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Los cimientos de Telefónica y el verano de Pallete con Fainé en Menorca
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PREOCUPACIÓN POR LA EVOLUCIÓN DE LA TELECO

Los cimientos de Telefónica y el verano de Pallete con Fainé en Menorca

La debilidad de la operadora, que en tres años ha perdido más de la mitad en bolsa, se refleja en sus cuentas y en la endeblez de sus dos grandes accionistas

Foto: El presidente ejecutivo de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. (EFE)
El presidente ejecutivo de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. (EFE)
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Los agostos no son meses para descansar en Telefónica. El mes veraniego por excelencia se ha convertido en un quebradero de cabeza para José María Álvarez-Pallete, que en 2018 vio como la cotización perdía de repente la cota de los 6 euros y el pasado el nivel de los 5 euros. Aquellas bruscas caídas estivales se explicaron por la crisis de Argentina y asuntos menores que escondían la falta de confianza de los inversores, que creen que ganan más dinero poniéndose cortos contra la 'teleco' que apostando al alza por ella.

Hoy ya está por debajo de los 4 sin que ninguno de los anuncios estratégicos y el esfuerzo en la reducción de deuda haya tenido un retorno para los accionistas. Los resultados del primer semestre, diluidos por una comunicación donde la compañía se esforzaba en vender un Pacto Digital para cubrir de fibra óptica toda España, ponen de manifiesto la debilidad de unas cuentas que el mercado castiga con dureza: caída del beneficio del 53,5% y otro desplome en bolsa. Esta coincidencia de mensajes ya reflejaba el interés de Telefónica en hablar poco de ellos y a cambio colocar a Pallete, alérgico a los medios, en los informativos de televisión con un mensaje humano sobre el covid-19.

Foto: Sede de Telefónica en Alemania. (EFE)

Un virus sobre el que Telefónica decía el 4 de mayo que tendría un impacto limitado en sus cuentas y que ahora amenaza con poner los números en cuarentena ¿Quién pudo pensar que a una compañía cuyo 70% del beneficio proviene de España, Reino Unido y Brasil, tres de los países más fustigados por la pandemia, no le iba a afectar un desastre económico como el actual? El jueves, la operadora admitió que el coronavirus se ha comido 806 millones de sus ingresos y 371 millones de su beneficio operativo, más otros 791 millones y 297 millones, respectivamente, por la depreciación de las divisas de los países emergentes latinos en los que está presente. Cómo México, cuyo PIB ha caído casi como el de España, un 18%.

El mercado ya descontaba este impacto, por lo que el efecto del acuerdo histórico para fusionar su filial 02 del Reino Unido con Liberty, anunciado en mayo, no se ha visto reflejado en la cotización. Tampoco la OPA de KKR, Cinven y Providence sobre MásMóvil, con una prima del 20%, que debería haber estimulado la cotización de Telefónica por contagio. Ni el 'boom' de Cellnex en bolsa (ha subido un 56%), compañía de torres de infraestructura similar a una subsidiaria de la 'teleco', donde no se explican por qué su competidor se revaloriza como la espuma y ellos no hacen más que mirar para abajo.

¿Qué se puede esperar para los próximos trimestres? Los analistas no son especialmente optimistas. Nada bueno de Brasil, incertidumbre enorme en el Reino Unido por la ruptura final del Brexit y, en el mejor de los casos, mantenimiento de los ingresos en España, reto que la mayoría dan como muy difícil por la guerra de precios con las 'low cost' y el desastre económico. Un apunte: el 'cash flow' disponible para remuneración al accionista de Telefónica, la protección de los niveles de solvencia (deuda financiera y compromisos) y la flexibilidad estratégica, incluyendo los pagos de principal por los contratos de arrendamiento, asciende a 1.222 millones de euros en el primer semestre de 2020, frente a los 2.756 millones de euros en el mismo periodo de 2019.

BBVA y 'la Caixa', sus dos principales accionistas, están sufriendo la crisis con dureza, lo que deja a la operadora con el único escudo del Gobierno

Pero, si la debilidad de los negocios es evidente, la fragilidad de los cimientos, de la estructura del capital, es si cabe más preocupante. Los dos principales accionistas de Telefónica son BBVA y Grupo 'la Caixa', con el 5 y el 6% del capital cada uno. El primero, que se ha desplomado un 46% en bolsa en lo que va de año, anunció este jueves unas pérdidas de 1.157 millones en el primer semestre, mientras que CaixaBank (-33%) reportó este viernes un descalabro del 67% de su beneficio. Criteria Caixa, el 'holding' inversor de Isidro Fainé, comunicó el viernes por la tarde una reducción del 59% del beneficio. Más tarde que pronto todos tendrán que reconocer el deterioro millonario de sus participaciones en la operadora, que Fainé ha tratado de sostener sin éxito con compras a 8, 7, 6 y 5 euros por título.

Con estos dos accionistas en planta hospitalaria, la mejor defensa del grupo de telecomunicaciones es hoy en día la decisión de Pedro Sánchez de vetar cualquier intento de compra hostil por parte de inversores hostiles, que quieran aprovecharse de los efectos de la pandemia. Ningún gran fondo o competidor puede hacerse con más del 10% de Telefónica, lo que haría subir la cotización, sin antes pasar por Moncloa para obtener el visto bueno. Un escudo que se podría pensar que es la mejor protección para la compañía. Pero, por el contrario, se ha convertido en un repelente de inversores, que se encuentran con dos hándicaps: los números no son nada sexis y no están por la labor de negociar con un gobierno social/comunista.

La propia Telefónica advierte en sus cuentas que en España hay tres focos locales de incertidumbre. El primero, consecuencia de la situación política en Cataluña y su impacto en las condiciones de financiación de la economía española dado el calendario exigente de vencimientos y la notable dependencia del país al escenario e inversores internacionales. El segundo foco estaría relacionado con la incertidumbre sobre las políticas económicas a ejecutarse de 2020 en adelante, dada la elevada fragmentación política existente y la falta de acuerdos en temas claves. Finalmente, ser uno de los países más abiertos al exterior desde el punto de vista comercial y estar prácticamente entre los diez países del mundo más emisores y receptores de capital hacen que cualquier situación de reversión proteccionista pueda tener implicaciones significativas. Todo esto es literal.

La compañía señala que la fragmentación política, la crisis constante de Cataluña y el ideario social/comunista son un riesgo para España

Pallete ya se ha citado con Fainé en el hotel de Menorca al que el veterano banquero catalán va todos los años con su familia. El presidente de 'la Caixa' es su gran valedor, pero cuenta ya con 78 veranos y su nombre se asocia a una etapa ya acabada del ecosistema entre empresa y gobierno, incluida la Casa Real de su buen amigo Juan Carlos I. Allí han quedado para comer y revisar cuáles son las opciones que tiene la compañía, que vale menos de 20.000 millones en bolsa, muy lejos de los 100.000 millones que llegó a capitalizar. Cuando Nacho Cardero, director de El Confidencial, escribió hace tres años el "Pallete, 'quo vadis'", Telefónica valía 48.000 millones.

El presidente puede vender lo que le queda de Latinoamérica a precio de saldo, con el consiguiente reconocimiento de pérdidas, o poner en valor su red de fibra óptica, a lo que se ha negado pese a la petición de sus consejeros hace ya dos años por considerar que es su gran tesoro. También puede cambiar a parte del equipo gestor, como el consejero delegado, Ángel Vilá, o a los responsables del área financiera y relación con inversores, que no consiguen trasladar el mensaje corporativo a los grandes fondos, como Norges o JP Morgan, los cuales han vendido sus acciones por falta de confianza. O hasta preguntarse qué es Telefónica. ¿Una empresa de fibra, de datos, de contenidos de televisión, de tecnología? Para acotar los rivales y los competidores, que igual es Cellnex o Vodafone que Disney, Fox o Time Warner, como admite la empresa en su último informe anual.

España, como todos los grandes países, necesita una Telefónica fuerte, como se ha demostrado en esta crisis, donde la operadora ha jugado un papel humano muy relevante. Sus redes han sido vitales, además de las ayudas a proveedores. No se puede permitir que una empresa clave en las comunicaciones, la ciberseguridad y la batalla geopolítica esté en planta. Pallete lo ha intentado casi todo (venta de filiales, reorganización directiva y de negocios, ajustes de costes, con bajada propia de salario). Y está enfocado en preservar la caja para mantener el dividendo, el 'rating' o solvencia y reducir la deuda. Pero en sus cuatro años de presidente no ha dado aún con la tecla. "Last call?".

Los agostos no son meses para descansar en Telefónica. El mes veraniego por excelencia se ha convertido en un quebradero de cabeza para José María Álvarez-Pallete, que en 2018 vio como la cotización perdía de repente la cota de los 6 euros y el pasado el nivel de los 5 euros. Aquellas bruscas caídas estivales se explicaron por la crisis de Argentina y asuntos menores que escondían la falta de confianza de los inversores, que creen que ganan más dinero poniéndose cortos contra la 'teleco' que apostando al alza por ella.

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