich, ha logrado cerrar las dos temporadas pandémicas con beneficios: 1,19 millones de euros entre 2019-20 y 2021, frente al socavón de 582,56 millones de euros que se ha abierto en el Camp Nou ante la incapacidad de Josep Maria Bartomeu de atajar el gasto y el ventajismo de Joan Laporta limpiando el balance de costes futuros para que su mandato no se vea manchado por la junta anterior.

La irrupción de los petrodólares

Al expresidente 'blaugrana' le tembló el pulso en 2017 cuando los petrodólares rompieron la hegemonía del fútbol y el PSG pagó los 222 millones de euros de la libertad de Neymar. Ningún jugador estaba a salvo si alguien estaba dispuesto a pagar ese dinero, así que Bartomeu sacó la chequera presionado por quienes se quedaron en la caseta con renovaciones de oro —cuanto más mayores y menor rendimiento, más dinero— y la dilapidación de ese dinero en fichajes que no han funcionado.

Entre 2016-17 y 2017-18, la masa salarial 'blaugrana' —salarios deportivos y amortizaciones por fichajes— pasó de 407,5 a 612,3 millones de euros, y ahora se trabaja en dejarla por debajo de 500 millones en 2021-22 tras la salida de Leo Messi y la asunción de que los ingresos tardarán mucho en recuperarse. Una situación muy distinta a la del Real Madrid, que en ese mismo periodo se ha movido entre los 458,2 millones de 2016-17 y los 510 millones de 2020-21. Si alguien quería romper la armonía de su escalera salarial, tan solo tenía que buscarse una salida: Cristiano Ronaldo les dejó 100 millones en caja y Sergio Ramos ha liberado una de las mayores fichas del vestuario sin que se haya cuestionado al presidente.

La principal razón para entender esta brecha de gasto no es solo el efecto Messi, sino también una arriesgada política de Bartomeu, que pensó que, al igual que Monchi, cada año podría generar ingresos por jugadores al nivel de lo que supuso Neymar. Y no por generar beneficios, sino para sostener una estructura de costes engordada a partir de unos ingresos extraordinarios y atípicos que, forzando las normas de control económico, cada año le permitían presupuestar ingresos que no existían. Una política que, por cierto, ha mantenido Laporta, cuyo presupuesto no ha aprobado LaLiga por incluir 50 millones de ventas del brazo audiovisual sin que haya ofertas firmes.

Todo lo contrario a la política tradicional de Florentino, errático en la gestión de la Superliga, pero a quien nadie cuestiona su habilidad y la de los ejecutivos de Concha Espina para generar una altísima rentabilidad. El club fija cada verano el gasto con una previsión de ingresos siempre inferior a lo que finalmente consigue y solo contando con las ventas de jugadores ya materializadas. Y si un año el beneficio se iba a ir a más de 50 millones, la jugada preferida de Pérez: hacer provisiones genéricas o deterioros del valor de jugadores para crear cajones que, en temporadas aciagas como las del covid-19, le permitieran liberar provisiones o revertir deterioros para esquivar los números rojos.

Dependencia del turismo internacional

Uno de los pocos ámbitos en que el Barça ha podido superar en ocasiones a su eterno rival es en la generación de ingresos ordinarios, con una política comercial mucho más moderna. Sin embargo, su dependencia del turismo internacional para engrasar el Camp Nou provocó que, tras la llegada de la pandemia, su cifra de negocio retrocediera un 23% interanual, hasta 575,4 millones de euros, mientras que la del Madrid solo bajó un 4%, hasta 647 millones.

Los blancos tienen una menor dependencia del público extranjero y, sobre todo, tuvieron la suerte de que sus principales contratos de patrocinio (Adidas y Emirates) no vencieron en plena pandemia, como sí le pasó al Barça con Rakuten (siguió con un descuento del 45%) y Beko (liberó activos para pagar un 50% menos). A Florentino incluso le permitió acelerar las obras del Santiago Bernabéu, una ventaja de tres años respecto a la previsión del nuevo Camp Nou que no hará otra cosa que ampliar esa brecha actual.

Pese al calentón del último verano, en el que invirtió 300 millones en fichajes, el Madrid fue preparando su estructura financiera para que la financiación del estadio no supusiera una losa competitiva. De hecho, su deuda neta según el método de LaLiga era de 325,2 millones a cierre de 2020-21, incluida la disposición inicial de parte de los 575 millones que pidió a la banca, a la que ahora pedirá 225 millones para instalar un césped retráctil que le permita cumplir su sueño de ver partidos de NBA y NFL en la Castellana.

Foto: Un sistema de césped nunca antes visto. (EFE/Real Madrid)

Mucho peor es la situación del Barça, que, tras un periodo en que firmaba fichajes como el de Antoine Griezmann sin tener el dinero para pagarlos, ha dedicado el verano a refinanciar lo que ha podido. Su deuda neta era de 558 millones al término del pasado curso, pero aquí no se incluyen todavía los 1.500 millones que Laporta pidió a los socios que le autoricen negociar con Goldman Sachs para su proyecto patrimonial.

El interrogante es cuánto aguantará la marca Barça la crisis institucional actual para cumplir un plan de negocio que promete más de 100 millones de euros al año, adicionales a lo que generaba el estadio antes de la pandemia. Igual que el Madrid, que, por si acaso, ya negocia la entrada de una empresa en la filial que explote el complejo para garantizarse dinero con el que repagar la deuda. Un camino que probablemente seguirá el Barça, ya abierto a dar entrada a inversores en su productora audiovisual. Todo, mientras planea la duda de si el modelo de club social podrá resistir la competencia de equipos que en el siglo XXI han asumido pérdidas de más de 1.000 millones con tal de arrebatarles su trono.

Durante la crisis económica, siempre se contrapuso la ortodoxia germana del control del déficit frente a los rebeldes del gasto en el sur de Europa. Con los halcones de Bruselas de por medio. Una historia que tiene su propia versión en el fútbol español, con el Real Madrid como el único gigante europeo que habrá salvado las cuentas en los dos años de pandemia, un FC Barcelona que se ha dejado unas pérdidas de casi 600 millones y LaLiga de Javier Tebas, que busca el equilibrio entre no gripar sus dos locomotoras y garantizar que carburen el resto de los vagones del tren (del Real Sociedad al Levante, pasando por el Atlético de Madrid).

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