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Hospitales placebo, la nueva moda de las políticas de salud pública en Cataluña
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Hospitales placebo, la nueva moda de las políticas de salud pública en Cataluña

El nuevo Trueta, el traslado del Clínic, el nuevo hospital de Palamós... Los nuevos hospitales catalanes tienen dos características: los políticos los anuncian y luego no llegan nunca

Foto: El 'conseller' de Salut Manuel Balcells durante la firma del convenio para trasladar el Clínic. (EFE/Alejandro García)
El 'conseller' de Salut Manuel Balcells durante la firma del convenio para trasladar el Clínic. (EFE/Alejandro García)
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En Cataluña no solo florecen los conflictos políticos. De manera inesperada también lo hacen los hospitales fantasma. Se presentan, se anuncian, se proclaman. En el pujolismo los médicos coparon la política —Jordi Pujol, Xavier Trias, Joan Clos—. En el procés han sido los periodistas los que han asaltado el Parlament —Carles Puigdemont, Eduard Pujol, Nacho Martín Blanco...—. Y han sido los periodistas los que se han abonado la moda de las instalaciones hospitalarias. Hospitales sin inversión, sin fondos y sin calendario. Como los espectros, se habla de estos hospitales, pero nadie los ve.

El pasado martes Pere Aragonès se abonó a lo que ya es una moda en la política catalana. El president reunió en el Palau de la Generalitat al alcalde de Barcelona, Jaume Collboni; a la alcaldesa de L’Hospitalet de Llobregat, Núria Marín; la presidenta de la Diputación de Barcelona, Lluïsa Moret; y la alcaldesa de Esplugues, Pilar Díaz. Todos ellos firmaron con los responsables de la UB y del Clínic el traslado de este hospital, el más grande y emblemático de Cataluña.

El acto fue solemne y sorprende que el PSC se sumase a la fiesta. Fotos y despliegue mediático. Los terrenos para el nuevo hospital los aportará la UB cediendo sus zonas deportivas junto a la Diagonal. En el acto no se admitieron preguntas, no se dieron cifras de inversión y no se concretó un calendario. ¿Tienes sentido anunciar un proyecto tan grande sin concretar nada? Estamos hablando del Clínic, mascarón de proa de la sanidad catalana; de trasladar un complejo de 763 camas y que incluye centros de investigación, de formación universitaria y una división de medicina privada.

El proyecto de trasladar solo el hospital puede llegar a 500 millones de euros. Con los centros de investigación y los que corresponden a la Universidad de Medicina y otros complejos educativos, se calcula que sumarán otros 1.500 millones. Pero es una estimación del sector porque nadie sabe nada. Las autoridades se hacen una foto y el personal del Clínic no se lo toma en serio. Llevan décadas esperando el cambio y mientras las actuales instalaciones se degradan más y más.

El proyecto de trasladar solo el hospital puede llegar a 500 millones de euros

Podría ser un caso aislado. Pero es tendencia. Ahí están el nuevo Hospital de Tortosa —presentado el pasado 30 de enero como una mesa de diálogo— el Hospital de Ripollet en el Vallès, 50 millones pendientes de un cambio de plan urbanístico; el nuevo Trueta para dar servicio hospitalario a Salt y Girona —una vieja reivindicación de Puigdemont cuando era alcalde Girona y que costará 500 millones. Quim Torra incluso tuvo la ocurrencia de inaugurarlo, aunque no estará listo hasta 2030— y el nuevo hospital de Palamós, anunciado el año pasado, también sin presupuesto.

Votos por la sanidad pública

En la mayoría de los casos se trata de obtener votos gracias a una supuesta apuesta por la sanidad pública. La pobre Isabel Díaz Ayuso es una aprendiz en comparación con los políticos catalanes. El Zendal puede haber sido muy criticado, pero existe. En cambio, de todos estos centros catalanes no hay ni un ladrillo. Va el conseller de Salut, Manuel Balcells o un delegado del Govern en comarcas… o hasta el presidente de la Generalitat, como en el caso del Clínic, se hace un acto para la prensa y ya está.

Todos estos proyectos catalanes ni arrancarán a menos que la Generalitat pueda aprobar unos presupuestos para este 2024. Pero las reuniones de la consellera de Economía, Natalia Mas, van a paso de tortuga. En este momento se está como el año anterior, pero con dos meses de retraso.

Lo normal hubiera sido primero tener Presupuestos y luego anunciar los hospitales

Lo normal hubiera sido aprobar los presupuestos primero y anunciar los hospitales después. Pero no. Se hace al revés, para conseguir espacio en las noticias de TV3 y en los clippings de las conselleries. Más allá de eso, incidencia real en el bienestar de los catalanes: cero.

Además, toda la política catalana pasa por Madrid en este momento. La estrategia de ERC era hasta ahora canjear su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso a cambio de que el PSC respalde los de la Generalitat. Pero con JxCAT retrasando la ley de amnistía ahora no se sabe qué pasará con las cuentas de Pedro Sánchez para 2024. Así que menos aún con las catalanas, que van a rebufo de las de Madrid. Si al final no hay presupuestos en Madrid, Salvador Illa se queda sin incentivo para rescatar a Pere Aragonès en su último año de legislatura.

Problemas añadidos

Estos nuevos hospitales que se anuncian por toda Cataluña no pasan de ser una política de postal. Hace más de 40 años que se habla de trasladar el Clínic. Y ahí sigue. Un centro de excelencia en un edificio centenario que precisa una urgente remodelación. La misma que se sigue aplazando, pendientes de ese traslado que nunca llega. Quien estuvo más cerca fue el conseller Andreu Mas-Colell, que bajo el mandato de Artur Mas estuvo a punto de mudar la actividad docente a la Escuela Industrial, en la calle Urgell de Barcelona, pero no llegó a concretarse.

Torra inauguraba hospitales sin construirlos, Comín que los compraba sin hacer oferta

La moda de grandes anuncios hospitalarios en Cataluña la inauguró el entonces conseller Toni Comín, cuando avanzó que la Generalitat compraría al grupo Quirón el Hospital General de Cataluña, por 55 millones de euros. La operación nunca se hizo. La oferta ni llegó a presentarse, solo se anunció a los medios. Y ahora Comín se refugia de la justicia en Bruselas. Todos estos grandes proyectos necesitan ciclos de estabilidad política de los que Cataluña lleva años careciendo.

Sin personal

Cinco nuevos hospitales requieren, además, una cifra ingente de personal. Cataluña tiene déficits de enfermeras, médicos y personal sanitario. Hace años que se colegian muchos menos licenciados de lo que se necesitan. Precariedad, bajos salarios y carencias en algunas especialidades como Medicina Familiar, Pediatría, Anestesia o Psiquiatría, por ejemplo. Lejos de Barcelona, además, algunas zonas tienen especial dificultad para cubrir las vacantes.

Pero eso son problemas reales. Y de lo que se trata es de hacerse fotos anunciando inversiones en sanidad pública que nunca llegan. Hasta ahora lo hacían republicanos y posconvergentes. Con el acto del Clínic, el PSC se suma a la fiesta. Los convocantes no aceptaron preguntas de la prensa. Como no tenían dinero, tampoco tenían respuestas. Las fotos son baratas, los hospitales caros. Por eso en Cataluña hemos entrado en la era de los hospitales placebo. Anuncia que algo queda.

En Cataluña no solo florecen los conflictos políticos. De manera inesperada también lo hacen los hospitales fantasma. Se presentan, se anuncian, se proclaman. En el pujolismo los médicos coparon la política —Jordi Pujol, Xavier Trias, Joan Clos—. En el procés han sido los periodistas los que han asaltado el Parlament —Carles Puigdemont, Eduard Pujol, Nacho Martín Blanco...—. Y han sido los periodistas los que se han abonado la moda de las instalaciones hospitalarias. Hospitales sin inversión, sin fondos y sin calendario. Como los espectros, se habla de estos hospitales, pero nadie los ve.

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