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Cataluña y la financiación autonómica: un Guadiana que augura lo peor
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Cataluña y la financiación autonómica: un Guadiana que augura lo peor

En julio, Pere Aragonès fue quien introdujo la financiación autonómica como moneda de cambio para la investidura. Pero ahora el tema ha desaparecido por razones sin explicar

Foto: Pere Aragonès y Salvador Illa. (EFE/Quique García)
Pere Aragonès y Salvador Illa. (EFE/Quique García)
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Ahora me ves, ahora no me ves. En este pacto de investidura de Pedro Sánchez, la negociación de una nueva financiación autonómica aparece y desaparece. A veces de manera misteriosa. A menudo de modo injustificado. Es un Guadiana. En julio surgió con fuerza de mano del president Pere Aragonès. Fue ERC la que la puso sobre la mesa. Desde entonces ha desaparecido, con breves destellos de vuelta, de una manera alarmante, repasada esta semana de discursos parlamentarios. Sigue la amnistía, incluso el traspaso de Cercanías en Cataluña. Pero una nueva financiación autonómica que aumente los ingresos de Cataluña ha salido aparentemente del debate público. Es obvio que un pacto de investidura no es el marco para un planteamiento de cambiar la financiación. Tampoco lo es para una amnistía y eso no parece un problema para nadie.

Sorprende que lo que iba a ser uno de los pilares de la negociación para investir a Pedro Sánchez, haya desaparecido de una manera tan sorprendente como surgió en apenas dos meses. Cuando se puso sobre la mesa asombró a los expertos en la materia. Cuando ha desaparecido nadie la ha echado de menos. Y eso que estamos hablando de una iniciativa que podría incrementar los recursos anuales de Cataluña en cerca de 5.000 millones.

Foto: Pere Aragonès en el Parlament de Catalunya. (EFE/Andreu Dalmau)

En la semana en que han coincidido el debate de política general en el Parlament de Cataluña y el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo en el Congreso, el tema la reforma del sistema de financiación que sería el mecanismo para dotar de más recursos a los servicios públicos de Cataluña y del resto de autonomías se ha desvanecido como polvo en el desierto.

En especial ha resultado alarmante que el presidente catalán Pere Aragonès no lo mencionase en su discurso de política general en Cataluña. Él lo hizo aflorar en julio. Ahora, tan pródigo el president en dar esperanzas sobre la amnistía y, en cambio, el gran tema de la financiación se volatilizó y ni fue mencionado. Y eso que cuando se refirió a otros aspectos hubiera sido fácil, hasta lógico: "Cataluña está mal financiada. Lo he denunciado toda la vida. Pero donde el problema estructural de financiaciones se agrava hasta el punto de poner en riesgo el sistema es en el ámbito de salud. No salen los números y es necesario encontrar una solución con urgencia", denunció Aragonès cuando habló de los retos sanitarios. Hizo el diagnóstico, pero no propuso la cura. La financiación autonómica, el paracetamol del déficit fiscal, era ignorado. Se prefería la neurocirugía de la autodeterminación. Como si sus declaraciones de julio no se hubiesen pronunciado nunca.

El líder del PSC, Salvador Illa hubiese podido llenar ese vacío. Pero no fue así. Se limitó a señalar "yo en eso podré ayudarle". Pese el coste que tendría para los barones del PSOE, Illa lleva meses haciendo trabajar a grupos de expertos en la reforma del sistema. Así que en otra reaparición del Guadiana, modificar la financiación autonómica volvió a la palestra en forma de propuesta de resolución del PSC en las votaciones que cierran el debate de investidura. Al final, el doctor Illa extendía una receta de paracetamol.

Excepción inesperada

Pero sí que hubo una excepción inesperada. Alguien sí que habló del sistema de financiación. Para sorpresa de propios y extraños fue Alberto Núñez Feijóo en réplica a Míriam Nogueras en el debate de investidura. Nogueras sacó a colación los 21.982 millones de déficit fiscal en el 2021, fijado por la consellera de Economía, Natalia Mas, otra gran ausente del debate sobre la reforma de la financiación autonómica. Y Núñez Feijóo no se pudo resistir.

"Si me permiten una vivencia personal, año 2010, Gobierno Zapatero. Tripartito en Cataluña. President Montilla, sistema de financiación. O lo quieres o lo dejas. Yo estaba en la antesala de la ministra Salgado. Y ahí estaba Carod-Rovira. Es el sistema de financiación que ustedes han votado. ¿Ustedes creen que negociaron mal? Yo era presidente de la comunidad autónoma gallega y lo que me dijeron es que esto es lo que había. Y no solo yo. Todos los presidentes autonómicos. ¿Y por qué? Por qué ustedes pactaron de manera bilateral un sistema de financiación que es el que está en vigor. ¿Qué pasa ahora? ¿No supieron negociar? Y no lo podrán negar. Porque saben que es lo que ocurrió. Hay un sistema de financiación razonable pactado por ustedes", relató el líder de los populares.

Nuñez Feijóo recuperó el tema de la financiación autonómica pero no para cambiarla

Así que Núñez Feijóo recordó que el sistema de financiación en vigor que ahora critican fue el que acordaron los republicanos con José Luis Rodríguez Zapatero, tras lo cual les espetó a Gabriel Rufián y Nogueras la incoherencia de "que Cataluña tenga 85.000 millones de deuda pública —la más alta de España— y que el 85% de la misma la haya tenido que asumir el Tesoro Público", en alusión a la cobertura del FLA.

Moneda de cambio

Lo más irónico es que el político que más habló de la financiación autonómica fue Alberto Núñez Feijóo, no lo hizo para afrontar su reforma, por mucho que el mecanismo se encuentre más que caducado. Núñez Feijóo es gallego y sabe que una hipotética reforma que favoreciese a las CCAA más ricas: Cataluña, Madrid, Andalucía, Comunidad Valenciana… se haría a costa de la cornisa cantábrica. Si alguien no va a mover un dedo por esta cuestión, será el líder de los populares. Un cambio del modelo en vigor perjudicaría a la base electoral del presidente del PP en su plaza más fuerte.

Fuentes de ERC explican que la financiación autonómica se ha caído de la negociación por la investidura. De ahí, el efecto Guadiana. A cambio, Pere Aragonès ha preferido introducir el apoyo de PSC a los Presupuestos de la Generalitat y asegurarse así de alargar la legislatura hasta febrero de 2025. De manera que Aragonès prefiere hablar en su discurso de política general de una autodeterminación que no acontecerá que sobre un cambio de financiación difícil pero posible. Cosas de la política a corto que marca el signo de los tiempos. Si Puigdemont se juega su regreso, Aragonès se apuesta su mandato al futuro de Pedro Sánchez. No es de extrañar que el portavoz de JxCAT, Albert Batet, le pidiese al presidente catalán elecciones en caso de que no se sume a los postulados negociadores que se quieren imponer desde Waterloo.

Foto: Imagen de la dársena interior del Puerto de Valencia. (EFE/Manuel Bruque)

Pero eso era el martes. El jueves, Oriol Junqueras, que ahora gusta prodigarse por la capital de España, se iba a Madrid y volvía a colar la financiación autonómica como uno de los temas para dar el visto bueno a la investidura de Pedro Sánchez. Como ERC llevaba días intentando sacar la cabeza en unas conversaciones en la que están de comparsas, nadie le hizo mucho caso.

Sin duda hicieron bien. Porque al día siguiente, ayer viernes, se votaba en el Parlament la propuesta de resolución de Salvador Illa a favor de abrir la negociación para un nuevo sistema de financiación. Como era paracetamol y el Parlament se ha hecho adicto a las drogas duras, la propuesta salió rechazada. Votaron en contra ERC —el partido de Junqueras, quien 24 horas antes estaba diciendo en la capital del Reino que era fundamental— pero también JxCAT, la CUP y, sorpresas te da la vida: Vox. El Guadiana volvía a perderse en la sinuosa tierra de los populismos. Nada bueno se augura para los catalanes que esperan más recursos por esta procelosa vía.

Ahora me ves, ahora no me ves. En este pacto de investidura de Pedro Sánchez, la negociación de una nueva financiación autonómica aparece y desaparece. A veces de manera misteriosa. A menudo de modo injustificado. Es un Guadiana. En julio surgió con fuerza de mano del president Pere Aragonès. Fue ERC la que la puso sobre la mesa. Desde entonces ha desaparecido, con breves destellos de vuelta, de una manera alarmante, repasada esta semana de discursos parlamentarios. Sigue la amnistía, incluso el traspaso de Cercanías en Cataluña. Pero una nueva financiación autonómica que aumente los ingresos de Cataluña ha salido aparentemente del debate público. Es obvio que un pacto de investidura no es el marco para un planteamiento de cambiar la financiación. Tampoco lo es para una amnistía y eso no parece un problema para nadie.

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