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Los jóvenes se estancan durante los cuatro años de la coalición lastrados por la vivienda
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PERSISTEN LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES

Los jóvenes se estancan durante los cuatro años de la coalición lastrados por la vivienda

España supera a Grecia en paro juvenil y a Italia en edad de emancipación, pero disminuye la precariedad y el abandono de los estudios. El alquiler sube casi al mismo ritmo que la renta

Foto: Pedro Sánchez reunido con jóvenes en Parla. (EFE/Fernando Calvo)
Pedro Sánchez reunido con jóvenes en Parla. (EFE/Fernando Calvo)
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La que acaba ahora no ha sido la mejor legislatura para los jóvenes. Pese a la coalición de los socialistas con Unidas Podemos, surgido al calor de las movilizaciones del 15-M, la coyuntura económica ha dejado a las generaciones que representan el futuro del país en una situación de estancamiento. El avance en la estabilidad del empleo, gracias a la reforma laboral, es una de las notas positivas para los grandes paganos de la crisis financiera del 2008, que apenas han mejorado desde 2019, lastrados por un problema estructural: el acceso a la vivienda. Estos son algunos de los datos que deberían estar sobre la mesa de los partidos que se presentan a las elecciones generales del próximo 23 de julio.

El empleo constituye, quizá, la mejor noticia para los jóvenes durante estos años. Sin embargo, las tasas de paro juvenil siguen siendo alarmantes, y el Gobierno no ha conseguido evitar que España lidere esta clasificación en toda Europa; al principio de la legislatura lo hacía Grecia. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre, más del 30% de los jóvenes se encuentra en desempleo, apenas medio punto menos que en el cuarto trimestre de 2019. Esta es la mejor referencia temporal para medir el desempeño del Ejecutivo, que tomó posesión el 13 de enero de 2020, pero también para conocer si los estragos de la pandemia, iniciada en marzo de ese mismo año, se han revertido.

Precisamente aquí está la clave del dato de empleo y de buena parte de las cifras macroeconómicas de la legislatura. Pese al triunfalismo del Ejecutivo por la fortaleza del crecimiento y de la creación de puestos de trabajo durante los últimos dos años, desde que se levantó el estado de alarma, el shock del confinamiento todavía perdura. Tanto, que España ha sido el penúltimo país de la Unión Europea en recuperar el PIB prepandemia y, como se puede apreciar en el gráfico de paro juvenil, también ha sudado para volver a los niveles previos al coronavirus en este ámbito, que ya eran nefastos en 2019. Se trata, al fin y al cabo, de otro problema estructural, que, como todos los demás que afectan a los jóvenes, no se ha solucionado durante el período parlamentario que ahora toca a su fin.

En realidad, los discursos del Gobierno y del PP resultan compatibles: la economía va como una moto, al menos si se compara con el ritmo de tortuga del resto de Europa, pero está estancada si se hace el balance global de una legislatura muy marcada por la pandemia. Hasta ahora, el ciclo expansivo solo ha servido para rehacer el camino desandado durante el covid. Y lo mismo les sucede a los jóvenes, que ya venían muy tocados de la Gran Recesión de 2008 y en esta legislatura se han quedado prácticamente como estaban. En el caso del desempleo, esta quietud también se aprecia en términos comparativos.

Un dato interesante de Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea: la ratio entre el paro juvenil y el paro total sigue estable en 2,3. En otras palabras: la tasa de desempleo es más del doble entre los menores de 25 años que en el conjunto, lo que demuestra que estos no han aprovechado la creación masiva de puestos de trabajo de la segunda mitad de la legislatura para mejorar su posición. De hecho, la ligera reducción del paro viene condicionada por una disminución de la tasa de actividad, que cayó un punto durante los últimos cuatro años. Si hay menos jóvenes en el mercado laboral, es normal que haya menos jóvenes en las colas del antiguo INEM.

Esto no constituye, per se, una mala noticia. De hecho, la tasa de abandono escolar temprano se ha reducido en 3,4 puntos durante el mandato del Gobierno de coalición. Sigue, así, la tendencia descendente que inició en la crisis de 2008, cuando se empezó a revertir uno de los fenómenos que marcaron el crecimiento insostenible de la burbuja inmobiliaria: los estudiantes que dejaban prematuramente las aulas atraídos por los generosos salarios de la construcción. En cualquier caso, España sigue teniendo el segundo dato más elevado de los Veintisiete en este ámbito, solo por detrás de Rumanía. En paralelo, estos últimos cuatro años nos han dejado otra buena noticia: el fenómeno de los ninis, los menores de 30 años que ni estudian ni trabajan, también está en declive, y su incidencia ha caído más de dos puntos, hasta el 12,7%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Foto: Mayores de 65 años. (iStock)

Los estudios, especialmente la formación profesional, van ganando peso, mientras se reduce la precariedad. La estabilidad de los contratos ha mejorado notablemente gracias a la reforma laboral. De hecho, la tasa de temporalidad entre los menores de 30 años ha pasado del 55,4% que registraba cuando la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tomó posesión de su cargo al 36,2% actual, según recoge la última edición del informe Jóvenes y mercado de trabajo, que elabora el departamento dirigido por la líder de Sumar. La tasa de parcialidad involuntaria, que refleja el porcentaje de trabajadores de hasta 29 años que tienen contratos a tiempo parcial pero querrían trabajar a tiempo completo, también se ha replegado 3,3 puntos, y se encuentra por debajo del 50% por primera vez desde 2010. Nadie, ni siquiera el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, duda ya de los efectos positivos de la nueva legislación laboral para la calidad del empleo, más allá de los matices estadísticos sobre la contabilización de los fijos discontinuos.

Pero estos avances resultan insuficientes para que los jóvenes tengan la certeza económica que les permita emanciparse. La renta media por persona menor de 30 años ha aumentado de los 10.345 euros de 2019 a los 11.660 de 2022, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE. Son unos datos en teoría muy positivos, que han conducido a un incremento del consumo pese a la inflación de la segunda mitad de la legislatura, como se explica con todo detalle en este reciente artículo sobre la Encuesta de Presupuestos Familiares. Sin embargo, no han servido para recuperar la situación previa a la crisis de 2008, cerrar la creciente brecha con las demás generaciones y, sobre todo, fijar una base para iniciar la vida adulta.

Foto: Un edificio en construcción, en San Sebastián. (EFE/Javier Etxezarreta)
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Los ingresos de las personas de hasta 29 años han aumentado un 12,7%, pero en ese mismo período los precios de la vivienda, que representa casi la tercera parte del gasto en este grupo de edad, se han disparado prácticamente lo mismo. Según el portal Idealista.com, de referencia en el sector, el alquiler se ha incrementado un 11,5% durante la legislatura, mientras que la compraventa lo ha hecho un 11,4%. El resultado se halla a la vista: pese a que el porcentaje de propietarios menores de 30 años ha escalado cinco puntos, hasta superar el 30% —son datos del INE—, la edad a la que los jóvenes abandonan el hogar familiar cada vez se retrasa más, probablemente también como efecto de las disrupciones causadas por la pandemia.

De hecho, ya supera los 30 años, una cifra que sitúa a España por delante de Italia, el otro gran país del sur de Europa que sufre este problema. La edad media para emanciparse ha aumentado casi un año desde 2019, mientras los socios del Ejecutivo discutían sobre una ley de vivienda que no ha llegado hasta el último trimestre de la legislatura. Pero no es el único dato de Eurostat que refleja cómo el acceso a un techo sigue siendo un grave problema para los más jóvenes: el porcentaje de personas de hasta 29 años que viven hacinadas ha aumentado un punto desde la llegada al poder del Gobierno de coalición, y ya rebasa el 11%.

Esto no significa que las nuevas generaciones se encuentren en una situación paupérrima. De hecho, otra de las buenas noticias es la reducción del riesgo de pobreza, que ha pasado del 26.6% al 23,3% durante los últimos cuatro años, pese a que el dato de privación material severa se ha estancado en el 6,2%. Todo un resumen de lo que ha sido la legislatura: tímidos avances en algunos aspectos, pero sin que se haya resuelto ninguno de los problemas de fondo que impiden a los españoles volar libres hasta los 30 años.

La que acaba ahora no ha sido la mejor legislatura para los jóvenes. Pese a la coalición de los socialistas con Unidas Podemos, surgido al calor de las movilizaciones del 15-M, la coyuntura económica ha dejado a las generaciones que representan el futuro del país en una situación de estancamiento. El avance en la estabilidad del empleo, gracias a la reforma laboral, es una de las notas positivas para los grandes paganos de la crisis financiera del 2008, que apenas han mejorado desde 2019, lastrados por un problema estructural: el acceso a la vivienda. Estos son algunos de los datos que deberían estar sobre la mesa de los partidos que se presentan a las elecciones generales del próximo 23 de julio.

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