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La reforma de las pensiones complica la negociación para subir los salarios
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LA MESA SE RETRASA 10 DÍAS

La reforma de las pensiones complica la negociación para subir los salarios

La patronal sugiere que el incremento de las cotizaciones reduce su margen de maniobra para la negociación colectiva, mientras UGT acusa a los empresarios de sobreactuar

Foto: Los ministros de Trabajo y Seguridad Social, Yolanda Díaz y José Luis Escrivá, junto a representantes de la patronal y los sindicatos. (EFE/Fernando Villar)
Los ministros de Trabajo y Seguridad Social, Yolanda Díaz y José Luis Escrivá, junto a representantes de la patronal y los sindicatos. (EFE/Fernando Villar)
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Las prisas del Gobierno por sacar adelante la reforma de las pensiones amenazan con dilatar los tiempos de la negociación colectiva. En realidad, ya lo están haciendo. La mesa entre los sindicatos y la patronal prevista para este lunes tuvo que aplazarse hasta el miércoles 22 por su coincidencia con la convocatoria del Ejecutivo para discutir los cambios en el sistema de jubilación. Se trató de una cuestión logística, según todas las fuentes consultadas. De hecho, son dos negociaciones distintas, ya que en la primera el Estado no juega ningún papel. Pero, al igual que la quiebra de un banco californiano puede poner patas arriba las bolsas mundiales, el aleteo de José Luis Escrivá ya ha provocado una ligera marejada en el diálogo para subir salarios, justo cuando las aguas al fin bajaban tranquilas.

El ministro de Seguridad Social atraerá con toda seguridad el apoyo de los sindicatos a su reforma este mismo miércoles, jornada de reuniones extraordinarias de los órganos de dirección de Comisiones Obreras y UGT. Sin embargo, el movimiento del Gobierno ha enfurecido a la patronal, tanto por el fondo como por las formas. Este lunes, antes del segundo de los dos encuentros que el Ejecutivo convocó a toda velocidad para obtener el aval del diálogo social a su propuesta —pactada internamente y con Bruselas—, la directora de Relaciones Laborales de la CEOE, Rosa Santos, trazó una segunda derivada del disenso: los cambios en las pensiones, dijo, "dificultarán" las conversaciones para incrementar los sueldos.

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El Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), que sirve como marco para la actualización de los convenios, permanece caducado desde el 31 de diciembre de 2020. La negativa de la patronal a asumir las cláusulas de garantía salarial para actualizar las revalorizaciones anuales en función de la inflación bloqueó el diálogo hasta hace unos meses. Sin embargo, los sindicatos se han mojado con una propuesta que, además del índice de precios de consumo (IPC), tiene en cuenta los beneficios de las empresas a la hora de revisar las subidas. En ese campo, el de ligar de alguna manera salarios y productividad, se ha dibujado un perímetro para el acuerdo, que los sindicatos sitúan como muy tarde el 1 de mayo. Si el Día del Trabajo no hay pacto, volverán a la casilla de salida, a través de una estrategia que ya practicaron este otoño con escaso éxito: "Salario o conflicto".

De momento, la próxima reunión se ha tenido que posponer 10 días por culpa de las conversaciones sobre pensiones, que también han obligado a retrasar al jueves la mesa sobre el estatuto del becario que estaba convocada para este martes. La patronal prepara una contrapropuesta a la presentada el pasado 1 de marzo por los sindicatos, que contemplaba una subida salarial del 13,85% durante los próximos tres años: un 5% en 2022, un 4,5% en 2023 y un 3,75% en 2024. Todas las fuentes consultadas aseguran que ese documento todavía no está sobre el tapete de una negociación que se lleva con gran discreción. La pelota, en estos momentos, se halla en el tejado de los empresarios, en cuyo seno conviven diferentes sensibilidades.

Foto: Los líderes de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo. (EFE/J. J. Guillén)

Sin embargo, nadie en la patronal cuestiona la postura oficial sobre la reforma de las pensiones, que es de una frontal oposición, en contraste con el apoyo de las centrales. Fuentes de CEOE, CCOO y UGT coinciden en que este desencuentro no tiene por qué afectar al diálogo sobre la negociación colectiva, que sigue los cauces habituales. Pero lo cierto es que, aunque las formas se mantengan —el enfado de los empresarios no es con los sindicatos, sino con el Ejecutivo—, añade una complejidad adicional al fondo de la cuestión.

Desde la patronal reconocen que la subida de cotizaciones sociales que plantea la reforma de Escrivá supondrá un aumento de costes para las empresas, por lo que condiciona el margen para los incrementos salariales: "Es un nuevo reto a salvar dentro del AENC". Los sindicatos desmienten que el acuerdo suponga una nueva "carga" para las compañías que dificulte la política de sueldos, como repiten las fuentes empresariales consultadas. Fernando Luján, vicesecretario general de Política Sindical de UGT, considera que la CEOE está sobreactuando: "¿A qué aumento de costes se refieren? Las personas trabajadoras que no ganan más de 54.000 euros van a seguir cotizando exactamente lo mismo, por tanto, el coste para las empresas será el mismo". Desde CCOO apelan a la prudencia y reclaman "no hablar en caliente".

En el triángulo que forman salarios, beneficios y pensiones, los trabajadores van perdiendo

El borrador propuesto por Escrivá —que será presentado este miércoles en el Pacto de Toledo y podría aprobarse el jueves en un Consejo de Ministros extraordinario— centra el impacto en los salarios altos, a través de un destope de las bases máximas de cotización y un recargo de solidaridad que llegará al 6% en 2050. Sin embargo, las medidas para aumentar los ingresos de la Seguridad Social también se dejarán notar en las cotizaciones de nóminas medias y bajas, a través del conocido como mecanismo de equidad intergeneracional (MEI), que el Gobierno duplicará, hasta alcanzar el 1,2% en 2029.

Para Luján, se trata de excusas que no influyen en la capacidad de las empresas para aumentar los salarios, ya que no afectan al periodo para el que se está negociando el actual AENC (2023, 2024 y 2025). Según el último borrador filtrado por el Gobierno, el incremento de las bases máximas comenzará en 2024, a un ritmo de 1,2 puntos por año; el recargo de solidaridad se empezará a implantar en 2025, partiendo del 1% y con alzas de 0,25 puntos anuales, y la subida del MEI también se iniciará en 2024, a un ritmo de una décima. En resumen: el mayor crecimiento de las cotizaciones sociales no tendrá lugar ahora, pero el impacto de la reforma sobre los costes laborales ya empezará el año que viene.

Más allá de las cábalas sobre el futuro, el presente arroja una certeza: en el triángulo que forma el pacto de rentas para repartir el empobrecimiento causado por la inflación, los trabajadores van perdiendo. Mientras los pensionistas verán revalorizadas un 8,5% sus jubilaciones este año y las empresas siguen aumentando los márgenes hasta récords de la última década, los salarios pactados en convenios colectivos solo se incrementaron un 2,89% hasta febrero, según la estadística del Ministerio de Trabajo.

Las prisas del Gobierno por sacar adelante la reforma de las pensiones amenazan con dilatar los tiempos de la negociación colectiva. En realidad, ya lo están haciendo. La mesa entre los sindicatos y la patronal prevista para este lunes tuvo que aplazarse hasta el miércoles 22 por su coincidencia con la convocatoria del Ejecutivo para discutir los cambios en el sistema de jubilación. Se trató de una cuestión logística, según todas las fuentes consultadas. De hecho, son dos negociaciones distintas, ya que en la primera el Estado no juega ningún papel. Pero, al igual que la quiebra de un banco californiano puede poner patas arriba las bolsas mundiales, el aleteo de José Luis Escrivá ya ha provocado una ligera marejada en el diálogo para subir salarios, justo cuando las aguas al fin bajaban tranquilas.

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