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El precio de un bulo
  1. El valor de la información
EL COSTE DE ESTAR DESINFORMADO

El precio de un bulo

La buena información tiene un precio, pero el precio de vivir desinformado es mucho mayor. Coincidiendo con su 20 aniversario, El Confidencial lanza un servicio de suscripción. Únete a los lectores influyentes. Suscríbete a El Confidencial

Foto: Ilustración: EC Diseño.
Ilustración: EC Diseño.

Ahora que los bulos están más de actualidad que nunca, más que el precio de la información, lo que debería preocuparnos es el coste de estar desinformado. Durante mucho tiempo, se ha dado por hecho que la gente desinformada lo estaba por falta de acceso a la verdad. Sin embargo, cada vez es más probable que lo esté por un exceso de desinformación circulante. La veracidad y la información de calidad son bienes tan escasos como el agua potable en medio de una inundación.

Además de la verdad, entre tanto ruido escasea también otra cosa aún más importante: el contexto. Para estar informado, este es mucho más importante que acumular bulímicamente titulares y declaraciones. La lucha contra la desinformación no se puede librar con simples datos y titulares. Se requiere un trabajo más sofisticado, porque la inercia mental a creer ciertas cosas es más poderosa que nuestra capacidad de cambiar de opinión en un mundo que está cambiando más rápido que nunca.

De ahí que en un medio como este tengan especial valía las informaciones que aportan diariamente ese contexto. Entre los análisis que pueden aportar más valor al lector, lo mismo puede estar la perspectiva económica de cómo van a sufrir las clases medias esta crisis, que la científica de por qué no vimos venir la pandemia, o la geopolítica sobre la ofensiva diplomática china y por qué los políticos de todo el mundo no escucharon a tiempo las advertencias.

El valor para la sociedad de un medio de referencia está en descubrir algo que hasta entonces permanecía oculto o fuera del debate público. En medio del mayor periodo de incertidumbre de las últimas décadas, el periodismo aporta las claves que nos explican qué está pasando, pero también qué puede pasar en medio de esta crisis sanitaria, económica y social. ¿Cómo se prepararán las empresas después del covid-19?

El valor para la sociedad de un medio de referencia está en descubrir algo que permanecía oculto o fuera del debate público

El Confidencial fue el primero en hablar de la escasez de respiradores, el primero en hablar del colapso de las UCI que sobrevenía dos semanas antes de la declaración del estado de alarma, entró en el Hospital 12 de Octubre para conocer de cerca a los enfermos de coronavirus y al personal sanitario que los cuida. Hay que entrar para saber, para ponerles nombre y rostro a las víctimas, también para contar que allí huele a lejía.

Adelantarse a veces consiste en llevar la contraria a tiempo. Pero también en desafiar hace más de un mes la versión del Gobierno y la OMS sobre la necesidad de llevar las mascarillas, que luego ha acabado siendo la norma. Igualmente, El Confidencial se adelantó con el tema del desconfinamiento paulatino, los pros y contras del tratamiento con hidroxicloroquina… Y sigue muy de cerca la pista de las tecnologías que investigan la primera vacuna contra el covid-19, sin olvidar los errores del Gobierno en la compra de los test defectuosos.

A eso hay que sumarle una gran variedad de opiniones con disparidad de puntos de vista. Tanto en las claves políticas, con firmas de referencia como la de Rubén Amón, José Antonio Zarzalejos e Ignacio Varela, como los análisis económicos, a menudo contrapuestos, con las firmas de Eva Valle, Juan Ramón Rallo y Carlos Sánchez sobre asuntos de máxima actualidad. Desde la mejor estrategia para salir del confinamiento o la necesidad de una renta mínima. Sin olvidar la atención a lo cotidiano que siempre con sagacidad hace Ángeles Caballero.

Un medio de comunicación de referencia aporta algo que no se puede encontrar fácilmente: verdad, contexto y relevancia

Además de plural, la buena información también tiene como misión la sencillez. Solo así se puede ayudar a entender mejor la complejidad. Ante tantísima incertidumbre como la que estamos viviendo durante esta pandemia, son especialmente importantes la información científica y el análisis de datos para configurarse una idea del mundo que vivimos. El Confidencial empezó a utilizar la media de cinco días en una curva a partir del caso 100. También se anticipó al hablar de los protocolos médicos que se planteaban descartar a los ancianos al comienzo de la crisis sanitaria.

Situar un tema en el debate público es también un deber de la información de referencia, más allá de la crisis del coronavirus. El éxodo urbano de España, por ejemplo, fue un trabajo excepcional que muestra la fuerza del trabajo en equipo de la redacción con la unidad de datos y de gráficos. El asunto marcó la agenda informativa. También lo han hecho las informaciones de El Confidencial sobre los entresijos de la Operación Chamartín y la presunta trama de espionaje de políticos, empresarios y jueces de Villarejo, que involucra a varias empresas del Ibex.

Un medio de referencia aporta algo que no se puede encontrar fácilmente: verdad, contexto y relevancia. La buena información tiene un precio, pero el precio de vivir desinformado es mucho más alto.

Ahora que los bulos están más de actualidad que nunca, más que el precio de la información, lo que debería preocuparnos es el coste de estar desinformado. Durante mucho tiempo, se ha dado por hecho que la gente desinformada lo estaba por falta de acceso a la verdad. Sin embargo, cada vez es más probable que lo esté por un exceso de desinformación circulante. La veracidad y la información de calidad son bienes tan escasos como el agua potable en medio de una inundación.

El valor de la información