La Generalitat y el Gobierno Vasco juegan la ficha de la nueva sede de la CNE

La Generalitat y el Gobierno vasco están presionando a ejecutivo de Pedro Sánchez para quedarse la sede de la nueva CNE, la Comisión Nacional de Energía, que está preparando el equipo de la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, según han explicado fuentes del independentismo cercanas a ERC. El borrador de la nueva ley abre una ventana de oportunidad para descentralizar este nuevo organismo regulador, y vascos y catalanes no quieren perder la oportunidad de que Pedro Sánchez cumpla uno de sus compromisos de la pasada legislatura.

Como suele ser habitual, los abogados del Estado, altos cargos y funcionarios de carrera están en contra. Cuando en 2004 se decidió trasladar al CMT a Barcelona, los primeros que se opusieron fueron los trabajadores y altos cargos de esos organismos. Ahora, esa sede infrautilizada, todo un edificio en el 22@, es una de las bazas que pone la Generalitat de Cataluña para tener alguna oportunidad ante los vascos.

La partida se juega en varios niveles. Uno es quién será el presidente. Otro es el emplazamiento de la sede. En el caso de Cataluña, prima el lugar y los cargos, ya que se quiere mantener el consejero catalán tanto en la CNE como la Comisión Nacional del Mercado la Competencia. Pero el poder madrileño, del que no es ajeno la propia ministra, juega otra partida.

Una alternativa sería mantener al frente a un alto cargo catalán, pero retener la sede en Madrid. Una alternativa a ello sería poner a Maite Costa que ya presidió la CNE en 2005. Ahora podría repetir al ser el cargo de nueva creación. Pero Maite Costa es una persona muy cercana al socialismo. ERC no acepta eso como una compensación a cambio de quedarse sin la sede.

Una alternativa sería mantener al frente a un alto cargo catalán, pero retener la sede en Madrid

Además, el calendario electoral favorece a Euskadi y los intereses vascos. El PNV siempre ha jugado mejor la partida del poder en Madrid que los partidos catalanes. Y hay elecciones vascas el próximo 21 de abril. El resultado más probable es que el PNV pierda, pero pueda gobernar en coalición con el Partido Socialista de Euskadi. En ese entorno, y con la sede de Iberdrola de manera formal situada en Bilbao, la ciudad vasca se convierte casi en una candidata natural.

Topa evidentemente con el funcionariado de Madrid, que se opone a este tipo de medidas por verse obligados a tener que residir fuera de la capital. Pero Pedro Sánchez tiene esta baza política y en esta legislatura no va sobrado de ellas.

Mantener el consejero

La estrategia básica de ERC pasa más por tener dos consejeros. En su momento propuso a Josep Maria Salas para la CNMC y que se ha demostrado un experto en energía, en especial en el área de regulación. Incluso asumiendo responsabilidades internacionales.

Pero los republicanos pretenden que si Salas da el salto a la CNE, a lo que no se opone el Gobierno, puedan tener otro consejero propuesto por la Generalitat en la CNMC, que se queda con la regulación de las telecomunicaciones. En la práctica, ERC antes tenía una pieza en Madrid y con el cambio espera quedarse con dos.

La nueva CNE podría estar operativa para el próximo mes de junio

Se pretende que la nueva CNE, que en esencia es la antigua CNE, esté operativa para junio del año que viene, unos cuatro meses después de que entre en vigor la ley que ahora se está tramitando en el Congreso.

Las catalanas, lejos

En comparación con las vascas, las catalanas quedan lejos, para febrero del 2025. Además, una nueva sede de la CNE no es una bandera policía para los republicanos. Al contrario que el traspaso de Renfe Cercanías, otro tema en el que los vascos llevan ventaja, traer el nuevo organismo no es una cuestión pública en Cataluña.

ERC actúa con pragmatismo. Pero el pragmatismo no vende desde un punto de vista electoral y menos teniendo comicios en febrero. Como en Cataluña, la estrategia del partido en Madrid pasa por ocupar la mayor cantidad de espacio de poder posible. Aun así, fuentes del sector energético consultadas consideran que la opción más probable es que más allá de la petición de catalanes y vascos sea que el funcionariado madrileño se salga con la suya y la CNE vuelva a donde siempre estuvo: a Madrid. Tampoco sería la primera promesa que incumple Pedro Sánchez.