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El fiasco del 'tope al gas' deja a España al borde de un nuevo repunte de la inflación
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El problema de los precios

El fiasco del 'tope al gas' deja a España al borde de un nuevo repunte de la inflación

El Gobierno esperaba que el IPC pudiese bajar un punto con la medida, pero ha entrado en vigor en un mal momento: ola de calor, inflación subyacente disparada y el 'efecto base'

Foto: La vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE/Zipi)
La vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE/Zipi)
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La introducción del 'tope al gas' en la formación de los precios de la electricidad era la gran esperanza del Gobierno para frenar la inflación. En concreto, esperaba una moderación de un punto del IPC para situarlo por debajo del 8% por primera vez desde el estallido de la guerra en Ucrania. Sin embargo, la entrada en vigor del sistema no ha conseguido moderar los precios. Al contrario, la factura para los hogares ha seguido aumentando, hasta superar ampliamente los 200 euros por megavatio/hora.

Este incremento del precio no ha sido consecuencia de la 'excepción ibérica', sino que se ha producido a pesar de la misma. Esto es, la subida hubiese sido superior sin este sistema. El motivo es que la ola de calor ha provocado un pico de demanda durante toda la semana y un 'pozo' de producción con las energías renovables que ha obligado a quemar mucho gas en las centrales de ciclo combinado, lo que dispara los precios.

Foto: Un atasco, en Murcia. (EFE/Marcial Guillén)

Sea como sea, la realidad para los hogares es que en la primera semana del sistema ibérico el precio que han pagado por la electricidad es superior. No es consuelo suficiente pensar que el alza hubiese sido superior sin el 'tope al gas'. Es previsible que el precio empiece a reducirse a partir de la próxima semana, pero ya se ha consumido la mitad del mes de junio, de modo que las posibilidades de que el IPC pueda bajar un punto completo este mes se han desvanecido.

La esperanza se retrasa al mes de julio, pero en julio hay otro gran problema: el efecto base. En julio de 2021 entró en vigor plenamente la bajada del IVA de la electricidad, que en ese momento ya suponía un grave problema social para el Gobierno. Una medida que teóricamente era temporal y que aún sigue en vigor. Con este recorte del impuesto, el Gobierno consiguió bajar el IPC un 0,8% en el mes de julio respecto a junio, un descenso que fue fugaz, ya que en el mes de agosto continuó la subida del gas, comiéndose todo el efecto de la bajada de impuestos.

Este escalón hacia abajo en julio de 2021 complica drásticamente la comparativa del IPC para este año. Por ejemplo, si el Gobierno consiguiese frenar la subida de precios en los meses de junio y julio y los hogares pagasen una cuantía similar a la de mayo, la inflación volvería a superar el 9%, tocando el segundo nivel más alto del año. Para que el IPC de julio sea un punto inferior al existente antes de la puesta en marcha del 'tope al gas' los precios tendrían que bajar un 1,2% respecto a los del mes de mayo. Un objetivo muy ambicioso en un entorno en el que no solo los precios energéticos siguen subiendo, sino que el resto de bienes y servicios se están encareciendo rápidamente.

De hecho, es el componente energético el que ha conseguido frenar el Gobierno, gracias a los carburantes. La subvención de 20 céntimos que aprobó en abril, junto con la baja dependencia del crudo ruso, ha aliviado la escalada del precio de las gasolinas en comparación con la mayor parte de países europeos. Y eso a pesar de que los precios hasta mayo han subido un 29%, pero es que la media de la Unión Europea supera el 33% y en algunos países del este del continente se sitúa ya por encima del 50%.

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin. (Reuters)

La bajada del precio de los carburantes fue muy intensa en abril, cuando entró en vigor la ayuda, pero se ha ido moderando con el tiempo. Este es un indicio más de que las gasolineras estarían capturando una parte significativa de la subvención, reduciendo su efecto moderador del IPC. Así, en marzo, la inflación de los carburantes era un 1,3 puntos superior en España que en la eurozona; en abril, con la entrada de la ayuda, fue 4,4 puntos inferior, y en mayo, ya con una parte del efecto diluido, fue 3 puntos inferior.

Pero el otro gran problema que tiene España es que la subida de costes se está trasladando intensamente al resto de bienes y servicios que componen el gasto semanal de los hogares. La alimentación, por ejemplo, soporta una inflación superior al 11%, situándose ya más de dos puntos por encima de la de la eurozona. El problema de la alimentación es que golpea con mayor intensidad a las clases bajas y no tiene sustitución posible (en el caso de los carburantes, algunos hogares pueden optar por el transporte público, por ejemplo).

Lo mismo ocurre con el IPC subyacente (sin energía ni alimentos frescos), que está subiendo en España un 4,7%, tres décimas por encima de la media de la eurozona. Esto significa que las empresas están trasladando intensamente el incremento de costes a los precios. Una espiral que complicará la moderación del IPC incluso aunque el Gobierno pueda frenar el alza de la electricidad. En las últimas semanas, la inflación está llegando con intensidad al sector servicios, con una incidencia especialmente relevante en la hostelería. El motivo es que el fin de las restricciones está disparando la demanda y las empresas aprovechan la coyuntura para trasladar costes a los clientes. Con la temporada de verano a la vuelta de la esquina, el gasto en las vacaciones será un motivo más de preocupación para las familias.

La suma de todos estos factores complica el objetivo del Ejecutivo de bajar el IPC en los próximos meses en un punto. Será necesario un funcionamiento más eficiente del 'tope al gas' y que las empresas empiecen a moderar la traslación de costes a precios. De lo contrario, es posible que España todavía no haya asistido al pico de inflación, y eso a pesar de que el IPC rozó el 10% en marzo.

La introducción del 'tope al gas' en la formación de los precios de la electricidad era la gran esperanza del Gobierno para frenar la inflación. En concreto, esperaba una moderación de un punto del IPC para situarlo por debajo del 8% por primera vez desde el estallido de la guerra en Ucrania. Sin embargo, la entrada en vigor del sistema no ha conseguido moderar los precios. Al contrario, la factura para los hogares ha seguido aumentando, hasta superar ampliamente los 200 euros por megavatio/hora.

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