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La UE empieza a tirar de España para suplir el gas ruso y dispara la exportación a Francia
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La UE empieza a tirar de España para suplir el gas ruso y dispara la exportación a Francia

Las dos interconexiones funcionan desde hace semanas al límite de su capacidad. Fuentes del sector atribuyen este flujo extraordinario al llenado de las reservas en el continente

Foto: Un gasoducto. (EFE/Pawel Supernak)
Un gasoducto. (EFE/Pawel Supernak)
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Los países europeos se han volcado en llenar sus reservas de gas para no depender de Rusia el próximo invierno. Y han encontrado una vía de suministro en España, que nunca exportó tanto a través de los Pirineos como el pasado abril. Ni de lejos. La crisis energética y el nuevo escenario geopolítico tras la invasión de Ucrania han convertido nuestro país en emisor neto de esta materia prima, lo que supone un cambio radical del rol que había jugado históricamente. Los anhelos de los defensores del Midcat por fin se apoyan en datos: las salidas se han duplicado en solo un mes y baten su récord. Mientras el debate sobre la construcción del gasoducto llega al Congreso, las conexiones actuales llevan varias semanas desbordadas.

El Boletín Estadístico de Enagás arroja unas cifras históricas, pero, sobre todo, consolida una tendencia. Las exportaciones al continente a través de Francia crecen ininterrumpidamente desde diciembre y superan las importaciones por segundo mes consecutivo, algo muy poco habitual si se tiene en cuenta que, en los anteriores cuatro años, el flujo solo había transcurrido de sur a norte en un 14% de las ocasiones. La guerra ha cambiado el sentido de la circulación del gas y, con él, la utilidad de las interconexiones de la Península con el resto de Europa: ya no se trata de recibir la energía del norte, sino de surtir un continente ávido de nuevos suministradores para reducir su dependencia del Kremlin.

Los puntos de paso de Irún (País Vasco) y Larrau (Navarra) fueron concebidos para abastecer a España, pero ahora hacen lo contrario, y funcionan desde hace semanas al límite de su capacidad, según ha confirmado el gestor técnico del sistema a El Confidencial. Los datos corroboran esa información. Nuestro país exportó en abril 5.618 gigavatios hora (GWh) a Francia, y solo recibió 464. Es la primera vez en la historia que se produce un saldo negativo tan abultado: lo que sale supera en más de 12 veces a lo que entra. El flujo hacia el norte se ha disparado un 350% desde antes de la guerra (febrero de 2022), y un 390% desde el mismo mes del año pasado. Pero aún puede incrementarse más.

La amplia red nacional de regasificadoras, con seis plantas (Barcelona, Sagunto, Huelva, Cartagena, Mugardos y Bilbao) para devolver a su estado natural el gas que llega en forma líquida a los puertos (GNL), choca con las escasas interconexiones para transportarlo allende los Pirineos. Irún y Larrau solo pueden canalizar entre ambos 7.000 millones de metros cúbicos al año (7 bcm, en la jerga del sector), una cantidad que apenas representa el 12% de las necesidades adicionales de Europa para compensar el cierre de los grifos del este. Con el Midcat, esta capacidad potencial se doblaría. Y, según apuntan fuentes del sector, también se multiplicaría por dos el flujo efectivo que transitaría hacia el norte. En otras palabras: ahora mismo, nuestro país está dejando de exportar una cantidad extraordinaria simplemente porque no tiene una infraestructura que se lo permita.

Por primera vez, los datos avalan la utilidad de la inacabada conexión a través de Cataluña

El ducto ha pasado de ser una obra redundante a erigirse en la clave de bóveda para hacer de la Península una puerta de entrada de gas a la Europa liberada de la dependencia rusa. Y no se trata de un concepto teórico o de un sueño político: por primera vez, y a diferencia de lo que este mismo periódico contaba al principio de la guerra, los datos avalan la utilidad de la inacabada conexión a través de Cataluña.

España puede abastecerse de más gas, ya que posee la mayor capacidad de regasificación de Europa: unos 60 bcm, de los que 20 se podrían dedicar a la exportación. Pero la mayor parte se encuentra ociosa, porque con las conexiones actuales solo puede bombear hacia el norte un tercio de esa cantidad. Y todo en un escenario en el que, por primera vez, existe una demanda cierta y estructural de gas 'español', más allá de los baches puntuales de generación en Francia.

Las mismas fuentes recuerdan que la interrupción de numerosas centrales nucleares en el país vecino por labores de mantenimiento ya no supone la única causa del incremento del flujo, como había ocurrido hasta ahora. Si Irún y Larrau no dan más de sí, es porque los países europeos se están lanzando a llenar sus almacenes de cara al próximo invierno, apuntan. Y para eso necesitan el GNL que llega a los puertos españoles, a falta de tiempo para que las nuevas infraestructuras proyectadas —ya sea en forma de gasoductos o de regasificadoras— se materialicen.

Foto: Una estación de compresión de gas. (Reuters/Vasily Fedosenko)

La Comisión Europea ha planteado que los Veintisiete lleguen al próximo invierno con las reservas al 80% de su capacidad, lo que les obliga a abastecerse rápidamente y explica los récords de las salidas hacia el continente justo en el primer mes de la primavera, cuando la demanda suele disminuir. De hecho, España importó en abril 40.789 GWh, un 8,5% más que en marzo, pese a las menores necesidades por el fin del invierno. Estados Unidos se consolida como principal proveedor, gracias a la llegada de barcos metaneros, mientras que Argelia sigue en caída libre y ya solo representa el 23% del suministro, en plena crisis diplomática con Madrid. Fuentes del sector descartan, sin embargo, que el descenso del suministro magrebí tenga algo que ver con las tensiones geopolíticas.

El repunte de las importaciones de España en abril es prácticamente igual (unos 3.000 GWh) al aumento del flujo a través de los Pirineos durante ese periodo, lo que sugiere que una gran parte de las llegadas adicionales ha podido acabar en los almacenes de los principales Estados europeos. Las reservas subterráneas de los Veintisiete han aumentado una media de siete puntos en el mismo lapso de tiempo, aunque todavía continúan a un tercio de su capacidad, según Gas Infrastructure Europe, el organismo que reúne a los operadores de infraestructuras de los Veintisiete. El año pasado, la subida no llegó a tres puntos.

España se ha convertido en una vía de entrada de gas al continente, pero las conexiones actuales ya no dan más de sí

Hay urgencia para cubrirse las espaldas de cara al próximo invierno, pero los cálculos más optimistas apuntan a que finalizar las obras del Midcat, paralizadas en 2019 después de que los reguladores francés y español dudasen de su rentabilidad, llevaría al menos dos años. Y ese es precisamente el argumento que hasta ahora ha utilizado el Gobierno español para defender la obra con una visión de largo plazo, que incluye el transporte del hidrógeno verde y financiación europea. Mientras Roma, Berlín y Bruselas empiezan a ver con buenos ojos cualquier alternativa que ayude a reducir la dependencia de Rusia —en dos tercios de aquí a diciembre, según los planes comunitarios—, Francia por fin se muestra dispuesta a hablar, pero sin asumir compromisos. En estos momentos, falta rematar 106 kilómetros en España y 120 al otro lado de la frontera.

El debate político que empezó en algunos círculos catalanes llegará este martes al Congreso de los Diputados, donde el Partido Popular ha presentado una proposición no de ley para acelerar las obras del gasoducto. En medio de la discusión sobre plazos, financiación y características técnicas, surge un punto en común avalado por los datos: en el contexto actual, el Midcat es una infraestructura útil, que permitiría a España exportar el doble de gas a una Europa ansiosa por independizarse del Kremlin. De momento, nuestro país se ha convertido en una vía de entrada al continente por primera vez en su historia, pero las conexiones actuales ya no dan más de sí.

Los países europeos se han volcado en llenar sus reservas de gas para no depender de Rusia el próximo invierno. Y han encontrado una vía de suministro en España, que nunca exportó tanto a través de los Pirineos como el pasado abril. Ni de lejos. La crisis energética y el nuevo escenario geopolítico tras la invasión de Ucrania han convertido nuestro país en emisor neto de esta materia prima, lo que supone un cambio radical del rol que había jugado históricamente. Los anhelos de los defensores del Midcat por fin se apoyan en datos: las salidas se han duplicado en solo un mes y baten su récord. Mientras el debate sobre la construcción del gasoducto llega al Congreso, las conexiones actuales llevan varias semanas desbordadas.

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